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cuba y la oea


Hace mucho que Cuba debió volver a la Organización de Estados Americanos. Pero Estados Unidos, y, sorprendentemente, Cuba misma, siguen oponiéndose.
Cuba fue suspendida de la Organización de Estados Americanos en 1962, cuando Fidel Castro adoptó el marxismo-leninismo y se alineó con la Unión Soviética. Hoy, mientras los ministros de relaciones exteriores de la OEA se reúnen en Honduras en su asamblea anual, dos países se oponen al retorno de la isla a la organización regional: Estados Unidos y, aparentemente, Cuba misma.
Estados Unidos es el único país del Hemisferio Occidental que no ha restablecido relaciones diplomáticas con Cuba, y el gobierno de Obama argumenta que Cuba no debería ser readmitida en la organización -de 34 miembros- sino no inicia antes reformas democráticas. Admitirla sin esos pasos previos, dice el gobierno, violaría la carta magna de la propia organización, la que la obliga a promover y defender la democracia. Cuba dice que no quiere volver, inclusive si fuera permitida, porque la OEA, con sede en Washington, sirve los intereses de Estados Unidos.
Pero el resto de América Latina dice que es hora de poner fin al aislamiento de Cuba y reconstruir la unidad en el hemisferio. Los gobiernos predominantemente de izquierda que gobiernan la región también consideran su retorno como una oportunidad para demostrar su independencia de Estados Unidos y para cobrarle la palabra al presidente Obama, que dijo que actuaría en consonancia con sus aliados.
La readmisión de Cuba en la OEA debió ocurrir hace mucho. Su ausencia es más una reliquia de la Guerra Fría que una instancia de diplomacia moderna. Pero un breve retraso podría ser útil si eso significara más tiempo para que el gobierno de Obama y el del presidente de Cuba, Raúl Castro, repararan primero su relación bilateral. En los cinco meses que han pasado desde que Obama asumiera la presidencia, el gobierno ha levantado las restricciones de viaje impuestas a los cubano-americanos y los límites a las remesas hacia Cuba. Los dos gobiernos han acordado reanudar negociaciones sobre el servicio de correos y las normas de migración que se rompieron en 2003. Cuba misma dijo que consideraría colaborar con Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas, y en situaciones de emergencia, como en caso de huracanes. Estos alentadores desarrollos podrían augurar otros progresos.
Eso es esencial porque Cuba sigue siendo un país atípico. Es el único país del hemisferio cuyos líderes no son elegidos. Ha reprimido la libertad de expresión y la disidencia política, y ha encarcelado a sus opositores -las violaciones a los derechos humanos no pueden ser ignoradas cuando se quiere restablecer relaciones diplomáticas normales. Pero la exclusión de la OEA no ha contribuido a aliviar esas situaciones. La relación, no el aislamiento, llevará cambios a Cuba. Queremos que Estados Unidos ponga fin al embargo comercial, de modo que más negocios y productos estadounidenses lleguen a Cuba. Los estadounidenses, sin distinción alguna, deberían poder viajar a la isla, relacionarse con cubanos e intercambiar ideas. Y la multilateral OEA, con Cuba como miembro, puede servir como instrumento para poner al país en ruta hacia la democracia.

3 de junio de 2009
©los angeles times
cc traducción mQh
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