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la subasta de perros


columna de mérici
En el proyecto de ley del ministerio de Salud sobre lo que los funcionarios y la ex ministro María Soledad Barría Iroume llaman tenencia responsable de mascotas, se plantea como objetivo retirar a los perros de las calles. Se estipula en el artículo 13 que "[...] las municipalidades implementarán centros de mantención temporal de animales a objeto de albergar a aquellos animales abandonados que se retiren de la vía pública y a los que sean entregados por la comunidad" (el documento del ministerio no ha sido publicado oficialmente, pero se pueda consultar en este enlace). Cuando los perros tengan identificación -vale decir, los perros con dueño- "[...] se notificará a su dueño, el que tendrá un plazo de 72 horas, a contar de la notificación, para proceder a su rescate previo pago de 0,2 UTM por cada día de permanencia [vale decir, 75.228 pesos chilenos por día; una UTM = 37.614 pesos]". Durante su permanencia en los caniles municipales podrán ser retirados por sus dueños o responsables "previo pago de las multas que correspondan así como de los gastos de alimentación y custodia en que incurra la Municipalidad".

El destino que reserva el proyecto a las mascotas que no sean rescatadas es, como quiera que se lo mire, la muerte. "Los animales que no sean reclamados en el periodo establecido", dice el proyecto, "se considerarán sin dueño y podrán ser dados en adopción, subastados o sometidos a eutanasia".

Originalmente, en mi discusión anterior de este proyecto en La perfidia del gobierno socialista, que es una verdadera apología del maltrato y la muerte, no presté demasiada atención a este aspecto. Comentando el mismo artículo, escribí: "[...] es difícil prever para qué o quiénes serviría la subasta de perros no rescatados. ¿Podrían los restaurantes empezar a vender platos a base de carne de perro? Ciertamente si llegásemos a semejante monstruosidad -que en el Chile de hoy no es inmediatamente descartable- este proyecto sólo agravaría la situación de indefensión de los perros".

En realidad, como piensan muchos, es quizás la pretensión más malvada y pérfida de la ley propuesta por el gobierno socialista y sus alcances e implicaciones, incluso desde el punto de vista de la cultura y sociedad chilenas, son simplemente monstruosas. No solamente quiere el gobierno reintroducir el asesinato de perros como práctica normal de las municipalidades en su intento por reducir lo que llaman sobrepoblación canina (en realidad se refieren de este modo las autoridades a los perros abandonados en las calles), sino, además, pretende convertir a los perros en mercancía, permitiendo o autorizando por ley que los perros no rescatados sean vendidos en subasta pública con el evidente e implícito propósito de utilizarlos, o partes de sus cuerpos, en procesos industriales por empresarios poco escrupulosos o simplemente bárbaros. De paso, el gobierno de la presidenta Bachelet se margina de todas las últimas iniciativas y campañas oficiales de prácticamente todos los países europeos y de Estados Unidos, que han prohibido hace poco la utilización industrial o comercial de las mascotas. Francamente, el proyecto del gobierno es un atentado contra el sentido o el espíritu de nuestra civilización.

Para Juan Grau, miembro del directorio de la Sociedad Protectora de Animales Carlos Puelma Besa de Valparaíso, es lo más espantoso del proyecto. Lo que sigue son fragmentos de una conversación que tuve con él hace unos días:

Juan Grau: "Una vez retirados los perros de las calles las alternativas [según el proyecto del gobierno] serían la entrega en adopción, o en protección a instituciones de protección animal, lo cual sería imposible porque ninguna institución de protección animal está en condiciones de recibir esos volúmenes de animales que andan por las calles y a continuación, entonces, se plantea que pudieran ser subastados públicamente, rematados, lo cual es una crueldad horrible porque si los animales son rematados sería para fines de aprovechamiento, o sea para su matanza y para el uso de su cuerpo, de su piel, en distintos procedimientos industriales, por ejemplo para fabricar jabón o para hacer bananos.

