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murió lana peters, hija de stalin


La hija de Stalin, Svetlana Alliluyeva. La hija del dictador soviético avergonzó al gobierno comunista y causó furor internacional cuando escapó hacia Estados Unidos durante la Guerra Fría.
Murió la hija del dictador soviético Josef Stalin, cuya defección hacia el Occidente durante la Guerra Fría causó embarazo al gobierno comunista y la convirtió en una autora exitosa. Tenía 85 años.
Lana Peters -que era conocida internacionalmente por su nombre previo, Svetlana Alliluyeva- murió de cáncer al colon el 22 de noviembre en Wisconsin, donde vivía una parte del tiempo después de convertirse en ciudadana estadounidense, informó el lunes la médico forense Mary Turner, del condado de Richland.
La defección de Peters en 1967 -que dijo que la motivó en parte los malos tratos brindados a su difunto marido, Brijesh Singh, por las autoridades soviéticas- causó furor internacional y fue un golpe de relaciones públicas para Estados Unidos.
Pero Peters, que dejó en su país a dos hijos, dijo que su identidad implicaba más que simplemente cambiar de lado durante la Guerra Fría. Incluso volvió a la Unión Soviética en los años ochenta, sólo para retornar a Estados Unidos al año después.
Cuando dejó la Unión Soviética en 1966 para viajar a India, planeaba dejar las cenizas de su tercer marido, un ciudadano indio, y volver. En lugar de eso, entró sin anunciarse en la embajada estadounidense en Nueva Delhi y pidió asilo político. Después de una breve estadía en Suiza, viajó a Estados Unidos.
Peters llevaba consigo un libro de memorias que había escrito en 1963 sobre su vida en Rusia. ‘Veinte cartas a un amigo’ fue publicado algunos meses después de su llegada a Estados Unidos y se convirtió en un éxito de ventas.
Tras su llegada a Nueva York en 1967, la hija de Stalin, de 41 años entonces, dijo: "He venido aquí a buscar la auto-expresión que se me ha negado durante tanto tiempo en Rusia".
Peters contó que había empezado a dudar del comunismo que se le había indoctrinado cuando era niña y no creía que había capitalistas y comunistas, sino simplemente personas buenas y malas. También había encontrado la fe y creía que "era imposible existir sin Dios en el corazón".
En el libro, recuerda a su padre, que murió en 1953 después de gobernar el país durante 29 años, como un hombre distante y paranoico.
"Era un hombre muy simple. Muy rudo. Muy cruel", contó Peters al Wisconsin State Journal en una rara entrevista en 2010. "Nada en él era complicado. Con nosotros era muy simple. Me adoraba y quería que estuviera con él y que me convirtiera en una marxista culta".
Peters dijo que su identidad era mucho más compleja que simplemente cambiar del marxismo al capitalismo.
"La gente dice: ‘La hija de Stalin es la hija de Stalin’, queriendo decir que se supone que debo cargar un rifle y disparar contra los norteamericanos", dijo en una entrevista en 2007 para el documental ‘Svetlana About Svetlana’. "O, sino: ‘No, ella vino voluntariamente. Es una ciudadana estadounidense’. Eso quiere decir que soy como una bomba contra los otros. Pero no soy ninguna de las cosas. Tengo de las dos. Esa posición sí la puedo entender".
La defección de Peters tuvo un alto coste personal. Dejó a dos hijos en Rusia -Josef y Yekaterina-, de matrimonios previos. Los dos quedaron trastornados por su partida, y nunca volvieron a ser cercanos.
Criada por una niñera a la que se acercó más después de la muerte de su madre en 1932, Peters fue la única hija de Stalin. Tuvo dos hermanos - Jacob y Vasili. Jacob fue capturado por los nazis en 1941 y murió en un campo de concentración. Vasili murió alcohólico a los cuarenta años.
Peters se graduó en la Universidad de Moscú en 1949, trabajó como maestra y traductora y se movía en círculos literarios moscovitas antes de marcharse de la Unión Soviética.
Se casó cuatro veces -la última vez con William Wesley Peters, discípulo de Frank Lloyd Wright. Estuvieron casados de 1970 a 1973 y tuvieron una hija.
Peters escribió tres libros más, incluyendo ‘Sólo un año’ [Only One Year], una autobiografía publicada en 1969.
El legado de su padre parece haberla perseguido durante toda su vida, aunque trató de vivir fuera de su sombra. Denunció sus políticas, entre las cuales la internación de millones de rusos en campos de trabajos forzados, pero decía a menudo que los otros líderes del Partido Comunista compartían la culpa.
Después de vivir en Gran Bretaña durante dos años, en 1984 Peters volvió a la Unión Soviética con su hija Olga, a la edad de 58 años, diciendo que quería reunirse con sus hijos.
Le devolvieron la ciudadanía soviética, y denunció su estancia en Estados Unidos y Gran Bretaña, diciendo que nunca tuvo realmente libertad. Pero más de un año después, pidió permiso para marcharse, que obtuvo, después de pelearse con sus familiares. Volvió a Estados Unidos y juró no volver nunca a Rusia.
Vivió recluida durante las últimas décadas de su vida. Entre sus sobrevivientes se encuentra Olga, que ahora se llama Chrese Evans y vive en Portland, Oregon. El hijo de Peters, Josef, murió en 2008 a los 63 años en Moscú, de acuerdo a informes de prensa en Rusia. Su hija Yekaterina -Katya- es científica.
6 de diciembre de 2011
29 de noviembre de 2011
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer

