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narco-espía cerca del presidente


[Chris Kraul y Richard Boudreaux] El ascenso de Nahum Acosta de su condición de maestro de una escuela primaria en esta inhóspita ciudad fronteriza a una prestigiosa posición en el personal de viaje del presidente de Vicente Fox lo transformó en el epítome del "éxito del chico del pueblo". Y nunca olvidó sus raíces.
Agua Prieta, México. Después de obtener el trabajo en Los Pinos, la Casa Blanca mexicana, hacía frecuentes visitas a aquí a Sonora, mantenía el contacto con sus amigos y hacía los favores que puede hacer un hombre en su posición. Consiguió instrumentos musicales y ordenadores para escuelas, una pista de atletismo para el complejo deportivo, incluso la ayuda de Interpol para ayudar en la búsqueda de la hija desaparecida de un periodista de la localidad.
Fiscales mexicanos dicen que Acosta también hacía favores al crimen organizado.
Los fiscales, que lo detuvieron el 3 de febrero, han acusado a Acosta de vender información confidencial sobre el itinerario de viaje de Fox a un operativo de Sonora del cartel de traficantes de drogas encabezado por ‘El Chapo' Guzmán.
El fiscal general Rafael Macedo de la Concha dice que la acusación contra el sospechoso de 42 años, es grave y contundente, pero todavía secreta. Sin formular oficialmente los cargos, los fiscales han estado filtrando pruebas no confirmadas a los diarios: que Acosta recibió llamadas en su celular de un supuesto operativo del cartel, Arturo Beltrán Leyva; que le envió e-mails en código; que visitó una casa de propiedad de la cuñada de Beltrán; y que recibió unos 100.000 dólares en depósitos bancarios en los últimos meses.
Desde un centro de detención en Ciudad de México, el jueves un aturdido Acosta negó las acusaciones en una entrevista telefónica para el diario Milenio. Dijo que sus enemigos en la unidad del ejército mexicano que protege a Fox le habían tendido una trampa y que había peleado con el agente de viajes civil sobre quién debería controlar los preparativos de los viajes presidenciales.
"Mi vida y mi familia están siendo destruidas", dijo al editor del diario. "No tienen ni una sola prueba contra mí, ni encontrarán ninguna. No hay pruebas".
Sin embargo, tanto Fox como sus rivales políticos han reaccionado con alarma, aceptando la asombrosa conclusión de que Guzmán, el criminal más buscado de México, logró colocar un topo en el más alto sitial del poder político del país.
La elección de Fox en 2000 puso fin a siete décadas de gobierno por un partido único, pero su mandato de seis años se está desinflando por su fracaso en ganar las batallas políticas necesarias para llevar a cabo las prometidas reformas económicas y legales. El escándalo del narco-espía han provocado críticas de que está perdiendo la guerra contra las drogas, y que su vida está en peligro.
Críticos han estado diciendo durante años que los procedimientos de chequeo de la gente que trabaja cerca del presidente Fox o tiene acceso a información sensible, son inadecuados.
Nahum Acosta era una persona así. Su trabajo era inspeccionar los lugares donde hablaría y dormiría Fox, ocuparse de dónde se sentaría en los lugares visitados por él, y coordinar la llegada y partida de la caravana de automóviles presidencial. A veces viajaba con el presidente mexicano, pero más a menudo lo precedía para encargarse de la logística.
Hasta que las acusaciones contra él se hicieran públicas hace una semana, pocos mexicanos conocían a Acosta. Ahora están preguntando quién es y cómo llegó a estar tan cerca del presidente.
Aquí en Agua Prieta, Acosta se ha transformado de héroe local en un motivo de vergüenza por llevar mala fama a la ciudad del desierto donde empezó su carrera.
"Mucha gente que apenas la semana pasada dejaban caer el nombre de Nahum ahora parecen no recordar quién es", dijo Gregorio Cruz, editor del diario de Agua Prieta, La Frontera.
Los que todavía reconocen su amistad con Acosta dicen que es víctima de una elaborada represalia política o sacuden la cabeza con incredulidad al oír las acusaciones.
"El único comentario que haré, es que estoy confundido", dijo el alcalde David Figueroa, padrino del menor de los tres hijos de Acosta.
Otros dicen que la detención demuestra el alcance de los tentáculos de los traficantes de drogas en Agua Prieta. La ciudad de 100.000 habitantes, cerca de Douglas, Arizona, es el puesto fronterizo en el tránsito de una ruta de contrabando de drogas e inmigrantes ilegales que empieza en Sudamérica.
Nadie puede decir aquí con certeza si Acosta tiene conexiones con el cartel de la droga en la ciudad. Muchos lo recuerdan como un hombre ambicioso y sociable que conocía a todo el mundo y daba frecuentemente su número de teléfono.
