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en el gulag de la corea comunista


Los campos de trabajos forzados de Corea del Norte son una tenebrosa perspectiva para las periodistas estadounidenses condenadas. De ejecutarse la condena, Laura Ling y Euna Lee podrían ser torturadas e incluso asesinadas en el infame gulag del país.
[John M. Glionna y Paul Richter] Seúl/Washington. La condena norcoreana de dos periodistas de televisión estadounidenses a doce años de trabajos forzados el lunes podría poner en peligro el de por sí difícil objetivo del gobierno de Obama de reducir las ambiciones de producir armas nucleares del autoritario país.
Si no se llega a un acuerdo, a las dos mujeres les espera un sombrío futuro en un brutal sistema carcelario notorio por su falta de alimentos adecuados y cuidados médicos y su alta tasa de mortalidad.
Laura Ling y Euna Lee, periodistas de Current-TV, de San Francisco, fueron condenadas por la Corte Central del país por un "grave delito" no especificado contra el régimen totalitario después de su detención en marzo en la frontera china-norcoreana cuando preparaban un reportaje sobre trata de personas.
En una seca declaración el lunes, la Agencia Central de Noticias de Corea no dice dónde deberán cumplir las mujeres la sentencia. Los norcoreanos que reciben sentencias similares de "rehabilitación a través del trabajo" a menudo mueren de hambre o bajo torturas en un sistema penal considerado por muchos como el más represivo del mundo, según David Hawk, autor del estudio ‘The Hidden Gulag: Exposing North Korea’s Prison Camps’, de 2004.
En medio de la indignación internacional por las sentencias, la Casa Blanca dijo el lunes que estaba "explorando todos las vías posibles" para obtener la liberación de Ling, 32, y Lee, 36.
Un objetivo estadounidense es impedir que se las vincule con la disputa más amplia sobre el programa de armas nucleares de Corea del Norte. Pero el resultado de esos esfuerzos es muy incierto, dicen expertos.
"Creo que es muy improbable que los norcoreanos las dejen partir sin alguna forma de extorsión", dijo L. Gordon Flake, experto en Corea y presidente de la fundación Maureen and Mike Mansfield, un laboratorio ideológico de Washington. "Pero ceder a esa extorsión socavaría fundamentalmente los intereses de seguridad más amplios de Estados Unidos".
El problema de la vinculación podría ser el más importante para el destino de las mujeres. Funcionarios estadounidenses temen que los norcoreanos intenten hacer depender toda reducción de las sentencias de las periodistas del tipo de castigo que impongan Naciones Unidas o países individuales en respuesta a las recientes pruebas con misiles y detonaciones nucleares de Pyongyang.
La secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton dijo que aunque el gobierno estaba "profundamente preocupado" por la extensión de las sentencias, las diferencias de Estados Unidos con Corea del Norte por el programa de armas nucleares de Pyongyang están "separadas y aparte de lo que está ocurriendo con las dos periodistas".
Sin embargo, si Estados Unidos se niega a fundir los dos temas, dicen analistas, la eventual liberación de las dos mujeres podría ser postergada indefinidamente.
Si las mujeres son encarceladas por un período prolongado, los analistas creen que podrían ser enviados a un kyo-hwa-so, o reformatorio de reeducación, "que es equivalente a un centro penitenciario en Estados Unidos, en contraste con la cárcel de condado o los centros de detención para delitos menores", dijo Hawk.
"Se trata de trabajos forzados en condiciones extremadamente brutales", dijo. "Esos lugares tienen tasas de defunción en prisión muy altas. Las muertes por trabajos forzados y alimentación insuficiente son muy abundantes".
Muchos campos de reeducación norcoreanos, dijo, están asociados con minas o fábricas textiles donde los largos turnos de trabajo son a menudo seguidos por sesiones de autocrítica, donde además deben aprender de memoria la doctrina comunista norcoreana.
El significado literal de kyo-hwa-so es "lugar para convertir en virtuosa a una persona por medio de la educación", dijo Hawk, que entrevistó a una docena de sobrevivientes para su estudio por encargo de una organización conocida como el Comité Estadounidense para los Derechos Humanos en Corea del Norte.
Sin embargo, Hawk, como otros expertos, espera que las dos mujeres puedan eludir la peor de las posibilidades debido a la atención que se brinda al caso en la prensa internacional.
"Si envían a las mujeres a uno de esos campos, probablemente tomarán medidas para que no mueran durante su encarcelamiento", dijo. "Probablemente las van a tratar mejor".
