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secuestros y espías de corea del norte


Corea del Norte concede sobre secuestros.
[Norimitsu Onishi] Tokio, Japón. Corea del Norte declaró el viernes que reabriría una investigación sobre los secuestros de ciudadanos japoneses, revirtiendo su persistente posición de que el asunto había sido solucionado.
A cambio, Japón anunció que había accedido a levantar algunas de las sanciones impuestas a Corea del Norte por su programa nuclear, incluyendo la prohibición de viajar entre los dos países -aunque otras sanciones más graves seguirán vigentes.
El anuncio japonés, que se produce después de dos días de negociaciones bilaterales en Pekín esta semana, fue el primer signo en años de incluso un ligero acercamiento entre los dos países. Aunque ambos lados han hecho algunas concesiones menores, ofrecieron una vía posible para resolver el conflicto sobre los secuestros, que ha complicado durante un largo tiempo las conversaciones de seis países sobre el programa de armas nucleares de Corea del Norte y ha dificultado las relaciones entre los gobiernos en Tokio y Washington.
"Con la promesa de Corea del Norte de que volverá a investigar, el proceso de resolución del problema de los secuestros ha sido reiniciado", dijo Nobutaka Machimura, jefe de gabinete de Japón. "Es ciertamente un paso adelante, no un progreso general".
Machimura agregó que Japón no cambiará su decisión de quedarse fuera del acuerdo de seis naciones que prestarán a Corea del Norte asistencia para el suministro energético a cambio de que Corea del Norte abandone su programa nuclear.
En una breve declaración, la agencia de noticias oficial de Corea del Norte dijo solamente que Corea del Norte "volverá a investigar el asunto de los secuestros". Pero no entregó ningún indicio sobre si abandonará su postura de que no hay secuestrados japoneses en el país, como insiste Japón.
Yang Moon-soo, economista de la Universidad de Estudios Norcoreanos en Seúl y experto en las relaciones entre Japón y Corea del Norte, dijo que el cambio de postura de Corea del Norte con respecto a los secuestros se ha producido en parte por el mejoramiento de sus relaciones con Estados Unidos.
"Corea del Norte está desesperada porque Estados Unidos la retire de la lista de países que patrocinan el terrorismo" , dijo Yang. "Pero Japón se ha opuesto, a menos que se resuelva el tema de los secuestros.
"El problema se ha convertido en un cuello de botella, de modo que este es un paso en la dirección correcta", agregó. "Pero un montón dependerá en realidad de los resultados de esa investigación".
De los participantes en las conversaciones entre las seis naciones, Japón ha adoptado siempre la línea más dura contra Corea del Norte, y, para su asombro, ha observado al gobierno de Bush abandonar su postura de enfrentamiento con el gobierno de Pyongyang a favor de negociaciones a toda escala desde principios de 2007. Los otros participantes son Corea del Sur, China y Rusia.
Corea del Norte también sugirió que podría entregar a Japón a los extremistas que secuestraron un avión de pasajeros de Japan Airlines en 1970 y que todavía viven en Corea del Norte.
Durante décadas, Corea del Norte ha negado responsabilidad por la desaparición de ciudadanos japoneses en los años setenta y ochenta, pese a informes de prensa japoneses de que se han detectado agentes en territorio japonés.
Pero durante una visita a Pyongyang en 2002 del ex primer ministro Junichiro Koizumi, el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-il, admitió que agentes de Corea del Norte habían secuestrado a trece japoneses como parte de un programa para adiestrar a espías que hablasen japonés.
Corea del Norte ha liberado a cinco de ellos, junto con sus hijos, pero declaró que los otros ocho habían muerto.
Japón ha dicho que cree que algunos de ellos pueden estar vivos todavía y que podría haber otros secuestrados en Corea del Norte. Los secuestros se han convertido en Japón en un tema altamente emocional y político, utilizado por la derecha japonesa para espolonear la indignación contra Corea del Norte y para replantear la necesidad de la remilitarización de Japón.

17 de junio de 2008
©new york times
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rey de nepal abandona su palacio


Terminó la última monarquía hindú del mundo.

Katmandu, Nepal. El depuesto rey de Nepal dejó el principal palacio de la ciudad el miércoles noche para empezar su vida como civil en la república recién declarada.
El ex rey Gyanendra dijo que entregó su cetro real y corona de plumas de pavo, pelo de yak y joyas al gobierno nepalés cuando salió de su hogar en la capital hacia uno de sus palacios de verano en una boscosa colina en las afueras.
Allá contará con protección policial, pero vivirá como cualquier otro nepalés -aunque increíblemente rico y que, según creen algunos, seguirá gobernando.
La partida de Gyanendra fue el capítulo final de la última monarquía hindú del mundo, aunque quedó un vestigio: la amante de 94 años del depuesto abuelo del monarca, que murió hace más de medio siglo.
Pocos nepaleses conocían la existencia de la misteriosa mujer hasta que las autoridades anunciaron el miércoles que se le permitiría seguir viviendo en el palacio. La amante más joven del rey Tribhuvan, que reinó desde 1911 hasta su muerte en 1955, no tiene ni casa propia ni parientes que la reciban.
Sin embargo, casi nada más quedará de la dinastía que unificó Nepal y reinó durante más de 239 años. La mayor parte del palacio -una construcción de concreto rosado de los años setenta- será convertida en un museo.
El ex rey cruzó las puertas del palacio en un Mercedez-Benz blindado negro a eso de las 8:45 de la tarde, seguido por una escolta de la policía y el ejército. Algunos partidarios le gritaron a Gyanendra que permaneciera en el trono, pero la mayoría de los varios cientos de personas que se reunieron en el lugar saludaron su partida.
"No tengo intención de dejar el país", dijo Gynendra horas antes de la partida. "Seguiré en el país para ayudar a establecer la paz".

