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extrema derecha en europa


Los atentados ocurren contra el telón de fondo de un clima de xenofobia alimentado incluso por grandes partidos y líderes tan prominentes como Merkel, Sarkozy y Cameron.
[Nicolas Kulish] Berlín, Alemania. Los atentados en Oslo el viernes han provocado una renovada atención en el extremismo de derechas, no solamente en Noruega sino en toda Europa, donde el rechazo a los inmigrantes musulmanes, la globalización, el poder de la Unión Europea y el proyecto de una sociedad multicultural ha demostrado ser una potente fuerza política y, en algunos casos, un llamado a la violencia.

El éxito de los partidos populistas que apelan a la recuperación de una presunta identidad perdida ha alimentado -en las cervecerías, en los chat rooms en la red y en la política tradicional- el rechazo de las minorías, de los inmigrantes y en particular de los musulmanes. Aunque los partidos mismos generalmente no aprueban la violencia, algunos expertos dicen que el odio que se ha introducido en el discurso político ha envalentonado a individuos violentos.
"No me sorprende cuando ocurren cosas como los atentados en Noruega, porque siempre encontrarás personas que creen que se necesitan medios más radicales", dijo Joerg Forbrig, analista del German Marshall Fund en Berlín que ha estudiado el problema de la extrema derecha en Europa. "Es algo que podría ocurrir en varios países. Detrás de esto existen problemas más amplios."
En noviembre pasado, un hombre sueco fue detenido en la sureña ciudad de Malmö en relación con más de una docena de ataques -todavía no resueltos- con armas de fuego contra inmigrantes, que han causado una víctima fatal. Los ataques, nueve de los cuales ocurrieron entre junio y octubre de 2010, parecen ser el trabajo de un individuo aislado. Sin embargo, en Suecia los Demócratas de extrema derecha lograron nuevas victorias en las urnas. El partido entró al Parlamento por primera vez después de obtener el 5.7 por ciento de los votos en las elecciones general de septiembre pasado.
Los atentados con bomba y armas de fuego en Oslo también han servido como un llamado de atención a los servicios de seguridad en Europa y en Estados Unidos, que en los últimos años se han concentrado tanto en los terroristas islámicos que pueden haber subestimado el peligro que representan los extremistas de derecha, incluyendo aquellos que resienten lo que ven como la influencia del islam.
En Estados Unidos, los mortíferos ataques han vuelto a agitar el recuerdo del atentado con bomba en Oklahoma City en 1995, donde el extremista de derechas Timothy J. McVeigh utilizó una bomba de con fertilizantes para hacer volar un edificio del gobierno federal, causando la muerte de 168 personas. Ese terrible acto había sido opacado por los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.
De acuerdo a Forbrig, en Europa emergieron, entre los años sesenta y noventa, grupos aislados de extrema derecha, que debían desaparecer rápidamente. Pero en los últimos años han aparecido retóricas de extrema derecha que parecen haber perdido gran parte del decoro mantenido después de la Segunda Guerra Mundial, incluso entre prominentes partidos políticos.
La combinación de una creciente inmigración extranjera y movimientos de población en gran parte no restringidos dentro de una Unión Europea ampliada, tales como los de la perseguida minoría gitana, ayudó a sentar las bases de un renacimiento nacionalista a veces crudamente chauvinista.
Las organizaciones están cogiendo vuelo desde Hungría hasta Italia, pero es particularmente visible en países de Europa del Norte que han implementado desde hace tiempo políticas de inmigración liberales. El rápido arribo de refugiados, exiliados e inmigrantes económicos, muchos de ellos musulmanes, ha provocado reacciones importantes en países como Dinamarca, donde el Partido del Pueblo sueco se hizo con veinticinco de los 179 escaños en el Parlamento, y en Holanda, donde el Partido de la Libertad de Geert Wilders obtuvo el 15.5 por ciento de los votos en las elecciones generales de 2010.
Wilders comparó el Corán, el libro sagrado del islam, con ‘Mi lucha’, de Adolf Hitler. Los partidos de extrema derecha holandeses y daneses respaldan a gobiernos minoritarios, aunque no participan directamente en ellos con ministros, y en el proceso avanzan lentamente hacia su aceptación en la política tradicional.
Los atentados del viernes fueron condenados prestamente por líderes de todo el espectro político en Europa. La canciller de Alemania, Angela Merkel, fue particularmente severa cuando condenó lo que llamó un "crimen horroroso." El tipo de odio que pudo provocar un acto semejante, dijo, va contra "la libertad, el respeto y la creencia en la coexistencia pacífica."