veinte años después


Del fin del régimen soviético, que algunos miran con nostalgia.Según los resultados de una encuesta.más de la mitad de los rusos prefiere el orden a los derechos humanos.

[Seth Mydans] Moscú, Rusia. Sergei Veretelny fue herido a bala cuando se paró, desarmado, frente a un tanque hace veinte años para ayudar a detener una columna de vehículos blindados en el centro de Moscú, una de las pocas víctimas mortales del último y fallido intento de supervivencia de la Unión Soviética.
Lyubov Komar, cuyo hijo murió durante el impasse de agosto hace veinte años, dijo que había perdido las esperanzas en el proceso político.
Fue un momento en que los rusos, en gran parte sujetos pasivos e intimidados por 74 años de régimen soviético, se concentraron en las calles para apoyar al futuro presidente, Boris N. Yeltsin, exigiendo cambios democráticos.
El escritor Vasily Aksyonov captó el entusiasmo de muchos en esos momentos, que definió como el impasse de sesenta horas, "probablemente la noche más gloriosa de la historia de la civilización rusa."
Pero casi quince años después del impasse, el hombre que ahora gobierna Rusia, el primer ministro Vladimir V. Putin, llamó a la caída de la Unión Soviética la "más grande catástrofe geopolítica del siglo."
Encuestas de opinión recientes realizadas poco antes del aniversario en agosto, dan más sustento a la opinión de Putin que a la de Aksyonov. Poco gente dice que ve los acontecimientos de 1991 como una victoria de la democracia.
"En esa época en Rusia, detrás de la Cortina de Hierro, sólo oíamos hablar de democracia", dijo Veretelny, 54, que en la época trabajaba como chofer. "Realmente creíamos en la mágica y hermosa palabra democracia. Pero un montón de cosas no resultaron como esperábamos. Empezamos a preguntarnos para qué habíamos derramado nuestra sangre."
En la década que siguió, caóticos cambios sociales y económicos así como tambaleantes intentos de reforma dieron a la democracia un mal nombre. Mucha gente agradeció la estabilidad que traía Putin, incluso a costas de algunas libertades democráticas.
Veretelny es solamente una voz más de los ciento cuarenta millones de rusos y aunque su decepción es ampliamente compartida, muchos parecen aceptar los límites impuestos por Putin a la competición política, la sociedad civil y los medios de comunicación. No es probable que las elecciones convocadas para los primeros meses del próximo año cambien la ruta por la que avanza el país.
Veretelny hablaba -una semana antes del aniversario- en casa de Lyubov Komar, la madre de un joven veterano de la guerra rusa en Afganistán, Dmitry Komar, que fue uno de los tres hombres que murieron durante la última noche del impasse. Veretelny estaba herido cuando trató de retirar el cuerpo de Komar, el que colgaba de un vehículo blindado mientras este arremetía y retrocedía tratando de desenganchar un trolebús que había sido trasladado hasta ahí para bloquear su paso.
"Vi al hombre que colgaba del vehículo blindado", dijo. "Estiré las manos para ayudar y recibí una bala en el hombro. Pensé que alguien vendría a retirar el cuerpo, pero avanzó y retrocedió hasta que el cuerpo cayó al asfalto."
Los coches blindados y los tanques se retiraron poco después, marcando el fin de un golpe que había tratado de detener la marea de cambios. El 25 de diciembre, el presidente Mijaíl S. Gorbachov renunció, poniendo fin a la Unión Soviética.
