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el pobre siempre paga


No es la primera vez que los incendios de la Comuna 13 de Medellín son atribuidos a luchas entre las bandas. En 2001 la causa fue una retaliación contra don Berna y en 2007, aunque no se denunció, las circunstancias fueron idénticas.
Colombia. Medellín ha sufrido varios incendios. El 3 de abril de 2001, la banda de alias ‘Frank’ prendió fuego al asentamiento El Esfuerzo como represalia a las autoridades. Y en 2007 un incendio parecido al actual ardió en el mismo sector de la Comuna 13, pero en ese entonces nadie habló de manos criminales.
Dicen que el primer rancho que ardió en la madrugada del 3 de junio fue el de Gloria Bermúdez, en la parte baja de Altos de la Virgen, en las laderas occidentales de la Comuna 13 de Medellín. El fuego, avivado por las ráfagas de viento que pegan sobre ese lado de la ciudad, pronto se extendió loma arriba. El desastre fue cosa de minutos. Casi a las 3:00 de la mañana, la montaña ardía toda y los habitantes lloraban resignados por no haber tenido tiempo de sacar nada, apenas la ropa que llevaban puesta. Si los bomberos no hubieran llegado pronto, el fuego hambriento habría seguido hacia el sur, sobre el barrio El Socorro. Todo cesó al amanecer. El censo de las autoridades estableció que eran 192 las familias damnificadas, 730 personas otra vez sin nada, 310 de ellas menores de edad.
Esa mañana, con la cicatriz de la montaña todavía exhalando humo, el alcalde de la ciudad, Alonso Salazar, oyó una acusación repetida entre los damnificados: que el incendio había sido provocado por manos criminales. Fue tanta la insistencia de la gente que él mismo ordenó una investigación. Las autoridades acaban de establecer que la noche del incendio, antes de que comenzaran las llamas, hubo ráfagas de disparos entre las dos bandas que se disputan el control de la zona. Una es ’La Agonía’, cuyos integrantes son de Altos de La Virgen y responden al mando de alias ’Valenciano’. Y la otra es ’La Quiebra’, del barrio Juan XXIII, aledaño a la zona de la conflagración, y que responde al mando de alias ’Sebastián’.
’Valenciano’ y ’Sebastián’ son los dos grandes capos del crimen organizado en Medellín, rabiosos enemigos entre sí que, tras la mediación de la Iglesia y varios garantes de la sociedad civil, se comprometieron a respetar un pacto de no agresión durante los IX Juegos Suramericanos, disputados en la ciudad el pasado abril, periodo en el que la capital antioqueña observó una evidente disminución en los índices de criminalidad. Pero al parecer la tregua es cosa del pasado.
La guerra se siente sobre todo en la Comuna 13. La violencia se ha disparado en promedio de 18 personas asesinadas al mes a 30 homicidios en los primeros 20 días de mayo. La orden de ’Sebastián’ es sacar a la gente de ’Valenciano’ de la zona.
Esa misma comuna se convirtió en escenario del primer enfrentamiento armado del Estado contra las bandas. Allí, en octubre de 2002, tanques y helicópteros del Ejército tuvieron sitiada la zona durante cuatro días hasta que pacificaron los barrios. Siete años y medio después las alarmas están otra vez prendidas. La Personería ha identificado 30 bandas armadas, unas al servicio de ’Valenciano’ y otras al servicio de ’Sebastián’; algunas utilizan granadas y fusil, y atemorizan a los pobladores.
"Sabemos que esa noche ambas bandas se dispararon y se gritaron amenazas. Al parecer, uno de los combos implicados habló de prenderles fuego a los ranchos. Esa amenaza, hay que decirlo, no era nueva y la gente ya estaba prevenida. En los postes y en los transformadores de energía del sector, los bomberos encontraron impactos de bala", dice un miembro de la Fiscalía vinculado a la investigación. Las primeras pesquisas de las autoridades indican que alias ’Cristian’, miembro de ’La Quiebra’, lanzó una botella de gasolina con mecha encendida sobre las tablas de una casa, la de Gloria Bermúdez, y allí comenzó el infierno. ¿Fue realmente así?
La mañana después del incendio, convencidos de que las llamas se habían originado de esa manera, los miembros de ’La Agonía’ quisieron vengar la afrenta y caminaron en dirección del barrio Juan XXIII en busca de los supuestos responsables. La Policía, advertida de la gravedad de los hechos, ya estaba en el sector y debió intervenir. No hubo capturas ni más hechos que lamentar, hasta ahora.
"Nosotros no hicimos nada. El fuego lo prendieron ellos mismos para echarnos ese muerto. Lo que ellos quieren es que la gente se nos venga encima", dice Mario, miembro de ’La Quiebra’. Debajo de su camisa se adivina la cacha de un revólver. Aunque el día amenaza lluvia, el muchacho lleva lentes oscuros. El informe del Cuerpo de Bomberos de Medellín no es concluyente. Según Camilo Zapata, subdirector del Sistema de Atención y Prevención de Desastres de la Alcaldía de Medellín, los bomberos no encontraron nada que desmienta ni confirme una mano criminal en el incendio. "No hay rastros de pipetas de gas, o de veladoras, o de un corto circuito. Nada", reconoce el funcionario.
Hace justo dos años, el 30 de diciembre de 2007, otras 86 familias, unas 400 personas, fueron víctimas de un incendio idéntico, justo en el mismo sector de la Comuna 13. Esa vez, sin embargo, nadie habló de manos criminales, quizás porque los tentáculos criminales de ’Valenciano’ y ’Sebastián’ no habían llegado al barrio. A pocos metros de la enorme mancha de tierra quemada pasan, modernas, las cabinas del Metrocable, que hacen parte del sistema Metro, orgullo de la ciudad y ejemplo de eficiencia y pulcritud. Tres kilómetros al norte, en el mismo sector, se levanta majestuosa la urbanización Villa Suramericana, 13 torres de apartamentos que sirvieron de sede a los casi 4.000 atletas que participaron en los pasados juegos. Hoy, después de una aplaudida estrategia de la Alcaldía de Medellín, los 620 apartamentos comienzan a ser entregados como soluciones de vivienda popular.
"No deja de ser una ironía que en medio de tantos ejemplos de buena gestión pública se viva una situación tan azarosa", advierte una profesional del sistema Metro, enfundada en su uniforme color ratón. Varias veces, por culpa de las balas que cruzan de un lado a otro de la montaña, el sistema de cabinas ha debido suspenderse para resguardar la vida de los pasajeros, que en algunos tramos están suspendidos a más de 30 metros del suelo.

