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herencia del terror


Temas de debate: la política económica de la dictadura militar. El golpe que terminaría de quebrar un proyecto nacional ya debilitado por sus propias fisuras internas contó con el apoyo de casi la totalidad del poder económico local, que veía en él la oportunidad de terminar con la amenaza de la guerrilla y el poder sindical.
[Andrés Asiain*] Argentina. Hace ya 35 años las fuerzas armadas argentinas interrumpían, por última vez, la vida democrática del país en nombre de la defensa de un mundo occidental y cristiano, tan ajeno a nuestra geografía como al mensaje de quien diera su vida en la cruz. El golpe que terminaría de quebrar un proyecto nacional fuertemente debilitado por sus propias fisuras internas contó con el apoyo de casi la totalidad del poder económico local, que veía en él la oportunidad de terminar con la amenaza de la guerrilla y el poder sindical.
Para justificar la intervención militar fue necesario crear una sensación de caos social. Así se exacerbaron las divisiones internas de la coalición gobernante fomentando el desarrollo de bandas armadas como la Triple A, que condujeron a una creciente militarización de las disputas políticas. Pero el plan desestabilizador tuvo también su componente económico, una megadevaluación y tarifazo totalmente injustificados que empujó la inflación a niveles sin precedentes. El autor intelectual del "rodrigazo" no fue el ministro que le cediera su apellido sino Ricardo Zinn, posterior funcionario de la dictadura y el menemismo.
La crisis económica provocada fue la que le permitió al recientemente procesado José Alfredo Martínez de Hoz hacerse del Ministerio de Economía tras el levantamiento militar. Hombre del riñón del grupo Rockefeller, sus amplios contactos en el mundo financiero eran la llave para conseguir dólares frescos con los que estabilizar la economía. Y así fue, como señalara el mismo David Rockefeller algunos años después: "Cuando Martínez de Hoz viajó por primera vez a Estados Unidos a refinanciar la deuda exterior argentina, pocos meses después de haber asumido su puesto como ministro de economía (...) recomendé inmediatamente considerar un crédito del Chase a Argentina, y estimulé a otros bancos norteamericanos a hacer lo mismo, lo que contribuyó a que entre los nuestros y otros similares de Canadá, Europa Occidental y Japón, Argentina pudiera hacerse de la cifra cercana a los mil millones de dólares que necesitaba para hacer frente a su minada situación de deuda exterior".
Pero como era de esperarse, la "ayuda" no fue gratuita. La gestión de Martínez de Hoz se caracterizó por la fuerte desregulación y apertura de nuestras finanzas a los movimientos especulativos internacionales. Con ello se garantizó no sólo elevadas ganancias para la banca extranjera que apadrinó su gestión, sino que también se constituyó un mecanismo extorsivo al interior de la junta militar que le permitiría mantener el control de la política económica por un amplio período. La "confianza" de los mercados era vital para mantener el flujo de inversiones especulativas en que se sostenía el modelo económico de la dictadura, y Martínez de Hoz era el hombre de confianza de los grandes jugadores que manejaban al mercado. Si lo tocaban al ministro, se desataba la corrida y la economía se desbarrancaba en una crisis financiera y externa.
La principal herencia de la gestión de Martínez de Hoz fue un espectacular salto del endeudamiento externo que la Justicia argentina calificaría como totalmente injustificado desde un punto de vista económico (Causa Nº 14.467, "Olmos, Alejandro S/dcia"). El peso de la deuda aplastaría el intento democrático de Raúl Alfonsín hasta arrastrarlo a un estallido hiperinflacionario producto de la imposibilidad de la economía argentina de generar los dólares que le exigían los acreedores externos. Será también la principal justificación para el remate del patrimonio público durante el menemismo y para la cesión de nuestra soberanía en el diseño de la política económica que alcanzaría niveles grotescos bajo el gobierno de Fernando de la Rúa.
Desde el año 2003, una línea estratégica de la política económica fue el desendeudamiento como medio para la obtención de una mayor independencia económica. Una combinación de acertadas políticas locales y un contexto de elevados precios de nuestras exportaciones permitieron implantar un modelo de alto crecimiento económico que no requiere para su sostenimiento del crédito externo ni del ingreso de capitales especulativos de corto plazo. El poder interno de los organismos financieros internacionales fue desarmado pagando dólar sobre dólar una deuda inmoral e ilegítima pero, ¿se puede condenar al esclavo que paga a su ex amo para vivir en libertad?
[*Cemop-Madres de Plaza de Mayo.]
28 de marzo de 2011
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