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columna de lísperguer

ongs u organizaciones de base


columna de lísperguer


Senado quiere destinar fondos a ONGs del ámbito bienestarista (industria ganadera) y animalista (defensa del derecho a la vida de los animales).

La comisión senatorial que trata el proyecto sobre tenencia responsable de mascotas trató en estos días el tema de otorgar financiamiento a ONGs que formen parte de un misterioso “Consejo”.

Esto es derechamente inaceptable. En Chile, enfrentados a unas autoridades hostiles o indiferentes, los que se ocupan de los perros perdidos y abandonados y maltratados han sido y son hoy los ciudadanos. Son estos ciudadanos, esas decenas de miles de personas que llamamos viejas locas o madrinas y padrinos, las que nos sacan las castañas del fuego -las que se ocupan de alimentar, cuidar, proveer de cuidados médicos y acompañar a esos chuchos dejados de la mano de Dios. Ciertamente si hay fondos disponibles, estas son las personas que debiesen recibirlos. 
¿De qué serviría que el estado financie a ONGs? De mucho y de poco al mismo tiempo. Más grave es que estas organizaciones están tratando de usurpar la representación ciudadana y algunas funcionarias de ONGs pretenden descaradamente que ellas nos representan. Y la verdad es que no representan a nadie, por la sencilla razón de que nadie las elige. Esas ONGs más parecen clanes de gitanos que otra cosa. Sería francamente un desastre que estas funcionarias recibieran fondos del estado que estarían mejor invertidos en fomentar y apoyar a las organizaciones ciudadanas de base, porque finalmente la solución de lo que llamamos el problema con los perros está en manos de los ciudadanos, a nivel local, y difícilmente en manos de superestructuras ansiosas de poder y congresos internacionales.

No quiero sonar injustamente negativo con las ONGs. Algunas son serias. Otras no. Y muchas son bienestaristas y entre estas hay incluso algunas que representan derechamente a la industria ganadera. Pero no se entiende que los senadores quieran privilegiar a estas organizaciones del ámbito semi-profesional cuando en el país hay literalmente miles de organizaciones rescatistas de barrio que viven en constante zozobra por la falta de recursos y de reconocimiento. Estos grupos de base -presentes en casi todos los barrios o comunas chilenas- usualmente se autodenominan franciscanas (por Francisco de Asís) y se dedican al monitoreo, alimentación y cuidado de los perros de la calle y a la adopción. Habitualmente todos sus miembros han montado caniles privados en casa. Cualquiera que conozca mínimamente el ambiente animalista, sabe que estos grupos viven en una constante y desesperante búsqueda de recursos. ¿Por qué no otorgar fondos a estas organizaciones de base para esterilizar y montar campañas de adopción y simplemente para ir tirando? Quizá los senadores, alejados de los barrios populares de Chile, desconozcan esta realidad y todavía crean que hay que enviarles ONGs para educarlas en tenencia responsable o cosas similares. Las mujeres en los barrios no necesitan clases de responsabilidad de nadie. Su vida y compromiso de todos los días son un ejemplo. Irrita sobremanera que en las deliberaciones de los senadores ni siquiera son mencionadas, mientras que el minúsculo grupo de ONGs amenazan con apoderarse de todos los fondos.



quiénes son los perros peligrosos


columna de lísperguer


[Claudio Lísperguer] [Según los senadores son perros peligrosos los que son definidos así por alguna autoridad.]

