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cápsulas y pastillas


En Estados Unidos, la droga preferida es la anfetamina.
La Oficina de Política Nacional para el Control de las Drogas de la Casa Blanca, que dirige John Walters, estima que cada año los estadounidenses gastan 65 mil millones de dólares en la compra de drogas ilícitas. Y desde hace unos cinco años prefieren las metanfetaminas por sobre la cocaína, la heroína, el crack y la marihuana.
El 15 de marzo de este año, una operación conjunta de la policía mexicana y la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA, permitió encontrar 205 millones en billetes ocultos en la casa de Zhenli Ye Gon, un empresario chino nacionalizado mexicano, considerado como uno de los principales importadores de efedrina ilegal al país azteca. Esa fortuna en efectivo, la mayor que se le ha confiscado al crimen organizado en el mundo, es según la DEA sólo una migaja de las ganancias por ventas de materia prima para elaborar y vender metanfetaminas, la segunda droga más usada en la actualidad por los estadounidenses, sólo superada por el alcohol. El informe ‘Evaluación de la amenaza nacional de las drogas, 2007', publicado recientemente por la DEA, indica que 11,7 millones de estadounidenses consumen metanfetaminas.
El mismo reporte indica que el narcotráfico entre México y Estados Unidos mueve alrededor de 22 mil millones de dólares, y la mayor parte proviene de drogas sintéticas.
La creciente producción de metanfetaminas es consecuencia del deficiente control en la importación ilegal de efedrina y seudoefedrina, que se producen en China e India. La DEA creó un proyecto llamado Prisma en marzo de 2004 para intentar controlar el tráfico de precursores químicos para fabricar estas drogas de diseño, junto con otras tres organizaciones internacionales y los gobiernos de 95 países, con un centro de operaciones en Hong-Kong, según declaró la administradora de la DEA, Karen Tandy.
Ese proyecto ha permitido confiscar numerosos cargamentos de efedrina y seudoefedrina etiquetados como antigripales, que son la base para la elaboración de drogas sintéticas en los laboratorios de los carteles mexicanos.
Desde el año 2005 las agencias antidrogas han venido afinando sistemas de cooperación para intercambiar información sobre preparaciones farmacéuticas que contengan efedrina, seudoefedrina y otros precursores como los anabólicos.
En diciembre de 2005, las autoridades mexicanas confiscaron en el puerto de Manzanillo un cargamento de 3,2 toneladas de seudoefedrina (5,1 millones de tabletas), ocultas en 1.260 cajas que supuestamente contenían ventiladores eléctricos procedentes de China.
La DEA sostiene que las rutas favoritas de los traficantes chinos incluyen los puertos de Long Beach (California) y de Hawai. A este último los precursores llegan en naves mercantes que generalmente no están sujetas a inspección en los puntos de carga y desembarque.
La seudoefedrina tiene una conversión de uno a uno; es decir, para producir un kilo de metanfetaminas se necesita un kilo de seudoefedrina, pero como las tabletas contienen otros ingredientes, se tienen que extraer éstos de cada tableta, lo que indica que los cargamentos traficados son muy cuantiosos.

