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muerte en cárcel afgana de la CIA


[Dana Priest] La muerte de un detenido provoca una pesquisa.
Washington, Estados Unidos. En noviembre de 2002, un nuevo agente de enlace de la CIA a cargo de una prisión secreta justo al norte de Kabul ordenó a los guardias desnudar a un detenido afgano poco cooperativo, encadenarlo al piso de cemento y dejarlo a la intemperie durante la noche, sin mantas, de acuerdo a cuatro funcionarios de gobierno que han sabido del caso.
Los guardias afganos, pagados por la CIA y operando bajo supervisión de la CIA en una bodega abandonada llamada en clave el Pozo de Sal [Salt Pit], arrastraron al cautivo por el suelo de cemento, magullando y raspando su piel, antes de devolverlo a su celda, dijeron dos funcionarios a condición de conservar el anonimato.
A la llegada de la noche, bajó la temperatura. Por la mañana, el afgano había muerto congelado.
Después de una rápida autopsia por un médico de la CIA -se apuntó "hipotermia" como causa de la muerte-, los guardias enterraron al hombre, que estaba en sus veinte, en un cementerio sin lápidas y secreto usado por las fuerzas afganas, dijeron funcionarios. Las familias de los detenidos no han sido nunca notificadas; sus restos no han sido nunca entregados para su sepultura.
Los detenidos no son inscritos, ni siquiera como ‘presos fantasmas', el término para los detenidos de la CIA en cárceles militares pero no inscritos en los libros, dijeron.
"Simplemente desapareció de la faz de la tierra", dijo un funcionario de gobierno norteamericano informado sobre el caso.
Entretanto, el agente de enlace de la CIA ha sido ascendido, dijeron dos de los funcionarios, que como otros entrevistados para este artículo hablaron a condición de mantener el anonimato debido a que no están autorizados para referirse a la materia. El caso está siendo investigado por la oficina del inspector general de la CIA.
El hecho de que el caso del Pozo de Sal haya permanecido secreto durante más de dos años refleja lo poco que se sabe sobre el tratamiento que da la CIA a los detenidos y su manejo de las acusaciones de maltratos.
La discusión pública de las torturas de Abu Ghraib llevaron al Pentágono a escribir y publicar acerbos informes sobre la conducta del personal militar, revisar las reglas de tratamiento de los prisioneros, y procesar a los soldados acusados de mala conducta. No ha habido un escrutinio público comparable de la CIA, cuyas operaciones e informes ante el Congreso son consideradas como secretos por el gobierno.
Treinta y tres empleados militares han sido sometidos a corte marcial y otros 55 han sido reprendidos por sus maltratos a los detenidos, de acuerdo al ministerio de Defensa. Un contratista de la CIA, David A. Passaro, ha sido acusado de un delito relacionado con las acusaciones de abuso de detenidos. Passaro está siendo juzgado en el tribunal federal de Carolina del Norte, acusado de cuatro agresiones en relación con la muerte de Abdul Wali, un prisionero que murió en una base norteamericana en junio de 2003.
La CIA está investigando al menos media docena de acusaciones de graves maltratos en Iraq y Afganistán, incluyendo dos muertes conocidas previamente en Iraq, una en Afganistán y la muerte en el Pozo de Sal, dijeron funcionarios de la CIA.
Un portavoz de la CIA dijo la semana pasada que la agencia investiga activamente las acusaciones de mala conducta. Otros funcionarios norteamericanos dijeron que los casos de la CIA pueden tomar más tiempo en ser resueltos porque, a diferencia de los militares, la agencia debe apoyarse en el ministerio de Justicia para realizar sus propias revisiones y llevarlas a tribunales cuando sea necesario.
"La agencia tiene una oficina del inspector general que es agresiva y fuerte, con autoridad para revisar cualquier programa u operación de la CIA en cualquier parte", dijo un representante de la CIAA. "El inspector general lo ha hecho así". El portavoz se negó a hacer comentarios sobre el caso.
El Pozo de Sal fue el nombre secreto de una fábrica de ladrillos abandonada, una bodega justo al norte del barrio comercial de Kabul. La planta de 4 hectáreas incluía un edificio de tres pisos, usado finalmente por los militares norteamericanos para adiestrar en contraterrorismo a fuerzas afganas, y varios edificios pequeños, que eran prohibidos para todos, excepto para la CIA y un puñado de guardias afganos y cocineros, dijeron varios actuales y antiguos militares y agentes de inteligencia.
La CIA quería que el Pozo de Sal fue una "planta de la nación anfitriona", una cárcel afgana con guardias afganos. Su designación como una instalación afgana tenía por intención proporcionar al personal de Estados Unidos alguna distancia de medidas tomadas por guardias afganos.
Sin embargo, la CIA pagó todos los costes de mantención de la instalación. La CIA también decidió quiénes serían detenidos en la cárcel, incluyendo a algunos "objetivos de alto valor", importantes líderes de Al Qaeda en tránsito hacia otras prisiones secretas más seguras de la CIA.
En la primavera de 2004, cuando la CIA refirió primero el caso del Pozo de Sal al ministerio de Justicia para un posible proceso, el ministerio mencionó la condición de la prisión como una instalación extranjera, fuera de la jurisdicción del gobierno norteamericano, como una de las razones para no hacerlo, dijeron funcionarios del gobierno norteamericano que siguen el caso.
El agente encargado del Pozo de Sal cumplía su primera misión. Descrito por sus colegas como "brillante y ansioso", era el tipo de persona que necesitaba la agencia para un trabajo miserable. Se desconoce el nombre del agente.

8 de marzo de 2005
©boston globe
©traducción mQh

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