15 de junio de 2008
12 de junio de 2008
©los angeles times
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camión de la muerte


Sobrevivientes de camión de la muerte tailandés serán deportados.
[Nopporn Wong-Anan] Suksamran, Tailandia. Los sobrevivientes de un trágico caso de contrabando de seres humanos en Tailandia, en el que murieron sofocadas 54 personas encerradas en el contenedor cerrado de un camión, serán deportadas a su país de origen, Myanmar, gobernado por una junta militar, según resolvió un tribunal tailandés el viernes.
Los cincuenta sobrevivientes fueron multados con sumas de hasta dos mil baht (sesenta y dos dólares) por entrar ilegalmente al país. Sin embargo, la mayoría de ellos no pudo pagar y deberán pasar una breve temporada en la cárcel antes de su deportación.
Otros catorces jóvenes fueron enviados a un centro de inmigración a la espera de su deportación a la antigua Burma.
Grupos de defensa de los derechos humanos condenaron el veredicto.
"Antes que apoyarlos para que persigan legalmente a contrabandistas explotadores, las autoridades tailandesas los deportarán sumariamente a Burma", dijo en una declaración el Grupo Trabajadores Inmigrantes, una coalición de organizaciones no-gubernamentales.
La horrenda muerte de cincuenta y cuatro inmigrantes, que estaban entre 120 trabajadores apretujados en un sofocante contenedor de seis metros durante varias horas, ha llamado la atención sobre los trabajadores inmigrantes y la plaga de traficantes y contrabandistas de seres humanos en la región.
El Grupo Trabajadores Inmigrantes dijo que ha documentado diez casos en los que han muerto más de cien personas durante su transporte a Tailandia el año pasado.
El conductor del camión, identificado por la policía como Suchon Boonplong, ha eludido la cacería desde que se diera a la fuga tras abandonar el vehículo el miércoles noche.
"La policía de varias unidades están buscando a Suchon y otra persona implicada en la organización de transporte", dijo a periodista el general de policía Apirak Hongthong.
Ambas serán acusadas de conspirar para ocultar, ayudar o transportar a inmigrantes ilegales a Tailandia, y por imprudencia con resultado de muerte, dijo la policía.
Corren el riesgo de una condena de un máximo de diez años de prisión.
Los sobrevivientes dijeron que habían golpeado las paredes del contenedor y gritado al conductor cuando el aire se hizo más ralo después de que se echara a perder la unidad de aire acondicionado.
"Llamamos al conductor por el celular, pero nos dijo que nos mantuviéramos en silencio y no hiciéramos problemas", dijo Tida Toy, 21, al diario Bangkok Post.
"Apagó el aparato y siguió conduciendo", dijo.

Desesperados
Unos dos millones de emigrantes de toda la región trabajan en Tailandia, la mayoría de ellos escapados de la ex Burma donde 46 años de gobierno militar han arruinado la economía del país.
En el país sólo medio millón de inmigrantes son legales, dijo un funcionario del ministerio del Trabajo al canal de televisión 9.
Según la ley tailandesa, los inmigrantes legales tienen los mismos derechos que los tailandeses, pero en la práctica está lejos de ser el caso. Se les niega el acceso a servicios básicos como la educación, seguro médico y libertad de circulación.
La inmensa mayoría de los inmigrantes son ilegales y trabajan sin papeles en fábricas, restaurantes, gasolineras y como asesoras del hogar o en la tripulación de pesqueros de arrastre.
Muchos inmigrantes, legales e ilegales, sufren maltratos, dijo la Organización Internacional del Trabajo, OIT.
Su investigación constató que el 75 por ciento de los empleadores tailandeses entrevistados creían que era normal encerrar a los trabajadores inmigrados "para que no escapen". También hay evidencias de trabajos forzados y trabajo infantil entre inmigrantes.
Bangkok se vio obligada "a impedir la explotación de esos inmigrantes en Tailandia, independientemente de la documentación que tengan o no tenga", dijo Bill Salter, director de la OIT para el sudeste asiático.
La Comisión Asiática de Derechos Humanos teme que Tailandia utilice la tragedia para reprimir a los trabajadores inmigrantes, que a menudo toman los trabajos que los tailandeses rechazan.
"Esta gente está impulsando la economía de su país y por tanto poniendo de su parte para impedir una catástrofe mucho mayor a la puerta de Tailandia", dice.
Aye, cuya hija de ocho años murió en el camión, dijo que no podría mantener a sus otros dos hijos en Myanmar -una niña de diez y un niño de seis- si no encontraba trabajo en Tailandia.
"Estoy muy preocupada por mi futuro. ¿Qué pasará con mis hijos en casa? No puedo vivir en mi país. No tengo nada que hacer allá", dijo a Reuters desde su celda en la cárcel.

Redacción de Darren Schuettler; edición de Jerry Norton.

3 de mayo de 2008
11 de abril de 2008
©reuters
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matanzas en dictadura de suharto