Doloroso Precedente
Esta no sería la primera vez que los grupos armados, en su afán de someter un sector de la ciudad, arremeten contra un barrio y le prenden fuego así no más. Eso ya pasó en Medellín. Fue el 3 de abril de 2001. La banda de alias ’Frank’, otro capo ya extinto, incendió El Esfuerzo, un asentamiento de 40 ranchos en el barrio París, en el extremo noroccidental de la capital de Antioquia. Esa vez, las autoridades calcularon en 210 el número de damnificados.
’Frank’ era dueño de al menos 30 buses de dos reconocidas empresas, de los que se había apoderado a fuerza de extorsiones y asesinatos. Como si fuera poco, les cobraba vacuna a los otros 280 vehículos de ambas empresas, con lo cual se aseguraba ingresos, en esa época, cercanos a los 2.300 millones de pesos mensuales. Otro capo iracundo, ’Don Berna’, señor de sus propios ejércitos, decidió arrebatarle su botín a ’Frank’ e irrumpió con sus hombres en París.
A finales de marzo de 2001, el bloque Cacique Nutibara de las autodefensas asesinó a cinco hombres, tres de ellos trabajadores de ’Frank’, razón por la cual el capo, en represalia, ordenó quemar el asentamiento El Esfuerzo, por donde, al parecer, irrumpieron los sicarios de ’Don Berna’. Tres años después de aquellos hechos, en 2004, en uno de los operativos más grandes de los que tenía noticia Medellín, 600 policías, 200 soldados y 47 fiscales decomisaron 40 buses de transporte público propiedad de ’Frank’ y arrestaron a una veintena de hombres acusados de ser trabajadores del capo. Lo responsabilizaban, entre otros delitos, de la muerte de la fiscal Margarita Pulgarín, cometida en abril de 2000, y del incendio del asentamiento El Esfuerzo, donde además, días antes de la conflagración, fue hallado el cadáver de un hombre atravesado por una varilla de hierro. Así iban las cosas entonces en la ciudad.
Hace una semana, en Altos de la Virgen, las llamas lograron una altura de hasta 20 metros, dijeron los bomberos, por eso todo se consumió tan rápido: muros de madera, techos de latón, pisos de tierra, ventanas de plástico, camas de tablas, cortinas de fieltro. La pobreza es combustible, ya se sabe.

16 de junio de 2010
12 de junio de 2010
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