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sadismo convertido en ley 1


Altos funcionarios del gobierno idearon e implementaron el plan de torturas, incluyendo al propio presidente Bush. Primera entrega.
[Anthony Lewis] Mohammed Jawad, un afgano acusado de arrojar una granada contra una caravana de soldados estadounidenses en Kabul a fines de 2002, hiriendo a dos de ellos, fue llevado a la cárcel de Bahía Guantánamo en febrero de 2003. Entonces tenía diecisiete años. En diciembre de 2003 trató de suicidarse. En mayo del mismo año fue sometido a lo que oficiales en Guantánamo llaman el ‘programa del viajero frecuente’. Cada tres horas, día y noche, era esposado y trasladado a otra celda -112 veces en catorce días.
Sabemos lo que le hicieron a Jawad porque el abogado militar nombrado como su abogado defensor, el mayor David J.R. Frakt (reservista de la Fuerza Aérea), solicitó y obtuvo de un juez militar una orden para que sus carceleros entreguen los archivos de su cautiverio. El mayor Frakt dio a conocer la realidad del tratamiento de Jawad en su declaración final en una audiencia preliminar el 19 de junio de 2008 -un alegato que fue una extraordinaria demostración de coraje legal y moral.
"¿Por qué torturaron a Mohammed Jawad?", preguntó Frakt. "¿Por qué eligieron los oficiales a un adolescente que había intentado suicidarse en su celda menos de cinco meses antes para someterlo a este sádico experimento en privación del sueño?" Oficiales en Guantánamo dijeron que no creían que el prisionero tuviese información valiosa en términos de inteligencia y que ni siquiera fue interrogado durante el ‘programa del viajero frecuente’. "La explicación más probable", dijo el mayor Frakt, "es que simplemente decidieron torturar a Jawad para divertirse, para darle una lección, quizás como ejemplo para los demás".
Pero el mayor Frakt no dejó el asunto con los que torturaron a Mohammed Jawad. Comentó la orden del presidente Bush, del 7 de febrero de 2002, de que los detenidos en Guantánamo como presuntos miembros y partidarios de al_Qaeda y los talibanes no estaban cubiertos por las Convenciones de Ginebra. "El 7 de febrero de 2002", dijo, "Estados Unidos perdió un poco de su grandeza. Perdimos nuestra posición como defensores de los derechos humanos en el mundo, como los adalides de la justicia, la honestidad y el imperio de la ley... Desgraciadamente, esta comisión militar [que veía el caso de Jawad] no tiene poder para hacer nada contra los facilitadores de estas torturas, como John Yoo, Jay Bybee, Robert Delahunty, Alberto Gonzales..., David Addington, William Haynes, el vicepresidente Cheney y Donald Rumsfeld..."
La referencia del mayor Frakt a los ‘facilitadores’ plantea una pregunta fundamental: ¿Cómo se metió el gobierno estadounidense en el negocio de torturar a los prisioneros? La privación del sueño no fue de ninguna manera la única técnica agresiva utilizada con los prisioneros en Guantánamo y otros lugares. Otras incluían obligar a los prisioneros a adoptar posiciones estresantes, exponerlos a luces brillantes y a calores extremos y bajas temperaturas, humillación sexual, desnudez, y el submarino -la ‘cura de agua’ que provoca asfixia parcial.1
Debido a que los maltratos de los prisioneros en Abu Ghraib fueron expuestos en abril de 2004, el gobierno de Bush ha mantenido que todo abuso fue obra de unas pocas ‘manzanas podridas’. No se ha tomado ninguna medida contra superiores, ni militares ni civiles. Pero una constante acumulación de revelaciones, enfundadas en junio por el informe y audiencia de un comité senatorial, ha dejado en claro que el trato abusivo de los prisioneros fue una política deliberada que fue tomada en los más altos niveles de gobierno: el Pentágono, el ministerio de Justicia y la Casa Blanca.