[Anthony Deutsch] Sobrevivientes describen matanzas durante dictadura de Suharto.
Blitar, Indonesia. Oculto en la húmeda y densa selva, Markus Talam observó a los soldados indonesios hacer descender de los camiones a los prisioneros maniatados, hacerles formar fila y acribillarlos con ronda tras ronda de armas automáticas.
Era 1968, y las matanzas formaban parte de la ofensiva final de las fuerzas controladas por el general Suharto para exterminar al partido comunista y asegurar su posición como gobernante de Indonesia, ahora el país musulmán más populoso del mundo.
"Los acribillaron y arrojaron sus cuerpos en una fosa común excavada por otros prisioneros. Recuerdo claramente el sonido de las armas: tat-tat tat-tat tat-tat... una y otra vez", dijo Talam, 68, que estuvo más tarde encarcelado durante diez años tras ser denunciado como simpatizante de izquierda.
Suharto, que murió el domingo en un hospital de Jakarta, se hizo con el control de las fuerzas armadas en 1965 y gobernó el país durante treinta y dos años, reprimiendo enérgicamente a los disidentes y apoyado por el gobierno norteamericano en los momentos más álgidos de la Guerra Fría.
Se estima que las víctimas durante su sangriento ascenso al poder -de 1965 a 1968- van de las 78 mil, según cifras oficiales, a un millón, según los historiadores norteamericanos Barbara Harff y Ted Robert Gurr, que han publicado libros sobre la historia de Indonesia. Fue la peor masacre en la historia moderna del sudeste asiático, después de los campos de la muerte de los Khmer Rouge en Camboya.
La virulenta violencia anticomunista manchó de sangre los ríos y sembró el campo con los cuerpos de maestros, campesinos y otros.
"Aquí acostumbraban a arrojar los cuerpos", recordó Surien, una mujer de setenta años que vivía cerca de una bahía utilizada como campo de ejecuciones. "Debido al hedor, la gente la llamaba la playa de los cuerpos putrefactos".
La CIA entregaba listas de miles de izquierdistas, incluyendo a miembros de sindicatos, intelectuales y maestros de escuela, muchos de los cuales fueron ejecutados o enviados a prisiones remotas.
Otros 183 mil murieron debido a asesinatos, desapariciones, hambre y enfermedades durante la ocupación indonesia de Timor Oriental entre 1975 y 1999, de acuerdo a una comisión de Timor Oriental reconocida por Naciones Unidas. Abusos similares dejaron más de cien mil muertos en Papúa Occidental, de acuerdo a un grupo local de derechos humanos. Otros quince mil murieron durante la rebelión separatista de la provincia de Aceh, que duró 29 años.
En entrevistas recientes en la ciudad de Blitar, un antiguo bastión comunista, sobrevivientes de las atrocidades narraron sus vidas como fugitivos, viviendo en cuevas, siendo golpeados y viendo decapitaciones de prisioneros.
"Estoy decepcionado. Vi terribles crueldades y tengo suerte de no estar muerta", dijo Talam, cuya sencilla casa de dos habitaciones da a un valle salpicado de fosas comunes cubiertas por la vegetación.
Aspirando con sus manos temblorosas un cigarrillo aromático, describió su detención y fuga de manos de la policía. Tropezó con cuerpos inertes que emergían de las superficiales sepulturas y durmió en húmedas cavernas con cientos de otros, comiendo de lo podían encontrar en la selva durante cincuenta días, hasta que fueron nuevamente capturados.
Talam, ex miembro de un sindicato de guardabosques de izquierda, dijo que fue torturado y golpeado repetidas veces durante los interrogatorios cuando estuvo detenido en la remota isla de Buru, donde el régimen retenía a unos doce mil prisioneros políticos, a 1.770 kilómetros al este de Yakarta, la capital. "¿Por qué no se llevó a nadie a juicio?", preguntó.
De hecho, muchos indonesios no saben nada de esa siniestra época. Se cree que los responsables todavía tienen influencia en la política y en los tribunales. Se ha prohibido mencionar detalles de la purga comunista en los libros de texto, y los militares han entorpecido los intentos de familiares de exhumar las fosas comunes.
Cerca de Blitar, un importante monumento y un museo rinde homenaje al aplastamiento de la amenaza comunista, y hoy en día el Partido Comunista sigue estando prohibido en Indonesia.
No hay registros oficiales de las matanzas presenciadas por Talam y que realizó el ejército indonesio cerca de Blitar, a quinientos kilómetros al este de Yakarta.
Aunque Suharto fue derrocado en 1968 por una insurrección democrática en este país de 235 millones de personas, nadie ha sido juzgado nunca por la carnicería, en parte porque algunos de los antiguos generales de Suharto siguen hoy en posiciones de poder.
"Uno de los legados perdurables del régimen de Suharto ha sido la cultura de la impunidad", dijo Brad Adams, director de la sección Asia de Human Rights Watch.
Además, el interés del público en revivir ese pasado turbulento es bastante apagado en un país en gran parte pobre, donde la gente está más preocupada de la supervivencia día a día que de otra cosa, dijo una ex comunista y miembro del ayuntamiento de Blitar.
"Los que deberían ser llevados a justicia por esos crímenes son Suharto, su gobierno y su régimen", dijo. "Suharto ordenó la eliminación de los comunistas y de los simpatizantes de izquierda".
Putmuinah estuvo viviendo escondida en una cueva al sur de Blitar antes de ser detenida y encarcelada durante diez años. "Me robaron la oportunidad de criar a mis siete hijos", dijo.
"Decapitaron a muchas de nosotras porque éramos miembros de la asociación de mujeres", agregó. "No me torturaron porque yo conocía al comandante que me arrestó".
El régimen de Suharto capitalizó las tensiones existentes entre musulmanes y comunistas ateos, incitando a los poderosos grupos islámicos del país a unirse a la purga.
Hasyim Asyhari, 67, ex miembro de un conservador grupo juvenil islámico sunní de la región de Blitar, dijo que el grupo recibió órdenes del ejército de identificar, perseguir y matar a los comunistas.
Dijo que se siente orgulloso de haber salvado al país de la dominación comunista y de haber ayudado a "convertir a simpatizantes del comunismo en buenos musulmanes".
Para matar a los prisioneros " usábamos herramientas agrícolas, puñales y palos", dijo Asyhari en una entrevista. "Yo obedecí órdenes del gobierno".

Irwan Firdaus en Yakarta contribuyó a este reportaje.

7 de febrero de 2008
29 de enero de 2008
©fwdailynews
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trata de blancas y esclavitud sexual


