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divas y animadoras


[Maegan Carberry] No sólo guapas.
Después de cuatro días de sacudir las caderas, girar y saltar en shorts de licra y diminutos sujetadores deportivos, 45 mujeres están listas para aceptar su destino.
Treinta de las ansiosas y esperanzadas chicas formarán el equipo de bailarinas de los Chicago Bulls [Toros de Chicago], las Luvabulls, y 15 de ellas serán enviadas a casa.

El miércoles, las mujeres están sentadas en el piso en el Hotel Hilton en la Avenida de Michigan del Sur frente a la directora de las Luvabulls, Cathy Core, y el drama es tan intenso como cualquier reality show de televisión.
Reducidas de un grupo de 145 mujeres que pasaron más de 10 horas de audición en el United Center el 25 de junio, las supervivientes han asistido a tres días adicionales de sesiones de entrenamiento.
Core y los otros examinadores han hecho su elección final unos pocos minutos antes, comentando los méritos de las candidatas -desde sus talentos como bailarinas hasta la ética del trabajo y la belleza.
"Esta es una audición", les dice Core antes de revelar quiénes se quedan en el equipo. "Esto no es el fin del mundo. No sois unas fracasadas".
Les asegura que no es un desastre no ser elegida -siempre existe la posibilidad del próximo año. Luego pide a las que no han sido seleccionadas que recojan sus bártulos y se marchen para que las otras puedan sentirse cómodas y celebrar.

Reinas del Baile contra Reinas de Belleza
Masona Graves, 21, es una de las mujeres que espera el anuncio de Core. La mujer del Lado Sur [South Side] ha querido ser una luvabull desde que era una chiquilla. Nada más ir al campo de entrenamiento era uno de sus sueños, dice.
"No soy una persona realmente emocional, pero nadie en mi familia se ha destacado en algo nunca", dice Graves. "Voy a ser la primera en hacer algo por mí misma".
Para Graves y muchas otras candidatas, las Luvabulls representan el glamour y la acción. Y como bailarinas, formar parte del equipo es un extraordinario logro profesional.
Sin embargo, algunos detractores se apresuran a argumentar que las mujeres son elegidas más por cómo se ven en minifalda que por sus verdaderos talentos.
Los equipos profesionales que colocan a las animadoras en trajes diminutos refuerzan el estereotipo de que son los hombres los verdaderos deportistas de la sociedad, mientras las mujeres no son más que accesorios para ser mirados con avidez a los lados de la cancha, dice Renee Redd, directora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Northwestern.
"Perpetúa la idea de que las mujeres no tienen seso", dice Redd. "Dice que la función de las mujeres es estar ahí para servir a los hombres".
En eso reside el dilema de la animación: ¿Se trata del espíritu de equipo o de la excitación? ¿Pertenecen las animadoras y equipos de baile al deporte?
No todo el mundo piensa así.
En 1986, los Chicago Bears [Osos de Chicago] eliminaron a las bailarinas Honey Bears cuando los dueños del equipo decidieron que las sensuales espectáculos de las mujeres no eran aceptables como una forma de "diversión familiar", dice un representante del equipo.
Los Bears son sólo uno de los cinco equipos de la Liga Profesional de Fútbol NFL -de 30- que no tienen animadoras, de acuerdo a la portavoz del NFL, Erin Casey.
Core, que fundó las ahora extintas Honey Bears antes de asumir su posición con las Luvabulls, dice que los Bears cometieron un error al deshacerse de las bailarinas después de la 20 temporada del Super Bowl [Súper Tazón]. Cuando un equipo no está ganando campeonatos, "tienes que dar a los aficionados algo más por su dinero", dice.
Jeff Wohlschlaeger, director de operaciones deportivas de los Bulls, dice que el equipo de bailarinas es apenas uno de los muchos actos de buen gusto utilizadas para entretener a la multitud.

Indirectas
Son las 8:30 de la mañana y el United Center está vacío, excepto por las elevadas plataformas donde están sentados los examinadores de las Luvabulls.
Los primeros 15 grupos de 10 candidatas a Luvabulls está entrando ruidosamente a la arena, cada chica gritando exuberantemente "¡Arriba, Bulls!" y tratando de deslumbrarse unas a otras. Desafortunadamente, la segunda candidata tropieza y cae. Después de que las otras casi la pisan, recupera la compostura rápidamente, a tiempo a decir a la comisión su nombre, ciudad natal y ocupación antes de girar seductoramente para ofrecerles una mejor vista de sus nalgas.
En adición a la apariencia, la comisión también busca personalidad, dice Core. "Estoy todo el tiempo enviando a estas chicas a representar a los Bulls y mi compañía. Tienen que ser articuladas".
Core es una rara yuxtaposición entre una madre gallina y una sargento, planeando sobre la mesa de los examinadores con una tablilla con sujetapapeles e interrogando a las chicas sobre sus experiencias en el baile y cómo manejan el tiempo, lanzando de vez en vez una indirecta.
"Número 9, ¿me puedes decir el nombre del entrenador de los Chicago Bulls?", pregunta a una candidata.
La mujer, visiblemente aterrada, tartamudea y dice: "Uh, no, no puedo".
"¿Alguien sabe su nombre?", pregunta Core al grupo. "¿Sabe alguien quién es el entrenador?"
Silencio.
La número 4 levanta la mano.
"Eh, ¿Scott Skiles?"
Más tarde, de vuelta en el vestuario, las chicas susurran apuradas: "Tienes que saber quién es el técnico".

