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el matrimonio es para blancos


[Joy Jones] Ahora los intangibles son los factores más importantes. ¿Se quiere casar alguien todavía?
Yo crecí en una época en que las familias con dos padres eran todavía la norma, en Estados Unidos negro y blanco. Luego, cuando me hice adulta, vi cómo el divorcio se convertía en algo común, casi como un rito de pasaje. Hoy parece que muchos -especialmente en la comunidad negra- han dejado al matrimonio completamente de lado.
Pero como mujer negra, he presenciado la humillación de las novias cuando los exes no se aparecían con los niños el fin de semana, y he visto la desilusión de los hijos que echaron de menos tener un papá en casa. Después de disfrutar de una estrecha relación con mi propio padre, tomé la decisión consciente de que cuando fuera el momento de pensar en buscar pareja y casarme, lo que quería era tener un marido, no un novio residente, y no un ‘papá del bebé’.
Ese momento no llegó nunca.
Durante años me pregunté por qué no. Y entonces un niño de 12 años me lo dijo.
"El matrimonio es para los blancos".
Eso fue lo que me dijo uno de mis estudiantes hace algunos años cuando hacía clases de orientación profesional para alumnos de sexto en una escuela básica al sudeste de Washington. Me sorprendió gratamente cuando los niños en la clase dijeron que ser un buen padre era muy importante para ellos, más importante que hacer dinero u obtener un título elegante.
"Eso es maravilloso", les dije. "Creo que invitaré a algunas parejas a hablar sobre lo que significa estar casados y tener hijos".
"Oh, no", se opuso un estudiante. "No estamos interesados en esa parte del matrimonio. Sólo con ser buenos padres".
Y es ahí donde intervino el otro chico, hablando como si las palabras le dejasen un mal sabor en la boca: "El matrimonio es para los blancos".
Tiene razón. Al menos, estadísticamente. La tasa de matrimonio de los afroamericanos ha estado bajando desde los años sesenta y hoy tenemos la tasa de matrimonio más baja de cualquier grupo racial en Estados Unidos. En 2001, de acuerdo al Censo de Estados Unidos, el 43.3 por ciento de los hombres negros y el 41.9 por ciento de las mujeres negras de Estados Unidos no se han casado nunca, en contraste con, respectivamente, el 27.4 y el 20.7 por ciento de los blancos. Las mujeres afroamericanas son las que menos probabilidades tienen de casarse en nuestra sociedad. En el período comprendido entre 1970 y 2001, la tasa de matrimonio general en Estados Unidos descendió en un 17 por ciento, pero entre los negros cayó en un 34 por ciento. Esas cifras han llevado a la terapeuta de relaciones de la Universidad de Howard, Audrey Chapman, a señalar que los afroamericanos son la gente más desaparejada del país.
¿Cómo llegamos a esto? ¿Qué ha cambiado en las costumbres afroamericanas, en nuestra comunidad, en nuestra conciencia, que ha hecho del matrimonio algo innecesario o inalcanzable?