Desde entonces, Veretelny ha trabajado como electricista, inspector de policía y ahora como un modesto hombre de negocios en los márgenes de la economía rusa. Hasta hace poco, su esposa tenía una bien pagada posición como gerente de un negocio, pero fue despedida durante la recesión económica. Dijo que la pareja vivía confortablemente.
La señora Komar, que es ayudante en un gimnasio, todavía teje su vida en torno al recuerdo de su hijo. Repite la opinión de Veretelny, cuando dice: "Si mi hijo hubiera visto qué rumbo tomaría el país, no habría ido a las barricadas."
En su departamento, rodeada de fotos que muestran su crecimiento desde que era niño hasta que fue soldado, dijo que había perdido las esperanzas en el proceso político.
"Hace diez años que no voy a votar", dijo. "No me necesitan para nada. Eligen a los que quieren, así que ¿para qué votar?"
Como muchos rusos, llegó a despreciar a Yeltsin por lo que veía como un liderazgo débil, y ahora forma parte de la gran mayoría de rusos que apoya a Putin. Pero lo que realmente le gustaría, dijo, es hacer retroceder el reloj.
"Me sentía más cómoda en la URSS", dijo. "Siempre tenías un pedazo de pan. Siempre había trabajo. Sí, claro, ahora puedes viajar al extranjero, pero primero debes tener dinero para eso y tienes que endeudarte. Ahora, si no tienes dinero, no puedes hacer nada."
Una encuesta reciente del Levada Center, una respetada firma de sondeos, constató que el veinte por ciento de los rusos comparten su deseo de un retorno a la Unión Soviética, una cifra que ha oscilado entre el dieciséis y el veintisiete por ciento en los últimos ocho años.
No sorprende que entre los que desearían un retorno a la Unión Soviética se encuentre Gorbachov, que trató de reformarla y mantenerla, pero fue torpedeado por el golpe y luego Yeltsin y el curso de los acontecimientos.
"Algunos dicen una y otra vez que el colapso de la Unión Soviética era inevitable", dijo en una rueda de prensa el miércoles. "Pero yo sigo diciendo que la Unión Soviética podría haber seguido existiendo."
Dirigiéndose a los periodistas, dijo: "Ustedes critican a Gorbachov por débil, Jell-O, más o menos en esos términos. Pero qué hubiera pasado si ese Jell-O no hubiese estado en esa posición en esos momentos, quién sabe qué nos hubiera pasado."
De acuerdo a la firma de sondeos, los que quieren volver al pasado soviético son en su mayor parte miembros de los vestigios del Partido Comunista, gente vieja y vecinos de pequeñas ciudades y pueblos.
El sondeo se realizó en persona en julio con mil 600 adultos, y tiene un margen de error de unos tres puntos porcentuales.
Otras respuestas sugieren que los rusos quieren democracia, pero una democracia de una especie particular, con un poderoso gobierno central, algo más cercano a lo que el país tiene hoy que el que había imaginado Veretelny. Más de la mitad de los entrevistados -el 53 por ciento- dijeron que daban más valor al "orden" que a los derechos humanos.
"Teníamos tanta fe, tanta esperanza, tanta inspiración en el futuro", dijo la esposa de Veretelny, Svetlana. "Había una gran sensación de libertad y esperanza. Estábamos tan felices de ver que venían cambios."
Pero ahora, según la firma de sondeos, sólo el diez por ciento de los encuestados ve esos días como una victoria de la democracia. Dijo que la cantidad de gente que se refería a esos acontecimientos como una tragedia había crecido al 39 por ciento -de un veinticinco por ciento en el aniversario de hace diez años.
"Es lo que hay", dijo Veretelny, que ha pasado de la esperanza a la pasividad. "Tenemos que figurarnos que esto es lo que sacamos."
30 de septiembre de 2011
18 de agosto de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

