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ANTIGUO SOLDADO SE REENCUENTRA CON ESPOSA JAPONESA - richard c. paddock y barbara demick



Yakarta, Indonesia. Charles Robert Jenkins, un ex soldado norteamericano y supuestamente desertor que vivió durante casi cuarenta años en la aislada Corea del Norte, llegó aquí el viernes con sus dos hijas y se reencontró en una emotiva reunión con su esposa japonesa.
Al entrar al Hotel Intercontinental, la familia fue saludada por dos docenas de cámaras de televisión y cientos de periodistas. Jenkins, 64, dijo a la multitud que estaba "feliz" pero eludió toda pregunta sobre las décadas que pasó en el norte.
Se cree que es el primer viaje al exterior del soldado nacido en Carolina del Norte desde 1965, cuando abandonó su unidad del ejército norteamericano en Corea del Sur y cruzó la zona desmilitarizada en el momento más álgido de la Guerra Fría.
La historia de la mujer de Jenkins, Hitomi Soga, es igualmente extraña. Ahora de 45, fue secuestrada en 1978 cuando era una colegiala por agentes norcoreanos que la llevaron a Pyongyang, la capital, para que enseñara japonés a los espías.
A ella se le permitió regresar al Japón hace casi dos años; Jenkins permaneció en Corea del Norte con sus hijas, aparentemente por miedo a ser extraditado a Estados Unidos y acusado de deserción.
El encuentro del viernes fue preparado por el gobierno japonés, que escogió Indonesia para realizarlo debido a que ese país no tiene tratado de extradición con Estados Unidos.
El primer ministro japonés Junichiro Koizumi trató de sacar a Jenkins de Corea del Norte durante su viaje allá en mayo, pero él se negó a acompañarlo.
Soga, que llevó a Yakarta el jueves, saludó a su marido en el aeropuerto con un gran beso mientras sus hijas Mika, 21, y Belinda, 18, miraban conmocionadas.
El primer encuentro de la familia con el mundo fuera de Corea del Norte incluyó también atascarse en uno de los legendarios embotellamientos de Yakarta. Incluso con una escolta policial, atravesar las 15 millas que hay entre el aeropuerto y el hotel les tomó casi dos horas.
En el hotel, las hijas parecían emocionadas y avergonzadas de la atención que recibían. Entraron al vestíbulo con la cabeza gacha y aceptaron nerviosamente ramos de flores que les entregaron unos colegiales en una breve ceremonia de bienvenida.
El caso de la familia ha generado enorme interés en Japón. Un funcionario de la embajada japonesa dijo que 2000 periodistas japoneses habían viajado a Yakarta para cubrir el encuentro de Soga con su marido e hijas, a los que no vio durante 21 meses. El aterrizaje del avión el viernes fue transmitido en directo por tres cadenas nacionales de Japón.
Muchos japoneses consideran a Jenkins un personaje difícil cuya ansiedad acerca de la extradición alargó innecesariamente la separación de su familia. Pero Soga es un personaje querido en su país. Se ha transformado en una celebridad y los poemas que brotan de su pena han sido ampliamente publicados.
Soga salió de Pyongyang en octubre de 2000 con otros cuatro secuestrados en medio de una iniciativa diplomática de Corea del Norte y Japón para mejorar sus relaciones largo tiempo hostiles.
"Lo que más me preocupa es que haremos después de nuestro encuentro", dijo Soga a periodistas en Japón. "Lo que realmente quiero hacer después de que termine todo esto es quedarnos a vivir aquí en Japón, como una familia".
A causa del interés público en la que ha sido llamada en Japón "la historia de amor del año", el gobierno de Koizumi hizo una rara petición a Estados Unidos para que le concediera amnistía, de modo que la familia pueda volver a vivir junta.
El inusual caso planteó un dilema al gobierno de Estados Unidos, que debió elegir entre rechazar una petición de alto nivel de un aliado clave o establecer el precedente de perdonar a un soldado que supuestamente desertó de su puesto para pasarse al enemigo.
La semana pasada en Yakarta, en una reunión de ministros extranjeros, el secretario de estado Colin L. Powell señaló que Estados Unidos no perseguirá al antiguo soldado, pero dijo: "El sargento Jenkins por supuesto es un desertor del ejército norteamericano y las acusaciones siguen en pie".
En Carolina del Norte, los familiares de Jenkins dijeron que la familia seguía ansiosamente las noticias del encuentro familiar, pero nadie pensaba en viajar a Indonesia.
"Para nosotros han pasado cuarenta años, así que podemos esperar un poco más. La reunión se hizo para que la familia resolviera algunas cosas y pensara en cómo vivir aquí juntos en Japón", dijo Shir-Lee Hyman, la sobrina política de Jenkins.
Jenkins tenía 24 años cuando desapareció el 5 de enero de 1965. Dirigía una patrulla en la zona desmilitarizada y le dijo a sus hombres que quería investigar un ruido. Nunca volvió.
Poco después, se oyó su voz a través de los altavoces diciendo que había encontrado el paraíso socialista de Corea del Norte.
Más tarde participó en campañas de propaganda anti-norteamericana de Corea del Norte, posando para fotografías de un panfleto y haciendo de malvado oficial norteamericano en una serie de televisión. Se cree que Jenkins, que enseñó inglés en el país, conoció a Soga en 1980 cuando ella era una de sus estudiantes.
Durante todos esos años Jenkins no tuvo contacto con su familia en Estados Unidos.
"Para la familia fue una cosa terrible. Que tu hijo se pasara a los comunistas era peor que muriera en combate", dijo Michael Cooke, un amigo de la familia, en una entrevista este año. Cooke dijo que había visitado periódicamente a la madre de Jenkins, Pattie Casper, en un hogar de ancianos y que todavía tenía fotos de Jenkins en uniforme en su mesita de noche junto a la cama.
Algunos miembros de la familia han sugerido que Jenkins pudo haber sido secuestrado, pero no se ha descubierto evidencia de juego sucio.
Jenkins, que abandonó la escuela, proviene de una familia pobre. Perdió a su padre cuando era niño. Antes de ingresar al ejército se ganaba la vida lavando coches a cambio de la propina.
En Pyongyang vivía aparentemente como un miembro de la elite, yéndole mucho mejor que a los norcoreanos de a pie en uno de los países más pobres del mundo. Se dijo que sus hijas asistían al prestigioso instituto de lenguas extranjeras.
"Soy un ciudadano norcoreano", dijo Jenkins en una poco habitual entrevista con una revista japonesa a fines de 2002. "Gracias al general Kim Jong Il [el presidente de Corea del Norte] nuestras hijas estudian gratis en esa escuela. Mi país me dio un coche. Estamos viviendo sin zozobras".
Se cree que otros tres marines que desertaron durante la Guerra Fría todavía viven en Corea del Norte.

Paddock reportó desde Yakarta y Demick desde Seúl. Bruce Wallace contribuyó en Tokio a este reportaje.
11 de julio de 2004
©los angeles times ©traducción mQh

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