Aunque la esclavitud fue un sistema social atroz, hombres y mujeres a menudo lograban fundar familias que funcionaban. En su historia de la vida y cultura de los esclavos, ‘Roll, Jordan, Roll’, el historiador Eugene D. Genovese escribió: "Un esclavo en Georgia convenció a su amo que lo vendiera en Jamaica, para poder encontrar a su esposa, a pesar de las advertencias de que las posibilidades de encontrarla en una isla tan grande eran ínfimas... Otro esclavo de Virginia se cercenó con un hacha la mano izquierda para impedir que lo vendieran y separaran de su hijo". Me asombró leer que era más probable que un niño negro creciera viviendo con sus dos padres durante los días de la esclavitud que hoy, de acuerdo al sociólogo Andrew J. Cherlin.
Persisten las ideas tradicionales sobre la familia, especialmente sobre la red de la familia extendida. Pero las madres trabajadores, las parejas no casadas que viven juntas, los nacimientos fuera del matrimonio, el control de la natalidad, el divorcio y los matrimonios sucesivos han transformado el paisaje social. Y a nadie parece afectar más que a las mujeres afroamericanas. Una me dijo que con las cambiantes mores de hoy, es difícil saber "qué es normal" cuando se trata del cortejo, boda y paternidad. El sexo, el amor y la crianza de hijos se han convertido en opciones de menú antes que en un paquete que viene junto con el matrimonio. Además, en una era de hermanos en el paro, la propagación de enfermedades transmitidas sexualmente y la disminución de los trabajos de cuello azul que antes tenían los negros, vincular el destino de una a un hombre, convierte al matrimonio en un asunto arriesgado para las mujeres negras.
"Una mujer que da ese paso es osada y valiente", me dijo una joven madre soltera. "Las mujeres no se casan porque no quieren perder su libertad".
Entre las afroamericanas el deseo del matrimonio tiene una trayectoria diferente para hombres y mujeres. Mi observación es que las mujeres negras en sus veinte y treinta quieren comprometerse y casarse a una edad en que los hombres negros de su edad quieren probablemente estar jugando en la cancha. Cuando la mujer se da cuenta de que un buen matrimonio no es posible o viable como a ella le gustaría, su foco se desvía hacia tener un bebé, o posiblemente a mejorar su status laboral, quizás volviendo a la escuela o invirtiendo más energía en su carrera.
Los hombres maduros que empiezan a reconocer los beneficios de asentarse y enraizarse (y sufrir las consecuencias de su arriesgada conducta de solteros), son los más dispuestos a casarse y asentarse. Pero para entonces, sin embargo, muchas de las mujeres de su edad están satisfechas con las vidas que han construido y menos inclinadas a casarse con un hombre que no pone demasiado en la mesa. En realidad, puede traer demasiado a la mesa: hijos y madres de relaciones anteriores, limitado poder de adquisición, y el desgaste de años de uso de drogas, pobre cuidado sanitario, promiscuidad sexual. En otras palabras, para la circunspecta mujer negra, el matrimonio puede ser un negocio que no ofrece suficientes beneficios sobre la inversión.

En el pasado, el matrimonio era principalmente un acuerdo comercial de ese tipo. Entre las familias ricas, concretaba alianzas políticas o ampliaba derechos de propiedad. Para la gente pobre, era un medio de llevar la granja o la casa. Hoy, la gente se ha hecho económicamente autosuficiente, como individuos, y ya no requieren una pareja para sobrevivir. Las mujeres afroamericanas han tenido siempre una alta tasa de participación laboral. "¿Por qué habrían de casarse las mujeres con buenos salarios?", se preguntaba la feminista negra y autora Alice-Dunbar-Nelson en 1895. Pero ahora en lugar de tener acceso solamente a trabajos mal pagados, podemos ganar salarios de jefes de familia, que ha cambiado en cuanto a lo que queremos en un marido. "Las expectativas de las mujeres han cambiado dramáticamente, mientras que las de los hombres no han cambiado en absoluto", dijo una esposa bien pagada y madre. "Las mujeres dicen ahora: ‘La mantención no es suficiente. Necesito más participación’".