En la Comisión de Salud que discute el proyecto de tenencia responsable de mascotas y responsabilidad civil, los senadores definieron ayer lo que llaman animales potencialmente peligrosos como “todo animal que ha sido calificado como tal por una autoridad competente, según un reglamento”. Esta formulación recuerda peligrosamente la idea de delito que se maneja en Chile, a saber, que es delito lo que las autoridades definen como delito antes que una conducta que afecte a terceros –que es la definición más moderna y corriente internacionalmente. ¿No sería realmente mejor que una definición funcional de perro peligroso se empleara para describir conductas agresivas reiteradas contra humanos u otros animales, y que la condición de peligroso no la describiera una autoridad competente, como dicen los senadores, sino una comisión de personas en el contexto de un litigio?
Con estas formulaciones se corre el peligro de clasificar abusivamente como peligrosos a perros que no lo son. En el origen de muchos casos de agresión de perros contra humanos se encuentran a menudo conductas agresivas de humanos contra perros. Por ello, en muchos casos, los perros simplemente se defienden o reaccionan frente a una agresión humana. ¿Se definirá a estos perros como peligrosos, con las inevitables consecuencias que algunos malvados ensoberbecidos ya están maquinando?
Hay algunos que quieren dejar la decisión sobre la vida o muerte de un perro definido como agresivo en manos de un juez de policía local. Si los etólogos tienen dificultades paran clasificar a un perro como agresivo, ¿no las tendrán también funcionarios que nade saben ni entienden de conducta animal? En este contexto, es previsible que los perros se lleven la peor parte. Por esto, sería mejor formar una comisión que en estos casos difíciles pueda estar formada por un número impar con personas que defiendan desde un punto de vista ético (vale decir, que los miembros no deben ser necesariamente profesionales) los intereses de la parte agredida y los de los responsables del agresor.

[Hace unos años, los funcionarios de la municipalidad de Viña del Mar querían matar a un perro que se les ocurría a estas autoridades competentes que era peligroso. Se trataba de un enorme gran danés que, en realidad, no tenía nada de agresivo. Alojado en un hogar adoptivo, un día fue atacado a pedradas por un vecino cuando el chucho se encontraba en el patio. Viéndose agredido, el perro saltó la verja y atacó al agresor, es decir, se le lanzó encima, haciéndolo caer. Enseguida, en lugar de morderlo o agredirlo de otro modo, el chucho se marchó. El vecino paria amenazó con matarlo.]


chuchos perdidos o abandonados


columna de lísperguer


Comisión del Senado define a los perros perdidos como abandonados.

En las últimas sesiones de la Comisión de Salud del Senado que debe legislar sobre el proyecto de ley de tenencia de mascotas y responsabilidad civil, finalmente ha empezado a salir humo. Pero muy probablemente se trata del humo de cerebros fundidos, porque las ideas discutidas no son muy coherentes. Lo primero que llama la atención es la definición de perro abandonado, que según la comisión “son aquellas mascotas que no tienen la vigilancia de la persona responsable […] o que [deambulan sueltas] sin su identificación”. Pero según proyecciones preliminares, y como ocurre en países como Estados Unidos e Inglaterra, un porcentaje alto, sino la mayoría de los perros en situación de calle, no son canes abandonados sino perdidos. Algunos expertos sospechan lo mismo para el caso chileno. Esto lo saben los senadores tan bien como nosotros. ¿Por qué, pues, etiquetarlos como abandonados? 

Dependiendo de si los clasificamos como perdidos o abandonados, la imagen que se forma uno en la mente es muy diferente. Con perro abandonado imaginamos a un chucho arrojado a la calle por un humano irresponsable e insensible. La solución para estos chuchos es encontrar una nueva familia humana que los adopte.
Cuando nos enteramos de que se trata de perros perdidos, lo primero que se nos viene a la cabeza es que lo más sensible y responsable que se puede hacer es facilitar el reencuentro de los extraviados con sus familias humanas. Según encuestas recientes, más del cincuenta por ciento de los chilenos con perros han perdido alguna vez a un chucho. Hasta hoy, una familia humana que busca a un perro perdido no cuenta con ningún apoyo de las autoridades locales, excepto casos excepcionales. Un centro de información y búsqueda municipal ayudaría enormemente a este reencuentro.

para qué sirve la esterilización


columna de lísperguer


Ya nadie discute la esterilización como solución al imaginario problema de la sobrepoblación canina El concejal de La Reina, Francisco Olea, también propone la esterilización masiva de perros. 

