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Sobre la crisis en Honduras.
[Sara Miller Llana] Ciudad de México. Consciente de su dominación histórica de América Latina -incluyendo todo un historial de apoyo a brutales dictaduras de extrema derecha-, Estados Unidos buscó rápidamente un lugar entre las sombras después de que jefes militares derrocaran al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el 28 de junio.
Estados Unidos denunció el derrocamiento, plegándose a la Organización de Estados Americanos (OEA) en su condena y colocando todo su peso detrás del presidente costarricense, Óscar Arias, como el principal negociador en el peor conflicto político en América Central desde la invasión de Panamá en 1989.
Ahora, mientras crece la frustración a ambos lados a medida que la resolución parece más improbable, ese papel en la butaca de atrás está siendo cada vez más cuestionado.
La posición de Estados Unidos se acopla con la de otros países en todo el planeta, y muchos dicen que el gobierno de Obama hace bien en no mostrarse agresivo en sus intentos de mediación regional para restituir al presidente Zelaya.
Pero repentinamente, presidentes de izquierda como Hugo Chávez, de Venezuela, que inicialmente se encontraban al mismo lado que Estados Unidos, acusan a Washington de no adoptar una postura más severa contra el nuevo régimen de facto, mientras que comentaristas que apoyan el golpe hondureño dicen que la pasividad de Estados Unidos sólo busca aprovecharse políticamente del asunto.
"El Departamento de Estado no quiere pelear con nadie en la región, especialmente no con Chávez, y especialmente no por un país tan pequeño como Honduras", dice Juan Ramón Martínez, analista político hondureño. "Es por eso que no hay resolución en Costa Rica. Porque Arias sólo reitera la posición de Estados Unidos".

Negociaciones Empantanadas
Las conversaciones con Arias se suspendieron el domingo por conflictos sobre una disposición clave: que Zelaya sea restituido al poder hasta que finalice su mandato en enero de 2010.
La propuesta de siete puntos, presentada a los dos lados durante el fin de semana, incluye la formación de un gobierno de unidad nacional, con representantes de todos los partidos políticos. Las elecciones, programadas para noviembre, deberían ser adelantadas en un mes. Zelaya tendría que declarar sus intenciones de no reformar la Constitución -la causa de su derrocamiento después de que instituciones de su país y muchos otros creyeran que quería derogar las restricciones a la reelección presidencial [lo que era derechamente imposible en Honduras, pues un presidente no puede por sí solo derogar la Constitución].
Pero el gobierno de facto de Honduras, dirigido por Roberto Micheletti, calificó el plan de "inaceptable".
"No fue posible alcanzar un acuerdo satisfactorio. La delegación de Zelaya aceptó completamente mi propuesta, pero no la de don Roberto Micheletti", dijo Arias el domingo.

Zelaya Dice Que Volverá
Zelaya ha jurado volver a casa, pero el domingo dijo que primero le daría una oportunidad al diálogo.
Estados Unidos ha suspendido todas las ayudas militares a Honduras. Pero Zelaya ha instado a Estados Unidos a hacer más, incluyendo el retiro de su embajador, como han hecho otras naciones. Chávez, que ha rechazado el proceso de negociaciones en Costa Rica, incluso acusó a Estados Unidos de estar implicado en el golpe de estado.
"El ejército hondureño no habría actuado sin la aprobación del Departamento de Estado. No creo que se lo hayan contado a Obama, pero detrás de Obama hay todo un imperio", dijo Chávez durante una visita a Bolivia la semana pasada. Otros presidentes de izquierda en la región también han acusado a Estados Unidos de ser responsables del derrocamiento de Zelaya.

Estados Unidos Adopta Posición Liviana
Robert Pastor, experto en América Latina de la Universidad Americana en Washington, dice que Estados Unidos mantiene el curso apropiado. "Creo que el gobierno de Obama tiene razón en no rechazar ni apoyar a Chávez, sino más bien tratar de hacerse a un lado para apoyar la mediación", dice. "Creo que es ciertamente irónico que aquellos que han acusado a Estados Unidos de aplicar mano dura [en América Latina] ahora lo acusan de ser demasiado blando".
Dice que no cree que Estados Unidos sea responsabilizado si no se encuentra una solución.
Pero Arias hace frente a enormes presiones para hallar un compromiso, especialmente ahora que aumentan las perspectivas de violencia en momentos en que las dos partes endurecen sus posiciones. Arias, que ha supervisado cuatro días de negociaciones, dijo que necesita más tiempo. "¿Cuál es la alternativa del diálogo?", dijo. "Podría haber una guerra civil y un derramamiento de sangre que el pueblo hondureño no se merece".
Sin embargo, mientras él y la comunidad internacional insistan en que Zelaya retorne a la presidencia de Honduras, no se abrigan grandes esperanzas de una solución pronta de la crisis. "No se ha propuesto nada nuevo", dice Martínez, que propone que una tercera parte -ni Micheletti ni Zelaya- ocupe la presidencia. "Están repitiendo lo mismo sin escuchar a Honduras ni a su pueblo".

10 de agosto de 2009
20 de julio de 2009
©christian science monitor
cc traducción mQh
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