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conflicto en libia podría prolongarse


Milicias paramilitares se niegan a entregar las armas. Paramilitares disputan por saqueo y se enfrentan a tiros, dejando tres muertos.
[David D. Kirkpatrick] Trípoli, Libia. Muchos de los jefes de las milicias paramilitares locales que ayudaron a derrocar al coronel Moamar al-Gadafi se han retractado del juramento de dejar las armas y dicen ahora que quieren conservar su autonomía e influir en decisiones políticas como "guardianes de la rebelión".
El tema de las milicias es uno de los más urgentes a los que se enfrenta el nuevo gobierno provisional de Libia, el Consejo Nacional de Transición. Decenas de irresponsables brigadas de voluntarios armados surgieron en todo el país y a menudo sólo respondían a los consejos militares locales, los que se convirtieron en los gobiernos locales de facto en ciudades como Misurata y Zintan, así como en la capital, Trípoli.
El primer ministro saliente del gobierno provisional, Mahmoud Jibril, sugirió en una rueda de prensa el domingo noche que en lugar de esperar a que las milicias locales se desbanden, el Consejo Nacional de Transición debería tratar de incorporarlas -ampliándose, para incluir a sus representantes.
"Nadie quiere entregar las armas ahora, y muchas tribus y ciudades están acumulándolas ‘por si acaso’", dijo Mahmoud Shammam, portavoz del consejo ejecutivo.
Observando informes sobre esporádicos enfrentamientos entre milicias y asesinatos por venganza, muchos líderes civiles, y algunos paramilitares, dicen que el cambio de las milicias, que habían prometido entregar las armas, a exigir una participación política continua, representa un duro reto a la frágil autoridad del consejo.
"Esto podría conducir al caos, a conflictos entre los consejos", dijo Ramadan Zarmoh, 63, uno de los líderes del consejo militar de Misurata, que alegó que la milicia de la ciudad debería disolverse casi inmediatamente después del nombramiento de un nuevo ministro de Defensa. "Si queremos democracia, no podemos tolerar esto".
Sin embargo, su opinión sólo la comparte la minoría. Muchos miembros de los consejos paramilitares insisten en que necesitan permanecer armados hasta que se ratifique la nueva Constitución, porque no confían en que el débil gobierno provisional lleve solo a Libia a la democracia.
"Nosotros somos los que tenemos el poder aquí -los que tenemos gente en el terreno- y no vamos a entregarlo sino cuando tengamos un gobierno legítimo que debe emerger de elecciones libres y honestas", dijo Anwar Fekini, abogado libio-francés que es el líder de los paramilitares en las montañas al occidente del país y también cercano a los líderes del consejo de transición.
"Nos aseguraremos de dar al país un Constitución civil y un sistema democrático", agregó. "Y usaremos todos los medios a nuestra disposición -antes que nada nuestro poder en el terreno".
Líderes paramilitares ya han demostrado su determinación de participar en el proceso político. Antes de que el gobierno provisional nombrara a un nuevo primer ministro el lunes noche, líderes locales en Misurata -que hablaron a condición de conservar el anonimato para evitar un conflicto abierto con el consejo nacional- amenazaron con que, si este con nombraba un candidato que fuera aceptable para ellos, los consejos militares locales de ciudades al occidente de Libia podrían intervenir para decidir el asunto.
La decisión del primer ministro, Abdel Rahim el-Keeb, ingeniero y hombre de negocios de Trípoli, satisfizo a las ciudades occidentales y resolvió el conflicto pacíficamente. Pero los funcionarios del consejo nacional dicen que la amenaza de intervención misma pone en peligro la transición hacia una democracia civil, en la que las disputas se resuelven en las urnas o en tribunales, pero no con armas.
Shammam dijo que la intervención armada "sería un desastre" y que la adopción de una nueva Constitución debería tener lugar "bajo la protección de la ley" -comisarías de policía, jueces- antes que bajo el poder de los consejos paramilitares y la fuerza de las armas".
