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quieren matar a burros


[Chris Kraul] El estado mexicano de Durango quiere eliminar a los animales asilvestrados.
Mezquital, México. Si le preguntas a Epifanio Flores, su burro no es una bestia de carga. Es simplemente una carga.
"Comen 10 veces más que una vaca y no causan más que problemas", dijo el campesino, buscando la sombra en esta tórrida plaza mayor de este pueblo agrícola en el sur del estado de Durango.

Es uno de los miles de campesinos mexicanos que escarban su supervivencia entre algarrobas y cactus y que se han pasado de los antaño indispensables burros a camiones y tractores para hacer el trabajo en el campo. Para Flores, el orejudo emblema de la vida rural mexicana se ha convertido en otra boca por alimentar.
Así, como muchos otros campesinos, Flores simplemente deja vagar a su burro en esta pintoresca región, que ha servido de paisaje para varias películas de vaqueros de Hollywood, incluyendo ‘Gringo Viejo' y ‘Los Cuatro Hijos de Katie Elder'.
Ahora el estado de Durango dice que los burros asilvestrados -10.000 en la última cuenta- se han acrecentado hasta el punto de que están consumiendo cantidades inaceptables de tierras de pasto que podrían mantener al ganado "productivo", como vacas, ovejas y cabras. El estado acusa de todo a los animales asilvestrados, desde el aumento de la erosión hasta la reducción de los acuíferos.
Pero cuando anunció sus planes de "regularizar" a los burros, activistas de derechos humanos de Egipto a Uruguay dieron alaridos de pavor por el posible burricidio, el exterminio en masa de los animales.
La propuesta , anunciada en mayo pero ahora aplazada, parecía simple: un programa subvencionado dará incentivos a los campesinos para que junten a los animales y los troquen por terneras, cabras y corderos.
Después de ser entregados, los burros serían "regulados" -eso es, llevados a los mataderos locales y convertidos en sus únicas formas comercialmente viables: alimento para perros, carne para zoológicos, o salchichas para el consumo humano.
El programa contó con el sólido apoyo de los dos sindicatos campesinos más grandes de México. Raúl Castañeda, secretario general de la unidad de Durango del Consejo Nacional Campesino, dijo: "Los burros causan más daños que beneficios. Nuestros miembros apoyan plenamente la ‘desburrización'".
Pero después de que el diario El Siglo de la ciudad de Durango escribiera sobre el plan, y lo publicara en su sitio en internet, llegaron al diario más de 100 gritos de protesta de los rincones más remotos del mundo. Un sondeo del diario de 100 vecinos de Durango mostró que un 95 por ciento pensaba que los burros debían ser perdonados.
La ola de simpatía sorprendió a los funcionarios locales. Ahora un importante miembro de la Cámara de Diputados del estado dice que el plan ha sido suspendido.
"Aplaudo la respuesta. ¡Es grandioso que la sociedad esté prestando atención!", dijo el legislador Óscar García Barrón, que preside el comité de agricultura de la Cámara Baja.
El programa tocó una cuerda sensible en este estado donde los burros son considerados cariñosamente como una parte integral de la historia.
El historiador de Durango, Manuel Lozoya Cigueroa, dijo que hasta hace poco, gran parte del estado era inaccesible, excepto para los campesinos que tenían burros para cargar pertrechos, productos agrícola, leña y agua.
Los burros también jugaron un papel importante en la minería de Durango, la segunda del país, acarreando suministros hasta las minas de la Sierra Madre, y plata, oro y otros metales desde ella.
Varios estados mexicanos celebran el Día Nacional del Burro el 1 de junio. La ciudad de Otumba, en el estado de México, festeja el día con carreras de burros y otorga premios a los animales "mejor adornados".
"En todo México, en todo Mesoamérica, de hecho, los burros desempeñaron un papel importante como animales de carga desde el siglo 16 hasta principios del 20", dijo Lozoya Cigueroa. "Pero han sido remplazados por el motor de combustión interna".
Ahora los burros son simplemente parte del escenario, visibles en casi todas las curvas de los caminos rurales de Durango. Con sus dóciles ojos, peludas orejas y pesado relincho en los cañones, para los turistas son un elemento entrañable del paisaje.
Sin embargo, para campesinos y ganaderos, se han convertido en una peste, que consume vorazmente las escasas tierras de pastos como si fueran langostas.
Reynaldo Sánchez Gallego, secretario de la asociación de ganaderos de Mezquital, tiene poco tiempo para los animales.
"Los burros no tienen valor. Es por eso que nadie de ocupa de ellos", dijo Sánchez Gallego. "Comen más de lo que valen".
Francisco Ibarra es un comerciante de ganado que compra caballos para un matadero a unos 160 kilómetros al este de Fresnillo, en el estado de Zacatecas, donde terminan muchos de los animales. Dijo que no está autorizado por el dueño a comprar burros. No hay demanda, dijo.
"Los costes de matar a un burro y a un caballo son los mismos, pero el caballo tiene dos veces más carne que un burro, así que el burro tiene menos potencial comercial", dijo Ibarra, agregando que la cantidad de burros que compra y vende ha descendido en un 90 por ciento en los últimos cinco años. "Realmente no hay un mercado para ellos".
A pesar de las desventajas de los burros, muchos campesinos se muestran reluctantes a deshacerse de los animales porque son considerados como mascotas -como perros o gatos.
"Muchos campesinos sienten cariño por sus burros, al menos lo suficiente como para no deshacerse de ellos", dijo el presidente del consejo de campesinos, Castañeda. Dijo que un burro típico se vende por menos de 15 dólares, lo que compensa difícilmente los costes de reunirlos y transportarlos.
José de Jesús Muñoz Ramos, que como ministro de Agricultura anunció el plan, dijo que todavía esperaba que se implantara el trueque, quizás más tarde este año.
Dijo que el plan no era bien entendido por defensores de derechos animales y que no se planeaba su extermino sino solamente una "regulación" por medios tradicionales para deshacerse de los excedentes de ganado. Insistió en que el estado estaba solamente proporcionando un incentivo porque el mercado ya no funcionaba en su caso, y porque los animales se habían convertido en un peligro para el medio-ambiente.
"Exterminio es una palabra que se aplica a los que se hizo con el lobo gris hace 40 años, y que desafortunadamente ha contribuido a esta abundancia de burros asilvestrados que sufrimos hoy", dijo Muñoz Ramos. "Si los que están contra el programa pudieran solamente ver el daño que causan los burros en las tierras de pastos, el cieno que agregan a los estanques, cambiarían de opinión".
Castañeda dijo que el plan de trueque del burro podría funcionar si las condiciones fueran suficientemente provechosas. "Así, de repente, un montón de esos burros ‘salvajes' que nadie quiere, tendrían un montón de dueños".

31 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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