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el jardín de los desaparecidos


En Colombia, familiares de 114 desaparecidos plantaron flores como un recordatorio del horror. En un país con un conflicto que lleva cinco décadas, se ponen a prueba experiencias para ejercitar la memoria. Unas 17 mil personas han sido víctimas de la desaparición forzada, pero la cifra podría ser más alta.
[Katalina Vásquez Guzmán] Medellín, Colombia. De Andrés Felipe, el hijo de Orlinda, quedaron unos huesos largos, algunas ropas y su memoria. Para evocarla, la madre sembró una flor en un nuevo parque de la ciudad que, tras años de sufrimiento, le devolvió a su hijo desaparecido y unos centímetros de tierra en el "Jardín para no olvidar", que el programa de atención a víctimas del conflicto armado de Medellín preparó para conmemorar el Día Internacional del Detenido Desaparecido. Unas 17 mil personas han sido víctimas de la desaparición forzada en Colombia, según el defensor del Pueblo Volmar Pérez, pero la cifra podría ser más alta, según organizaciones civiles que señalan unos 7 mil casos más aún sin reportarse en los bancos de datos oficiales.
La Fiscalía y este programa de víctimas –que desde 2004 se ocupa de atender a los civiles que habitan Medellín y han sido victimizados por una de las tantas formas de la guerra que azota el país desde hace cinco décadas– entregaron a doña Orlinda los restos de Andrés Felipe unos días antes de la siembra del jardín. Por eso la señora, aunque acaba de enterrar a su "pequeño", lucía en su rostro bronceado por el sol una sonrisa de tranquilidad y gratitud. "Al menos ya sé dónde está. Ayer lo enterré", le explica a la funcionaria del gobierno que le pregunta sus datos para entregarle un sombrero gris que la protegerá de ese sol ardiente que alumbra el valle de Medellín esa tarde de recuerdos, lágrimas, esperanzas y reclamos. Que vuelvan, piden quienes aún no tienen noticia de sus desaparecidos; que se haga justicia y que no se olviden.
En la "penosa diligencia" la acompañaron Cecilia y Patricia, dos argentinas que, invitadas por el gobierno local, llegaron la semana de la conmemoración a compartir la experiencia del Instituto Espacio para la Memoria. Alba, quien ya vivió la dureza de recibir en huesos y polvo dos de sus queridos desaparecidos durante la dictadura, evitó conocer al hijo de Orlinda, pero la acompañó a su manera. Durante la siembra del jardín, argentinas, familiares de desaparecidos, funcionarios del Estado y vecinos de la zona se remangaron para dejar en el parque una muestra de la muerte y la vida: Andrés Felipes, Luis Fernandos, Omairas, Tatianas, quedaron "sembrados" en este jardín que quiere recordar los horrores vividos en el pasado reciente para que no se repitan, según lo explica Juan Carlos Posada, coordinador del área de memoria histórica del Programa de Atención a Víctimas.
Esa tarde, familiares de 114 desaparecidos se registraron para plantar "novios", "cintas", "mafafas", "coloradas", "cupeas" y otras especies de flores que, según los jardineros, estarán en su esplendor a final de año. Entonces, en ese mismo parque, el Bicentenario, se entregará al país el Museo Casa de la Memoria, el primer museo que el gobierno colombiano construye para reflexionar sobre el conflicto armado y hacer memoria de éste, con miras a alcanzar la verdad, la justicia y la paz.
Orlinda de la Misericordia, que para entonces ajustará cinco meses visitando a su Andrés en el cementerio de San Pedro, espera estar viva y sana para asistir a la entrega. "Yo vengo sola, ando sola", aclara en medio del abrazo de las extranjeras, los funcionarios del programa, víctimas y otras madres que, como ella, esa tarde se sintieron acompañadas. Al caer la noche, y ya regadas de agua las flores nacientes, unas cuatrocientas personas se acomodaron a un costado del nuevo jardín a mirar, por largos y dolorosos minutos, con una sinfónica de fondo, las fotografías de hombres y mujeres desaparecidos en Medellín y Antioquia en medio del conflicto armado que todos esperan algún día llegue a su fin.
5 de septiembre de 2011
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