En los debates sobre la situación de los perros hay ciertas ideas que han ido ganando terreno hasta instalarse en una cómoda transversalidad: tenencia responsable de mascotas, esterilización, abandono, y la siempre tan recurrida sobrepoblación. Rara vez se discuten estos temas con la seriedad que merecen. El concepto sobrepoblación dejó de ser una ratio, o una tasa, o un índice, para convertirse en una descripción antojadiza y arbitraria que normalmente quiere decir que a un individuo le parece que hay muchos perros en los lugares por donde transita. El concepto de abandono está tan mal utilizado que ahora el Senado ha decidido implementar una ley según la cual todos los perros hallados en la calle serán tenidos por abandonados, pese a que sabemos que la mayoría de los perros en situación de calle son en realidad perros perdidos. ¿Por qué no les llamaron a todos perros perdidos en lugar de perros abandonados?

En un artículo publicado en La Nación a principios de noviembre el concejal de La Reina, Francisco Olea, sugería un plan integral para la solución de la sobrepoblación canina, aunque sin decirnos en qué consistía ésta y cómo había llegado a la conclusión de que teníamos sobrepoblación. De cualquier modo, proponía un conjunto de programas, entre ellos campañas educativas de tenencia responsable, registro de animales y campañas de “esterilización masiva”. Propuestas similares las han formulado activistas de todas las cavernas políticas del país. Pero, ¿se han detenido a pensar seriamente en las consecuencias de un plan de esterilizaciones masivas y sistemáticas?
Si se implementara un plan semejante, llegaría un momento en que la supervivencia misma de los perros como especie se pondría en peligro. Pero aún antes de que lleguemos a ese umbral, surgirían numerosos conflictos en la población humana. ¿A qué perros hay que esterilizar: a los hallados en las calles, a los perdidos y abandonados, a los recogidos en caniles, a los peligrosos, a los de raza, a los mestizos, a los de los barrios bajos, a los de los barrios altos, a los enfermos?
Obviamente si se propone la esterilización masiva o sistemática de los perros para que no se reproduzcan, debería al mismo tiempo prohibirse la crianza de perros, tanto la comercial como la familiar. Pero si se prohíben ambas, y en el caso ilusorio de que el estado pudiera controlar todos y cada uno de los patios de Chile, la especie perros empezaría a tener problemas de supervivencia. Y resulta paradojal oír esos llamados a la esterilización canina en boca de personas que normalmente adoran a los perros y sólo les desean bien, y que no han considerado nunca la idea de terminar con ellos.
Pues bien, la perspectiva de terminar con los perros es derechamente absurda. ¿Cuál es el futuro previsible? En algún momento se reclamará el derecho a la reproducción de los canes. Lo reclamarán en primerísimo lugar los criadores de perros, que dirán que han de ser ellos los únicos encargados de la reproducción animal, que nos proveerán de perros de razas buenas y fuertes y sanas y que ellos mismos podrían decidir quiénes en la ciudadanía tendrán derecho a aparear a sus animales –todo ciertamente por un precio. Personajes deleznables que viven de la destrucción de las familias animales se quedarían a cargo de decidir por nosotros qué canes tendrán derecho a la reproducción. ¿Es eso lo que queremos?
Ciertamente la esterilización no es en sí misma una mala idea. Muchas familias humanas simplemente no pueden permitirse que sus canes tengan todos los hijos que puedan. Lo que se ha de hacer es facilitar a esas familias el acceso a esa intervención, pero sin la pretensión de que se trata de una política pública destinada a poner fin a una enfermedad imaginaria que llamamos sobrepoblación. La reproducción canina debe limitarse –de similar manera que la reproducción humana, que no es ni obligatoria ni masiva ni sistemática. Es sencillamente sentido común.
Es evidente que estos debates trasnochados delatan problemas en nuestra relación con las mascotas y otros animales. Pero la solución deberíamos buscarla en una redefinición de la relación humano-animal.
El concejal Olea también incluye en su columna un párrafo sobre los beneficios de las terapias con perros para pacientes humanos y la contribución de los perros en otros ámbitos sociales humanos –los perros de servicio, los perros policías, los rastreadores y otros. En todos estos ámbitos hay todavía muchísimo espacio para los perros, que pueden aprender de todo, que pueden ser educados y rehabilitados para una mejor inserción social. Si viéramos así el problema con los perros, pronto descubriríamos que en realidad los perros no sobran. Las mascotas abandonadas y perdidas se encuentran en situación de desamparo, lo mismo que los humanos cuando se quedan sin trabajo. Ni perros ni humanos sobramos. Todo lo contrario.
lísperguer

la derecha y el terrorismo neo-nazi


columna de lísperguer
Policía alemana criticada por asombrosa ineptitud en el caso del grupo neo-nazi que asesinó a nueve inmigrantes y una agente de policía.

