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murió padre maurice chase


El "Padre Billete de Dólar" daba dinero a los pobres. Era conocido por repartir dinero en los barrios pobres de Los Angeles, preocupándose más del don del amor humano que sobre qué harían los beneficiarios con el dinero.
[Elaine Woo] Casi todos los domingos en la mañana, para Acción de Gracias y Navidad durante casi treinta años, el hombre que llamaban el Padre Billete de Dólar, Padre Dólar o simplemente D.B. por Dollar Bill [billete de dólar] se aparecía en una calle de los barrios bajos. Era un hombre de cabellos blancos con un suéter rojo y una gorra de Notre Dam, los bolsillos atiborrados de crujientes billetes verdes, que repartía pacientemente hasta que se le acababan.
Al Padre Maurice Chase no le importaba cómo lo llamaban esos hombres en la indigencia, madres sin un centavo, personas en sillas de ruedas, drogadictos, alcohólicos y ex presidiarios. Tampoco le inquietaban las críticas de otros proveedores de servicios en los barrios pobres: que él era un sabueso de atención cuya ayuda inmediata no tenía un efecto duradero en los individuos desesperados que se reunían esperando sus limosnas, bendiciones y abrazos.
"Estoy aquí para decir a la gente que yo la quiero y que Dios la quiere", le dijo a Los Angeles Times hace algunos años. "Conocí a Madre Teresa una vez en México, y me dijo que tocara a los pobres. ¿Me oyó bien? Que tocara a los pobres".
Hoy debería haber estado preparando otro Día de Acción de Gracias en un barrio pobre, pero Chase, 92, murió el domingo en su casa en Los Angeles. La causa fue un cáncer, informó su sobrino, Robert Boyd.
En una era de agencias para los indigentes que cuentan con millones de dólares, Chase era una anomalía.
"Maury Chase simplemente puso su pie en la acera, el último lugar de la Tierra donde pueden vivir los más pobres de entre los pobres", dijo el martes Alice Callaghan, fundadora del centro de ayuda en un vecindario pobre, Las Familias del Pueblo. "Nunca trató de distinguir a los pobres entre los que merecían y los que no merecían ayuda. Estoy seguro que le daba dinero a ladrones. Pero no era el dólar lo que importaba. Era el don del amor humano".
Boyd dijo que no sabía cuánto dinero había repartido su tío desde mediados de los años ochenta, cuando empezó a pedir donaciones de benefactores adinerados tales como Bob Hope, Frank Sinatra, Jackie Autry, Merv Griffin y Vin Scully, pero el monto reunido llegó a cientos de miles de dólares. Cada domingo Chase repartía normalmente entre dos mil y dos mil quinientos dólares. Para Acción de Gracias y Navidad daba más, hasta quince mil dólares.
Empezó su caridad directa cuando era asistente de recaudaciones del presidente de la Loyola Marymount University. Su trabajo consistía en controlar el dinero de donantes potenciales y convencerlos de firmar cheques para la universidad católica. Gracias a su amistad con la actriz Irene Dunne, ingresó al circuito de la farándula de Los Angeles y se hizo conocido como "el cura de la alta sociedad", una descripción que no era enteramente elogiosa. Llevaba su paquete de prensa sobre sus campañas de recaudaciones a las fiestas y era mencionado frecuentemente en las columnas sociales. Para asegurarse de que sus logros fueran debidamente registrados, enviaba recortes de prensa y fotos de sí mismo al editor de obituarios del Times para ayudar al diario a preparar su nota.
Inició su campaña en los vecindarios pobres después de considerar las instrucciones del presidente de la Loyola Marymount University, el Padre Donald P. Merrifield, que lo contrató en 1985. Merrifield le dijo: "Te estoy enviando entre los ricos y famosos. Es mejor que tengas un mejor balance en tu vida".
Así que después de cada evento social, Chase escribía a los potenciales donantes que había conocido, diciéndoles lo maravillosa que había sido la fiesta. Luego señalaba que muchas personas eran menos afortunadas y necesitaban su ayuda. Los genios normalmente respondían e incluían un cheque para el ministerio sin fines de lucro del cura en un vecindario pobre.

Esta no era la vida que su padre abogado esperaba para él. Nacido en Dinuba, California, el 17 de marzo de 1919, Chase había tratado de seguir en la tradición de su padre. Después de graduarse en la UCLA, estudió derecho en el Boat Hall de la Universidad de California en Berkeley y fue presidente de su clase, aunque la dejó dos años antes por el sacerdocio. En 1953, después de terminar sus estudios en el St. Paul’s College en Washington, D.C., fue ordenado por el arzobispo Fulton J. Sheen, uno de los primeros tele-evangelistas.
Después del seminario, trabajó en la Iglesia del Sagrado Corazón en Palm Desert, donde conoció a los Eisenhower y otros jubilados famosos. Buscando una experiencia más cosmopolita, se mudó a Los Angeles a mediados de los años sesenta.
Empezaba cada viaje a los barrios bajos con una oración sobre el servicio de los pobres: "Cuando lo hayas hecho con el último de los hombres, lo habrás hecho por mí". Luego preparaba las pilas de billetes que había retirado del banco previamente. "Ahora todo está tan sucio en el barrio", le dijo al Los Angeles Daily News en 2004. "Quiero darles algo fresco y nuevo".
Conducía un pequeño Toyota blanco, a veces adornado con banderas estadounidenses. Cuando llegaba a la Fred Jordan Mission en Towne Avenue, lo esperaba una cola de personas.
Tenía un sistema: mujeres con niños e inválidos, primero; luego, todos los demás. La mayoría de las personas recibían un dólar, pero si tenían necesidades especiales, Chase daba más -a veces cinco, veinte, a veces cien dólares. Encontró a varias personas de fiar que mantenían el orden en la fila y hacían las veces de guardianes. Dijo que una vez fue atacado con un cuchillo y que lo golpearon en el estómago, pero esos actos de agresión eran raros.
En sus ochenta, empezó a preocuparse sobre quién continuaría su trabajo después de su muerte. "Todos los sacerdotes que conozco deben estar en la iglesia el domingo", dijo hace algunos años.
No tenía sucesor. Aquellos que observaron su ministerio callejero dijeron que no tenía seguidores. "Era genuinamente un hombre de Dios", dijo Willie Jordan, de las Fred Jordan Missions; la acera de su centro de ayuda era donde los beneficiarios de Chase se reunían todas las semanas. En su honor, Jordan planea repartir billetes de un dólar a las setecientas u ochocientas personas que se espera el jueves para la tradicional cena de Acción de Gracias.
"Queremos que todos los recuerden", dijo Jordan. "Me atrevo a decir que no conoceremos a nadie como él".
Le sobreviven dos hermanas y catorce sobrinas y sobrinos.
2 de diciembre de 2011
23 de noviembre de 2011
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer

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