En julio de 2002, la oficina del abogado general del Pentágono hizo un sondeo de las técnicas utilizadas en un programa del Pentágono diseñado para enseñar maneras de resistir a la tortura de fuerzas enemigas. (El programa se concentraba especialmente en técnicas usadas por las tropas chinas durante la Guerra de Corea para inducir a los prisioneros norteamericanos a confesar falsamente cosas tales como el uso de guerra bacteriológica). En agosto, el asistente del fiscal, Jay S. Bybee, director de la Oficina de Asesoría Jurídica, emitió un memorándum secreto de cincuenta páginas concluyendo que el presidente tenía poderes plenarios para torturar a prisioneros en la guerra contra el terrorismo. Se basaba en un memorándum anterior de John Yoo y Robert Delahunty, que había sido aprobado por Alberto Gonzales, entonces fiscal de la Casa Blanca del presidente Bush. Las conclusiones legales de Bybee fueron incorporadas en un memorándum especial preparado por el ministro de Defensa, Rumsfeld.
En octubre de 2002, el abogado de la Central de Inteligencia Americana, Jonathan Fredman, visitó Guantánamo y discutió las duras técnicas de interrogatorio con algunos oficiales. Un abogado militar de Guantánamo, la teniente coronel Diane Beaver, dijo que algunos métodos previamente prohibidos, como la privación de sueño, estaban siendo aplicadas a los prisioneros por los militares del centro de detención de la Base Aérea de Bagram en Afganistán, pero que la situación fue ocultada al Comité Internacional de la Cruz Roja cuando la base fue visitada por sus representantes. "El CICR tiene una grave preocupación", dijo. Fredman dijo que si el tratamiento agresivo debía ser llamado tortura era "un asunto de percepción". Dijo: "Si el detenido muere, lo estás haciendo mal".
En noviembre de 2002, el abogado general del ministerio de Defensa, William J. Haynes II, recomendó que el ministro Rumsfeld aprobara formalmente varios de los métodos de interrogatorio agresivos de Guantánamo, incluyendo las posiciones estresantes, el uso de perros de ataque y la privación sensorial. Rumsfeld dio su aprobación en una orden secreta el 2 de diciembre de 2002.
Varios jefes militares advirtieron contra la adopción de las nuevas y agresivas técnicas. Alberto Mora, abogado general de la Armada, dijo a Haymes que ellos "podían aumentar el nivel de tortura". Dijo que si no se les ponía frenos, el escribiría un memorándum diciendo que algunos de ellos violaban las "normas legales nacionales e internacionales". El 15 de enero de 2003, Rumsfeld anuló la aprobación. En abril firmó otro memorándum con el listado de los métodos aprobados, incluyendo la ‘adaptación’ del sueño, y dijo que se consideraría otros si se lo pedían.
La ABC News informó en abril de este año que los altos funcionarios de la seguridad nacional del presidente Bush se reunieron en 2003 para discutir los métodos de interrogación ‘mejorados’. Entre los presentes en la reunión estuvieron el vicepresidente Cheney, y su abogado de entonces, ahora jefe de gabinete, David Addington; el fiscal general John Ashcroft; Condoleezza Rice, entonces asesora de la seguridad nacional de Bush; Rumsfeld y Haynes. Interrogado sobre el informe, el presidente lo confirmó. "De hecho", dijo a Martha Raddatz de ABC, "le dije al país lo que hicimos. Y también les dije que era legal. Tenemos opiniones legales que nos permitieron hacer eso".

Nota
1
La asfixia ha sido durante largo tiempo entendida como la amenaza -quizás más terrible- a la que se expone el ser humano. La Inquisición Española empleó la tortura por agua de sus víctimas. Los oficiales japoneses que, en las prisiones, la utilizaron contra sus prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial fueron procesados como criminales de guerra por Estados Unidos.

Libros reseñados
Tom Lasseter
Guantanamo: Beyond the Law
serie de cinco artículos del autor
en los McClatchy Newspapers, 15–19 de junio de 2008
Jonathan Mahler
The Challenge: Hamdan v. Rumsfeld and the Fight over Presidential Power
Farrar, Straus and Giroux,
334 pp.
$26.00

Physicians for Human Rights
Broken Laws, Broken Lives: Medical Evidence of Torture by US Personnel and Its Impact
con un prefacio del Mayor General Antonio M. Taguba
130 pp.
disponible en brokenlives.info

14 de noviembre de 2008
6 de noviembre de 2008
©new york review of books
cc traducción mQh
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