El cambio decisivo en mis propias ideas sobre el matrimonio se produjo cuando un amigo de toda la vida me propuso matrimonio hace cinco años. Él y yo fuimos juntos a la universidad, salimos durante un breve período, luego mantuvimos el contacto durante años. Construimos una sólida relación, que yo creo que es un buen fundamento de un matrimonio exitoso.
Pero si nos hubiésemos casado, yo me habría tenido que mudar al oeste. Y no era lo que quería. Yo me habría convertido en una madrastra y, aunque sentía camaradería con su hijo, ser madrasta es usualmente un trayecto lleno de baches. Yo quería una casa y no podía comprar una sola. Pero sabía que si estaba dispuesta a hacer algunos cambios, finalmente podría.
Mientras revisaba la situación, me di cuenta de que todas las cosas que yo esperaba del matrimonio -compañía masculina, lazos familiares estrechos, una casa-, ya las tenía, o estaban a mi alcance, y con muchos menos dramas posibles. Me puede ir mal por mí misma, acostumbraba a decir cuando terminaba una relación. Pero la verdad es que sola también me va muy bien.
A la mayoría de las mujeres negras solteras por sobre los treinta que conozco no les importaría casarse, pero reconocen que el tipo de hombre y la calidad del matrimonio que quisieran puede no ser probable, y no están suficientemente desesperadas para aceptar cualquier situación con tal de tener un hombre. Varias de mis amigas casadas se quejan de que ocuparse de sus maridos es como tener que criar a un hijo más. Luego está el hecho de que aparentemente el matrimonio puede ser un riesgo sanitario para las mujeres negras. Un estudio reciente del Instituto de Valores Americanos, un laboratorio ideológico independiente de la Ciudad de Nueva York indica que las mujeres afroamericanas casadas son menos sanas que sus hermanas solteras.
A propósito y por omisión, las mujeres negras cultivan las habilidades que les permiten sostenerse a sí mismas (incluso a veces para prosperar) sin un compañero.
"Si Jesucristo me ofreciera un anillo de compromiso, no lo aceptaría", me dijo una amiga separada de más de treinta. "Le diría a Jesús que podríamos salir, pero no casarnos".
Y hay algo nuevo. Las mujeres afroamericanas no son las únicas en decidir que lo pueden hacer solas. A menudo lo que ocurre en la América negra es un signo de lo que ocurre en el resto del país. En su libro de 2003, ‘Mismatch: The Growing Gulf between Women and Men’, Andrew Hacker observó que la estructura de las familias blancas está evolucionando en la dirección de las familias negras de los años sesenta. En 1960, el 67 por ciento de las familias negras estaban encabezadas por un marido y una esposa, en comparación con el 90.0 por ciento de las familias blancas. Para 2000, la cifra para las familias blancas había caído al 79.8 por ciento. Las madres solteras blancas llegaron al 22.5 por ciento, en comparación con el 2.3 por ciento en 1960. Así que el alumno que pensaba que el matrimonio era para los blancos, va a tener que repensar eso en el futuro.
Sin embargo, ¿quiere decir esto que el matrimonio va por el mismo camino que el tocadiscos y la cinta para máquinas de escribir?
"Espero que no", dijo una amiga que lleva siete años de casada. "La tasa de divorcio es del 50 por ciento, pero la gente se vuelve a casar. La gente quiere casarse. No creo que deje de estar de moda".
Un conocido negro hizo una predicción diferente. "No creo que el matrimonio se vaya a extinguir, pero creo que habrá menos gente casada", dijo. "Es algo malo. Creo que la familia tradicional -un hombre y una mujer- es la que debe criar hijos". Ha trabajado con adolescentes difíciles, y observó que "las niñas son las que tienen más problemas y las que son más maltratadas son las niñas con padres ausentes. Pero lo mismo es válido para los niños". Cree que su presencia y ejemplo en la casa es la razón de porqué sus hijos decidieron casarse cuando sus novias quedaron embarazadas.
Pero siendo la naturaleza humana lo que es, si el matrimonio debe florecer -en las dos Américas-, tendrá que ofrecer a la mujer algo más que un pacto comercial, una panacea contra todo que afecta a la comunidad, o una incubadora para criar niños. Como dijo una mujer: "Si no fuera por los intangibles, el encanto de estar enamorada, no me habría casado. Los beneficios del matrimonio son su carácter y su cariño. Si no fuera por eso, ¿para qué preocuparse?"

joythink@aol.com
Joy Jones, de Washington, ha escrito ‘Between Black Women: Listening With the Third Ear’ (African American Images).

26 de marzo de 2006
©washington post
©traducción mQh
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1 comentario

cesar riveros -

Hola soy blanco y me gustan muchisimo las mujeres negras son divinas me quiero casar con una mujer negra