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el estado palestino


El único modo de impedir la votación en Naciones Unidas es presentar una mejor solución. Editorial de The New York Times.
Una votación en Naciones Unidas sobre la incorporación de Palestina podría ser un desastre. Sin embargo, pese al poco tiempo que queda para que se reúna la Asamblea General de Naciones Unidas, Estados Unidos, Israel y Europa no han mostrado suficiente sentido de urgencia, ni audacia, para tratar de encontrar una solución de compromiso. La necesidad de acción es incluso más apremiante después de que, en los últimos días, estallaran alarmantes tensiones entre Israel y dos importantes actores regionales: Egipto y Turquía.
La semana pasada, Estados Unidos hizo un desganado esfuerzo para que los palestinos renunciaran a la votación a cambio de nuevas conversaciones de paz. El tono no convenció. El presidente palestino, Mahmoud Abbas, dijo que los estadounidenses no hicieron ninguna propuesta concreta. "Para ser franco, llegaron demasiado tarde", dijo. Su frustración es comprensible. Desde que asumiera el presidente Obama, las únicas negociaciones directas entre el primer ministro Benjamin Netanyahu, de Israel, y Abbas, en septiembre de 2010, duraron apenas dos semanas.
Las dos partes comparten la culpa con Obama y los líderes árabes, aunque la mayor responsabilidad recae sobre Netanyahu, que ha usado cualquier excusa para torpedear los esfuerzos de paz. Pero la mejor ruta hacia el reconocimiento de un estado palestino siguen siendo las negociaciones.
Estados Unidos y sus asociados del Cuarteto (la Unión Europea, Naciones Unidas y Rusia) deberían poner un mapa y un acuerdo sobre la mesa, con un cronograma para concluir las negociaciones y una votación formal sobre el estado palestino en Naciones Unidas. El aspecto básico: un estado palestino basado en sus fronteras previas a 1967 con canjes de tierras acordados mutuamente y garantías para la seguridad de Israel. El Consejo de Seguridad y la Liga Árabe deben apoyar cualquier plan con todas sus fuerzas.
Para que los palestinos sean admitidos plenamente en Naciones Unidas, deben contar con la aprobación del Consejo de Seguridad. El gobierno ha declarado que vetará toda resolución en ese sentido, asegurando así un mayor aislamiento de Israel y del propio Washington. Si el Consejo de Seguridad no aprueba la admisión, los palestinos han dicho que solicitarán a la Asamblea General la condición de observador mejorado como estado no miembro. Incluso la más modesta votación de la Asamblea General, que los palestinos ganarán con toda certeza, les allanará el camino para incorporarse a decenas de organismos y convenios y fortalecerá su capacidad de iniciar acusaciones contra Israel en el Tribunal Penal Internacional. Pero Israel seguirá controlando territorios palestinos, lo que provocará su descontento después de la euforia inicial.
El Congreso ha amenazado con cortar su ayuda de millones de dólares a la Autoridad Palestina si insiste en una votación en Naciones Unidas. En lugar de amenazar a los palestinos, el Congreso debería presionar a Netanyahu para que vuelva a la mesa de negociaciones.
Israel ha dicho que cortará millones de dólares en transferencias de remesas a la autoridad. Esas medidas contraproducentes podrían provocar la caída de los líderes palestinos más moderados, dar mayor poder a Hamas y hacer trizas la vital cooperación en seguridad entre Israel y la autoridad.
Es asombroso que a esta altura del partido, Estados Unidos y Europa siguen divididos sobre algunos aspectos de la propuesta de negociaciones de paz, como la exigencia de Israel de que se lo reconozca como un estado judío.
Obama en particular necesita mostrar un liderazgo más firme presionando a Netanyahu y Abbas para que reanuden las negociaciones. Si se llega a votar en Naciones Unidas, Washington y sus aliados tendrán que limitar los daños, lo que incluirá continuar el financiamiento de la Autoridad Palestina.
[La foto proviene de marxism.org]
14 de septiembre de 2011
11 de septiembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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