Directo a la Vena
La primera utilización masiva de anfetaminas fue en la Guerra Civil española. Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países beligerantes recurrió a sus efectos. Tanto entre las tropas alemanas como en las británicas y japonesas, el consumo de anfetaminas se generalizó, destacando su empleo por los pilotos de guerra para mantenerse alertas. Para las tropas japonesas, la metanfetamina era el senroyu zoko zai, algo así como el ‘elixir de los espíritus de la lucha'.
También se distribuyó la droga entre los trabajadores de la industria de armamentos, para aumentar su productividad. Aunque oficialmente no se entregaron a las tropas estadounidenses, se calcula que más de un millón y medio de combatientes tomaron anfetaminas con regularidad. Entre las fuerzas británicas se dispensaron cerca de 72 millones de comprimidos de Benzedrina, lo que permitió a los hombres de la Royal Air Force (RAF) vencer a los pilotos de la Luftwaffe, e hizo que al término de la guerra hubiese cientos de adictos.
El consumo extendido de anfetaminas entre los soldados norteamericanos ocurrió durante la Guerra de Corea, entre 1950 y 1953. Se calcula que las tropas consumieron más anfetaminas que todas las fuerzas británicas y estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial.
Hasta principios del año 1958, el acceso de la población a las anfetaminas fue relativamente sencillo. Al consumo elitista de cocaína, circunscrito a las vanguardias artísticas y culturales, se sumaron la experiencia de los veteranos de la guerra, la aprobación médica de su prescripción como píldora antifatigas y los cambios de algunos valores de la sociedad de la postguerra, como los énfasis en el individualismo, la realización personal, la eficiencia y productividad laboral.
Los primeros problemas serios se detectaron cuando los que consumían morfina o heroína descubrieron la posibilidad de inyectarse el polvo contenido en los inhaladores nasales. A finales de los '50, las anfetaminas pasaron a sustituir a la cocaína en la famosa combinación ‘speed ball'. Eran más baratas y más fáciles de conseguir, y sus efectos resultaban más prolongados. El consumo abusivo de anfetaminas pasó de la vanguardia cultural a las clases medias y a sectores marginales vinculados a la delincuencia. La transición hacia el consumo por vía intravenosa gatilló también la aparición de problemas adictivos con la anfetamina.
La enorme cantidad de anfetaminas con que la población se vio inundada en la postguerra tuvo consecuencias en el Japón, donde fue acompañada de propaganda destinada a levantar el ánimo de la población desmoralizada por la derrota. De esta manera se explica la verdadera epidemia de consumo de metanfetamina por vía intravenosa que tuvo lugar en ese país entre 1945 y 1955. El producto más demandado eran las ampollas de tres miligramos de metanfetamina (el Philipon), cuyo contenido se inyectaba a la vena, llegándose a consumir hasta una media de 90 miligramos al día.
El consumo se inició en ciudades como Tokio, Osaka, Kobe y Yokohama, y los primeros grupos afectados fueron las minorías china y coreana. En 1948 se calculó que entre el 5% y el 10% de los japoneses de entre 16 y 25 años sufrían dependencia anfetamínica; en 1949, la metanfetamina se clasificó como sustancia peligrosa y su uso se restringió por ley. El momento crítico se registró en 1954, cuando, en una población cercana a los 89 millones, entre 500 mil y dos millones de personas eran consumidoras de metanfetamina; la mitad de ellas adictas.