En India, las campañas contra la trata de blancas se concentran en las que son llevadas fuera del país. Pero el problema también persiste en casa.
Nueva Delhi, India. Meena descubrió que había sido vendida cuando la llevaban en motocarro al barrio rojo de Nueva Delhi.
La chica de doce años estaba trabajando como criada en Calcuta cuando el patrón de la casa le habló de un trabajo bien pagado en la casa de su hermana en la capital de India. Pero en lugar de eso, la vendieron al dueño de un burdel y la obligaron a prostituirse por poco más que un lugar donde dormir y alguna comida de vez en vez.
Sus penurias duraron cuatro años y ahora Meena, 21, dice que la convirtieron en una "persona muy enrabiada".
"La rabia estalla repentinamente", dice Meen, que pidió que no mencionáramos su nombre completo, debido al estigma social.
Debajo de la superficie del rápido crecimiento económico de India yace un problema enraizado en la persistente pobreza de cientos de millones de indios. Los activistas de derechos humanos dicen que miles de mujeres y niñas pobres son empujadas a la prostitución año tras año después de ser seducidas en las aldeas con falsas promesas.
Gran parte de la atención sobre el tráfico en seres humanos se concentra en las seiscientas a ochocientas mil personas -de las cuales el ochenta por ciento son mujeres y niñas- que son trasladadas fuera de la frontera nacional todos los años y, en muchos casos, obligadas a trabajar como prostitutas o esclavas.
Pero esas cifras no incluyen a las víctimas traficadas al interior de esos países -un problema que ha acosado durante mucho tiempo a India, un país tan grande y diverso que las víctimas llevadas a cientos de kilómetros de distancia y donde se habla otro idioma, tienen pocas posibilidades de volver a casa.
"Este es un reto a la idea que tiene India de ser un país democrático y moderno", dijo Ruchira Gupta, fundadora del grupo contra la trata de blancas, Apne Aap Women Worldwide. "En esta época, cuando se supone que India es una democracia... tenemos todavía tantos esclavos".
Es difícil identificar el comercio ilegal, y los cálculos sobre el número de víctimas varías todos los años.
Lo que se sabe es que, según cálculos oficiales, hay tres millones de trabajadoras sexuales en India, y al menos un cuarenta por ciento de ellas son niñas. Y se cree que miles han sido engañadas para trabajar para los traficantes, dicen los activistas.
La mayoría de las niñas provienen de los estados más pobres de India. Un pariente o amigo se acerca a los padres de la chica para hablarle sobre un trabajo bien pagado en la ciudad o de la posibilidad de casarse sin mucho dinero o sin dote.
En algunos casos, son los padres los que venden a las niñas. Los precios varían de varios cientos a varios miles de dólares.
A los traficantes se los captura rara vez. El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo en el informe anual sobre el tráfico en seres humanos del año pasado, que la respuesta de India al problema era débil y los procesamientos muy escasos.
En Bombay, que tiene la más alta concentración de trabajadoras sexuales, en 2005 sólo se arrestó a trece traficantes, y ninguno de ellos fue condenado, de acuerdo al Departamento de Estado. La situación fue similar en otras ciudades.
"Uno de los métodos para prevenir el tráfico es aumentar la duración de las condenas por tráfico, y esto no está ocurriendo", dijo Gupta. "Las mujeres son enganchadas... pero hay muy pocas detenciones de los hombres que llevan todo este negocio".
Deepa Jain Singh, del Ministerio del Desarrollo de los Niños y de las Mujeres, dijo que el gobierno estaba "tratando de hacer más" acerca del problema del tráfico sexual, pero se negó a proporcionar detalles.
¿Qué pasa con las víctimas? Hay muchas trampas. En un país con una población que se calcula tiene una población de 5.7 millones de personas infectadas por el SIDA, la infecciones de HIV entre las trabajadoras sexuales es algo común.
Las que escapan a menudo son rechazadas por sus familias.
Meena fue rescatada por STOP, un grupo contra el tráfico de seres humanos, y vive en su refugio de Nueva Delhi.
El objetivo del refugio es lograr que las niñas y mujeres en la casa funcionen "como una familia normal".
"Queremos que pasen de víctimas a sobrevivientes y a activistas. Es un trayecto largo", dijo Roma Debabrata, fundadora de STOP.

23 de junio de 2007
©los angeles times
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regalo de boda equivocado