murió carl oglesby


Dirigió a Estudiantes por una Sociedad Democrática.
Murió Carl Oglesby, el dinámico activista que, en los años sesenta, encabezó la organización universitaria Estudiantes por una Sociedad Democrática (Students for a Democratic Society) y leyó un influyente y frecuentemente citado discurso en el que denunciaba la Guerra de Vietnam y a aquellos que habían roto su "corazón americano." Tenía 76 años.
Oglesby murió el martes en su casa en Montclair, Nueva Jersey. Todd Gitlin, amigo y colega activista que escribiría sobre esa época, dijo que Oglesby había estado luchando contra un cáncer al pulmón que se extendió por todo su cuerpo.

Nacido en 1935 en Akron, Ohio, y estudiante en la Universidad de Kent State, Oglesby tenía varios años más que Gitlin y otros estudiantes radicales de los años sesenta con los que trabó amistad y llevaba una vida mucho más conservadora en la época en que los conoció. Estaba casado, tenía tres hijos, y estaba trabajando como contratista para Defensa. Pero mientras estudiaba en la Universidad de Michigan, en Ann Arbor, se sintió tan disgustado por la Guerra de Vietnam y tan entusiasmado con la entonces emergente Estudiantes por una Sociedad Democrática, que pronto fue su presidente y su más memorable orador.
"La única persona que se comparaba con él era Martin Luther King", dijo Gitlin. "Era maestro de las frases agudas y tenía un gran poder de convocatoria."
La organización SDS fue fundada en 1960 en la Universidad de Michigan, y su primera declaración, la Declaración de Port Huron, contribuyó a personificar el idealismo de los primeros años sesenta. La SDS apoyaba los derechos civiles y se oponía a la carrera de armas nucleares. Criticaba fuertemente al gobierno de Estados Unidos, y pedía mayores esfuerzos para combatir la pobreza y los monopolios. A mediados de los años sesenta, cuando Oglesby se enroló, Estados Unidos había enviado tropas terrestres a Vietnam y la SDS se había extendido a todo el país, con un objetivo más radical -que fue bien captado por su nuevo presidente.
Oglesby ayudó a organizar las sentadas y las manifestaciones y su poder alcanzó su clímax en noviembre de 1965 con su discurso en una temprana y masiva manifestación contra la guerra en Washington. En un discurso titulado ‘Demos forma al futuro’ (Let Us Shape the Future), Oglesby habló como un patriota decepcionado y como un liberal que rechazaba no solamente la guerra, sino además gran parte de la política exterior estadounidense desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y creía que el sistema de libre empresa exigía interminables conflictos. Era igualmente crítico de los presidentes republicanos y demócratas como víctimas y facilitadores del estado corporativo e insistía en que los padres fundadores del país estarían con él.
"Nuestros revolucionarios muertos se asombrarían pronto de por qué su país está luchando contra lo que parecía ser una revolución", declaró.
En su más memorable pasaje, retó a los que lo llamaban anti-estadounidense. "Yo digo, no me culpen por eso. Culpen a los que me dieron valores liberales y rompieron mi corazón americano."
En los últimos años, Oglesby se obsesionó con el asesinato del presidente Kennedy. Escribió los libros ‘Who Killed JFK?’ y ‘The JFK Assassination’ y contribuyó un epílogo a ‘On the Trail of the Assassins’, de Jim Garrison. En 2008 publicó sus memorias ‘Ravens in the Storm’. También grababa música y enseñaba en el Dartmouth College y en el Massachusetts Institute of Technology.
Entre sus sobrevivientes se encuentran su pareja, Barbara Webster, y tres hijos.
30 de septiembre de 2011
16 de septiembre de 2011
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer

murió nancy wake


Trabajó como espía para Australia durante la ocupación nazi de Francia.
Murió en Londres la australiana Nancy Wake, la que, como espía, se convirtió en una de las mujeres militares más condecoradas de los Aliados por su papel en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Tenía 98 años.
Llamada en clave ‘El ratón blanco’ por la Gestapo durante la guerra, Wake falleció el domingo en un hogar de ancianos en Londres, informó la primer ministro australiana Julia Gillard.
"Nancy Wake fue una mujer de excepcional coraje y destreza, cuyas osadas hazañas salvaron la vida de cientos de militares aliados y ayudó a poner fin a la ocupación nazi de Francia", dijo Gillard en una declaración.
Instruida en técnicas de espionaje y sabotaje por la inteligencia británica, Wake ayudó a armar y dirigir a siete mil combatientes de la Resistencia para debilitar las defensas alemanas antes de la invasión del Día D en los últimos meses de la guerra.
De acuerdo a su biógrafo, Peter FitzSimons, mientras distribuía armas, dinero y libros en código en Francia durante la ocupación nazi, eludió ser capturada innumerables veces y llegó a estar en la lista de los más buscados de la Gestapo,
"La llamaban ‘El ratón blanco’ porque cada vez que la tenían acorralada, lograba escapar", contó FitzSimons el lunes a la radio de la Australian Broadcast Corp.
"En parte se debe a que era mujer muy bella", dijo. "Los alemanes buscaban personas que se parecieran a ellos: agresivos, armados, y ella no se parecía a ellos en absoluto."
Francia la condecoró con la distinción militar más alta del país: la Legión de Honor, así como la Cruz de Guerra (tres veces) y la Medalla de la Resistencia.
El ministro francés para combatientes veteranos, Marc Laffineur, recordó a Wake el lunes como "una mujer excepcional cuyo compromiso con la libertad sólo competía con su coraje y tenacidad contra la ocupación nazi. Nancy Wake fue una intrépida combatiente de la Resistencia, una excelente saboteadora y espía, que dio todo en la lucha por rescatar a Francia."
Estados Unidos la distinguió con su Medalla de la Libertad, y Gran Bretaña le otorgó la Medalla Jorge. El único reconocimiento australiano ocurrió en 2004, cuando fue nombrada en la Orden de Australia.

