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quién era pedro antonio marín


Pedro Antonio Marín, jefe de las FARC, murió a fines de mayo. En esta nota de Los Angeles Times, se hace un retrato del comandante de la guerrilla.
[Chris Kraul] Bogotá, Colombia. Murió Pedro Antonio Marín, el tenaz campesino colombiano que dirigió la organización subversiva más grande de América del Sur hacia su apogeo y, al mismo tiempo, a su desintegración, informó un guerrillero. Se piensa que tenía 77 años.
En un video transmitido el domingo en el canal de televisión Telesur Venezuela, Timoleón Jiménez confirmó la muerte de Marín el 26 de marzo, tras sufrir un ataque al corazón. El gobierno colombiano, que informó que había iniciado una campaña de bombardeos en la región donde se creía que acampaba Marín al momento de su muerte, quiere hacer una autopsia. El cuerpo de Marín no se ha recuperado.
Bajo las banderas de la reforma agraria y justicia social, Marín era conocido por sus alias Manuel Marulanda y Tirofijo. Construyó y convirtió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en una fuerza que hace unos años contaba con casi veinte mil hombres. Las FARC de esa época estuvieron a punto de asaltar la capital.
Pero las decisiones estratégicas que tomó Marín en los años ochenta para financiar a las FARC por medio del tráfico de drogas, el secuestro y el terrorismo redujo el apoyo popular del que dependía el éxito de la organización subversiva de izquierda.
En los últimos meses, el directorio de las FARC ha sufrido varios asesinatos, capturas y entregas, y sus filas se han reducido por las deserciones. Las fuerzas armadas de Colombia, que han recibido billones de dólares en equipos y adiestramiento estadounidenses, han "tomado la iniciativa", escribió Antonio Caballero en la revista Semana del Lunes.

Nacido en el seno de una familia campesina en el estado cafetero de Quindio, Marín abandonó la escuela después del quinto básico para trabajar como obrero agrícola. Quedó profundamente afectado por La Violencia, el levantamiento de fines de los años cuarenta que se cobró la vida de varios de sus parientes y redujo a cenizas la ciudad, Ceilán, donde vivía.
Le dijo a su biógrafo Arturo Alape, de haber presenciado masacres y haber visto "diez o quince cuerpos flotando en el río Cauca". Se incorporó a un grupo de autodefensa del Partido Liberal a principio de los años cincuenta, que operaba como una pequeña organización guerrillera y desplegó de inmediato sus cualidades como líder. Fue entonces que adoptó el apodo Marulanda.
Aunque más tarde las FARC adoptaron la ideología y organización comunista, el objetivo inicial de Marín fue proteger a su familia y otros campesinos de las incursiones de las pandillas del Partido Conservador. "No nos llamábamos guerrilleros nosotros mismos. No sabíamos qué era una guerrilla", contó Marín a Alape para su biografía de 1989.
Pero Marín se desplazó hacia la izquierda después de un encuentro con Jacobo Arenas en los años cincuenta, cuando se cree que recibió adiestramiento militar con entrenadores comunistas. En esa época, a Marín lo llamaban ‘Tirofijo’, por sus proezas con el rifle.
Formadas por Marín con otros 48 combatientes en 1964, las FARC empezaron a ganar poco a poco influencia en remotas áreas rurales en las montañas realizando funciones judiciales y policiales que el débil estado colombiano había abdicado, dijo el economista político Jaime Zuluaga. Marín estuvo en las sombras durante sus 44 años, concediendo rara vez entrevistas y apareciendo en público sólo durante las abortadas negociaciones de paz con el ex presidente Andrés Pastrana de 1999 a 2002.
Aunque las FARC nunca tuvieron el atractivo de los movimientos populares revolucionarios en China, Cuba o Vietnam, su mensaje resonó en las ciudades y universidades donde, a fines de los años noventa, podía contar con miles de milicianos, o guerrilleros urbanos, para mantenerlas informados y abastecidos.
Pero en una crítica reunión del directorio en 1982, Marín y el secretariado de las FARC tomaron la fatídica decisión de cambiar el objetivo de la organización de hacerse con la voluntad popular para el control militar de Colombia, autorizando el recurso a secuestros para reunir fondos. Más tarde en esa década, los rebeldes pasaron de imponer a los narcotraficantes ‘impuestos al transporte’, a apoderarse del negocio del tráfico ellas mismas.
"Cuando, primero el cartel de Medellín y luego el de Cali fueron desmembrados con muertes y convenios penales, el vacío consiguiente brindó a las FARC nuevas oportunidades para participar más profundamente en el tráfico de drogas", dice Bruce Bagley, politólogo y experto en Colombia en la Universidad de Miami.
"La parte buena fue una entrada de millones de dólares al año", dijo Baglet. "La parte negativa fue la pérdida de la coherencia ideológica y un creciente distanciamiento del campesinado y grupos de apoyo tradicionales de las FARC em el campo y en las ciudades". Los analistas coinciden en que el cultivo forzado de coca, el secuestro y el uso de tácticas terroristas, como la colocación de minas antipersonales -que matan a cuatrocientos civiles, la mayoría pobres, al año- y le costó a la organización el apoyo popular entre los pobres.
"Ahora la gente hace cosas por nosotros sólo a punta de pistola, no voluntariamente", dijo una comandante de alto nivel de las FARC, que utiliza el alias de Karina. De acuerdo a una grabación de su interrogatorio del ministerio de defensa, se rindió el 18 de mayo, diciendo que estaba cansada de andar esquivando al ejército.
Entretanto, las filas de las FARC han sido empujadas cada vez más a áreas remotas, por las fuerzas armadas colombianas con el apoyo de la aviación, la tecnología de inteligencia y el respaldo económico para un aumento del cuarenta por ciento, como parte paquete de ayudas para el Plan Colombia.
Los rebeldes están desastrosamente fragmentados y no se pueden reunir porque sus comunicaciones han sido intervenidas, dijo una fuente del gobierno norteamericano que estudia las FARC y habló a condición de preservar su anonimato debido a que no está autorizado para hacer comentarios.
Desde que en 2002 asumiera el cargo el presidente Uribe, las FARC también han sido derrotadas en el frente político, dice el comentarista político Alfredo Molana. Los programas sociales de Uribe que garantizan 180 dólares mensuales a miles de familias campesinas por no cultivar plantas prohibidas han logrado que las FARC "pierdan simpatía en la esas zonas".
Las tres conversaciones de paz entre los subversivos y el gobierno que terminaron en un fracaso en 2002, fueron los últimos intentos de negociación.
La reticencia de Marín puede provenir de sus amargas experiencias en los años ochenta, cuando el partido Unión Patriótica, en cuya fundación contribuyó como un paso hacia la paz, fue exterminado sistemáticamente por las milicias paramilitares que actuaron con colaboración con las fuerzas armadas colombianas.
Con el ejército colombiano a la zaga de las FARC, el sucesor de Marín, Alfonso Cano, debe hacer frente a la difícil tarea de parchar a la fragmentada organización o buscar la paz. Pero Cano tiene problemas propios. El ministerio de Defensa dice que ha detectado a Cano en el estado de Tolima y que lo capturara pronto.

chris.kraul@latimes.com

10 de julio de 2008
27 de mayo de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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