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en india la superstición


Un pueblo indio acosado por misteriosas muertes. El hijo de Kartara Ram murió el 3 de julio; 17 días después murió otro hombre, la quinta muerte inesperada en el pueblo de Amloha, en el estado indio de Haryana, desde fines de diciembre. Los vecinos concluyeron que el dios del pueblo estaba enfadado.
[Mark Magnier] Desde Amloha, India. Algunos dicen que fueron las oraciones; otros, las vigilias nocturnas, y otros, los tres días de ayuno y abstinencia. Lo que quiera que sea que ha provocado la ira del dios, los vecinos de este pueblo de seiscientos habitantes respiraron tranquilos el jueves cuando el día terminó sin registrar otra muerte.
"Teníamos tanto miedo", dijo Kuldeep Singh, 32, jefe de la aldea. "Ahora nos sentimos mejor".
Desde fines de diciembre vive Amloha en el temor, cuando murió, misteriosamente, la primera persona. En los últimos meses, fallecieron otros cuatro, a intervalos bastante regulares, en un lugar donde pasan años sin un funeral. Todos los difuntos eran aparentemente personas sanas y no se veía claramente la causa de muerte.
El intervalo entre las últimas dos muertes fue de diecisiete días, lo que llevó a algunos a esperar nerviosamente para ver que pasaría el jueves diecisiete días después.
La superstición tiene una larga y rica historia en India. Aunque algunas de estas prácticas parecen poéticas a los extranjeros, dice Sanal Edamaruku, presidente de la Asociación Racionalista de India, de Nueva Delhi, pueden tener consecuencias mortales. No se tratan las enfermedades, los niños discapacitados son enterrados hasta el cuello durante los eclipses, se arroja a niños desde balcones para ser cogidos en el aire y alejar a los malos espíritus, dijo.
"Aquí falta pensamiento crítico", dice Edamaruku, que ha tratado durante los últimos veinticinco años de destruir mitos, liquidar fantasmas y suprimir la histeria de masas, pero reconoce que es una tarea difícil.
"Esa es la ironía de India. Somos una potencia emergente con creencias del siglo quince".
Entre otros factores, dicen los expertos, se encuentra la insuficiente educación, la reverencia en que se tiene a los textos antiguos junto con historias fantásticas tomadas a veces literalmente y el deseo de entender lo aparentemente inexplicable.
"Cuando algo sale mal, es fácil creer en lo misterioso, porque te absuelve de responsabilidad", dijo Harish Shetty, psiquiatra social de Nityanand Clinics en la ciudad de Bombay, al este del país. "India tiene grandes ingenieros, pero cuando se trata de casarse, tropiezan con un montón de supersticiones. Está en nuestra psique".
Roshan Lal, 55, uno de los hombres sabios del pueblo de Amloha, dijo que buscó respuestas racionales después de la seguidilla de muertes, pero no las encontró. Así que él y el resto de la comunidad concluyeron que la diosa del pueblo, Khera, debía estar enfadada.
"Siempre he querido creer en la ciencia, pero ahora he concluido que eso fue el trabajo de fuerzas alternas", dijo Lal, luciendo un pañuelo blanco, mientras conversaba con otras luminarias del pueblo. "Nuestra diosa ha estado enfadada antes, pero nunca tanto".
Ese antes es 1980, dicen los aldeanos, cuando cinco de diez personas fueron mordidas por serpientes, a cortos intervalos.
Mohan Lal, 50, cuyo hijo Rahul murió inesperadamente el 15 de junio, dijo que Khera podría estar enfadada porque cuatro días antes alguien puso maquillaje y otros cosméticos en su plantación. O, podría ser porque alguien guardó caramelos en el terreno de la cremación hace dos años. Las dos cosas son tabú.
El siguiente en morir fue Kartara Ram, hijo de Dhaarampal, el 3 de julio. "Fue muy doloroso perder a mi hijo", dijo. "Siento como si me hubiese muerto yo mismo".
Los vecinos indican otras evidencias. Cuando el vecino Raman Kumar murió el 20 de julio, los aldeanos incineraron su cuerpo y volvieron dos días después para arrojar al río los restos no quemados, para respetar las tradiciones locales. Para su horror, sin embargo, su cráneo, otras partes y el sudario habían desaparecido. Entonces se dieron cuenta de que fue el día del eclipse solar.
El jueves los misteriosos sucesos en Amloha fueron noticia de primera plana en toda India. Desde temprano en la mañana, el camino de una vía de tierra del pueblo estuvo atascado por los equipos de televisión.
"Estos tipos de la tele están enfermos", dijo Sohan Lal, cerca de los cuarenta. "Hay algo malo en sus cabezas".
Algunos expertos observan que en India, la superstición puede engendrar sucesos masivos e histeria. En 2006 se corrió el rumor de que el agua de un manantial cerca de la sepultura de un santo musulmán en Bombay sabía inusualmente dulce para ser agua salada, provocando que se aparecieran de un día para otro diez mil personas a beber allí.
La asociación racionalista dijo que instó a la gente no beber del agua y esperar a que se hiciesen pruebas, como dijeron los funcionarios municipales, pero la mayoría de la gente ignoró el consejo. El agua contenía cientos de veces el nivel tolerable de bacteria E. coli debido a la contaminación por las aguas servidas y otros residuos líquidos. Científicos y funcionarios dijeron que el cambio en el sabor del agua se debía probablemente a las fuertes lluvias del monzón.
"Incluso cuando mejoramos la alfabetización, a menudo carecemos de formación científica, pese a todos los ingenieros que produce India", dijo Edamaruku. "Lanzaremos un cohete, pero un santón romperá un coco para asegurarse de que sea la ocasión propicia".
El jueves, los viejos de Amloha dijeron que las muertes han generado la mayor atención que ha recibido la comunidad en toda su larga historia. El pueblo de exuberantes plantaciones de arroz y conos de seis metros de estiércol de vaca yace en lo más profundo de Haryana, uno de los estados indios más prósperos, a cuatro horas en coche desde Nueva Delhi.
"En realidad, aquí no ha pasado nunca nada", dijo Singh.
"Echamos a los británicos en 1947", dijo Mehar Singh Lambardar, 80, que vive con su padre, cuya edad nadie recuerda, a un periodista. "Usted es probablemente el primer extranjero que nos visita desde que se marcharon los ingleses".

Anshul Rana contribuyó a este reportaje.

21 de septiembre de 2009
7 de agosto de 2009
©los angeles times 
cc traducción mQh
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