[Norimitsu Onishi] Donde un regalo equivocado puede significar el fin del amorío.
Seúl, Corea del Sur. Hace poco, cuando dos jóvenes estrellas de la televisión suspendieron su matrimonio de doce días, su muy público y enconado divorcio iluminó un raro aspecto del lado oscuro del matrimonio en Corea del Sur.
Recuperándose en la cama de un hospital por una nariz rota, Lee Min-young acusó a su marido, Lee Chan, de violencia doméstica, provocando conmoción en la prensa y la blogosfera del país. Pero a medida que las acusaciones iban y venían, surgió un debate igualmente acalorado sobre otra de las cosas citadas como causa del rompimiento: los regalos de boda.
De acuerdo a los informes en la prensa, el padre del novio dijo que había recibido entre los regalos de la familia de la novia, una cuchara chapada en oro, aunque merecía al menos una cuchara de plata. La madre de la novia, a su vez, se quejó amargamente de que su hija merecía vivir en un apartamento más espacioso que el elegido por el novio.
El divorcio muestra que en Corea del Sur en estos días, quizás más que nunca antes, elegir correctamente los regalos de boda para los nuevos parientes políticos puede estar preñado de obstáculos. Los errores pueden provocar tensas relaciones entre las familias o llevar incluso a un rápido divorcio.
Tradicionalmente, el novio, o su familia, debía proporcionar a los recién casados una casa que se esperaba que amueblaran la novia y su familia. El dote de la novia era una compensación por el hecho de que cuidaría de ella por el resto de su vida. Hoy en día, cambios como el mayor estatus de la mujer, la creciente riqueza del país, y, no en último lugar, los abultadísimos precios de la propiedad inmobiliaria, han complicado el asunto.
"En el pasado, se daban regalos sencillos y útiles", dice Han Gyoung-hae, profesor de estudios de la familia en la Universidad Nacional de Seúl. "Pero ahora el precio de esos regalos es cada vez más importante, especialmente entre los nuevos ricos del país. Tradicionalmente los regalos debían mantener unida as las familias; hoy se usan para demostrar lo rico que eres. El fenómeno es una expresión de lo materialista que es hoy la sociedad surcoreana".
Los regalos empezaron a ser lujosos con la próspera economía de Corea del Sur en los años ochenta. Luego, en los noventa, las familias de las novias empezaron a dar directamente sumas de dinero, dice Kim Joo-hee, profesora de cultura de la familia en la Universidad Femenina Sungshin, de Seúl.
"Se ha convertido en una costumbre que la familia de la novia devuelva la mitad del dinero", dijo Kim. "Si no lo hacen, se pueden producir conflictos".
La ansiedad a la hora de elegir correctamente los regalos de boda, aunque quizás menos intensa entre los ricos, es algo que afecta a todas las clases sociales, dijo.
"Una mujer de una familia pobre tendrá que trabajar y ahorrar para su matrimonio, en lugar de descansar en su familia, pero con los regalos pasará por los mismos problemas", dijo Kim.
Pese a la fachada ultra moderna de Corea del Sur, los matrimonios son todavía uniones entre las familias, y los padres siguen participando activamente en la elección final de las parejas de sus hijos.
"El matrimonio es un asunto familiar", dice Lee Hyo-yon, 28, representante de la Agencia de Fomento del Comercio y la Inversión en Corea, que se casó hace poco. "Y los regalos son una parte tan importante del matrimonio que algunas parejas incluso rompen antes de casarse. La familia de un amigo mío dio 30 mil dólares a la familia del novio, pero ellos dijeron que no era suficiente".
Lee dijo que ella se sentía afortunada porque los padres de su marido, Kim Young-seok, ingeniero en Hyundai Motor, eran terriblemente comprensivos.
El cortejo siguió el curso normal entre miembros de su generación. Se conocieron a través de un amigo mutuo al que ahora, por costumbre, deberá regalársele un traje, o algún equivalente, como demostración de gratitud. Se citaron la primera vez en un restaurante italiano en Kangnam, un barrio elegante en el sur de Seúl, y más tarde Kim impresionó a la señorita Lee cuando la fue a recoger al aeropuerto a las dos de la mañana. Como muchos hombres aquí, él le pidió la mano cuando su relación llevaba cien días.
De momento, la joven pareja vivirá con los padres del novio. Pero sus padres ya han comprado un apartamento donde vivirán su hijo y su mujer.
"En mi familia somos tres hermanos", dijo Kim. "Así que mis padres compraron a cada hijo un apartamento, hace ya algunos años, para sus matrimonios futuros".
En cuando a Lee, ella aportará una nueva cama tamaño king. A diferencia de otras muchas suegras, la suya no estaba interesada en recibir regalos.
"Eso en sí mismo provocó que mi madre y yo nos preocupáramos", dijo Lee, que sacó su maestría en administración en la Universidad de Nueva York. "Quizás no estábamos haciendo lo posible, realmente. Un día incluso llevamos a mi futura suegra a una tienda de abrigos de piel y le pedimos que eligiera uno para ella. Pero no quiso".
Expertos en estudios de la familia dicen que el creciente estatus e ingreso de mujeres profesionales como Lee también ha llevado a una recalibración de los regalos. En el caso de las estrellas de televisión, por ejemplo, la actriz ganaba más que su marido.
"Las mujeres tienen más educación, a veces más que sus maridos, y están trabajando", dijo Han. "Eso le da a ese lado de la familia mayor poder de decisión en la familia, y eso complica los regalos".
El auge actual de la propiedad inmobiliaria en Seúl ha aumentado la carga de los novios de hoy. La elección de un apartamento que no esté a la altura de lo que espera la novia o su familia -como ocurrió en el caso de la madre de la actriz- puede provocar reproches.
"Si la familia del novio es rica, pero no compra un apartamento para los recién casados y se limita a alquilar uno, eso puede causar problemas", dijo Kim. "Eso significa que eligieron no comprar uno, y los regalos de la familia de la novia deben ajustarse consecuentemente".
Alquilar tampoco es fácil. En Corea del Sur, en lugar del alquiler mensual, los caseros normalmente exigen una enorme suma de dinero que se devuelve al término de un alquiler de dos años.
En Sanbon, un suburbio de Seúl popular entre los recién casados, alquilar un apartamento normal de menos de 65 metros cuadrados requiere un pago inicial de 75 mil dólares en un alquiler de dos años, dijo Kim Won-jong, un agente inmobiliario.
El apartamento que Lee Chan, el actor, había elegido para su mujer tenía más de 92 metros cuadrados y estaba ubicado en un barrio más elegante. La madre de la actriz, sin embargo, dijo que su hija valía un apartamento de 167 metros cuadrados.
"Eso", dijo Kim, el agente inmobiliario, "es un palacio".

27 de marzo de 2007
22 de marzo de 2007
©new york times
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plaga de suicidios en india