El Salto Cuantitativo
El consumo abusivo de psicoestimulantes en Escandinavia empezó y se extendió fundamentalmente en Suecia. Las anfetaminas se introdujeron en este país en 1938. Entre 1942 y 1943 se estimaba que las consumían unas 200 mil personas.
El salto cuantitativo se produjo tras la introducción en 1955 de la fenmetrazina (Preludín), un análogo de la anfetamina descubierto en los Laboratorios Boehringer Ingelheim y comercializado como supresor del apetito.
La producción farmacéutica de anfetaminas no dejó de crecer durante los años 60. En Estados Unidos, de 3,5 millones de dosis en 1958 se pasó a más de 20 millones en 1970. En 1966, el 50% de dicha producción era desviada a mercados ilícitos y el 90% del tráfico ilegal, unas 25 toneladas de anfetaminas, se realizaba en el entorno de las paradas de camiones, en gasolineras y restaurantes carreteros.
A partir de los años 70 destacó la aparición de variantes de anfetamina, algunas con propiedades alucinógenas: derivados metoxilados, como la PMA, las DMA y las TMA (metoxi, dometoxi o trimetoxi anfetaminas); metilenodioxi anfetaminas, como la MDA, MDMA y MDR; y otros análogos, como la alucinógena DOM o STP (dimetoxi-metanfetamina).
Durante los 70, el consumo quedó circunscrito al entorno hippie, mientras crecía la invasión de cocaína sudamericana. Pero las restricciones a las anfetaminas supusieron la aparición de laboratorios clandestinos para abastecer el mercado. En 1982 se decomisaron en EEUU unos 200 laboratorios, en 1986 unos 500 y en 1989 más de 800. En 1987 el número de laboratorios decomisados en Alemania se dobló y a fines de los '80 ya existían en muchas partes del mundo, desde Canadá a Australia, pasando por México y Tailandia.
Paralelamente, las variantes metileno y metoxiladas cobraron un nuevo interés. Si bien el consumo no médico del MDMA se afianzó en grupos minoritarios, como los espiritualistas new agers, a finales de los '80 la sustancia se volvió a poner de moda pero asociada a juergas o fiestas donde predominaba la música tecno.
Esta droga, considerada un estupefaciente anfetamínico, fue sintetizada en Estados Unidos en 1980 para apoyar algunas terapias de la demencia. Su primer nombre fue ‘XTC', de allí ‘Ecstasy‘ y luego ‘Éxtasis', en español. De efectos alucinógenos parecidos a los de la marihuana, fue declarada ilegal por la ONU en 1986. En 1989 se difundió en España y en Italia como afrodisíaco, cualidad que ostenta tanto como el cuerno de rinoceronte, las uñas de gato negro o la cresta de un gallo capón… En Ibiza y en Mallorca se le conoció como ‘E', ‘Droga para las fiestas', ‘The love pil', ‘Acid house', ‘Polvo de estrellas', ‘Paraíso', ‘Paloma' y ‘Esencia de Adán'.
La moda se extendió en los campos universitarios de Estados Unidos y de Europa. Un estudio realizado en Londres detectó un aumento de las intoxicaciones agudas relacionadas con anfetaminas a partir de 1991, cuando murieron seis adolescentes por consumo excesivo de Éxtasis.

Católicas y Tilines
En Chile las drogas sintéticas recibían diferentes nombres, se vendían en envases variados y, en la mayoría de los casos, los consumidores ignoraban su contenido químico. Era usual que junto a las pastillas se bebiera alcohol. Las más conocidas eran las ‘blancas', comprimidos de Escancil, una metanfetamina que inhibe el apetito, de color blanco y tamaño pequeño; las ‘católicas', cápsula de anfetamina de colores blanco y celeste, semejantes a los del club de fútbol Universidad Católica; las ‘tilines', gragea roja que los consumidores lavaban para sacarles el colorante y evitar que la policía reconociera su ingestión; las ‘verde con blanco', un tipo de anfetamina; las ‘tonaril', droga usada para tratar el mal de Parkinson y que produce cierto tipo de alucinaciones; y la ‘rubia de ojos celestes', el estimulante Desbutal.
En los años 90, los Países Bajos fueron en el principal productor de anfetaminas en Europa. Los laboratorios estaban en el sur del país y en el norte de Bélgica, y la elaboración era dirigida por organizaciones criminales, grupos pequeños e incluso individuos que mantenían producciones muy diferentes.
Expertos holandeses calcularon en 1995 que el número de laboratorios ilegales era de entre 100 y 150. Ese año se incautaron 15 centros de producción de anfetaminas y sus derivados. El laboratorio más grande contaba con una dirección israelí y podía producir 1,5 millones de comprimidos de éxtasis al día. Una empresa de fachada compraba los precursores químicos a empresas holandesas, y la producción era distribuida en Europa y Estados Unidos.
También con respecto a la producción de LSD, los Países Bajos desempeñaban un papel clave. En 1997, la droga pura se fabricaba en Estados Unidos y luego se transportaba a Holanda para ser transformada en comprimidos o cápsulas.
Un informe de la ONU de 1994 señala que un 80% de las anfetaminas decomisadas en Europa provenía de los Países Bajos.
El tráfico de Éxtasis reportaba ingresos crecientes. La droga se compraba en los Países Bajos entre tres y seis dólares el comprimido, para venderla luego, por ejemplo, en el mercado ruso en 40 ó 60 dólares la pastilla.
En 1998, los expertos coincidían en que el alto nivel de corrupción, la falta o la ausencia de controles al tráfico de insumos, la privatización de empresas estatales, así como el gran número de expertos sin empleo o mal pagados en la industria química y farmacéutica, eran condiciones idóneas para la creación de centros ilegales de producción de drogas sintéticas en Europa central y oriental. Por ello, los traficantes holandeses estaban optando cada vez más por producir o encargar las drogas sintéticas en aquellos países.
El hoy desaparecido Observatorio Geopolítico de las Drogas (OGD) se atrevía a vaticinar que "ante el auge actual de las drogas sintéticas cabe temer que los narcotraficantes establezcan vínculos con otros productores ilícitos de América Central y de Asia, lo que podría redundar en la creación de un comercio global de estupefacientes sintéticos, comparable con el tráfico de heroína y de cocaína".

