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diputado se insolenta con cancilleres


Negociaciones en Honduras para poner fin a la crisis. Representantes del derrocado presidente Manuel Zelaya y del gobernante de facto, Roberto Micheletti, se reúnen en Tegucigalpa.
[Alex Renderos y Tracy Wilkinson] Tegucigalpa, Honduras. Representantes del presidente hondureño Manuel Zelaya y de las autoridades de facto que lo depusieron en un golpe en junio, se reunieron el miércoles en un intento de poner fin a la crisis que ha dividido y aislado a este empobrecido país.
Con ministros y diplomáticos extranjeros a la mano para conciliar a las partes profundamente polarizadas, empezó una tensa ronda de negociaciones destinadas a rescatar a Honduras de lo que un participante llamó "la oscuridad, el caos infinito, el miedo y la incertidumbre".
"Hemos venido a buscar soluciones concretas para una situación que no puede continuar", dijo José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos, que está supervisando las negociaciones.
No se espera que se avance muy rápidamente. Los principales protagonistas, Zelaya y el hombre que lo derrocó, Roberto Micheletti, no se reunirán cara a cara y no quedó claro que estuvieran dispuestos a hacer concesiones, especialmente sobre el punto más polémico: el retorno de Zelaya a la presidencia.
Las negociaciones del miércoles fueron las primeras desde mediados de julio, cuando el presidente costarricense, Óscar Arias, presentó un plan de doce puntos que fue finalmente rechazado por Micheletti.
Los diplomáticos dijeron que han detectado un nuevo ímpetu que podría conducir a una solución. Honduras está sufriendo las consecuencias de sanciones internacionales impuestas en castigo por el golpe, incluyendo la pérdida de cientos de millones de dólares en ayudas y en comercio que el país necesita desesperadamente. Washington también canceló las visas de viaje de Micheletti y otros altos funcionarios y hombres de negocios.
Y muchos hondureños, incluyendo a los que respaldaron el golpe, expresan crecientes temores de que la continuación de la convulsión política ponga en peligro las elecciones del 29 de noviembre.
"Las esperanzas de Honduras, y del mundo, dependen del grado en que ambos, Zelaya y Micheletti... acepten que la situación actual es insostenible", dijo el diario hondureño El Heraldo en un editorial del miércoles. La comunidad internacional respalda a Zelaya en su exigencia de restitución.
Según el plan propuesto por Arias, que es también un Premio Nobel de la Paz, Zelaya asumiría la presidencia con poderes limitados como parte de una coalición de gobierno. Su mandato termina en enero.
Micheletti se ha negado obstinadamente a aceptar la propuesta de restitución de Zelaya. Pero algunos de los aliados de Micheletti han empezado a titubear.
El embajador estadounidense en Honduras, Hugo Llorens, mantuvo varias reuniones secretas con hombres de negocios y políticos insistiendo en que acepten la restitución de Zelaya, de acuerdo a participantes.
Zelaya, un rico empresario maderero cuyo giro hacia la izquierda enfureció a las poderosas elites hondureñas tradicionales, fue derrocado el 28 de junio. Oficiales militares lo detuvieron en su casa en la madrugada y lo subieron a un avión en dirección a Costa Rica [parando antes de la base aérea norteamericana de Palmerola], en el primer golpe militar en América Central en los últimos dieciséis años. Hace dos semanas, Zelaya volvió clandestinamente al país y se refugió en la embajada de Brasil.
Micheletti y sus partidarios acusan a Zelaya de querer utilizar una posible reforma constitucional para hacerse reelegir, una medida considerada ilegal por el Congreso y tribunales.
Las negociaciones del miércoles empezaron con una ceremonia formal en el Hotel Clarion en Tegucigalpa, presidida por Insulza, de la OEA. Las delegaciones de tres miembros, que representan a los dos lados, se reunieron luego a puertas cerradas.
Micheletti sonó conciliador en la víspera de las negociaciones, prometiendo llevar un "nuevo espíritu" al diálogo. Pero el miércoles noche, confrontó colérico a los diplomáticos de la delegación de la OEA, entre los cuales un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, denostándolos por no mostrar suficiente simpatía por su causa.
"No tenemos miedo de Estados Unidos, ni del Departamento de Estado, ni de México ni Brasil", gritó ante los sorprendidos diplomáticos. "Pero tenemos miedo cuando se trata de Zelaya".
Los partidarios del presidente derrocado han expresado preocupación de que las fuerzas golpistas usen las negociaciones para ganar tiempo -una advertencia que el presidente reiteró este miércoles.
La crisis en Honduras ha contrariado a los diplomáticos en todo el hemisferio. Washington no ha sido capaz de resolver esta crisis por sí solo, pese a su influencia tradicionalmente fuerte en el pequeño país centroamericano.
Los partidarios hondureños del golpe afirman que han salvado al país de lo que llaman "socialismo", pero la mayoría del resto del mundo ve el golpe como un retroceso hacia el tormentoso pasado latinoamericano.
Víctor Meza, ministro del Interior de Zelaya que dirige a su equipo en las negociaciones, dijo que la crisis ha mostrado que aunque Honduras logró construir instituciones democráticas, todavía carece de una "cultura democrática".
"En la democracia los errores se corrigen con más democracia, no con golpes de estado", dijo.

8 de octubre de 2009
©los angeles times 
©traducción mQh
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