[Somini Sengupta] En los desesperados granjeros de India.
Bhadumari, India. Aquí en el centro de India, un ceniciento miércoles por la mañana, un campesino algodonero se tragó el contenido de una botella de pesticida y cayó muerto en el umbral de su pequeña casa de adobe.
El granjero, Anil Kondba Shende, 31, deja a su mujer y dos hijos pequeños, unas deudas de las que su familia sólo sabía vagamente y un terreno húmedo y arruinado de 1.4 hectáreas de plantas de algodón que había sido su única fuente de ingresos.
Si se mató por las deudas, la vergüenza o algún otro motivo, Shende se fue con el secreto a la tumba. Pero su muerte no es de ninguna manera un fenómeno aislado, y en su suicidio se esconde un alarmante recordatorio de la crisis por la que atraviesan los granjeros indios.
En todo el país, en bolsones desesperados como este, en 2003 se suicidaron 17.107 granjeros -el último año para el que se cuenta con cifras oficiales. Informes anecdóticos sugieren que tasa de suicidios se mantiene alta.
Aunque la crisis se veía venir desde hace años, representa un reto cada vez más espinudo para el primer ministro Manmohan Singh. Las altas tasas de suicidio y la desesperación rural contribuyeron a la caída del gobierno anterior hace dos años y a poner a Singh en el poder.
Los cambios provocados por quince años de reformas económicas han dejado a los campesinos indios expuestos a la competencia global y les ha dado acceso a la prometedora pero costosa biotecnología, pero no ha abierto necesariamente la puerta a precios más altos, préstamos bancarios, irrigación o seguros contra las pestes y la lluvia.
El gobierno de Singh, que se ha convertido en un fuerte aliado de Estados Unidos, es uno de los críticos más declarados en el mundo en desarrollo de los subsidios que concede Estados Unidos, por un valor de dieciocho billones de dólares al año, a sus propios granjeros, lo que ha contribuido a mantener bajo el precio del algodón para productores como Shende.
Al mismo tiempo, en India crece la frustración con las compañías norteamericanas multinacionales que venden las semillas, genéticamente modificadas y caras. Han hecho profundas incursiones en la India rural -un enorme y atractivo mercado-, llevando nuevas oportunidades, pero también nuevos riesgos a medida que los granjeros indios acumulan las deudas.
En esta zona algodonera en el centro de India, conocida como Vidarbha, la cifra de las muertes por suicidio, compilada por un grupo de defensa local e imposible de verificar, fue de 767 en un período de catorce meses que terminó a fines de agosto.
"Los suicidios son una manifestación extrema de problemas profundamente enraizados, que están ahora plagando nuestra agricultura", dijo M.S. Swaminathan, el ingeniero genético que fue el líder científico de la Revolución Verde de India hace cuarenta años y es ahora presidente de la Comisión Nacional de Campesinos. "Son problemas climáticos. Económicos. Sociales".
La economía de India puede haberse disparado, pero la agricultura sigue siendo su talón de Aquiles, la fuente de subsistencia para cientos de millones de personas y al mismo tiempo sólo una fracción de la economía nacional total y un símbolo de sus permanentes dificultades.
En lo que algunos ven como una ominosa tendencia, la producción de alimentos, antes el gran orgullo de India, no ha podido en la última década mantenerse a la altura del crecimiento demográfico del país.
Las quejas de los campesinos indios -o lo que hace poco el primer ministro Singh describió como su "gran dolor"- pueden difícilmente ser ignoradas por los líderes de un país donde dos tercios de su gente todavía vive en el campo.
El gobierno de Singh ha respondido a la crisis actual expandiendo rápidamente el crédito rural y prometiendo inversiones en la infraestructura rural. También ha ofrecido varias soluciones rápidas, incluyendo un paquete de 156 millones de dólares para socorrer a los distritos ‘inclinados al suicidio' en todo el país y una promesa de ampliar el crédito rural, eliminar los intereses de los préstamos bancarios existentes y poner freno a los usureros prestamistas del sector informal.
Pero aumenta la presión para que haga más. Muchos, incluyendo a Swaminathan, el científico agrícola, alabarían que el gobierno ayudara a sobrevivir a los granjeros durante los años malos en la agricultura o durante los períodos de bajos precios en el mercado mundial.
Los subsidios, antes parte principal de la política económica india, se han acabado para prácticamente todo el mundo, excepto los productores de granos básicos. Los granjeros indios deben ahora competir o desaparecer. Para competir, muchos se han volcado a semillas, fertilizantes y pesticidas de alto coste, que ahora se exhiben en las estanterías de las tiendas más insignificantes en los pueblos.
Monsanto, por ejemplo, inventó las semillas modificadas genéticamente que plantaba Shende, conocidas como algodón Bt, que son resistentes a la oruga del algodón, la mayor enemiga de los algodoneros. Las semillas reducen en un 25 por ciento el uso de pesticidas.
El año pasado, la compañía duplicó sus ventas de algodón Bt aquí, pero la expansión ha sido polémica. Este año, una demanda legal del gobierno del estado de Andhra Pradesh obligó a Monsanto a reducir drásticamente las regalías que cobraba por la venta en India de sus semillas patentadas. La compañía ha recurrido ante la Corte Suprema de India.
Las semillas modificadas pueden costar casi dos veces más que las corrientes, y han empujado a muchos granjeros a pedir préstamos más grandes, a menudo de prestamistas que cobran exorbitantes tasas de interés.
Prácticamente todos los campesinos algodoneros en estas zonas, por ejemplo, necesitan la asistencia de alguien como Chandrakant Agarwal, un veterano prestamista que cobra cinco por ciento de interés al mes.
Cobra sus cuotas en época de cosecha, pero exige una prima extra, obligando a los campesinos a venderle su algodón a precios más bajos que en el mercado, embolsándose las ganancias.
Su política colateral es cualquier cosa, menos inventiva. El prestatario firma un documento oficial en blanco que otorga a Agarwal el derecho a pagarse con la propiedad del campesino en cualquier momento.
El negocio se ha incrementado con la llegada de semillas e insecticidas de alto coste. "Muchos prestamistas han hecho un montón de dinero", dice Agarwal. "Pero muchos campesinos se han arruinado".
En realidad, una o dos cosechas fracasadas, un gasto inesperado en salud o el matrimonio de un hija se han convertido en asuntos mucho más arriesgados en una estrategia de vida donde los riesgos ya son bastante altos.
Un sondeo del gobierno dado a conocer el año pasado constató que el cuarenta por ciento de los campesinos dijo que abandonarían la agricultura si pudieran. El estudio también descubrió que la agricultura representaba menos de la mitad del ingreso de las familias campesinas.
Apenas el cuatro por ciento de los campesinos asegura sus cultivos. Casi el sesenta por ciento de la agricultura india todavía depende enteramente de las lluvias, como en el caso de Shende.
Este año, esperando por un retrasado monzón, Shende sembró sus campos tres veces con las semillas modificadas genéticamente de Monsanto. Dos tandas de semillas se inutilizaron debido a la tardanza del monzón. Cuando finalmente llegaron las lluvias, se precipitaron con tal furia que inundaron los bajos terrenos de Shende y destruyeron su tercera y última tanda.
Hasta su muerte, Shende cargaba con al menos cuatro deudas: una del banco, dos obtenidas a nombre de su hermana y una de un prestamista local. La noche antes de su suicidio, pidió dinero prestado por última vez. Le pidió a un vecino del pueblo el equivalente de nueve dólares, más o menos el coste de una botella de un litro de pesticida, que usó para quitarse la vida.
Otros como él, con pequeños terrenos, son particularmente vulnerables. Un estudio de Srijit Mishra, profesor del Instituto de Investigación para el Desarrollo Indira Ghandhi, de Mumbai (Bombay), determinó que más de la mitad de los suicidios en esta parte del país ocurrían entre granjeros con menos de dos hectáreas.
Pero incluso los que son prósperos -según normas locales- no están inmunes. Manoj Chandurkar, 36, tiene 29 hectáreas de algodón con semillas modificadas genéticamente, y sorgo, en un pueblo colindante llamado Waifad. Cada año es una apuesta, dijo.
Cada vez pide un préstamo, luego otro y reza para que las orugas se mantengan alejadas y las lluvias sean buenas. Hoy carga con tres préstamos, y su deuda total asciende a diez mil dólares, lo que es aquí una suma extraordinaria.
El estudio de Mishra constató que el 86.5 por ciento de los campesino que se quitaron la vida estaban endeudados -su deuda promedio era de unos 835 dólares- y el cuarenta por ciento había sufrido una cosecha malograda.
Las noticias de la muerte de Shende obligó a su mujer, Vandana, a volver a casa en Bhadumari. Los familiares dicen que estaba cuidando de un hermano enfermo en una aldea cercana. Para cuando llegó, el cuerpo de su marido estaba cubierto por una delgada tela a cuadros.
Un agente de policía había registrado la muerte -la octava en seis meses para el agente.
La señora Shende, acuclillada en la estrecha calle del pueblo, envolvió su cara en su barato sari azul y se lamentó a todo pulmón. "Tu padre ha muerto", le gritó a su pequeño hijo, que estaba parado a su lado, aturdido.