Sin embargo, algunas de las motivaciones primarias mencionadas por el acusado en Noruega, Anders Behring Breivik, ahora son temas habituales. Merkel, el presidente Nicolás Sarkozy, de Francia, y el primer ministro David Cameron en Gran Bretaña declararon todos hace poco el fin del multiculturalismo. El proyecto de una sociedad multicultural "ha fracasado rotundamente", dijo Merkel a sus colegas demócrata-cristianos en octubre pasado, aunque enfatizó que los inmigrantes eran bienvenidos en Alemania.
Quizás el cambio de opinión más sorprendente ocurrió en Gran Bretaña, un país que se había considerado durante largo tiempo como el más tolerante con los inmigrantes en Europa hasta que ocurrió, hace seis años en Londres, la serie de atentados -con bomba- coordinados. En uno de sus discursos más comentados Cameron dijo en la conferencia sobre seguridad en Munich en febrero que las varias décadas de multiculturalismo en el país habían alentado la formación de "comunidades segregadas" donde podía florecer el extremismo islámico.
Francia, un estado furiosamente laico donde se prohíbe toda expresión religiosa en los espacios públicos, estuvo aislada durante largo tiempo por su incondicional oposición al laissez-faire del multiculturalismo. Las niñas que van a la escuela con el pañuelo de cabeza musulmán son suspendidas, así como los maestros y otros empleados del sector público.
Si Sarkozy parecía haber ablandado su posición con respecto al laicismo oficial al principio de su carrera política, jugando incluso con la idea de una acción afirmativa, hace poco volvió a fojas cero. El año pasado realizó un debate sobre la "identidad nacional" y a principio de año prohibió los velos con que las mujeres musulmanas se cubren el rostro, como el niqab y la burqa.
Eso no ha impedido que el Frente Nacional de extrema derecha, dirigido ahora por Marine Le Pen, la hija de su fundador, avance en las encuestas de opinión, y algunos sondeos predicen que podría ser candidata presidencial en las elecciones del próximo año. Llegó a comparar a los musulmanes que rezan en la calle en las aceras de las mezquitas con la ocupación nazi, y condena a la Unión Europea y el euro.
Antes este mes el diario Berliner Zeitung informó que los neo-nazis estaban atacando las oficinas de partidos de extrema izquierda con creciente frecuencia. En el estado de Mecklenburg-Vorpommern en la antigua Alemania del Este, las estadísticas muestran que hubo treinta ataques similares en la primera mitad de 2011, en comparación con los 44 ataques a lo largo de 2010.
Debido a su pasado nazi, Alemania vigila atentamente a los extremistas de derecha y los partidos de extrema derecha no han logrado todavía hacer elegir sus representantes en el Parlamento. En Finlandia, los Verdaderos Finlandeses, un partido populista nacionalista fundado en 1995, se convirtió en el tercer partido representado en el Parlamento finlandés después de obtener el diecinueve por ciento de los votos en abril. Y el Partido del Progreso de Noruega, un partido populista de extrema derecha, es el segundo del país después de conseguir el veintitrés por ciento de los votos en las últimas elecciones parlamentarias de septiembre de 2009.
"Las organizaciones de extrema derecha en Noruega han sido siempre desorganizadas, no tienen líderes carismáticos ni se parecen a los bien organizados y bien financiados grupos que se observan en Suecia", dijo Kari Helene Partapuoli, director del Centro Noruego contra el Racismo. "Pero en los últimos dos o tres años, nuestra organización y otras redes antifascistas han dado la voz de alarma sobre la creciente temperatura del debate y sobre los grupos violentos que se han formado."
Pero Noruega tampoco vive en el vacío. Sus partidos de extrema derecha están relacionados con el resto de Europa a través de los foros en la red donde proliferan los llamados al odio y a través de manifestaciones de extrema derecha que atraen a participantes de varios países.
"Este puede ser el acto de un individuo solitario, loco o paranoico", dijo Hajo Funke, politólogo de la Universidad Libre de Berlín que estudia el extremismo de derechas, refiriéndose al fundamentalista cristiano de extrema derecha acusado de los asesinatos, "pero el mundillo de la extrema derecha crea un clima que puede empujar a ese tipo de personas por el camino de la violencia."
[Steven Erlanger, de Oslo; Katrin Bennhold, de París; Stefan Pauly, de Berlín; y Scott Shane, de Washington, contribuyeron a este reportaje.]
28 de julio de 2011
24 de julio de 2011
©new york times
cc traducción mQh

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