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hollywood en la cocina


[Laurie Winer] La nueva generación de héroes del cine sabe batir y manejar el sacacorchos, e incluso un par de cosas más sobre los buenos vinos y la comida.
Las películas han cambiado desde los días en que un hombre con mandil era un personaje que pasaba por una crisis de masculinidad. ¿Se acuerda alguien de la mala, mala pinta de Jim Backus, el padre de James Dean en ‘Rebelde sin causa', o el enamorado Edward G. Robinson en ‘Perversidad'? Hoy, cualquier héroe que quiera ser sensible o mundano debe saber algo sobre comidas. Incluso puede llevar un delantal.
En ‘Spanglish', la última película del director James L. Brooks, Adam Sandler hace de John, un dedicado marido y padre que se echa a llorar con sólo pensar en lo mucho que quiere a su hija. John es chef. No simplemente un chef, sino el mejor chef de todo el país (según el New York Times, que en el mundo de esta película publica reseñas sobre los restaurantes de Los Angeles, y que plantea la pregunta: ¿Qué somos, picadillo de higaditos?). Gracias a una reseña de cuatro estrellas en ese diario, la cocinería de John en Los Angeles alcanza un enorme éxito y se hace dos veces más lucrativa, y así hace lo que haría cualquier gran chef. Inmediatamente pasa el 20 por ciento del negocio a su chef de cuisine. No quiere renunciar ni a una pizca del tiempo que dedica a su familia.
Es difícil imaginar a Cary Grant, Dana Andrews o Gary Cooper haciendo de chef en sus días, pero ser chef ahora es una profesión pasablemente glamorosa como para ser héroe de cualquier largometraje, e incluso de un elegante programa de televisión. En ‘The Great New Wonderful', una película en fase de post-producción dirigida por Danny Leiner, Maggie Gyllenhaal hace de diseñadora de tartas de alta calidad cuyos postres son carísimas obras de arte. Y Darren Star está haciendo un piloto de televisión para la Fox titulado ‘Kitchen Confidential', basado en las memorias bestseller de Anthony Bourdain, del 2000.
Bourdain, por supuesto, es un chico ostensiblemente malo -un chef que toma drogas, lujurioso, mal hablado, franco. Star, el creador de ‘Sexo en Nueva York', que se describió a sí mismo como "apasionado tripero", ha estado pensando durante años en un chef como el personaje principal de un programa de televisión. Y cree que ha encontrado al chef indicado en el momento justo.
"Velo como ‘Shampoo' en un restaurante", dice Star, que utiliza el libro como un trampolín para el programa piloto. Dice que su héroe es un tipo que ha sido un cometa en el mundo de la culinaria, un drogadicto que vive la vida al borde. Ahora tiene una segunda oportunidad, aunque todavía está luchando contra sus demonios. "Ser el chef de un restaurante de moda es caminar en la cuerda floja", dice Star. "Tienes que combinar las exigencias del trabajo con las grandes tentaciones que llegan con la fama. Tienes todas las cosas ricas a tus pies. Tienes que seguir de pie sin caer en las tentaciones que hay en calle, y que no existían hace 25 años".
Hay espacio para varios tipos de chefs; Bourdain es el anti-Adam Sandler. En ‘Spanglish', John es un padre y marido tan ejemplar que no duerme con Flor (Paz Vega), la adorada, adorable e impresionante ama de llaves, incluso aunque Flor es soltera y la esposa patológicamente egoísta de John le ha confesado que se está acostando con otro hombre (este tipo de renunciación sexual no se veía desde la época en que Henry James estaba vivo y escribía). Y el punto de la película no es que John sea endeble. El punto de la película es que es un gran tipo en todo sentido, un héroe. Basta con mirar el texto del cartel: "En toda familia hay un héroe". Y todos en la foto lo están mirando a él.