10 de marzo de 2007
19 de septiembre de 2006
©new york times
©traducción mQh
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el gulag norcoreano, el musical


[Barbara Demick] Un campo de concentración norcoreano es el escenario de un insólito musical escrito por un desertor en Corea del Sur.
Seúl, Corea del Sur. Quizás desde que Mel Brooks creara ‘Primavera para Hitler’ [Springtime for Hitler] en la comedia ‘Los productores’ [The Producers], no se han propuesto premisas tan insólitas para un musical.
Coros de soldados marchando a paso de ganso y demacrados prisioneros políticos harán cabriolas sobre el escenario cuando ‘Yoduk Story’, un lacrimógeno dramón sobre un campo de concentración norcoreano -y cuyo nombre suena como Auschwitz para algunos coreanos- se estrene aquí el próximo mes.
Entre las pegadizas melodías que los espectadores de teatro de Corea del Sur podrán estar canturreando, se encuentran ‘Si Pudiera Pasear Libremente’ y "Todo lo Que Quiero Es un Poco de Arroz’.
La tragedia de la dividida península es, naturalmente, un tema familiar en la cultura popular de Corea del Sur. Pero las piezas más exitosas han sido las películas de suspense y de espías, ocasionalmente las películas de guerra o un dulzón drama sobre familias separadas. Pocos se han atrevido a abordar las realidades más duras de Corea del Norte, tales como la hambruna o las violaciones de los derechos humanos.
Y ciertamente no bajo al forma de un musical.
‘Yoduk Story’ es la creación de Jung Sung San, 37, un director de cine norcoreano que desertó hacia el sur en 1994. No le ha sido fácil cultivar su amor por las tablas. En un momento Jung tenía tan poco dinero para pagar a los 80 miembros de su reparto y equipo que colocó su riñón como garantía para pedir a un usurero un préstamo de 20 mil dólares. (Dice que tendrá que donar el órgano en abril si para entonces no puede pagar el préstamo).
Dos teatros se han negado a presentar el musical en su escenario. Jung dice que ha recibido llamadas telefónicas anónimas con amenazas, así como quejas oficiales del gobierno de Corea del Sur, de que el contenido podría perjudicar los intentos de reconciliación con Corea del Norte.
"El gobierno no está interesado en oír cosas malas sobre Corea del Norte", dijo Jung.
Pero para Jung el problema más grande podría ser el público de Corea del Sur. Los musicales populares aquí en este momento son más livianos, la mayoría de ellos adaptaciones de Broadway. En las marquesinas hay versiones en coreano de ‘Grease’ y ‘Los productores’, en la que un empresario que trata de perder dinero decide que un musical sobre Adolf Hitler de seguro lo arruinará -pero la pieza se convierte en un inesperado éxito.
"Los coreanos aman los musicales, pero vienen al teatro a relajarse y a disfrutar", dijo Kim Jung Han, un estudiante de teatro de Nueva York que hace de guardia norcoreano en ‘Yoduk Story’.
"Esta pieza es algo pesada".
El director Jung rechaza esas ideas pesimistas. Se imagina que ‘Yoduk Story’ es la versión coreana de ‘Los miserables’.
"Las historias oscuras y trágicas también pueden ser bonitas", dijo.
De hecho, el público la puede encontrar más evocativa de ‘Jesucristo Superstar’, debido a que entre los reclusos del campo hay un personaje parecido a Cristo, o quizás a ‘El violinista en el tejado’ [Fiddler on the Roof], debido a las sensibleras canciones sobre las familias desarraigadas y separadas. La banda sonora del compositor surcoreano Cha Kyong Chan incluye una canción especialmente triste que evoca la melodía de ‘Sunrise, Sunset’, cuando un viejo norcoreano lamenta la pérdida de sus familiares.
Jung insiste en que no cree que ‘Yoduk Story’ deprima al público de Corea del Sur.
"Les hará darse cuenta de las dichosas vidas que llevan aquí", dijo el director, un hombre menudo, de aspecto delicado, que lleva el pelo largo hasta los hombros con mechas rubias.
En un ensayo reciente en un estudio en un sótano con espejos, Jung estaba sentado en la silla de lona de director, sacudiendo su rodilla impacientemente mientras miraba a las bailarinas pavonearse con banderas rojas en el escenario.
De vez en vez se levantaba para gritar algunas de las escasas palabras que conoce en inglés: "¡Stop, stop!", para corregir a los miembros de su reparto exclusivamente surcoreano sobre tonos y amaneramientos de los norcoreanos.
Jung hizo girar los ojos ante un grupo de jóvenes actores con camisetas y vaqueros, posando torpemente como guardias norcoreanos.
"No es así como se tiene un arma. Se hace así", dijo, demostrándolo.
‘Yoduk Story’ no es autobiográfica, y Jung no estuvo nunca en un campo de concentración, donde se encuentran decenas de miles de personas, muchas de ellas presos políticos. Pero tal como lo cuenta, pudo fácilmente haber terminado allá si no hubiese sido por avatares del destino.

