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rutinaria miseria de áfrica


Nada nuevo está pasando en África: la gente sigue muriendo de sida, de malaria, de tuberculosis, de hambre, de guerras.
De vez en cuando, algo tan terrible pasa en África que el resto del mundo se da cuenta durante un rato de que el continente sigue ahí. Hace veinte años, una devastadora hambruna llevó a Michael Jackson y amigos a montar un concierto televisado en todo el país que reunión millones de dólares. Más recientemente se descubrieron los horrores de Ruanda y Sudán, provocando indignación internacional, y no mucho más que eso. Esas crisis debidamente reconocidas, la gente fuera de África pudo nuevamente mirar para otro lado.
Nada nuevo está pasando en África en estos días. Es la misma miserable y vieja rutina: mueren 6.000 personas de sida al día; miles más, la mayoría niños, mueren de malaria, tuberculosis y desnutrición. No es un maremoto, así los chicos buenos del barrio no estarán pidiendo donaciones para ayudar a aliviar el sufrimiento del continente.
No es lo mismo que decir que nadie está prestando atención. En realidad, el reciente Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, hizo un desgarrador llamada a preocuparse de África.
El presidente francés Jacques Chirac empezó proponiendo la poco práctica idea de crear un nuevo sistema mundial de impuestos en cosas tales como transacciones financieras internacionales y billetes de avión, y usar el dinero para combatir la pobreza y las enfermedades. El primer ministro británico Tony Blair parecía empecinado en demostrar que podía superar a su rival francés cuando se trata de cuestiones humanitarias. Además de hacer terribles advertencias sobre el cambio climático, dijo que Gran Bretaña triplicaría su ayuda a África este año. Además, Blair ha usado su presidencia del Grupo de las ocho naciones industrializadas para instar firmemente a aliviar la deuda africana.
Otros importantes participantes en Davos también transformaron a África en tema, incluyendo Bono, la estrafalaria estrella del rock; el ex presidente Clinton; y el fundador de Microsoft, Bill Gates, cuya Gates Foundation recientemente prometió donar 750 millones de dólares para vacunar a los niños en países en desarrollo. Bono, que hizo una famosa gira en África con el primer secretario del tesorería del presidente Bush, Paul O'Neill, agradeció al líder de la mayoría en el Senado, Bill Frist, por viajar a África y pedir apoyo para luchar contra el sida.
Pero Estados Unidos es un rezagado en el frente humanitario. Bush ha hablado elocuentemente acerca de subir la ayuda al desarrollo, ignorando al mismo tiempo sus propias promesas.
El presidente anunció con bombo y platillo el Millennium Challenge Account para la ayuda extranjera, prometiendo en 2002 invertir billones en ella para llegar a una contribución anual de 5 billones de dólares para 2006. Esa promesa fue recientemente borrada de la página en internet del propio fondo, y durante los últimos dos años Bush ha contribuido mucho menos a esa cuenta de lo que había prometido. No se ha distribuido ni un centavo del fondo; en el Discurso de la Unión no se mencionó la ayuda extranjera ni una sola vez.
"No hay ciudadanos de segunda clase en la especie humana", dijo Bush cuando anunció el fondo hace tres años. "Llevo esta convicción en el alma". Es hora de que Bush cumpla esa promesa, firmando algunos cheques. Mantener la convicción en el alma no está salvando vidas.

5 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

2 comentarios

Anónimo -

se

cecilia -

muy interesante sobre los temas del áfrica.