Uno de los nueve hijos cuyo padre abandonó la familia cuando su madre estaba embarazada de su hermano menor, Acosta estaba obsesionado con hacer algo de su vida, dijo su amigo de infancia Jorge Ariel Estrada.
Como niño en Bacobampo, un empobrecido pueblo agrícola al sur del estado de Sonora, Acosta estaba siempre luchando por salir adelante, dijo Estrada. Si Acosta no estaba recogiendo algodón para ganar unos pesos extra, vendía caramelos o lustraba zapatos. Y por lo que puede recordar Estrada, Acosta se interesaba en la política.
Acosta asistió a institutos pedagógicos en los norteños estados de Durango y Tamaulipas antes de mudarse a mediados de los ochenta a Agua Prieta, el tipo de enérgica ciudad donde un joven ambicioso podía significar algo. Obtuvo un empleo en la Escuela Básica León Vicario, pero trabajaba en otro lugar para complementar su salario de 700 dólares y pagar las clases de derecho.
Él y su esposa, Evelia, empezaron una fábrica y tienda de tortillas, y desarrollaron un lugar en el mercado de fotografías, sacando fotos de requisamientos de drogas para venderlas a la policía para ilustrar las acusaciones.
Acosta se inclinaba hacia el Partido Revolucionario Institucional, que dominó la política mexicana durante la mayor parte del siglo 20, y se distinguió como un coordinador de base voluntario. Veteranos del partido, conocido como PRI, dijo que visitaba los barrios pobres, apuntaba los servicios que faltaban y lograba que el ayuntamiento los hiciera disponibles.
A mediados de los noventa, el PRI recompensó a Acosta con una posición como jefe del despacho del Instituto Nacional de Migración en Torreón, en el estado de Coahuila.
Allí, dicen los fiscales federales, se sospechaba de Acosta que hubiera vendido documentos de migración a contrabandistas de drogas, pero nunca fue interrogado o acusado de algún delito. La acusación, que apareció en documentos judiciales la semana pasada, es la primera mancha en el historial de Acosta. Pero, si es verdad, no fue un obstáculo para su empleo posterior al lado del presidente.
Después de volver a Agua Prieta a fines de los años noventa, Acosta se cansó de esperar su turno para ser candidato para el ayuntamiento local y abandonó el PRI. Se unió al Partido de la Revolución Democrática, un grupo de oposición de izquierda, pero no permaneció durante mucho tiempo. En 1999 se hizo miembro del partido de centro-derecha de Fox, el Partido de Acción Nacional PAN.
Sus talentos organizativos le proporcionaron una posición como secretario del partido para programas gubernamentales, ayudando a los residentes a conseguir los mismos servicios municipales que había logrado a nombre del PRI.
"Si le pedías un favor, no podía decir que no", dijo José Coronado, el presidente local del PAN.
Después de la victoria de Fox en 2000, el nuevo presidente invitó lealmente al PAN a presentar currícula de miembros para cientos de posiciones privilegiadas en la burocracia federal. Manuel Espino, ex jefe del partido en Sonora, fue nombrado jefe de la oficina de viajes de Fox y reservó cuatro posiciones para gente de Sonora en su staff.
Acosta fue contratado, en parte, por recomendación de Figueroa, el actual alcalde que en esa época era presidente nacional del PAN. Como casi todos los que conocían a Acosta, Figueroa estaba impresionado por su entusiasmo y habilidad para hacer favores.
Si Acosta estaba haciendo favores a los traficantes de droga en esa época, el método de chequeo de Fox en Los Pinos no lo detectó como una amenaza a la seguridad. De ese modo, dicen los críticos, nada cambió después de la era del PRI.
"El gobierno todavía contrata sobre la base de apadrinamientos personales", dijo Raúl Benítez Manaut, un politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México. "Todo el gobierno funciona de esa manera: la policía, los estados y el Congreso. Es así como la gente construye poder, cómo forman sus mafias y sus feudos".
Adolfo Aguilar Zinser, el primer asesor de seguridad nacional de Fox, hizo estudió poco después de que el presidente asumiera el cargo y descubrió lo que calificó de alarmantes lapsos de seguridad en el "acceso telefónico y por ordenador y en la circulación de información confidencial en la vecindad de Fox".
Con apoyo del servicio secreto norteamericano y del FBI, Aguilar Zinser y un equipo de expertos presentaron un informe de dos tomos con recomendaciones que incluían un análisis de detector de mentiras obligatorio para todos los empleados de Los Pinos con acceso al presidente o a informaciones confidenciales. Las recomendaciones fueron ignoradas, dijo Aguilar Zinser, que más tarde fue nombrado embajador ante Naciones Unidas pero fue cesado por Fox en 2003 después de hacer comentarios críticos sobre Estados Unidos.
