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los piratas de brando


[Joe Queenan] Novela mediocre, anticuada y divertida.
La deliciosa palabra francesa insolite se refiere a algo tan completamente inesperado que hace que el observador de un paso hacia atrás y se maraville. Un ejemplo es la Torre Eiffel, todavía vista por algunos parisinos como un edificio que simplemente desentona. Otro ejemplo es la novela policial de 1992 de Marilyn Quayle, ‘Embrace the Serpent'. Escrita a base de botellones, esta saga sobre la desaventurada Habana después de Castro, no es ‘Gorky Park', pero mantiene la curiosidad cultural precisamente porque viene directamente del campo izquierdo, el último lugar donde uno esperaría encontrar a la sufrida esposa de Dan Quayle. Otros ejemplos son las novelas de Ethan Hawke, el misterio de Martina Navratilova en ‘Breaking Point' y ‘Star', el largo tiempo esperado homenaje a ‘En busca del tiempo perdido', de Pamela Anderson.
Ninguno de estos libros son especialmente buenos, pero debido a que son malos de un modo que se distinguen de la literatura amateur, caen en la misma categoría que la película biográfica de Bobby Darin, de Kevin Spacey, ‘Beyond the Sea'; las grabaciones de jazz de Jack Kevorkian, ‘A Very Still Life'; y las pinturas pague-dos-llévese-una de Phyllis Diller. Finalmente, la cuestión de si estas rarezas están a la altura de las circunstancias se hace irrelevante. Lo único que vale la pena preguntar es: "¡Vaya! ¿Quién tuvo la culpa?"
‘Fan-Tan' (el título hace referencia a un juego de azar chino) es un emocionante ejemplo de este género. Escrita hace más de 25 años como una adaptación al cine por Marlon Brando y Donald Cammell, el misterioso escocés que dirigió el clásico cult ‘Performance' en 1970, y luego básicamente desapareció de la faz de la tierra, ‘Fan-Tan' es el tipo de extravagancia en alta mar que ya nadie escribe porque todo el mundo está demasiado ocupado escribiendo libros sobre asesinos en serie por países, ocultando quizás la Lanza de Longinus debajo del Sudario de Turín en la guantera de un Dodge Neon que perteneció alguna vez al desafortunado descendiente de María Magdalena, Rhiannon Schwartz. Excepto unas pocas escenas obscenas -una donde la heroína defeca en el pecho del héroe y otra en la que el héroe hace el amor con su amante usando un puñado de perlas robadas como ayudas sexuales-, este es el tipo de novela que se podría regalar fácilmente para el cumpleaños de un niño adolescente. Con cargamentos de osadía sobre piratas sedientos de sangre, señores de la guerra inescrupulosos, putas picarescas, incorruptibles guardias de seguridad sikhs y minerales afrodisiacos, ‘Fan-Tan' no es más que un cuento desgarrador.
Cuando parte la novela en 1927, un corpulento y disoluto capitán de marina escocés-americano con el improbable nombre de Annie Doultry, está cumpliendo una condena de seis meses por tráfico de armas en una desolada cárcel de Hong Kong. Para matar el tiempo, se divierte organizando carreras de cucarachas, balanceando una taza de té en "las grandes y peludas pampas de su pecho" y rumiando sobre el subtexto cultural y los efectos psicológicos a largo plazo del azote público. (Duele, es racista y no le gusta a nadie). Obviamente, Annie fue engañado por un rival que tiene un triste final; obviamente, anda de capa caída en una especie de ‘Tesoro de la Sierra de Shanghai'. Su problema, que empezó con un "grano rebelde en su mente", se ha inflado y convertido en "una bullente cocción del trasero del alma".
Con la intención de dar un gran golpe antes de empacar para siempre -la trama de unos 75.000 largometrajes- Annie conoce a una misterioso bucanera llamada Madame Lai Choi San, que es al mismo tiempo una loba de los mares y una tigresa en la cama. Madame Lau (también la Señora Riqueza) convence al capitán para que acepte un trabajo como un operador inalámbrico en el crucero Chow Fa, cargado de preciosa plata, permitiendo así que sus subordinados de capa y espada se apoderen del buque. Aunque esto lo convertirá en cómplice de la muerte de varios marinos inocentes, no será estigmatizado debido a que la falsedad era normal en esos tiempos en los mares del sur de China, y nadie lo hubiera tomado personalmente.
