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destituciones en carabineros


Por muerte de joven. La institución debe sancionar a los responsables del deceso de Manuel Gutiérrez para seguir cumpliendo su labor en favor del orden público. Editorial de La Tercera (extrema derecha).
Chile. Los peritajes han determinado que la bala que mató al joven Manuel Gutiérrez durante la segunda noche del paro nacional convocado por la CUT la semana pasada fue disparada por un carabinero, en medio de los violentos incidentes que tuvieron lugar en la Región Metropolitana en esas jornadas. En un principio, el mando de Carabineros negó de plano que los policías asignados a esa zona de la ciudad hubieran disparado sus armas de servicio, incluso descartando la idea de iniciar una investigación interna al respecto. Posteriormente, salió a la luz, sin embargo, que un suboficial no sólo había faltado a la verdad respecto de no haber disparado esa noche en las cercanías de donde murió el joven, sino que también había reemplazado las balas usadas con munición personal, en un intento de ocultar su acción y de engañar a sus superiores (hasta hoy asegura que sólo disparó al aire).
En vista de estas informaciones, el alto mando dispuso una serie de destituciones y el gobierno solicitó la renuncia al subjefe de la Zona Metropolitana, medidas que se justifican plenamente, pues la actuación de varios funcionarios de Carabineros en este lamentable hecho ha sido inapropiada y reñida con lo que se espera de los miembros de la institución. La decisión de no iniciar una investigación sobre las acciones de sus efectivos esa noche, desechando de inmediato y sin elementos de juicio la hipótesis de un eventual papel en la muerte del joven, fue irresponsable. De la misma forma, parece indebida la actuación de otros policías que estaban con el autor de los disparos o tenían mando sobre él. En cuanto a la responsabilidad del suboficial que disparó, sus acciones ameritan no sólo la baja de Carabineros, que ya se ha concretado, sino seguir una investigación judicial respecto de su alcance y gravedad, para definir la sanción que corresponda.
Junto con condenar este grave episodio, es oportuno considerar que  se trata de una conducta fuera de lo que ha sido el accionar de Carabineros, y que esa es precisamente una de las razones por la cual ha generado, justificadamente, tanta conmoción en la opinión pública. En las últimas semanas de protestas callejeras y graves desórdenes, la policía ha enfrentado en forma prudente y mesurada la violencia desatada en muchos sectores de la capital, incluso con ataques armados, por lo que no cabe hablar de una represión violenta -como algunos sectores han acusado-, sino del cumplimiento de la obligación de resguardar el orden público. De hecho, sólo en los disturbios desatados en el marco del reciente paro nacional hubo 153 carabineros heridos, seis de ellos a bala, y 53 civiles lesionados, además de 1.394 detenidos. En los últimos meses de manifestaciones el número de policías heridos es considerable. Lo anterior deja de manifiesto que Carabineros cumple una función crítica en el resguardo del orden público y ha sido puesto a prueba por las movilizaciones, durante las cuales sus funcionarios se han visto exigidos de manera sostenida.
La muerte de Manuel Gutiérrez debe entenderse como un caso excepcional y por eso amerita ser castigada en forma ejemplar, de manera que no se tienda un manto de duda sobre todo el accionar policial. Por eso, son oportunas las condolencias expresadas ayer por parte del general director de Carabineros a la familia Gutiérrez, así como su condena al comportamiento de los policías involucrados. Hechos como éste no deben volver a ocurrir y es tarea de las autoridades prevenirlos.
1 de septiembre de 2011
31 de agosto de 2011
©la tercera

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