Nacida el 30 de agosto de 1912 en la capital de Nueva Zelanda, Wellington, Nancy Grace Augusta Wake fue la menor de seis hermanos. Cuando tenía dos la familia se mudó a Sydney, Australia, pero su padre abandonó a la familia poco después y volvió a Nueva Zelanda.
Wake se ganaba la vida como enfermera antes de que una herencia de una tía en Nueva Zelanda le permitiera escapar de casa en 1931 y realizar su sueño de toda la vida de viajar a Nueva York, Londres y París, contó en una entrevista con la Australian Broadcasting Corp. en 1985.
Después de estudiar periodismo en Londres, trabajó como corresponsal del Chicago Tribune en París e informó sobre el surgimiento de Adolfo Hitler en Alemania. Un viaje para entrevistar a Hitler en Viena en 1933 la decidió a luchar hasta lograr la derrota de los nazis.
"Vio las cosas desagradables que estaba haciendo contra la gente, primero que todo contra los judíos", contó a la radio de la Australian Broadcasting Corp. en 1985. "Era horrible."
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939, estaba viviendo en la ciudad francesa de Marsella con su primer marido, el industrial francés Henri Fiocca. Ayudó a militares británicos y a judíos a escapar de las fuerzas de ocupación alemanas.
Su marido fue finalmente capturado, torturado y asesinado por la Gestapo. Pero Wake logró escapar a Londres en 1943, pasando por España, donde recibió instrucción en espionaje antes de ayudar a dirigir la Resistencia Francesa en sus últimos días.
Wake siguió trabajando para la inteligencia británica en Europa después de la guerra, hasta 1957, cuando retornó a Australia y se casó con el piloto británico John Forward. Volvió a Inglaterra en 2001, cuatro años después de la muerte de su marido. No tuvo hijos.
De acuerdo a sus deseos, el cuerpo de Wake será incinerado y sus cenizas esparcidas esta primavera en Montlucon, en el centro de Francia, donde participó en un heroico ataque contra el cuartel local de la Gestapo.
18 de agosto de 2011
10 de agosto de 2011
©los angeles times
cc traducción c lísperguer

murió moshe landau


Jurista israelí escapó de joven de la Alemania nazi y presidió más tarde el juicio del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann.
[Edmund Sanders] Murió el domingo en Jerusalén, tras sufrir un ataque al corazón, el respetado jurista israelí Moshe Landau, que escapó joven de la Alemania nazi y presidió más tarde el histórico juicio del capturado criminal de guerra Adolf Eichmann. Tenía 99 años.
El antiguo presidente de la Corte Suprema israelí guió a la naciente nación a través de un juicio profundamente doloroso y finalmente catártico después de la captura y entrega del oficial de las SS fugitivo a cargo de espías israelíes en Argentina.
Los fallos de Landau fueron útiles para limitar la censura oficial y proteger los derechos civiles, mientras que su estilo seco y serio lo convirtieron en el abanderado de la calma y compostura judicial.
El ex presidente de la Corte Suprema, Aharon Barak, dijo que Landau había sido una "estrella guía", mientras que el retirado juez de la Corte Suprema, Meir Shamgar, dijo que Landau era uno de los "titanes que dieron forma y fundaron la ley del estado de Israel."
Landau murió el día que Israel conmemora el cincuenta aniversario del juicio que presidió y en vísperas del Día de Conmemoración del Holocausto.
"El estado de Israel lo recordará por un modelo de liderazgo y coraje, dijo el presidente israelí Shimon Peres.

Landau nació el 29 de abril de 1912 en lo que era Danzig, Alemania, y es ahora Gdansk, Polonia. Después de estudiar derecho en la Universidad de Londres, emigró a Palestina y fue admitido en la abogacía en 1937. Fue nombrado en la Corte Suprema de Israel en 1953.
Imágenes de Landau luciendo una toga negra interrogando a Eichmann en la cabina de cristal están fijas en la memoria de muchos israelíes. En uno de los momentos más dramáticos del juicio, Landau mantuvo una postura fría e imperturbable después de que un sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz se desmayara en el estrado de los testigos y la sala del tribunal estallara conmovida. Sobre el tumulto, la voz suave pero segura de Landau se puede oír en el metraje almacenado, diciendo primero "Calma. calma", y luego, en una amonestación algo más alta: "Vuelvan a sus sillas".
El historiador y escritor israelí Tom Segev dijo que Landau estaba determinado a mantener el sentido de orden y objetividad durante el juicio, incluso si eso implicaba discutir a veces con fiscales y políticos que veían el juicio como una oportunidad para informar al mundo sobre el Holocausto y fomentar el nacionalismo israelí. A veces, Landau restringió testimonios y evidencias que no se relacionaban directamente con el papel de Eichmann.
"Minimizó el drama y los elementos del espectáculo", dijo Segev. "Trató meticulosamente de mantenerlo, lo más posible, como un drama real y le dio un tremendo prestigio y respetabilidad".
Landau se convirtió en presidente de la Corte Suprema en 1980, trabajando dos años antes de alcanzar la edad de jubilación.
A veces sus fallos dejaron a observadores haciendo conjeturas sobre sus convicciones políticas personales, y era un declarado crítico del activismo judicial, advirtiendo que los jueces con agendas políticas amenazaban con minar la confianza pública en el poder judicial.
En un caso, Landau revocó una decisión del gobierno de cerrar por un tiempo dos diarios -uno asociado con el Partido Comunista y otro una publicación en árabe- por publicar artículos críticos del gobierno. Creó una normativa de la libertad de prensa libre que todavía se utiliza hoy.
Al mismo tiempo, como director de la Comisión Electoral Central, descalificó a un partido socialista árabe-israelí para participar en unas elecciones porque resolvió que era una plataforma "subversiva" y amenazaba la existencia del estado.
Similarmente, como director de una pesquisa de una comisión oficial sobre la agencia de seguridad nacional israelí Shin Bet en 1987, Landau criticó su corrupción, perjurio y uso excesivo de fuerza. Sin embargo, la Comisión Landau también emitió directrices para el uso permisible de una "dosis moderada de presión física" durante los interrogatorios, que fueron más tarde desacreditados porque de hecho legitimaban la tortura.
Anita Shapira, historiadora e investigadora del Instituto Democracia Israelí, elogió a Landau por su independencia y disposición para aceptar ideas nuevas.
"No tenía miedo de cambiar radicalmente de punto de vista", dijo Shapira. "Estaba dispuesto a aprender y a cambiar de opinión de un modo tal que ya no se ve entre la gente con personalidades y opiniones fuertes".
8 de mayo de 2011
3 de mayo de 2011
©los angeles times
cc traducción mQh