Hace unos días la policía alemana reveló la existencia de un diminuto grupo neo-nazi autodenominado Clandestinidad [o Resistencia] Nacional Socialista que en el curso de los últimos diez años ejecutó a nueve inmigrantes de origen turco y uno griego, asesinó a una agente de policía a la que le robaron el arma con el que cometerían sus últimos delitos, asaltó a catorce bancos y cometió, entre otros innumerables hechos delictivos, dos atentados con bomba -uno en una calle con presencia de inmigrantes en Colonia, otro en un cementerio judío. No llaman la atención las víctimas de los neo-nazis, que en este caso se trató de pequeños empresarios extranjeros -vendedores de kebab, un florista, un verdulero, el dueño de un cyber-café, un cerrajero-, sino la asombrosa incapacidad de la policía de relacionar la serie de crímenes con los militantes neo-nazis.
Más que de la incapacidad policial, muchos sospechan que la policía encubrió a los criminales o hizo la vista gorda, como lamentablemente suele ocurrir en Europa cuando se trata del terrorismo de extrema derecha. El caso salió a la luz cuando la policía revisó las ruinas de una caravana incendiada en Eisenach, una ciudad al este del país. Entre las ruinas encontraron los dos cadáveres de los neo-nazis. Aparentemente, prendieron fuego a la caravana para luego suicidarse o asesinarse mutuamente. El mismo día un departamento en un edificio de la ciudad fue consumido por las llamas.
Hay varios detalles del caso que justifican las sospechas. Los dos neo-nazis quemados y la mujer que incendió el departamento (que se entregó días después a la policía), eran buscados desde 1998, fecha en que la policía descubrió un taller clandestino donde se fabricaban bombas caseras. Los neo-nazis fueron vistos y fotografiados en varias manifestaciones neo-nazis después de 1998. Sin embargo, la policía o no los identificó o no se dio el trabajo de detenerlos. Otro detalle todavía sin explicar es que entre los restos de la caravana incendiada se encontraron documentos de identidad del tipo que entrega la policía a informantes y agentes encubiertos. También es inexplicable que la policía no haya establecido una relación entre los asesinatos de inmigrantes, pese a que casi todos fueron asesinados de un tiro en la cara disparado a quemarropa.
También sorprende la declaración de que los neo-nazis se suicidaron "cuando la policía estrechaba el círculo". En realidad, la policía no tenía ni la menor idea de quién vivía en la caravana y el hecho de que estrecharan el círculo no es un motivo inmediato convincente como para explicar un suicidio tan escabroso.
Algunos legisladores están nuevamente pidiendo que se considere prohibir a los grupos neo-nazis en Alemania. La presidenta de Los Verdes, Claudia Roth, consideró que el caso demuestra "la forma en la que este gobierno y otros ignoraron el extremismo de derecha y el peligro de esta ideología y estas estructuras". Según Hajo Funke, un estudioso del extremismo de derechas de la Universidad Libre de Berlín, declaró que en Alemania no existe todavía suficiente "voluntad pública para perseguir con más determinación a organizaciones nacional-socialistas". El ministro del Interior bávaro volvió a pedir que se prohíba a la formación nazi Partido Nacional Democrático. Un intento de prohibirlo en 2003 fracasó luego que se descubriera que varios de sus dirigentes eran agentes encubiertos del servicio secreto.
Lamentable y bizarramente muchos políticos de la derecha europea coquetean abiertamente con la extrema derecha y los grupos neo-nazis. Cuando en 2004 un musulmán fundamentalista asesinara al cineasta Theo van Gogh en Amsterdam, se produjeron en el país innumerables atentados terroristas contra mezquitas, locales y casas de inmigrantes y salvajes agresiones contra inmigrantes y otros extranjeros sin que la policía interviniera. Cuando se le preguntó al ministro del Interior de la época, militante de un partido de extrema derecha (el mismo que hoy gobierna el país), se negó a caracterizar como terroristas a los autores, diciendo que se trataba "nuestros jóvenes" enfadados por el homicidio. Nunca fue nadie perseguido ni encausado por esos atentados. La derecha europea, que perdió la decencia que ostentó antaño hace ya unos años, establece ella misma esa innegable afinidad con los criminales neo-nazis. En esa continuidad reside uno de los mayores peligros que acechan en una Europa dominada por la barbarie derechista.
lísperguer

