Blogia
mQh

colombia en manos de la mafia


"La mafia creó un nuevo país". La politóloga Claudia López habla sobre los avances de la criminalidad en el Estado colombiano descritos en un reciente libro del cual es coautora.
Colombia. Cuando trascendió el Pacto de Ralito, el documento que mostró sin tapujos la alianza de políticos y paramilitares, sacudió la institucionalidad del país. Allí se decía que la criminal alianza buscaría "refundar la patria". Hoy, un grupo de destacadas organizaciones sociales presentan un libro que apunta a soportar la tesis que se evidencia en su título: ‘Y refundaron la patria’... Claudia López, editora de la publicación y autora del más extenso de los capítulos, habló con SEMANA sobre algunas de las conclusiones de este texto que sin duda será referente de análisis y debate para comprender la historia reciente del país.

SEMANA: En el libro parten de la teoría de que en Colombia los ilegales buscaron capturar la legalidad, pero descubren todo lo contrario. ¿Cómo se explica esto?
CLAUDIA LÓPEZ: Lo diferente es que en Colombia algunas élites legales son las que buscan a la mafia, utilizándola para sus intereses. Esto sucede sin que los ilegales lleguen a actuar como un solo grupo, por ejemplo en el Congreso. Cuando lo intentan hacer es muy burdo y fracasan, pues son minoría. Pero sí tienen éxito dentro de la bancada de gobierno, donde son mayoría.

SEMANA: ¿Esto tiene que ver con su afirmación de que parte del uribismo estaba criminalizado y paramilitarizado?
C.L.: La prueba es que en el Congreso de 2002 el uribismo es el movimiento que tiene mayor fuerza de atracción de políticos criminalizados. Ocho de cada diez estaban allí. Pero es más que porcentajes. El presidente Uribe, en su coalición de gobierno, los acepta porque le pesó más lograr mayorías y gobernabilidad que las consideraciones de legalidad. Además, hay coincidencias ideológicas de intereses políticos y económicos entre uribismo y narcoparamilitarismo.

SEMANA: Un hito de la mafia en el poder es la llegada de Pablo Escobar como congresista en los años 80, cuando los dineros calientes circularon en muchas campañas políticas. ¿Qué hace la diferencia ahora?
C.L.: Crecieron en magnitud y en la amenaza que representan. En la época de Escobar no había ni el uno por ciento de los congresistas con vínculos probados. En el Proceso 8.000, el 12 por ciento de los congresistas fueron judicializados. En 2002, ya eran el 35 por ciento. Al principio solo buscaban reducir su riesgo penal eliminando la extradición. Esto cambió y ya tuvieron capacidad de modificar normas e influir en temas claves, como el agrario, donde se buscó legalizar el despojo. Antes, su capacidad de influencia se limitaba a financiar campañas y cobrar el favor. Ahora, al unirse con el paramilitarismo, logró una bandera de enorme aceptación que fue la contrainsurgencia, pese a que está probado que fueron muchos menos los combates de lo que se cree y más bien se dedicaron a perseguir a la izquierda civil.

SEMANA: Guerrilla, narcos y paras han buscado doblegar el Estado. ¿Cuál es la diferencia?
C.L.: La teoría dice que quien tenga capacidad de coaccionar con las armas y dinero para sobornar, puede capturar el Estado. En los años 90, guerrillas y paras tenían capacidades militares equivalentes y ambos tenían financiación del narcotráfico. La diferencia es que los paras son pro Estado y pro mercado, dos variables que incluyen al grueso de la población. Lo otro son las redes sociales que los sustentan y legitiman. Los paras son hijos del poder. Algo va de tener de base social a los cocaleros a tener las élites políticas regionales.

SEMANA: Según eso, ¿qué tan mafioso es el Estado colombiano?
C.L.: Unos dicen que son solo unas manzanas podridas. Otros, que Colombia es un narco Estado. Lo que muestra la evidencia judicial es que por fortuna Colombia no lo es. Aún así, uno de cada tres puestos en el Legislativo y en cargos claves del Ejecutivo fue tomado por la mafia. Es una masa crítica muy importante que cambió el mapa político de Colombia. Crearon un nuevo país.

SEMANA: Descentralización y mayor participación política debían ser sinónimos de fortalecimiento de la democracia. ¿Qué falló en la fórmula?
C.L.: En las principales ciudades estos procesos fueron fundamentales para la modernización. Sin esos procesos de apertura las principales capitales no serían lo que hoy son. En muchas regiones, los ilegales le ganaron la mano a la sociedad.

SEMANA: Hay quienes creen que lo sucedido es parte de un ciclo de la historia de Colombia...
C.L.: Un ciclo de 163.000 muertes y 30.000 desaparecidos, según las cifras de Justicia y Paz, atribuibles al narcoparamilitarismo, era evitable e innecesario. De ninguna manera se puede ver como un paso histórico necesario para el establecimiento de la democracia; es mucho más que el impacto que hubo en el Cono Sur sumando las tres dictaduras militares que tuvo. La importancia de este trabajo, por dilucidar la verdad, es para que no vuelva a pasar. No estamos seguros de que las circunstancias actuales no vuelvan a reproducir el conflicto. Así como nos propusieron refundar la patria, ahora lo que debemos hacer es unirnos para reconstruirla.
22 de agosto de 2010
21 de agosto de 2010
©semana
rss

0 comentarios