murió manning marable


Autor de una biografía de Malcolm X, de pronta aparición.
Murió Manning Marable, un influyente historiador cuya biografía de Malcolm X podría corregir la percepción del asesinado líder de los derechos civiles, murió pocos días antes de la aparición del libro que su esposa describió como la obra de su vida.
Marable falleció el viernes por complicaciones de una neumonía en el Hospital Presbiteriano de Nueva York, informó su esposa, Leith Mullings. Informó que Marable había sufrido durante veinticuatro años de sarcoidosis, una enfermedad que se caracteriza por la inflamación de los pulmones y otros tejidos, y había sido intervenido en julio para un doble transplante de pulmón.
El lanzamiento de ‘Malcolm X: A Life of Reinvention’ fue anunciado para el lunes.
La biografía de casi seiscientas páginas ha sido descrita como una revaluación de la vida de Malcolm X, aportando nuevas interpretaciones sobre temas como ‘The Autobiography of Malcolm X’ y su asesinato en el Audubon Ballroom en Manhattan el 21 de febrero de 1965.
El libro se basa en una exhaustiva investigación que incluyó miles de páginas de documentos y archivos del FBI, de la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Estado. Marable también realizó entrevistas con cercanos al asesinado líder de los derechos civiles y su equipo de seguridad, así como con testigos de su asesinato.
Benjamin Todd Jealous, presidente de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, dijo en una declaración que las "contribuciones de Marable a la lucha por la libertad de los afroamericanos no serán olvidadas nunca".

Marable nació el Dayton, Ohio, el 13 de mayo de 1950. Escribió en su libro de 1966, ‘Speaking Truth to Power: Essays on Race, Resistance and Radicalism’, que había nacido en una era que presenció la emergencia de Rosa Parks y el Reverendo Martin Luther King Jr., así como los movimientos no violentos en el Sur que trataron de oponerse a los supremacistas blancos.
Marable era un chico de la clase media negra, escribió. Su padre era maestro y empresario; su madre, educadora y profesora universitaria. Observaban desde lejos la rebelión de los negros en el Sur contra la segregación y la desigualdad racial.
Escribió que su madre lo alentó a asistir al funeral de King en Atlanta en 1968 "para presenciar un acontecimiento importante en la historia de nuestro pueblo". Fue el corresponsal local de un diario negro y participó en la marcha con miles más durante la procesión fúnebre.
"Con la muerte de Martin, terminó abruptamente mi infancia", escribió Marable. "Mi comprensión de los cambios políticos empezó con una trayectoria que fue de la reforma al radicalismo".
En los años setenta, Marable estudió en la Universidad de Earlham, se licenció en la de Wisconsin y se doctoró en la de Maryland.
Escribió cientos de artículos y una veintena de libros, incluyendo ‘How Capitalism Underdeveloped Black America’ y ‘The Great Wells of Democracy: The Meaning of Race in American Life’.
Marable era profesor de estudios de historia afroamericana, historia, ciencias políticas y asuntos públicos en la Universidad de Columbia, donde también era director del  Center for Contemporary Black History  y el fundador y director de Estudios Afroamericanos de 1993 a 2003.
Junto con su esposa durante quince años, entre los sobrevivientes de Marable se encuentran tres hijos y dos hijastros. Su primer matrimonio terminó en divorcio.
15 de abril de 2011
4 de abril de 2011
©los angeles times
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murió eddie brandt