Recomiendo leer
Neo-Nazis Suspected in Long Wave of Crimes
en The New York Times

traducido como
Terrorismo neo-nazi en Alemania
en mQh

Fue Descubierto en Alemania el Grupo Neonazi Que Asesinó a 9 Inmigrantes
en el blog de Mario Luis Cardoso Cerusico

German Intelligence Criticized for Overlooking Neo-Nazi Group
en The Los Angeles Times

Mörderisches Verbrecher-Trio
en Bild

asesinato por omisión


columna de lísperguer
Pese al hecho de que el antídoto contra la sobredosis por heroína le ha salvado la vida a decenas de miles de personas, sólo se puede adquirir con receta.

Se lee a menudo en la prensa -al menos en Estados Unidos y Europa- sobre muertes por sobredosis y creemos todos que la sobredosis fatal es el resultado natural del consumo continuado y excesivo de drogas opiatas, como la heroína. Esas muertes las consideramos como muertes anunciadas. Sin embargo, existe un potente antídoto que bloquea de inmediato los efectos de los opioides y ya ha salvado la vida de miles de personas, tanto de pacientes de drogas opioides por prescripción como de personas que obtienen heroína u otros opiatos de fuentes no médicas. Se trata del antídoto naloxona, conocido comercialmente como Narcan.
En Estados Unidos las muertes como resultado de lesiones -entre las que se apuntan las sobredosis- se cuentan en decenas de miles al año. En 2009, murieron por esta causa algo más de 37 mil personas. Más de la mitad de estas murieron por sobredosis, y de estas la mayoría por sobredosis fatales de opioides por prescripción y por el uso de heroína combinada con drogas depresivas, como el Valium o el Xanax.
De fácil aplicación -por aspiración nasal o inyección-, y sin efectos secundarios peligrosos, el fármaco "puede revertir rápidamente los efectos potencialmente letales de las drogas opiatas, que incluyen la heroína y los analgésicos de venta restringida con receta médica como OxyContin y Vicodin".
La eficacia del fármaco ha sido demostrada fehacientemente. En Chicago se inició en 2001 un programa que hasta hoy ha distribuido once mil dosis. Las muertes por sobredosis se redujeron en más del 20 por ciento y ha continuado bajando. Su aplicación logró 2.720 recuperaciones. En todo el país, y desde 2010, la Harm Reduction Coalition ha distribuido más de 50 mil dosis. En un año logró más de 10 mil recuperaciones.
Pero pese a sus demostrados y positivos resultados a la hora de rescatar a pacientes de la muerte, su venta sigue siendo restringida y sólo se puede obtener con receta médica. Curiosamente, otros antídotos contra la sobredosis, como la insulina y el Tylenol, que si son mal administrados pueden tener graves secuelas o efectos fatales, se pueden adquirir sin receta.

