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otro secuestro de la cia y alemania


[Craig Whitlock] En otro secuestro de la CIA, Alemania jugó un papel que incomoda.
Hamburgo, Alemania. La semana pasada, la decisión de los fiscales de Munich de presentar cargos contra operativos de contraterrorismo de la CIA por secuestrar a un ciudadano alemán, Khaled el-Masri, fue acogida con aplausos por políticos y la opinión pública alemana. "Al gran aliado no se le permitirá que simplemente eche a sus matones a las calles de Europa", sermoneaba el diario de Munich, Sueddeutsche Zeitung.
Pero se ha guardado un embarazoso silencio y no se ha juzgado el caso paralelo de otro ciudadano alemán, Mohammed Haydar Zammar, que también fue secuestrado en una misión auspiciada por la CIA después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. ¿La diferencia? En el caso de Zammar estuvieron directamente implicados agentes alemanes, los que entregaron informaciones cruciales a la CIA sobre sus viajes e hicieron un viejo secreto a Siria para interrogarlo después de que fuera encarcelado allá.
Zammar desapareció hace cinco años, pero volvió a surgir en el otoño pasado en un tribunal sirio, donde está acusado de haber participado en los campos de adiestramiento de al-Qaeda y corre el riesgo de ser condenado a muerte. Después de insistir durante años que no podían confirmar su paradero, diplomáticos alemanes en Damasco se han esforzado en proporcionarle un abogado y asistencia consular.
A diferencia de Masri, un vendedor de coches de Bavaria que fue secuestrado en un caso de confusión de identidades, Zammar ya había llamado la atención de detectives alemanes y estadounidenses por su papel en la célula de Hamburgo, la que planificó los secuestros de avión del 11 de septiembre de 2001. Las autoridades alemanas no han reunido nunca suficientes evidencias para acusarlo de algún delito. Pero dada su asociación con el grupo de Hamburgo, pocos en Alemania están dispuestos a apoyar su causa o cuestionar la legalidad de su secuestro.
"Se considera que está en una categoría diferente, porque existe la impresión de que es un tipo malo, y no está aquí como para defenderse", dijo Cem Ozdemir, un legislador alemán en el Parlamento Europeo y miembro de un comité que ha investigado las actividades de la CIA en Europa. "Incluso si fuera un tipo malo, no merece por eso ser torturado".
Detalles sobre el papel de Alemania en la desaparición de Zammar han empezado a salir gradualmente a superficie en los últimos meses a medida que comisiones parlamentarias en Berlín y Bruselas realizan investigaciones sobre las operaciones de contraterrorismo de la CIA en Europa.
Funcionarios alemanes han dicho que ellos no participaron directamente en el secuestro de Zammar y no supieron dónde lo habían llevado sino hasta junio de 2002, cuando el Washington Post informó por primera vez que había sido detenido en Marruecos y trasladado en secreto a Siria a petición de la CIA. Pero las pesquisas parlamentarias han revelado que la policía federal alemana hizo posible el secuestro, al entregar detalles sobre los planes de viaje de Zammar a agentes de Estados Unidos.
Además, funcionarios alemanes han admitido que varios operativos e investigadores del servicio secreto alemán realizaron misiones secretas en Damasco en noviembre de 2002 para interrogar a Zammar. De acuerdo a legisladores en Berlín que están estudiando el caso, los alemanes pudieron acceder a Zammar sólo después de llegar a un acuerdo con el gobierno sirio de abandonar la investigación criminal de un círculo sospechoso de operar para el espionaje sirio con base en el sur de Alemania.
El ministro del Interior alemán, Wolfgang Schaeuble, defendió el interrogatorio de Zammar como propio y legítimo. Pero fue duramente criticado por otros parlamentarios cuando sugirió que agentes secretos alemanes podían utilizar informaciones compartidas por otros países, como Siria, incluso si habían sido obtenidas bajo la aplicación de torturas.
Guel Pinar, un abogado de Hamburgo que ha defendido a Zammar y su familia, dijo que era evidente que los funcionarios alemanes sabían de antemano que la CIA lo había marcado para una ‘entrega extraordinaria', una táctica ilegal que implica el secuestro de extremistas musulmanes para ser interrogados en lugares secretos en el extranjero.
"Claramente, los alemanes son culpables, en cualquier caso, de ser cómplices de su entrega a Siria", dijo Pinar en una entrevista. "Sabían lo que estaban haciendo cuando entregaron sus datos de viaje a los norteamericanos. ¿Por qué, si no, lo habrían hecho?"
Fiscales alemanes no han anunciado ninguna pesquisa criminal sobre la desaparición de Zammar, aunque su familia denunció su desaparición hace cinco años. Pinar dijo que ha entablado una demanda civil en su nombre, contra el gobierno alemán. Pero dijo que su mujer, Rabab Banhaoui, ha decidido no presentarla por temor a empeorar su situación en Siria.
Las autoridades alemanas han hecho algunas declaraciones sobre el caso. El ministerio alemán de Relaciones Exteriores no respondió nuestras peticiones de entrevista. La embajada alemana en Damasco, que ha estado siguiendo el juicio a puertas cerradas de Zammar, se negó a hacer comentarios.
Zammar reapareció en octubre pasado, cuando un funcionario de la Unión Europea que observa los juicios en Damasco lo vio en un tribunal de seguridad del estado e informó a la embajada alemana. Si no hubiese sido por ese encuentro casual, Zammar habría seguido ignorado, dijo Pinar. "Nadie en el mundo lo habría sabido", dijo.
Una portavoz de la delegación de la Comisión Europea en Siria se negó a hacer comentarios, calificando el caso de "altamente delicado".
Zammar, 45, nació en Siria, pero emigró a Alemania en 1972 y obtuvo la ciudadanía alemana. Las autoridades sirias lo han acusado de ser miembro de la Hermandad Musulmana, un grupo fundamentalista que ha sido prohibido en el país, y de visitar los campos de adiestramiento de al-Qaeda en Afganistán. No está claro si ha sido acusado de cometer algún delito en Siria.
Se espera que, más tarde este mes, un comité parlamentario revise el manejo del caso de Zammar por el gobierno alemán. Una pregunta es si la información obtenida por los interrogadores alemanes está siendo usada contra él en el tribunal por los fiscales sirios, un tema especialmente delicado ya que corre el riesgo de ser condenado a muerte. En Alemania no existe la pena de muerte.
"Creo que es un serio problema para Alemania y el gobierno federal", dijo Hans-Christian Stroebele, miembro del comité del partido verde. "El deber del estado es ayudar a sus ciudadanos. Pero está claro que en el caso de Zammar, el estado no hizo eso".
Ex reclusos en Siria, incluyendo a Maher Arar, un ciudadano canadiense que fue similarmente marcado para su entrega por la CIA, pero que fue más tarde dejado en libertad, han dicho que Zammar era mantenido en una pequeña celda de un patio especial de la cárcel. Dijeron que los reclusos son torturados regularmente y que Zammar -que doblaba las balanzas con sus 135 kilos cuando vivía en Hamburgo- había perdido casi un tercio de su peso.

Shannon Smiley contribuyó a este reportaje.

5 de febrero de 2007
©washington post
©traducción mQh
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