Entretanto, crecieron las tensiones entre la unidad de seguridad del ejército de Fox y su personal de viajes, que durante el mando de Espino usurpó algunas de las responsabilidades del ejército en la coordinación de los viajes. La tensión persistió después de que Espino dejara Los Pinos a fines de 2001 y Acosta se transformó en la mano derecha de su remplazo, Enrique Ruiz Sánchez.
Según los informes, Acosta mantuvo un perfil bajo y hacía bien su trabajo, coordinando incansablemente el agotador programa de Fox de dos o tres viajes por semana.
"Era el primer contacto del despacho del presidente", dijo al diario Reforma Guillermo Anaya, el alcalde de Torreón. "Era muy eficaz, agradable y abierto a colaborar, de modo que los viajes salieran bien".
Acosta ganaba 7.164 dólares al mes, más de 10 veces más que su salario de maestro, y se transformó en un aparente modelo de movilidad social ascendente.
Hace dos años se mudó con su familia de Agua Prieta a un apartamento alquilado de tres dormitorios en un suburbio de Ciudad de México y matriculó a sus hijos -Berencie, 11; Nahum, 7; y Benabel, 5- en una escuela privada gestionada por la conservadora orden católica Legión de Cristo.
Mientras Fox debe dejar el cargo el próximo año, Acosta empezó a decir a sus amigos el mes pasado que tenía la ambición de postularse para alcalde de Agua Prieta.
Pero para entonces Acosta era sospechado de tener contactos con el cartel de Juarez, que ha dejado en los últimos meses una huella de sangre en todo México mientras se abre paso a la fuerza en los territorios de bandas rivales de traficantes de drogas. La organización de Juárez ha unido fuerzas con el cartel con sede en Sinaloa, de Guzmán.
Como parte de una investigación en dos países sobre el cartel, la policía federal mexicana enviaba periódicamente a la Autoridad de Aplicación de las Leyes Anti-Drogas DEA de Estados Unidos. El año pasado, después de que la DEA identificara uno de los números en el celular de Beltrán, la policía mexicana trazó varias llamadas desde ese teléfono al celular de Acosta, dijo el sábado un fiscal mexicano.
Los movimientos de los asesores, teléfonos, cuentas de correo electrónico y cuentas bancarias fueron puestas bajo vigilancia.
En diciembre, fue divisado en una casa en el estado de México de propiedad de la esposa del hermano de Beltrán, Arturo, dijeron los fiscales. Funcionarios mexicanos han identificado a los hermanos Beltrán como lugartenientes del jefe del cartel Guzmán, que es su primo.
El 3 de febrero Acosta fue llamado al despacho del general Armando Tamayo, jefe de la unidad de seguridad del ejército del presidente. Varios policías federales lo estaban esperando y lo detuvieron. Requisaron su celular y su ordenador en Los Pinos y revisaron su apartamento.
José Patiño, abogado de Acosta, reconoció que Beltrán había hecho una de las más de 500 llamadas que registraron los fiscales en el celular de su cliente. Pero el abogado insistió en que Acosta no devolvió la llamada.
"No conoce a ese delincuente", dijo el abogado. "A él lo llama un montón de gente que no conoce".
El abogado también dijo que las propiedades de la familia Acosta consisten en poco más de 4.000 dólares en ahorros, dos vehículos, el taller de tortillas y dos casas en Agua Prieta, compradas con empréstitos del gobierno.
Y si Acosta visitó la casa de la cuñada de Beltrán, dijo el abogado, es porque no sabía que era de ella; él estaba visitando casas más grandes al azar.
El juez debe todavía decidir la petición del gobierno de mantener otros 90 días a Acosta sin formular oficialmente una acusación mientras se completa la investigación. Pero Fox fijó el tono de un vigoroso debate nacional sobre seguridad declarando la semana pasada que los infiltrados del cartel de la droga habían "llegado a nivel de la presidencia".
El Congreso dominado por la oposición ha pedido audiencias públicas esta semana. Los mexicanos se preguntan si el cartel de la droga se habría atrevido a asesinar al presidente. Algunos expertos policiales especularon que los barones de la droga, si realmente tenían un informante en Los Pinos, pueden haber tenido más interés en asuntos políticos o policiales que en los movimientos de Fox.
Cualquiera sea el motivo, Alfonso Zárate, politólogo de Ciudad de México, dijo que el "crimen organizado fue aparentemente capaz de penetrar la residencia presidencial".
"Es una clara señal de que los narcos no tienen límites", agregó. "Si la presidencia, que es el verdadero centro del poder en México, no puede parar el poder corruptor de los narcos ahí, entonces no lo puede parar en ninguna parte".

Kraul informó desde Agua Prieta y Boudreaux desde Ciudad de México.

13 de febrero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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