Él y otros en el consejo nacional dicen que esperan que cuando asuma el siguiente gobierno de transición y empiece a construir un ejército nacional, un objetivo que de momento sigue elusivo, los consejos paramilitares locales empezarán a ceder. Refiriéndose a las elecciones prometidas para elegir gobierno este año, agregó: "Si los consejos paramilitares empiezan a extenderse y expandirse, terminarán reemplazando a la asamblea nacional".
Algunos señalan al vecino Egipto, donde el consejo de los oficiales que asumió el poder tras el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak ha postergado el traspaso del poder a la sociedad civil. Otros dicen que existe en Libia el peligro de que pueda llegar a parecerse al caos que reina en Yemen o Siria porque hay varias milicias paramilitares semi-autónomas decididas a exigir un rol político -en Trípoli, en las ciudades en las montañas occidentales como Zintan y sus vecinos, en Misurata y en Bengasi, una ciudad al este del país.
Al este y en Trípoli, algunas de las brigadas más grandes y mejor equipadas están asociadas a organizaciones islámicas que están formando partidos políticos. "Mientras no formen parte del poder, mantendrán sus armas", predijo Shammam, un liberal.
Ya ha habido choques entre grupos armados. Hace dos semanas, paramilitares de Zintan y Misurata se enfrentaron brevemente en el aeropuerto internacional de Trípoli, dejando tres víctimas mortales, dijo Abed Rzag al-Bakesh, 40, líder paramilitar de Zintan. Dijo que la culpa la tenían leales a Gadafi disfrazados.
La semana pasada estalló una balacera entre dos grupos en la Plaza de los Mártires en el centro de la capital, que el consejo militar local ahora ha prohibido a los otros combatientes.
Después de la ocupación el mes pasado del último refugio del coronel Gadafi, en Sirte, paramilitares de Misurata y Bengasi se enfrentaron brevemente por el botín de los saqueos, dijo el comandante de Misurata, aunque aclaró que no hubo heridos.
El lunes temprano, un grupo de combatientes de Zintan atacó un hospital de Trípoli diciendo que buscaban a un gadafista que había buscado tratamiento ahí, de acuerdo a informes de una radio de Trípoli.
"El Consejo Nacional de Transición está impotente", dijo Abdurraham K. Shater, un respetado columnista del diario La Nación -uno de entre una decena de nuevos diarios-, sobre el consejo de transición, "como un marido engañado que no sabe qué está pasando a sus espaldas, o que lo sabe, pero hace la vista gorda".
El Consejo Nacional de Transición ha prometido en una "declaración constitucional" que dentro de ocho meses, después de la elección de un nuevo gobierno, convocará a elecciones de una asamblea nacional, la que supervisará la redacción de una nueva Constitución. (Jibril, en su rueda de prensa, sugirió dejar de lado la "declaración" sin armar escándalo, haciendo surgir interrogantes sobre su carácter vinculante).
Sin un pasado de democracia electoral, las autoridades provisionales de Libia deben definir distritos electorales y adoptar un régimen electoral -decisiones que tendrán inevitablemente ganadores y perdedores, política y geográficamente.
Durante la rebelión, funcionarios del Consejo Nacional de Transición juraron dar voto a todos los libios, con independencia de su ubicación o posición política.
Pero líderes en Misurata, un centro comercial que soportó un prolongado asedio para emerger como el arsenal de la revuelta libia, dicen que están presentando un conjunto de cuatro puntos como criterios de representación que aumentarían su poder a expensas de ciudades más pequeñas o de ciudades que permanecieron leales al coronel Gadaif: población, tamaño, rendimiento económico y "prioridad en la liberación".
Algunos en las zonas orientales en torno a Bengasi, desdeñadas durante el régimen del coronel Gadafi a favor del occidente, ahora están proponiendo que Libia vuelva a tener una estructura federal suelta que les proteja del dominio de Trípoli y Misurata.
Pero Azza Kamel Maghur, abogado de derechos humanos que dictó hace poco una charla en Misurata sobre el proceso de transición, dijo que estaba particularmente sorprendida por la abierta determinación de introducir armas en el proceso político. "Se alzaron y dijeron: ‘No vamos a entregar las armas mientras no tengamos Constitución’", dijo. "No se puede tener una sociedad civil democrática con armas -¿cómo podríamos hacer elecciones?"
6 de noviembre de 2011
1 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer


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