Creció en la capital del norte, Pyongyang, como hijo de la elite. Su padre trabajaba para una compañía del estado que importaba Mercedes-Benzes blindados para la elite, mientras el joven Jung asistió a la Escuela de Drama y Cine de Pyongyang, donde tuvo el raro privilegio de ver películas extranjeras. Las de James Bond eran sus favoritas.
Pero en 1994 su pasión por la cultura extranjera le acarreó problemas. Fue sorprendido escuchando una radio surcoreana, lo que estaba prohibido, y condenado a 13 años de cárcel.
"Siempre quieren mandar a la cárcel a alguien de la elite, para sentar un ejemplo", dijo Jung.
Jung dice que escapó cuando el camión que lo trasladaba a la prisión volcó durante una tormenta y llegó a la frontera con China y luego a Corea del Sur. En Seúl participó en una serie de empresas. Escribió un libro a dos manos, ‘The The Unpolluted Sex of Pyongyang’, sobre el contraste entre la aparente mojigatería norcoreana y la secreta prostitución de las elites; escribió una serie de guiones; y asesoró a cineastas surcoreanos sobre cómo hacer más creíbles a sus personajes norcoreanos.
La mayoría de las películas en las que trabajó describen a los norcoreanos en términos vagamente positivos -la más conocida es ‘Joint Security Area’, sobre soldados norcoreanos a lados opuestos de la zona desmilitarizada, que se hacen amigos.
Aunque desertor, no se oponía particularmente al régimen de Corea del Norte. Eso cambió en 2002, dice Jung, cuando se enteró de que su padre había sido ejecutado. Cree que su padre fue asesinado no sólo por la deserción de su hijo, sino por un programa de televisión en el que trabajó Jung que mostraba a un desertor norcoreano.
"Después de eso me puse serio", dijo Jung. Empezó a investigar sobre las violaciones a los derechos humanos en Corea del Norte, entrevistando a ex prisioneros políticos, y empezó a escribir ‘Yoduk Story’.
"Este musical es un modo de procesar la pena por la muerte de mi padre", dijo.
La trama de ‘Yoduk Story’ gira sobre una importante actriz en Pyongyang que cae en desgracia después de que su padre se reúne con su hermano surcoreano, al que no ha visto desde la Guerra de Corea de 1950-1953. La ley norcoreana prohíbe esos contactos ilegales y permite que familias enteras sean castigadas por los delitos de un miembro de la familia. Y así la actriz es detenida en medio de un ensayo y embarcada con su padre hacia Yoduk.
Allá es encarcelada con alguien que había quemado una fotografía del presidente norcoreanos Kim Jong Il, y otros disidentes políticos. Al final, es violada por un guardia, queda embarazada y se ahorca.
La historia es ficticia, pero enteramente plausible, dice el desertor norcoreano.
En Corea del Sur vive una media docena de sobrevivientes de Yoduk, la mayoría de los cuales fueron entrevistados por Jung antes de escribir el guión.
Entre ellos está Kim Young Sun, una desertora de 68 años que hace de instructora de baile de la producción. Una mujer ágil y elegante que se desliza sin esfuerzo a través del escenario del ensayo con sus diminutos pies, Kim pasó la mayor parte de los años setenta en Yoduk, con sus hijos.
Como la actriz imaginaria del musical, pertenecía a la elite de Pyongyang que fue deportada a Yoduk. La antigua bailarina nunca supo el delito exacto del que se la acusaba, pero sospecha que fue elegida porque era compañera de escuela de la amante de Kim Jong Il y tenía conocimiento de primera mano de la relación secreta.
"Les gusta que la gente recuerde que la leal elite de hoy son los traidores de mañana. Están siempre buscando gente a la que puedan castigar como ejemplo", dijo Kim, con una taza de té después del ensayo.
El campo de prisioneros, más comúnmente llamado Yodok, está en una remota área montañosa en la provincia de Hamgyong del Sur y se cree que ha albergado a más de 40 mil personas en un momento, de acuerdo a ‘El gulag oculto’ [The Hidden Gulag], un informe del Comité de Derechos Humanos de Estados Unidos.
Kim dice que el campo de prisioneros es exactamente igual al del musical, excepto que ella nunca oyó hablar de violaciones o suicidios. ("No podías matarte, porque después castigarían a tu familia", dijo). De hecho, dijo que los primeros ensayos la hicieron llorar -especialmente una escena en la que matan a un niño a balazos, porque le hizo recordar la muerte en el campo de uno de sus hijos, que se ahogó accidentalmente en el río.
"No hay exageraciones ni mentiras", dijo. "Así es Yoduk, aunque en la vida real, por supuesto, es mucho más terrible".
El estudiante de teatro Kim, que hace de guardia norcoreanos, dijo que antes de obtener el papel, no sabía nada del gulag de Corea del Norte.
"Mi generación no sabe mucho sobre la Guerra de Corea o sobre Corea del Norte", dijo Kim. "Yo sabía que los norcoreanos eran pobres y no tenían demasiado para comer, pero no sabía nada de las presiones bajo las que vivían".
La ambición de Jung como artista es utilizar la cultura popular para rectificar esas laguna en la conciencia surcoreana. Su próximo proyecto es una película que critica la falta de religión en Corea del Norte. En la película ‘Red Angels’, unos surcoreanos envían regalos de Navidad a través de la zona desmilitarizada a un niño norcoreano que descubre que uno de los regalos es un robot de Santa Claus.
Como ‘Yoduk Story’, la película no tiene un final feliz.

22 de febrero de 2006

©los angeles times
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traducción mQh

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