Un Sentimiento de Autenticidad
Brooks eligió la profesión de chef para John no tanto por razones relacionadas con la comida, sino "porque quería que se hubiese ganado el dinero gracias a su talento" y no por la ambición de hacer dinero. Brooks es un fan de Thomas Keller, y quería repetir el ambiente de la cocina de su restaurante French Laundry, que tanto Brooks como Sandler pasaron tiempo estudiando. "Siempre pensé que las cocinas eran lugares bulliciosos", dice Brooks. "Su cocina es tranquila. Hay un enorme cantidad de respeto ahí; todos se llaman ‘chef' entre ellos". Keller también está en el reparto de ‘Spanglish'.
La presencia de Keller le asegura un cierto grado de autenticidad. En un momento crítico, John está en la cocina en casa preparándose a sí mismo un club sandwich con queso fundido y un huevo no muy frito; Keller le dio la receta. Las cariñosas tomas del bocadillo anuncian lo importante que es este bocado para John. Realmente terminas queriéndote comer ese bocadillo, y es un bocadillo que te quieres comer de inmediato, cuando el huevo todavía está caliente. El resultado final de esta exhibición de pornografía culinaria es una escena de bocadillo-interrumpus. Flor entra, enfadada, justo cuando John está llevándose el bocadillo a la boca para ese primer y perfecto ñasco. Mientras ella se descarga (a través de su hija, que hace de intérprete), él arroja angustiadas, dolorosas miradas al bocadillo que su buena educación no le permite comer.
Esta escena es, de hecho, más convincente en su afición por la cocina que la más crucial (aunque casta) escena de seducción culinaria que viene después. En esa escena, John lleva a Flor a su restaurante vacío en la noche (debe ser un lunes), cuyo interior está físicamente inspirado en el French Laundry. Allí, John le prepara a Flor un plato (asado de tira, aunque lo vemos haciendo costillas de cordero) que es limpio y profesional. No revela nada de pasión. "Voy a recordar cada sabor toda la vida", le dice Flor a John. A juzgar por el plato, es dudoso, pero hay que tomar en cuenta que es una mujer enamorada.

La simpática película ‘The Life Aquatic with Steve Zissou', de Wes Anderson, deja claro que ser despabilados en asuntos de cocina y vinos es hoy obligado para un personaje de una película mundana. El personaje de Bill Murray es un héroe para el nuevo siglo, un hombre de mundo (sobre y bajo del nivel del mar) reflexivo, encantador e imperfecto, con un profundo aprecio por los placeres de la vida. Zissou insulta a un camarero que se atreve a dar aprobar el vino a su hermano menor en lugar de él. "No sabe nada de vinos", solloza Murray y le arroja al camarero una última enfadada mirada antes de olisquear el vino él mismo.
Cuando damos una vuelta por el barco de Zissou, nos enteramos que la cocina es, tecnológicamente, el compartimento más avanzado tecnológicamente de todo el navío. Y cuando el ‘equipo de Zissou' asalta el barco más elegante del rival de toda la vida, Hennessey (Jeff Goldblum), la única cosa por la que demuestra verdadero interés es en la máquina de capucchino, que se roba presto. Sólo tenemos una mirada de la comida de la tripulación a bordo de este barco encantado -bandejas de langostas y copas de Moet Champagne.

Por supuesto, el hito sorpresa del año es ‘Sideways', la película más empapada de vino de toda la historia. Es una película de Alexander Payne (‘About Schmidt', ‘Election', ‘Citizen Ruth), así que su protagonista no tiene el calibre heroico de ‘Spanglish' o de la fantástica dimensión de ‘The Life Aquatic'. El inútil de Miles (Paul Giamatti) es difícilmente un héroe; es un hombre maduro que roba el dinero que esconde su madre en la cómoda, válgame Dios. Pero se las ingenia para ser enternecedor y optimista, una vez que crea intimidad con una camarera llamada Maya (Virginia Madsen) a través de conversaciones sobre vinos.
"¿Le puedo hacer una pregunta personal?", le dice Maya a Miles. "¿Por qué le gusta tanto el Pinot?" Su enternecedora seriedad cuando, en su primera cita, prueban un Fiddlhead Sauvignon Blanc e identifican tímidamente "pequeñas insinuaciones de clavo", nos dice que esta conversación creará un profundo vínculo entre ellos, como un modo para cada uno de mostrarse y ser visto. El gusto es un asunto que trae cola para Miles y para Maya.
Cuando describe su amor por el Pinot, queda desgarradoramente claro que Miles en realidad se está describiendo él mismo para ella, diciéndole lo que le gustaría ser amado. "Es una cepa difícil de cultivar", dice. "No es un resistente como el Cabernet, que crece en cualquier parte, que crece incluso cuando se lo descuida. De hecho, sólo puede crecer en estos rincones escondidos verdaderamente únicos, del mundo. Y sólo los viñateros más pacientes y cuidadosos pueden cultivarla".