AdeM: "¿Qué quiere decir eso? ¿Quiere decir por ejemplo que si yo soy dueño de un restaurante y se me ocurre introducir la comida oriental y ofrecer platos de carne de perro, que puedo ir a la subasta a comprar perros para preparar mis platos? ¿Cómo pueden pensar en una cosa tan absurda? Eso es una salvajada, es de una barbarie increíble.

JG: "Es barbarie y mucho más. Imagínate, y eso fue hecho por funcionarios, por médicos veterinarios, por médicos humanos... ¿Cuánto les habrá costado llegar a esas importantes conclusiones. ¿Te imaginas? [...]
"[...] En una oportunidad fuimos a la municipalidad a conversar con uno de los funcionarios y la persona que nos atendió nos dijo: ‘Yo solucionaría el problema de otra forma, mucho más fácil, para controlar a la población canina y es que ustedes capturaran a todos los perros que hay en la calle y se dediquen a poner una fábrica de jabón’.

AdeM: "¿Quién le dijo eso?

JG: "Una funcionaria de la municipalidad de Valparaíso. Así que no es sólo una idea del ministerio de salud.

AdeM: "¿Hay en Chile alguna empresa o compañía que use a los perros como materia prima para fabricar algo?

JG: "No lo sabemos. Circulan rumores que no hemos verificado, pero que pueden ser perfectamente posibles, que dicen que en la comida de perros que se vende hay ADN de perros que seguramente son capturados para hacer comida para otros perritos que están vivos y que tienen un amo que compra ese alimento. He escuchado que no ocurre solamente en nuestro país sino también en otras partes".

AdeM: "¿Entonces la idea de la subasta [en el proyecto de ley] es que los empresarios puedan comprar perros para hacer cosas, que se los podría comprar por la piel, por la grasa, para hacer cremas para tratar problemas cutáneos...?

JG: "Para hacer cosméticos.

AdeM: "¿Esa es la idea que tiene el ministerio de salud?

JG: "Así lo suponemos nosotros, desde el punto de vista de lo que es la subasta pública. Porque difícilmente alguien los va a rematar para poder cuidarlos.

AdeM: "Aquí se está admitiendo como algo normal discutir sobre las peores atrocidades que te puedas imaginar.

JG: "Uno nunca tiene que bajar la guardia en esta lucha contra el sufrimiento de los animales. [...] Pero nunca vamos a poder estar tranquilos de que en algún instante cambien las políticas, cambien los funcionarios y pueda llegar gente cruel que va a derrumbar todo el avance que se haya logrado".

En el proyecto de ley del gobierno, las perspectivas para los perros y otras mascotas no podrían ser más desoladoras. Efectivamente, es difícil imaginar que el propósito de la subasta sea otro que hacer dinero, como lo admite abiertamente el proyecto cuando plantea que "[...] el valor que se obtenga ingresará a las arcas municipales". O que el motivo de los compradores sea otro que la utilización industrial o comercial de los cuerpos de las mascotas. La subasta pública es quizás la forma más descarnada de la compraventa de animales como mercancías. Se suele subastar artículos cuyo valor es difícil de determinar en el mercado regulado. La fiscalización es ciertamente mínima.

En los últimos años se ha descubierto y denunciado la explotación industrial y comercial de mascotas, especialmente perros y gatos, en países asiáticos como China, Corea del Sur y Tailandia. En esos países, en algunas regiones se considera a los perros y gatos como delicias gastronómicas y se los procesa culinariamente recurriendo a los métodos más atroces imaginables -como cocerlos vivos, por ejemplo. También se los utiliza para la producción de un sinfín de productos, desde artículos como abrigos de piel y calzado, hasta jabón, manteca para freír, peluches, afrodisíacos, guantes, remedios para el reuma, vendajes, bolsas de agua caliente, forros e incluso comida y juguetes para mascotas (en PETA; traducción al español aquí) . Conocida es la crueldad con que se trata y procesa a los animales en esos países, donde se llega al extremo de desollarlos vivos, por considerar más fácil este método.

