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talibanes gobiernan de noche


[Declan Walsh] Escuelas afganas bajo sitio de talibanes.
Sarkh Doz, Afganistán. Restos del desplazado régimen talibán han lanzado una campaña de incendios de escuelas y amenazas y asesinatos de maestros en el sur de Afganistán, obligando a cerrar sus puertas a unas doscientas escuelas en los últimos meses, dijeron funcionarios locales.
Los talibanes han asesinado a cinco profesores, dijo Hayat Allah Rafiqi, director del departamento de educación en la provincia de Helmand. Cientos de profesores más han recibido ‘cartas nocturnas’ -notas con amenazas clavadas en sus casas al amparo de la oscuridad, en las que les advierten que deben abandonar la enseñanza o morir.
"Nuestros maestros son impotentes porque la seguridad es muy débil", dijo Rafiqi. "Durante el día manda el gobierno, pero en la noche gobiernan los talibanes".
Los ataques, que el presidente Hamid Karzai estima que han paralizado a unos cien mil estudiantes en el sur, han socavado los intentos del gobierno de reavivar el sistema educacional del país y educar tanto a niños como a niñas -un elemento clave para la recuperación de Afganistán después de décadas de guerra. Las niñas no podían asistir a la escuela durante el régimen musulmán fundamentalista que gobernó al país en los años noventa.
Aunque las escuelas de las provincias de Kandahar y Zabol también son blancos, Helmand ha sido golpeada más duramente. De las 224 escuelas de Helmand -muchas de ellas construidas o reparadas con ayuda americana- han cerrado 66 y otras han reducido sus clases a medida que los apoderados trasladan a los pupilos a la seguridad de ciudades importantes. Pero incluso allí la protección es insegura.
En uno de los ataques en Helmand, los asesinos sacaron a empujones al maestro de su aula en el pueblo de Nad Ali y lo mataron a balazos en la puerta de la escuela. Su delito: educar a niñas.
Dos días después hombres armados irrumpieron en la escuela secundaria de Karte Laghan en la capital provincial, Lashkar Gah, y mataron a un celador y a un estudiante. El atentado ocurrió a menos de un kilómetro de distancia de la nueva base militar británica.
"Siempre tenemos miedo de ser atacados de camino a casa", dijo Gul Ali, maestra de química y biología en la escuela.
Las escuelas son particularmente vulnerables en las áreas rurales.
Un incendio provocado destruyó en enero la aislada escuela en un somnoliento asentamiento en Sarkh Doz, cerca del lento río Helmand. Ahora el patio de recreo está fantasmalmente silencioso, la puerta está cerrada con cerrojo y todo lo que queda de la amarilla aula es una carbonizada capa de polvo y ceniza.
Los vecinos dicen que llegaron al lugar una furgoneta con militantes, que rociaron el edificio con gasolina y encendieron una cerilla. Luego el coche se dirigió a toda velocidad por el surcado camino hacia la siguiente aldea, Mangalzai, y pusieron fuego a la escuela de allá.
Los atentados contra las escuelas han dado un duro golpe a los proyectos de ayuda en Helmand, la volátil provincia sureña donde las tropas estadounidenses están actualmente traspasando el control a una fuerza británica de tres mil trescientos hombres.
"Terrible", dijo el jefe de policía Ahed Samonwal, sacudiendo la cabeza mientras pasaba junto al ennegrecido edificio en Sarkh Doz. "Esto es obra de nuestros enemigos".
Aunque algunos maestros han renunciado, la mayoría de los mil quinientos maestros de Helmand están desafiando las amenazas. Para algunos, es un asunto de patriotismo; para otros, la seguridad de un salario mensual de cincuenta dólares.
"Por supuesto tenemos miedo", dijo otro maestro, Abdul Hakim. "Pero es nuestro deber. Por las próximas generaciones, por nuestro país, por nuestros hijos, no podemos abandonar nuestros trabajos".
Hakim, un hombre de penetrantes ojos grises debajo de un turbante oscuro, enseña a niños de doce en una escuela del barrio de Garmser, a 90 minutos al sur de Lashkar Gah. El miedo se ha apoderado de la ciudad.
La comisaría de policía está salpicada de agujeros de bala desde que un ataque de los talibanes en diciembre pasado terminara con nueve muertos. La escuela de niñas de la ciudad está cerrada, dijo Hakim, y uno de sus colegas que recibió una carta nocturna huyó a Lashkar Gah. Pero la escuela de niños no ha sido atacada por los talibanes y sigue abierta.
La ofensiva talibán contra la enseñanza es consistente con su virulenta oposición a la educación de las niñas. Pero la campaña también sirve un propósito más amplio: erosionar la tenue autoridad del gobierno de Karzai.
"No se trata solamente de niñas. Los talibanes están contra toda educación", dijo Sardar Muhammad, de Mercy Corps, una de las cinco agencias de ayuda que operan en Helmand. "La gente ignorante es más fácil de controlar. Cuando estaban peleando para conquistar el poder [a mediados de los años noventa], enviaban al frente a los analfabetos".
El clima de terror también conviene a los barones de la droga de la provincia con los que, en los últimos meses, los talibames se han aliado, dicen funcionarios locales. Como resultado, la heroína y el opio cruzan fluidamente la frontera de Pakistán e insurgentes recién adiestrados viajan desde Pakistán en la dirección opuesta.
En su oficina, el recién nombrado gobernador de Garmser, Haji Abdullah Jan, exhibió una mina antitanque adaptada a un aparato de control remoto que debía matarlo en una calle antes este mes. "Algunos vecinos me llamaron para advertirme. De otro modo, habríamos pasado por encima", dijo.
Mientras las tropas de la OTAN se preparan para asumir el control en el sur, la protección de las escuelas de Helmand pronto será una tarea de los paracaidistas británicos, 2.500 de los cuales deben empezar a llegar a principios de mayo, respaldados por helicópteros de combate Apache. Pero el comandante británico en Lashkar Gah, el coronel Henry Worsley, dijo que su principal papel era adiestrar y apoyar a las nacientes fuerzas de seguridad afganas. "En un lugar como Garmser podríamos ayudar a montar un puesto de control, darle un aspecto militar y enseñarles a defenderlo", dijo.
Haji Karim Khan, 65, evaluó la historia educacional de su familia. Hace cuatro décadas se graduó de la Universidad de Kabul, dijo. Durante la sangrienta ocupación soviética, sólo uno de sus hijos pudo completar la enseñanza secundaria.
Ahora sus seis nietos pueden no llegar tan lejos -acaban de ser trasladados a la ciudad de Goreshk, debido a que las cuatro escuelas locales han sido cerradas. La gente de Helmand dice que el gobierno de Karzai los ha abandonado, dijo.
"Apenas colocan una pequeña noticia al final del telediario diciendo que la situación en el sudoeste está mala en estos días. Pero eso no es suficiente. Deberían decirnos qué piensan hacer", dijo.

16 de marzo de 2006
©boston globe
©traducción mQh
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