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chávez y la prensa


[Monte Reel] Venezuela tiene el dinero.
Caracas, Venezuela. Parado frente a un ejército de cámaras de televisión, el presidente Hugo Chávez tuvo que luchar contra el impulso de ponerse a cantar y -como ocurre a menudo en tales momentos-, se rindió sin pelear.
"Guantamanera", cantó en su confiado barítono, balanceándose ligeramente al refrán de la canción más celebrada de Cuba. "Guajira guantanamera..."

Chávez estaba a medio camino de su programa semanal de televisión de seis horas, ‘Hola, Presidente', que durante 228 episodios ha proporcionado una exhaustiva imagen del hombre que rivaliza con Fidel Castro como el presidente más carismático y controvertido de América Latina.
La canción romántica cubana fue una apropiada banda sonora en un episodio reciente, en el que Chávez agradeció a Castro repetidas veces por inspirarlo a acelerar la redistribución de la riqueza en un país donde casi la mitad de la población vive en la pobreza.
Con precios récords para el petróleo venezolano, Chávez -que ha sobrevivido un breve golpe de estado y un referéndum de destitución- parece ahora estar consolidando el apoyo de la opinión pública, usando los inesperados ingresos para extender programas sociales para los pobres e intensificar lo que llama una "revolución pacífica" contra el capitalismo global.
Las relaciones políticas de Chávez con Estados Unidos siguen tan difíciles como siempre, y ha afirmado repetidas que la CIA está conspirando para derrocarlo. Sus opositores domésticos, entretanto, dicen que su nueva largueza social va acompañada de fuertes intentos para controlar las instituciones del país y sofocar la oposición -todo como parte de una campaña para aferrarse al poder tan firmemente como ha hecho su héroe en La Habana durante 46 años.
"Está haciendo todo tipo de cambios, y los está haciendo con la asesoría de Fidel", dijo Carlos Eduardo Berrizbeitía, diputado de un partido político que se opone a Chávez. "Ahora ha empezado a modelar las instituciones de este país -como la Corte Suprema- para crear instituciones que sólo le sirven a él. El cambio tiene el destello de la democracia, pero no es real".
Con la venta de 1.5 millones de barriles de petróleo al día a Estados Unidos, de un valor de 2.7 billones de dólares al mes, Chávez ha incrementado el gasto público en 36.2 por ciento este año. Ha destinado billones de dólares a las tiendas de alimentación subsidiadas por el estado, a cooperativas de trabajadores, a centros de educación para adultos y a clínicas de salud pública con una plantilla que funcionarios del gobierno dicen que son 16.000 médicos cubanos prestados por Cuba.
Entretanto, el presidente ha convencido a la Asamblea Nacional de permitirle que remplace a oponentes en la Corte Suprema, nombre a sus aliados a una docena de escaños extra judiciales, remodele el código penal nacional y refuerce el control de las estaciones de radio y televisión. Además, la legislatura se prepara para otorgarle un mayor control de las reservas del Banco Central.
El gobierno rechazó las peticiones de una entrevista con el presidente.
Mientras sus críticos en casa y en el extranjero advierten sobre sus tendencias cada vez más dictatoriales, Chávez goza de un amplio apoyo entre los pobres y el índice de popularidad supera el 60 por ciento. Cuando sus fans lo miran en la televisión, no ven a un demagogo sediento de poder, sino a un aliado desafiante que canta cuando quiere y no le importa que sus detractores digan que han oído esa canción antes en otro lugar.
"Hablan de abusos de los derechos humanos, dicen que Chávez es un tirano y un dictador", dijo Chávez en su programa. "Son mentiras, todas mentiras".
Miles de compradores se hacían camino hombro a hombro por las calles de Petare, un arenoso vecindario al este de Caracas, esquivando los baches llenos de agua de lluvia. Los vendedores, protegidos por sucios paraguas, pregonan prácticamente de todo, desde pañales hasta trampas para ratones.
Compradores y vendedores son casi todos pobres, o están cerca de serlo. Pero pocos de ellos responsabilizan a Chávez de sus penurias.
"Ha hecho lo que no hizo ningún presidente antes", dijo Carlos Romero,49, un camionero con raídos vaqueros y camiseta. "Ayuda a los pobres".
"Y mantiene a Venezuela independiente", interrumpió Rafael Villalba, 42, que vende hierbas en una mesa en la acera. "Venezuela es el país más democrático de América Latina. Puedes hacer lo que quieras aquí. Puede decir lo que quieras sobre quien quieras".
Se reunió una multitud, ansiosa por el debate. Dos hombres, que bebían cerveza en un tenderete al aire libre, se quejaron de que Chávez no había hecho nada para ayudarles a encontrar trabajo.
"¡No es la culpa de Chávez!", gritó Viviana Caciani, 33, metiéndose a la refriega. "¡Viva la revolución!"
La política no está nunca muy lejos de la superficie en la Venezuela de Chávez, incluso en el mercado del fin de semana. En un saco de arroz se ha impreso un artículo de la constitución venezolana para recordar a los compradores que el gobierno subsidia el producto.
Una ilustración muestra a un héroe de dibujos animados dándole una patada a un demonio con traje de hombre de negocios -un canalla imperialista que es perseguido por un representante del gobierno que, en la leyenda, garantiza al lector la "seguridad nutricional".
Pero otras formas de seguridad son difíciles de encontrar en Caracas. A pesar del flujo de ingresos por el petróleo, la criminalidad es galopante y la miseria no está nunca demasiado lejos. Algunos venezolanos se preguntan si Chávez sería capaz de mantener su actual nivel de popularidad si cambiara pronto el ambiente.
"La pregunta que se hace todo el mundo es: ‘Si Venezuela es tan rica, ¿por qué soy tan pobre?'", dijo Alfredo Keller, encuestador y analista. "Chávez está tratando de provocar profundos cambios ideológicos bajo la inspiración de Castro, y ha empezado un debate diciendo que ser rico es malo. Pero esa no es la opinión que tiene la gente".
Aunque Chávez invoca retóricamente a iconos comunistas como Carlos Marx y el Che Guevara, Venezuela está lejos de ser otra Cuba. Las vallas publicitarias de productos como Pepsi y Nescafé ayudan a modelar el horizonte de Caracas, a pesar de la insistencia de Chávez de que Venezuela debe liberarse de la influencia del capitalismo global. Este mes, el gobierno ha invitado a más de 200 compañías norteamericanas a una feria comercial para expandir y diversificar los lazos comerciales bilaterales.
Hasta ahora, desde que Chávez asumiera la presidencia en 1998 las tendencias económicas han sido mezcladas. En mayo, el desempleo era de 12.6 por ciento, 3 puntos más bajo que en el mismo período del año pasado, pero un 53 por ciento de las familias vivía en la pobreza en 2004, en comparación con el 49 por ciento de hace seis años, de acuerdo a datos del gobierno.
Los partidarios del presidente dicen que las cifras no reflejan los recientes aumentos en el gasto público, que ha dado a la gente con ingresos limitados un mayor poder de compra. En uno de los mercados subvencionados que Chávez ha abierto en todo el país, la gente hacía cola hace algunos días para comprar enormes bolsas de harina de trigo a 50 centavos de dólar y cajas de Kellogg's Corn Flakes por 1 dólar 30.
Sujey Escobar, 29, una criada con dos hijos y un marido desempleado, salió de la tienda con bolsas de arroz, harina y salchichón, que en un mercadillo normal le habría costado el doble.
"Es difícil encontrar trabajo", dijo, "pero comprar mercaderías es un poco más fácil".