Lo más curioso, y en realidad monstruoso de este asunto, es que el antídoto naloxona no se puede adquirir sin receta en las farmacias porque los legisladores creen que la reducción de los daños relacionados con las drogas puede conducir a un mayor consumo de drogas. En otras palabras, los pacientes de sobredosis, que no tienen porque morir y que pueden recuperarse con el antídoto, están muriendo por la voluntad de un grupo de energúmenos que los prefieren muertos que vivos. Se trata de un explícito asesinato por omisión, y ello pese a que nadie ha comprobado nunca que la distribución de naloxona aumente los índice de drogadicción. Es evidente que esos legisladores no consideran pacientes a los drogadictos y que, por una razón ideológica espuria, los dejan morir, negándoles el acceso a la salud: impidiendo la venta sin receta de un fármaco que ni es droga ni tiene efectos secundarios notorios y que podría salvar la vida de decenas de miles de personas. Ciertamente en esto, como en otras cosas, Estados Unidos no es el modelo a seguir.

Nota
No sirve contra la sobredosis de cocaína.
lísperguer

Recomiendo leer
For Many, a Life-Saving Drug Out of Reach
Maia Szalavitz
en The New York Times

traducido bajo el título de
Vital contra sobredosis pero inaccesible
en mQh

abolir justicia militar es ineludible


columna de lísperguer
Justicia militar deja en libertad a ex sargento Millacura, autor del asesinato del joven Manuel Gutiérrez y de otro homicidio frustrado.

Esta es una decisión aberrante e injusta que confirma, lamentablemente, las peores sospechas que abriga la ciudadanía sobre la justicia militar. En sí misma, la decisión da más peso al clamor ciudadano que exige eliminarla derechamente y llevar a juicio a esos jueces militares por casos evidentes de prevaricación. Ciertamente, es una abierta provocación contra las autoridades políticas en momentos en que buscan recomponer las relaciones con la ciudadanía después de los terribles abusos cometidos por las fuerzas especiales de Carabineros. Qué duda cabe que la ausencia de justicia en el país podría conducir, en el mejor de los casos, a llevar este caso, y otros similares, a instancias internacionales, y, en el peor, a hacerse justicia por propia mano. La decisión del tribunal castrense enturbiará evidentemente la percepción de los esfuerzos del gobierno de intervenir en los fallos judiciales, porque se entenderá que mientras pide mano dura para los manifestantes, deja en la impunidad a los elementos policiales que usan su posición para cometer delitos tan graves como homicidios, y hará más profunda la brecha entre ciudadanía de un lado, y fuerzas policiales y gobierno del otro.
La impudicia de la decisión castrense es inaceptable por muchos motivos. Primero, no se entiende por qué fue juzgado por la justicia militar en circunstancias en que el ex sargento Millacura disparó contra civiles y estando de franco. Pero, además, el tribunal castrense deja sin investigar lo que pareció evidente después de cometido ese asesinato, a saber, que ese crimen fue cometido con premeditación, que el entonces sargento Millacura, sin estar de servicio, pudo sin embargo sacar armas de servicio de la comisaría y convenció a otros carabineros para armarse de similar manera y dirigirse al lugar donde cometería el asesinato y el asesinato frustrado contra otra persona que se encontraba en el lugar. Eso se llama conspiración para delinquir, y el crimen, homicidio premeditado.
¿A qué organización pertenece el ex sargento Millacura? ¿Quién le ordenó cometer ese crimen? ¿Quiénes son los otros carabineros que extrajeron armas ilegalmente para cometer ese y otros crímenes? ¿Qué relación tiene el asesinato del joven Gutiérrez con el llamado a carabineros del vicepresidente de Renovación Nacional, Mario Desbordes, el día anterior, a disparar a matar contra los manifestantes?
Si el gobierno permite esta impunidad, dañará de manera definitiva la imagen que tiene la ciudadanía de la derecha. Manuel Gutiérrez no era un manifestante ni un encapuchado. Era simplemente un observador y fue víctima de una táctica frecuente de Carabineros de disparar a mansalva y a ciegas contra personas en poblaciones pobres en una deleznable estrategia de intimidación social. Si el gobierno admite esta aberración, la ciudadanía le pasará la cuenta de muchas maneras.
La decisión es también mucho más que una provocación contra el gobierno. Es también un repudio explícito de las condenas internacionales que ha recibido Carabineros por los intolerables abusos que ha cometido contra ciudadanos chilenos en los últimos meses.