Muchos de esos productos, e incluso la materia prima de esos productos, encuentran camino hacia los mercados europeos y norteamericanos y probablemente de otras regiones del mundo. Artículos tan simples como llaveros de peluche, si producidos en China o algún país asiático, podrían estar hechos con piel o pelaje de gatos o perros. Algunas marcas de reputación fueron descubiertas produciendo y vendiendo sus productos con etiquetas adulteradas, ofreciendo abrigos de piel de perros o gatos como abrigos de piel de animales exóticos, como lobos asiáticos y otros, algunos incluso imaginarios. Los productos elaborados con perros domésticos que conocemos todos, son frecuentemente presentados como hechos de "sobaki, gae-wolf, chacal asiático, gou-pee, kou pi, gubi, lobo de China, lobo asiático, lommen wolf, loup d´asie, asiatic racoon dog, zorro cosaco, dogues du Chine" (investigación de PETA, en su traducción al español; véase también aquí).

Sólo recientemente, y gracias a la acción de organizaciones de protección animal, algunos países de la Unión Europea han decidido prohibir la importación, elaboración y comercialización de productos que hayan sido elaborados con subproductos de mascotas. En junio de 2007 la Unión Europea prohibió "[...] la comercialización y la importación o exportación desde la Comunidad de pieles de perro y de gato y de productos que las contenga" (Radio Universidad de Chile). Otros países europeos han incorporado en sus legislaciones nacionales la prohibición de la elaboración y venta de subproductos de mascotas, como Francia y Alemania -aunque recién a fines de 2007.

La decisión de la Unión Europea es un importante paso para terminar con la comercialización ilegal de productos fabricados con subproductos de mascotas como perros y gatos. La intención de introducir en Chile la utilización masiva de los cuerpos de las mascotas para la fabricación de artículos para el mercado debe ciertamente ser visto como un retroceso en lo que el filósofo de la cultura Norbert Elias definió como el proceso civilizatorio característico de las culturas occidentales. En zonas rurales de Chile suele hacerse charqui de perro, que se comercializa como charqui de caballo o burro o llamo. En lo más profundo del campo chileno existe la creencia de que el charqui de perro es una buena medicina contra las enfermedades pulmonares. Pero en el conjunto del desarrollo de la sensibilidad chilena, estos productos y la práctica de consumirlos son ciertamente resabios atávicos.

La sensibilidad contemporánea encuentra intolerable la utilización de mascotas como mercancías para ganar dinero -tan intolerable como su consumo como productos culinarios en países asiáticos. El intento del gobierno socialista que transformar en cosa a las mascotas y someterlas al mismo régimen que los animales de granja, transformándolas en meras mercancías en el mercado, es un reto a los sentimientos que las culturas occidentales consideran prácticamente sagrados, como los de reciprocidad, piedad y reconocimiento del derecho a la vida que han sido adoptados por la humanidad occidental masivamente desde mediados del siglo pasado. El proyecto socialista es por eso un intento de aniquilar algunas de nuestras características culturales más nobles.

En concordancia con este macabro proyecto, el gobierno pretende también dejar este negocio de la muerte en manos de empresas privadas. Así lo explicita el artículo 14 de su proyecto de ley: "[...] las municipalidades del país podrán celebrar convenios entre sí, o con otros organismos públicos o privados, a objeto de ejecutar las labores indicadas [retiro de los perros de las calles, confinamiento en caniles, subasta, asesinatos]".

Considerando que este proyecto de ley contraviene la ley vigente contra el maltrato animal y los numerosos dictámenes de las contralorías, en tanto propugna el asesinato de las mascotas abandonadas y la utilización de sus cuerpos para la producción de artículos para el mercado, lo ideal sería poder llevar a sus autores y otros responsables a justicia y pedir su encarcelamiento, en razón del evidente peligro que representan sus ideas para las mascotas y sus tutores. Como es difícil que eso ocurra alguna vez, quizás la opción más cuerda sea escribir a nuestros representantes en la clase política, a los senadores y diputados de nuestras circunscripciones, pidiéndoles que rechacen de plano este proyecto y se nieguen siquiera a discutirlo. Semejante infamia no merece otro tratamiento.

Hay que recurrir a todos los medios posibles para desbaratar este maligno y macabro plan del gobierno socialista.

[cc mérici]

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