En secreto, Annie está menos interesado en el gran cheque de pago que en encamarse con su tórrida empleadora, una ambición que, sorprendentemente, sobrevive el interludio fecal, que para muchos marineros de agua dulce habría sido motivo de rompimiento. En resumen, ‘Fan-Tan' es una anticuada y mediocre pieza con algo para todo el mundo: sexo perverso, explosivos tiroteos, altas apuestas en carreras de insectos, traición, movimientos de tripas enteramente inesperados con románticos y poco convencionales telones de fondo y hombres peligrosos que están "terriblemente embarazados de quimeras". Ciertamente ahora ya no se escribe así.
‘Fan-Tan' hace un montón de más sentido después de hojear el breve pero altamente informativo epílogo del distinguido crítico de cine David Thompson, que editó el libro y compuso su capítulo final. Aparentemente, Marlon Brando no se perdonó nunca a sí mismo por dejar pasar la oportunidad de hacer del enigmático gángster Chas, junto a Mick Jagger, en ‘Performance', aunque él y Cammel rompieron cuando el escocés empezó a salir con la hija de Anita Loo, la antigua pasión de Brando. (Las cosas se arreglaron cuando Cammel se casó con ella). Brando y su co-autor concibieron ‘Fan-Tan' como un guión, pero las cosas no salieron bien. Así que el libro ha sido publicado ahora es una adaptación cinematográfica recuperada y cariñosamente maquillada bajo forma de novela. ‘Fan-Tan' no estuvo nunca cerca de llegar a ser película, en parte porque Brando no se la quiso mostrar a nadie. Por supuesto, en ese momento de su carrera Brando mismo estaba embarazado de quimeras.
Honestamente, esta es simplemente una novela mediocre. Lo que la hace interesante, aparte de su inusual origen, es la escritura robusta, colorida, anacrónica, a veces ridícula y políticamente incorrecta. ‘Fan-Tan' es el opuesto mismo de una novela como ‘El código Da Vinci', una novela policial absorbente pero fundamentalmente imbécil escrita por un licenciado de Amherst que de algún modo se las ingenia para escribir como estudiante universitario que ha abandonado sus estudios. En contraste, Brando y Cammel a menudo se encuentran en situación precaria, pero es una situación en la que sólo se puede estar si ya sabes cómo escribir (pero a veces retrocedes a la época en que no lo sabías). He aquí Madame Lai, directamente sacada de su aparición en la ‘House of Over-the-Top Flying Daggers', discutiendo su modo operandi:
"Yo me encargaré de Chow Fa. Colocaré cien hombres con puñales desenvainados entre sus guapos oficiales y esperaré detrás de una isla y saltaré encima de ellos como el Tigre del Mar de Hierro y dispararé mis cañones en sus entrañas. Tengo unos altilleros muy, muy buenos, ya verás. Mataré a los guardias. Mataré a los pasajeros y colgaré las tripas del capitán en el tope del mástil encima de ti".
Obviamente, esto no es buena escritura -al menos, no en el sentido estrecho, técnico de la palabra-, pero es ciertamente un juego de palabras diestro, lleno de deleite y elegancia, un poco como el diálogo de ‘Coraza negra' [The Black Shield of Falworth] o ‘Los tres amigos' [The Three Amigos]. Es el tipo de prosa nervuda, irónica, que siempre te recuerda que los escritores están haciendo horas extras para ensamblar frases que llamen tu atención, incluso si significa describir a hombres como "embarazados de quimeras" o informar que ciertas cucarachas prefieren mascar los callos de los pies humanos del mismo modo que "un rabí epicúreo masca arenques ahumados". En resumen, es el tipo de libro para el que tienes que hacer lugar y alejar a mujeres y niños.
En su honor debe decirse que ‘Fan-Tan' no suena nunca literaria ni producida para las masas; nunca presenta esa fatigada cualidad de llamada de programa de televisión al estilo de Tom Clancy y Stephen King. En lugar de eso, suena como si los chicos la pasaron terriblemente bien escribiendo esta intrigante novela, tomándose un par de cientos de martinis. Se puede decir un montón de cosas a favor de este método; si no puedes escribir una gran novela, escribe al menos una novela especial, y diviértete en el camino.
Es una pena que Brando no haya dedicado más tiempo a la literatura. Como él, ‘Fan-Tan' es grosera, perversa, idiosincrásica, impenitentemente anticuada. La oportunidad de leerla es un ofrecimiento que no se puede rechazar.

El libro más reciente de Joe Queenan es ‘Queenan Country: A Reluctant Anglophile's Pilgrimage to the Mother Country'.

17 de septiembre de 2005
©new york times
©traducción mQh


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