Era la persona indicada a la hora de hablar de la historia del cine y sus recuerdos.
[Valerie J. Nelson] La obsesión de Eddie Brandt con las películas era evidente en su casa de Hollywood Norte, la que transformó en un teatro al aire libre cuando instaló un proyector en una diminuta buhardilla con ventanas que abrían hacia su patio.
Para Brandt, desde principios de los años setenta que el sábado noche era noche de películas. Cinéfilos como él mismo proyectaban películas de 16 milímetros, viéndolas a través de ventanas gigantes o sentados fuera.
Pero desde que su tienda de artículos de segunda mano en Hollywood Norte se convirtiera en una tienda de recuerdos de películas desde que comprara su primera bodega de objetos para coleccionar objetos relacionados con la historia del cine en 1972, para Brandt todos los días eran día de películas.
Transformó su negocio en la Matiné del Sábado de Eddie Brandt, construyendo una colección de videos y de historia del cine tan enorme que funciona como una biblioteca oficiosa sobre Hollywood.
Brandt, que era también compositor y escritor de guiones de dibujos animados, murió el 20 de febrero de cáncer al colon en su casa en Hollywood Norte, informó su hijo Donovan. Tenía 90 años.
Como acomodador de cine durante su adolescencia, Brandt empezó a coleccionar recuerdos de la historia del cine y descubrió lo popular que eran casi por accidente después de que usara carteles de películas para tapar los hoyos de su tienda de gangas.
"Un día llegó un hombre y compró carteles de películas para decorar su bar", contó Brandt al Times en 1986. "Sabía que había un mercado para los recuerdos de películas".
Cuando se dio cuenta de que los clientes codiciaban las películas y series de televisión clásicas, vendió su colección personal de películas de 16 milímetros y empezó a comprar videos en 1976.
Desde entonces, la familia Brandy ha recorrido videotecas en todo el país a la búsqueda de videos agotados, reuniendo una colección que "destaca como el exclusivo refugio de los amantes del cine", escribió Lucas Hinderbrand, profesor de estudios de medios y cine de la Universidad de California en Irvine, en la revista Media Access en 2007.
"En el pueblo se dice que es allí donde van los estudios a buscar tesoros perdidos, donde productores y directores buscan ideas, donde los archivistas buscan copias de referencia, y donde los estudiosos de la televisión encuentran grabaciones de las primeras series", escribió Hilderbrand.
Todos los estudios importantes, las redes y las compañías de producción tienen una cuenta corporativa, dijo Donovan.
La tienda, en Vineland Avenue, "evoca las tiendas de discos de moda en ‘High Fidelity’, con un ambiente que combina los rancios bares de carretera de Texas y un galpón de la Armada", escribió el Times en 2002.
Los visitantes son acogidos por hileras de videos -según la última cuenta, 72 mil- y 27 mil DVDés. Y cerca de dos millones de fotografías y "decenas de miles" de carteles, dijo Donovan.
Steven Spielberg arrendó la película de 1926, ‘El pirata negro’ [The Black Pirate] para investigar un episodio para ‘Regreso al futuro’ [Back to the Future], contaba Brandt a menudo, y en los créditos de ‘Kill Bill Vol. 1’, el director Quentin Tarantino agradeció a Eddie Brandt.

Edward August Brandt nació el 5 de agosto de 1920 en Chicago y creció allá.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue un especialista en radar de la Armada asignado a San Francisco. Después de la guerra se mudó a Hollywood.
Gracias a un amigo consiguió empleo escribiendo chistes y música para Spike Jones, conocido por poner en boga canciones populares.
Pianista autodidacta, Brandt tocaba en tríos al principio de los años cincuenta. Uno de ellos incluía a su primera esposa, la cantante Ruthie James. Se divorciaron en 1956.
En los años cincuenta fue también director del Canal 13 de KLAC-TV y guionista y artista del ‘The Spade Cooley Show’, un programa de variedades en el Canal 5 de KTLA-TV.
Brandt empezó a escribir para dibujos animados en los años sesenta para ‘Beany & Cecil’, de Bob Clampett, y luego para el estudio Hanna-Barbera, donde conoció a Claire, una caricaturista con la que se casó en 1968.
Para ganar algún dinero extra, abrió la tienda de gangas llamada Eddie Brandt’s Garage Sale el 1 de enero de 1969.
Hace algunos años sufrió una serie de derrames y se retiró. Su esposa y su hijo continuarán con la tienda.
"La tienda es lo que es porque somos una familia de excéntricos y amamos el cine", dijo Claire a Media Access en 2007.
Brandt adoraba las de vaqueros, seguidas por las películas B de detectives.
Le sobreviven, además de Claire y de su hijo Donovan, de Hollywood Norte, cuatro hijas (Kelly, de Nevada; Tracy, de Sand Canyon; Holiday, de San Francisco; y Heidi, de Palmdale); un hijo de su primer matrimonio, Eric, de Arizona; y cuatro nietos.
23 de marzo de 2011
10 de marzo de 2011
©los angeles times