Lo que también queda en evidencia con esta decisión es que la justicia militar, y en realidad las fuerzas armadas y Carabineros, siguen siendo un enclave autoritario, empecinado en defender no sólo los crímenes del pasado, sino además los abusos policiales actuales.
Por eso es urgente que el gobierno y la clase política emprendan dos tareas que siguen siendo urgentes: la derogación de la justicia militar y una purga definitiva de las fuerzas armadas y carabineros para eliminar de entre sus filas a sus elementos parias, aliados o subalternos de la derecha psicótica.
lísperguer

otro botón de muestra del terror


columna de lísperguer
Mujeres sobrevivientes de la dictadura argentina revelan los ultrajes sexuales a que fueron sometidas por sus carceleros.

En la mayoría de los países que sufrieron dictaduras fascistas en los años setenta y ochenta, están concluyendo los juicios por violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Sin embargo, siempre nos enteramos de los terribles extremos a los que llegó el odio y el terror envueltos en el ropaje de un estado de excepción o de guerra interior justificada por la lucha anticomunista. Particularmente en Argentina, el catálogo del terror nos sigue asombrando: curas integristas -como los curas pinochetistas chilenos, como el pedófilo obispo Karadima- que participaban en torturas y asesinatos, asesinatos de monjas, violaciones de detenidas y detenidos por perros amaestrados, introducción de ratones en la vagina de las secuestradas, extracción de ojos y dientes de los asesinados, el empalamiento de un niño de 14 años en presencia de sus padres, asesinatos de madres y mujeres de militantes, robo de bebés para venderlos o darlos en adopción y torturas crueles y bizarras en campos de concentración y exterminio controlados por demonios y psicópatas disfrazados de católicos.
Entre las cosas horrendas que es imposible olvidar está la experiencia de algunos prisioneros sobrevivientes que eran mantenidos en húmedas jaulas sin comer ni beber durante días y que eran soltados cada tres días para que se pelearan por las coles podridas que les arrojaban los carceleros (en El cura venido del infierno).
En el reciente libro ‘Grietas en el silencio’, de varias mujeres, prisioneras durante la dictadura, que fueron violadas y sometidas a abusos sexuales, se encuentra la horrible historia de una mujer que tras ser detenida fue sometida a aberrantes formas de abuso sexual. "Cuando me detuvieron", cuenta en la contribución de Susana Chiarotti, "me pusieron el caño de una pistola en la vagina, me sacaron a mi hijo de seis meses --mientras cursaba el período de lactancia-- y me lamían la leche materna. Me decían que ésa era la leche que tendría que estar tomando mi bebé, si no fuese porque lo había abandonado". Sólo un pervertido sexual puede imaginar un ultraje tan horroroso como lamerle la lecha materna a una prisionera torturada. Sólo un enfermo mental o un psicópata puede justificar estos actos como cosas que ocurren en las guerras. Esto no fue ni guerra ni tiene perdón de Dios.
Estos actos injustificables y de una aberrante perversidad fueron característicos de las dictaduras latinoamericanas. El juez Daniel Rafecas, en la causa por la cárcel secreta de Protobanco, detalló la barbarie de los represores en su intento por eliminar la condición de humanidad de sus víctimas.  Mencionó el juez "condiciones infrahumanas de existencia constitutivas de tormentos, tales como la sujeción e inmovilización, la prohibición del habla, el tabicamiento, la privación de agua y alimento, la frecuente prohibición de ir al baño, la exposición a desnudez, la amenaza constante con ser torturados físicamente, interrogatorios y en casi todos los casos, la aplicación de picana eléctrica, submarino, o golpes; mecanismos que se encaminaban a obtener la despersonalización de las víctimas". Tanto nos odian los demonios, que nada les parece tan placentero como reducirnos - a nosotros, humanos- a la condición o de cosas o de animales.
Que haya algunos -como los jueces de la Segunda Sala de la CS chilena- que esos crímenes prescriben y dicten fallos ridículos que terminan usualmente con esas alimañas caminando libremente por las calles, es un acto que sólo prolonga la barbarie original. Esos fallos, y el olvido, son los últimos capítulos de esos mismos actos de salvajismo.
lísperguer