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la decisión correcta sobre keystone xl


El presidente Obama tomó la decisión correcta el jueves cuando pospuso hasta 2013 la decisión final sobre el oleoducto Keystone XL de Canadá. Editorial NYT.
La decisión incluía un montón de decisiones sobre la conveniencia política, ya que cualquiera sea esta, algunos entre los votantes de base de Obama se ofenderán: los sindicatos que quieren el oleoducto o los ambientalistas, que no lo quieren. Sin embargo, hay tantas preguntas básicas que están sin respuesta -sobre el impacto económico y sobre el medio ambiente del oleoducto, sobre si el país en realidad necesita el petróleo- que fue razonable decidir que no es posible decidir sin mayores estudios.
La Casa Blanca tenía problemas con las acusaciones de que el Departamento de Estado, la agencia a cargo de la revisión del oleoducto, había encargado sus estudios ambientales a una compañía con lazos con TransCanada, el operador del oleoducto. De acuerdo a otras agencias del gobierno, el departamento ha subestimado consistentemente las emisiones de gas de efecto invernadero que es probable que generen las extracciones de aceite pesado de los suelos alquitranados de Canadá. Y la ruta trazada para el oleoducto de 2.735 kilómetros ha exacerbado las pasiones bipartidistas en lugares como Nebraska, donde los votantes de los dos partidos temen que una filtración pueda envenenar el suministro de agua.
Todo esto fue razón suficiente para que Obama volviera a la mesa de dibujo. Pero también fue importante, sugirió en su declaración, dar un paso atrás y poner el oleoducto en el contexto más amplio de las otras estrategias del gobierno para fortalecer la seguridad energética de Estados Unidos -duplicando el consumo eficiente del combustible de coches y camiones, desarrollando combustibles alternativos, expandiendo de modo razonable los recursos propios de Estados Unidos en petróleo y gas.
De cualquier modo, el anuncio sobre las arenas alquitranadas se produjo poco después de la circulación del propuesto plan de cinco años del gobierno para iniciar perforaciones petrolíferas offshore. El plan puede ser mejorado, pero es modesto si se lo compara con las estrategias de perforación indiscriminada que favorece la industria hoy. La mayor parte de los nuevos desarrollos podrían ocurrir en zonas como el Golfo de México; la costa Atlántica quedaría totalmente fuera de discusión; y el arriendo en el Ártico no empezará sino en 2016 y sólo después de una extensa revisión ambiental.
El plan fue un recordatorio de que todavía hay enormes reservas no explotadas en aguas estadounidenses: conservadoramente, unos noventa mil millones de barriles. Agreguemos a esas reservas los nuevos descubrimientos de enormes yacimientos en profundas formaciones en Tejas y Dakota del Norte, apuntalemoslos con estrategias para usar menos petróleo y el proyecto Keystone XL parece menos urgente para la seguridad energética de Estados Unidos.
29 de noviembre de 2011
11 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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