Remedio para el Asma
El desarrollo de la química farmacéutica permite que hoy se puedan sintetizar en laboratorio casi todas las sustancias psicotrópicas o estupefacientes que se pueden obtener de productos naturales. Pero las drogas de diseño o drogas sintéticas son aquellas cuyo origen no está derivado de un producto vegetal, sino que proceden de la síntesis química y/o modificaciones diseñadas teóricamente.
Una de las primeras, la anfetamina, irrumpió tras esfuerzos científicos para encontrar un tratamiento eficaz para el asma bronquial. En los albores del siglo XX, los médicos sólo disponían de las inyecciones de adrenalina como un broncodilatador para reducir las crisis asmáticas. La adrenalina, hormona segregada por las glándulas suprarrenales, sólo es efectiva mediante inyección, ya que se destruye cuando se administra por vía oral.
El farmacólogo K. K. Chen descubrió que en antiguas clasificaciones chinas medicinales se recomendaban infusiones de la planta mahuang para tratar el asma. El mahuang, nombre chino de la planta efedra (Ephedra vularis), era conocida por sus propiedades estimulantes y broncodilatadoras desde hacía más de cinco mil años. En 1923, Chen y sus colaboradores lograron aislar el ingrediente activo de la planta, la efedrina, en los Laboratorios Lilly de Indianápolis, en Estados Unidos.
La efedrina obtenida del extracto de la planta se introdujo con éxito en terapéutica, ya que era eficaz por vía oral. Pero la escasez de la planta hacía inviable su uso comercial a gran escala. Por ello se consideró que, a medio plazo, debía encontrarse un sustituto sintético.
La estructura química de la feniletilamina era similar a las de la adrenalina y la efedrina. Partiendo de esa base, en corto tiempo se sintetizaron unos dos mil análogos, de los cuales cerca de 30 fueron probados en seres humanos. De todos ellos, el producto estrella fue la anfetamina, sintetizada en 1927 por el químico Gordon Alles.
Otras versiones señalan que ya en 1910 la compañía E. Merck había sintetizado derivados de la anfetamina, buscando potenciar sus efectos contra el hambre y como inhibidor del sueño.
Muy pronto la anfetamina mostró características muy distintas a la efedrina, actuando sobre la siquis y no sobre el aparato respiratorio, como la sustancia de origen natural. No obstante, dado que podía inhalarse, pronto se hizo célebre como astringente nasal, surgiendo en 1932 en Estados Unidos un producto denominado Benzedrona, una marca de inhalador de anfetamina. Comercializado sin receta, no pasó mucho tiempo antes de que algunas personas decidieran probar los efectos que ocasionaba al ingerir directamente su contenido.
La síntesis de anfetamina fue seguida del desarrollo de otros análogos con el fin de disponer de productos más selectivos, desprovistos de efectos no deseados. Entre éstos destacan las moléculas con diversas sustituciones químicas en la estructura de la anfetamina, que reciben el nombre de drogas de diseño.

29 de julio de 2007
©la nación
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1 comentario

Jordan Trunner -

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