No Son Sólo Sacudidas
Las Luvabulls llegan a trabajar mostrando el abdomen, pero eso no significa que su trabajo no sea duro.
Deben asistir a dos sesiones de prácticas de cuatro horas cada una a la semana, dice Core, y se les exige que actúen en partidos y en eventos de la compañía.
Pero tampoco hay garantías. Antes de cada partido, las mujeres deben presentarse a una audición para la posibilidad de actuar en el United Center. Si no lo puedes demostrar en la pista de baile, no sirves para esto. Core dice que en la última temporada una mujer actuó en sólo un partido.
Kenya Patterson, 23, una de las capitanas del equipo durante la temporada pasada, calcula que ella trabaja 40 horas a la semana como luvabull.
La mujer sacó recientemente su diploma de maestría en trabajo social de la Universidad de Chicago y dice que los que rechazan a las animadoras profesionales no entienden el trabajo que implica.
"No te podría explicar siquiera la mirada en la cara de la gente cuando se enteran de que he estudiado en la Universidad de Chicago", dice. "Pareciera que piensan: ‘¿Así que eres lista?' Definitivamente existe la idea de que las animadoras son limitadas y sólo saben sacudir las caderas".
Ser una luvabull supone una mujer con carácter fuerte y determinada, dice Patterson, así como con amor por el espectáculo.
Ciertamente no lo hacen por dinero. Wohlschalaeger dice que se les paga 30 dólares por partido y 90 dólares por hora en eventos comerciales.
Los bajos salarios son a menudo destacados por detractores como Redd, de la Universidad de Northwestern, que observa que los jugadores ganan millones de dólares.
"No voy a pedir excusas por lo que se les paga", dice Wohlschalaeger, agregando que le gustaría que se les pagara más. "Deberían hacerlo por placer".

Hermanas en el Baile
"Odio esta parte", dice Core antes de encaminarse hacia el micrófono para anunciar a las 30 mujeres que formarán el equipo.
Mientras lee los números de las elegidas, algunas ponen cara larga y otras se atoran en sollozos.
Michelle Juszczack, 21, de Portage, Indiana, se mete rápidamente en su chandal y sale a toda prisa. "Volveré el próximo año", jura en la puerta.
Graves tampoco es elegida, pero dice que se alegra por las candidatas elegidas. "Hice lo que pude", dice.
Sin embargo, las que son elegidas se han transformado en máquinas de dar achuchones, chillando de placer mientras se congratulan unas a otras.
"No parece que sea verdad", dice Erin Maciasz, 22, de Tinley Park. "Lo he anhelado durante tanto tiempo y finalmente estoy aquí".
Core permite que la celebración dure algunos minutos antes de volver al trabajo. Las mujeres se reagrupan para oír los detalles sobre los uniformes y fechas importantes.
"Después del fin de semana, todo el mundo entra en dieta", dice Core. "Tienes que broncearte y bajar de peso. Ya sabes quién eres. No quiero ver cuerpos en la cancha o en nuestro cartel que desmerezcan"."Ahora póngase algo de rouge. Haremos la primera fotografía del equipo".
Después de la sesión de fotos y cuando las mujeres están a punto de marcharse, Core las para.
"¡Abrazo de grupo!", grita, y las mujeres se unen por los brazos formando un círculo gigante. "Vamos a hacer un pacto. Desde ahora, somos hermanas en el baile".
Alyssa Owen, 24, de Lincoln Park dice que fue un "abrazo de aceptación".
"La semana fue tan intensa", dice, "y ahora es bonito pensarnos como hermanas".
Con la "exasperante" experiencia de los ensayos terminada, Owen dice que está preparada para la temporada todavía más enervante de los novatos.
"Todas debéis estar nerviosas", dice. "Sois nuevas".

A la autora se le puede escribir a: mcarberry@tribune.com

6 de julio de 2005
©chicago tribune
©traducción mQh

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