Cambios en los Medios de Comunicación
Patricia Poleo se quitó los auriculares y salió de la cabina desde donde transmite el exitoso programa radial por onda corta en Venezuela. Como una veterana editora de diarios y comentarista, es una crítica declarada de Chávez. También pende sobre ella una sentencia de seis meses de cárcel por difamar al ministro del Interior.
"El gobierno está tratando de intimidar a los medios de comunicación", dice Poleo, 39. "Y algunos periodistas están siguiendo sus órdenes debido a los lujos que se pueden pagar".
Poleo se estaba refiriendo a la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, una lista revisada de las normas para las emisoras que fue aprobada el año pasado y está actualmente en su fase de implementación. Con eso, y leyes más severas contra la difamación y la infamia, Poleo y otros periodistas dicen que creen que Chávez está tratando de ahogar las críticas antes de que surjan.
Los cambios están ostensiblemente destinados a proteger a los niños de las programaciones sexuales y violentas y fomentan mayor variedad de estaciones. Ahora las normas exigen tres horas diarias de programación infantil y siete horas de programación producida nacionalmente.
Pero algunos observadores temen que las instrucciones de la ley para proteger la seguridad nacional y promover los valores culturales venezolanos sean interpretadas de manera amplia por un poder judicial cada vez más alineado con Chávez. Algunos críticos dicen que ya han observado auto-censura entre los críticos y partidarios del gobierno, que también pueden ser multados.
Poleo dijo que en lugar de firmar un acuerdo directamente con la emisora de radio donde trabaja, pronto será asignada a una emisora del gobierno y teme que pueda terminar con un patrón oficialista.
"La idea es sacar a la gente del aire", dice.
El gobierno insiste en que los cambios eran necesarios después de que algunos órganos de prensa apoyaran abiertamente el golpe de 2002. En lugar de desalentar la diversidad de opiniones, dicen, la ley la garantiza explícitamente.
"Todas las críticas contra esa ley se basan en esa suposición", dijo Desirée Santos Amaral, que dirige el comité de comunicaciones de la legislatura. "Todas las críticas que se difunden sobre la ley ahora, son prueba de que la ley funciona".
Un órgano de comunicación que puede transmitir con seguridad sus programas es la televisión estatal, donde Chávez transmite su programa del domingo. La semana pasada transmitió su programa desde uno de los centros educativos que dijo que están ayudando a erradicar el analfabetismo -"gracias a Fidel" y al préstamo de asistentes sociales cubanos.
Chávez interrumpió su monólogo para oír a gente recientemente alfabetizada en la audiencia, leyendo pasajes de la constitución nacional, y luego continuó ensalzando las virtudes de sus políticas sociales.
"La revolución continúa", concluyó varias horas después, despidiéndose con una sonrisa.

18 de agosto de 2005
15 de julio de 2005
©washington post
©traducción mQh


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