La Cocina en el Teatro
Las piezas de teatro también están haciendo uso del conocimiento de la cocina para mostrar clase, cultura y gusto. En ‘The Paris Letter', que acaba de estar en el Teatro Kirk Douglas en Culver City, y llegará este verano a la Roundabout Theatre Company de Nueva York, Jon Robin Baitz usa la conciencia del alimento como un seña de integridad personal. Su protagonista es un hombre con problemas morales. Sandy (Ron Rifkin) ha negado su propia vocación artística metiéndose en el negocio de finanzas de su padre y ha negado su vocación sexual siguiendo una terapia para "curar" su homosexualidad y casándose con Katie. Este es un hombre que tiene éxito en el mundo, pero está tan condenado como Fausto.
En contraste, las dos personas más próximas a él, Katie y su mejor amigo, Anton, conservan la sensatez de sus almas. Los dos han sido cocineros y propietarios de restaurantes. Un huésped que está terminando su plato de ostiones fritos en una cacerola con alcaparras, salvia y judías pintas, le pregunta a Katie: "¿Cómo lo haces? Está bien, no es que no haya probado esto en otras partes, pero es como si tuvieras una especie de magia".
Katie responde con una pregunta de ambientalista: "¿De dónde vienen los ostiones? ¿De dónde vienen los ingredientes? ¿Cómo se combinan las cosas? Es teniendo relaciones. Pescadores. Dedicados. Con respeto". El invitado de Katie, un hombre rico que resulta ser el malo de la obra, ni siquiera escucha su respuesta.
Naturalmente, la emergencia de la comida y de los vinos del mundo como telón de fondo pondrá a prueba la credulidad de todo entendido de la industria alimentaria.
En ‘Sideways', por ejemplo, Miles casi hace un mantra de adorar al Pinot y odiar al Merlot , y también desdeña al Cabernet Franc (las ventas de Pinot en la Ciudad de Nueva York subieron tras el estreno, y el Merlot puede estar sufriendo una caída). Pero en el golpe de gracia de la película, Miles finalmente degusta su preciosa botella de Cheval Blanc 1961, la que había estado guardando durante demasiado tiempo, un vino que, de hecho, se ha transformado en una metáfora para Miles y su costumbre de dejar que la vida pase por su lado. El vino se hace de, adivinen -Cabernet Franc y Merlot, un ironía que los cineastas no comentan.
Además,volviendo a ‘Spanglish', el New York Times no reseña, y menos reparte estrellas, a restaurantes de Los Angeles, gracias de todos modos. Cualquier jefe importante en esta ciudad hablaría y comprendería el ‘español de cocina', pero no el John de Adam Sandler.
Pero del mismo modo que es posible analizar un vino y no disfrutarlo, la gente que analiza la ficción estrictamente por su apego a la realidad pasa invariablemente por alto los puntos más importantes. A medida que el conocimiento del alimento satura la cultura, los próximos años traerán más y mejores oportunidades para que los triperos muestren su conocimiento y pasen por alto lo importante. Hay que esperar una sátira sobre el asunto para 2006.

Club Sandwich de ‘Spanglish', con huevo frito y queso fundido

Tiempo: 20 minutos
1 personas
De Thomas Keller

3 a 4 lonjas gruesas de beicon
2 lonjas de queso Montery Jack
2 rebanada de pan rústico, tostado
1 cucharada de mayonesa
4 rodajas de tomate
2 hojas de lechuga
1 cucharadita de mantequilla
1 huevo

1. Fría el beicon hasta que quede crujiente, seque en papel y aparte.
2. Coloque las lonjas de queso en una rebanada de pan tostado y ponga en horno para derretir el queso.
3. En la otra rebanada unte la mayonesa, ponga encima el beicon frito, las rodajas de tomate y la lechuga.
4. En una sartén derrita la mantequilla a fuego mediano. Fría el huevo.
5. Unte el huevo encima de la lechuga. Cubra con la otra tostada de pan, con el queso hacia arriba. Coloque el bocadillo en un plato y corte en dos.

Cada bocadillo (con cuatro lonjas de beicon): 1.115 calorías; 52 gramos de proteínas; 50 gramos carbohidratos; 4 gramos fibra; 78 gramos grasa; 30 gramos grasa saturada; 346 mg. colesterol; 2.192 mg. sodio.

30 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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