Funcionarios estadounidenses reconocieron el lunes que han estado discutiendo la idea de mandar a Corea del Norte a un enviado de alto nivel para tratar de liberar a las mujeres, de acuerdo a un esquema que fue utilizado para conseguir la libertad de prisioneros norteamericanos en los años noventa. Pero dijeron que no se había llegado a ninguna conclusión sobre el tema, y sugirió que quizá sea necesario algún trabajo diplomático preliminar antes de que se pueda dar ese paso.
El gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, que ayudó a negociar la liberación de prisioneros norteamericanos en los años noventa, y que ha estado participando en conversaciones con el gobierno de Obama, sugirió en una entrevista con el programa de entrevistas ‘Today’ del canal NBC, que hablar de un enviado era "prematuro, porque lo que primero tiene que ocurrir es la creación de un marco de negociaciones para conseguir su liberación por razones humanitarias. Deberíamos tratar de conseguir algún tipo de perdón político".
Richardson fue mencionado como uno de los posibles enviados, así como el vicepresidente Al Gore, que es uno de los fundadores de Current TV, la compañía de San Francisco que emplea a Ling y Lee. Gore ha guardado silencio, posiblemente por temor a que su visibilidad politice el problema y reduzca las posibilidades de que las mujeres sean liberadas, dicen analistas.
Charles L. Pritchard, ex funcionario norteamericano que estuvo involucrado en negociaciones similares para liberar a ciudadanos estadounidenses de Corea del Norte, predijo que la liberación de las dos mujeres probablemente exigiría "intensas negociaciones entre bastidores" con Pyongyang.
Dijo que los norcoreanos podrían querer usar este caso para "castigar a Estados Unidos, ahora que serán sancionados y castigados por Naciones Unidas... No creo que vaya a ser fácil encontrar una solución rápida".
Por su parte, Richardson dijo que el hecho de que los norcoreanos no hayan acusado a las mujeres de espionaje podría ser una razón para no perder la esperanza. También observó que Corea del Norte no ha vinculado explícitamente las discusiones sobre las periodistas con negociaciones sobre la disputa más general entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Las familias de las prisioneras expresaron consternación por las duras sentencias.
"Estamos muy preocupados sobre su situación mental y bienestar", dijeron en una declaración. "Laura sufre de una grave enfermedad que de seguro se exacerbará con esta drástica sentencia. Euna tiene una hija de cuatro años que ya está mostrando síntomas de angustia por la ausencia de su madre. Creemos que los tres meses que han pasado detenidas con poca comunicación con sus familias son bastante largos".
Mientras funcionarios estadounidenses sopesan las opciones, expertos con conocimiento del escuálido sistema penitenciario de Corea del Norte enfatizan que el tiempo es esencial.
"Lo primero que se me vino a la mente cuando me enteré de la sentencia, fue que, desde el punto de vista estadounidense, esas sentencias equivalen a una pena de muerte", dijo Scott Snyder, director del Center for U.S.-Korea Policy de la Fundación Asia, un centro de estudios en Washington.
"En ese tipo de ambientes no hay muchas garantías. Es diferente a cualquier prisión de Estados Unidos hoy.  Este es un aleccionador reto para el nuevo gobierno".
Kim Hyuck, el desertor norcoreano que pasó un total de siete meses en un kyo-hwa-so entre 1998 y 2000, dijo que el porcentaje de prisioneros que mueren debido a las severas condiciones sería inimaginable en Occidente.
"No es un lugar fácil", dijo sobre los campos Kim, 28, que ahora estudia matemáticas en una universidad de Corea del Sur. "Hay centros para hombres y mujeres. Pero incluso los centros de mujeres no son de ninguna manera cómodos... Cuando estuve en el centro, murieron entre 600 y 700 presos, de un total de 1.500".
Kim y Hawk dijeron que el día en el campo empieza antes del amanecer, cuando sirven a los presos una "aguada papilla de maíz", para sen enviados a sus tareas.
Enfermarse, dijo Kim, normalmente significa morir.
Muchos mueren de desnutrición y síntomas relacionados como diarrea y fiebre, dijo. "Hay no medicinas. Los oficiales nos dan un polvo hecho de hojas de pino. Nos daban eso para todo tipo de enfermedades, sólo para darnos algún consuelo".
Hawk dijo que para mantener el control recurrían a menudo a  la tortura y los castigos. "La gente es castigada por violar las reglas del campo", dijo.
La infracción más habitual es tratar de robar comida. "Es una infracción comer materiales destinados a ser comida para el ganado".
Los prisioneros políticos viven en condiciones todavía peores, dijo.
"De los presos políticos se ocupa especialmente la agencia de espionaje de Corea del Norte", dijo Kim. "Son golpeados salvajemente. No se responsabiliza a nadie por sus muertes".

Barbara Demick en Pekín y Ju-min Park en Seúl Bureau contribuyeron a este reportaje.

22 de junio de 2009
9 de junio de 2009
©los angeles times
cc traducción mQh
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