murió arnold weiss


Encontró el testamento de Hitler.
[Bruce Weber] Murió el 7 de diciembre de 2010, en Rockville, Maryland, Arnold Hans Weiss, que huyó a Estados Unidos desde la Alemania nazi cuando tenía trece años y volvió como soldado estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en esencial para la investigación que condujo al hallazgo de la última voluntad y testamento político de Hitler. Tenía 86 años y vivía en Chevy Chase, Maryland.
La causa fue una neumonía, informó su hijo Daniel.
Weiss, que se convirtió en un exitoso abogado y banquero, tenía apenas veintiún años hacia el final de la guerra en 1945. Ese otoño estaba asignado a Munich como oficial del Cuerpo de Contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos.
Hitler se había suicidado, en abril, en su búnker de Berlín, pero abundaban los rumores sobre su supervivencia y la unidad de Weiss fue encargada de encontrar pruebas definitivas de su muerte. Su trabajo consistió en trazar el paradero de los altos oficiales nazis que estuvieron con Hitler en sus últimos días.
Encontró a Wilhelm Zander, asesor de Martin Bormann, el funcionario del Partido Nazi que tenía acceso controlado a Hitler.
La historia de su búsqueda de Zander, que Weiss describió en un artículo en el Washington Post Magazine en 2005 y que había sido escrita sin ninguna sistematicidad y con varios grados de detalle en varios libros, fue el tema de una película policial.
Trabajando con Hugh Trevor-Roper, el agente de la inteligencia británica e historiador que escribió ‘Los últimos días de Hitler’ [The Last Days of Hitler], y otro agente estadounidense llamado Rosener, Weiss presionó a los familiares de Zander para obtener información que condujo a una granja en Bavaria donde Zander posaba de jardinero.
Weiss participó, en gran parte como intérprete, en el interrogatorio de Zander, que inicialmente se defendió diciendo que era víctima de un error de identificación, pero que finalmente declaró: "Correcto. Soy el comandante Wilhelm Zander, de las SS." Habló durante horas sobre lo que había pasado en el búnker durante los últimos días de Hitler y qué había pasado con los otros líderes nazis.
Finalmente, Weiss preguntó a Zander por qué había salido del búnker y Zander dijo que lo habían enviado con un encargo. Agregó: "Supongo que quiere los documentos".
Los documentos, finalmente rescatados de un compartimento oculto en una maleta arrojada a un pozo seco, eran la última voluntad y testamento político de Hitler, junto con el certificado de matrimonio con Eva Braun, que había sido celebrado en su lecho de muerte. Autentificado más tarde y utilizado como evidencia en los juicios de Nuremberg, la última voluntad de Hitler entregaba la mayor parte de sus bienes al Partido Nazi y nombraba a Bormann como su albacea.
El testamento político era una declaración desafiantemente impenitente en la que dice que los judíos y sus partidarios fueron los responsables de la guerra, no él. Predijo un glorioso futuro para el Tercer Reich y concluyó, siniestro: "Sobre todo encargo a los líderes del país y a aquellos bajo su autoridad, la observancia escrupulosa de las leyes raciales y la oposición implacable contra el envenenador de todos los pueblos, la judería internacional".
No es seguro que Weiss haya sido el primero en leer los documentos, como afirma. El libro de Trevor-Roper no lo menciona, y otras historias cuentan versiones ligeramente diferentes del acontecimiento. Además, ‘Hitler’s Will’, un libro de memorias de un ex soldado británico, Herman Rothman, de 2009, dice que dos meses antes se descubrió una copia de los documentos en circunstancias enteramente diferentes y que él fue el primer traductor.
Sin embargo, el papel de Weiss en la captura de Zander y la recuperación de los documentos parece incontrovertible. En una carta en la que le conceden la Medalla de Honor del Ejército por servicios realizados entre el 24 y el 28 de enero de 1945, el general de brigada Edwin L. Silbert escribió: "Cuando usted fue llamado para una emergencia, usted asumió la responsabilidad de aprehender a una personalidad con una posición muy alta en los anales del sistema nazi."

Hans Arnold Wangersheim nació en Nuremberg el 25 de julio de 1924. Sus padres se divorciaron cuando tenía seis años y fue internado en un orfelinato judío, donde vivió hasta sus trece. Su abuela murió en Auschwitz. Su madre y hermanas escaparon por sus propios medios de Alemania y llegaron finalmente a Estados Unidos. Más tarde su padre pasó un tiempo en Dachau y finalmente se asentó en Brasil -padre e hijo no se volverían a encontrar.
El joven Hans fue enviado a Estados Unidos por una organización de servicio social judía y finalmente fue colocado con una familia que poseía una joyería en Janesville, Wisconsin. Empezó a estudiar en la Universidad de Wisconsin antes de enrolarse en el ejército. Tomó el apellido Weiss de una estrella del fútbol de Wisconsin.
En el ejército Weiss fue formado como artillero aéreo hasta que un aterrizaje forzado le quebró las dos piernas. Durante su convalecencia, y debido a su dominio del alemán, fue reclutado por la Oficina de Servicios Estratégicos, el servicio de inteligencia de la Segunda Guerra Mundial, antes de incorporarse al Cuerpo de Contrainteligencia.
En 1956 Weiss se casó con Artemis Lychos, la que murió en 2005. Además de su hijo Daniel, que vive en North Bethesda, Maryland, le sobreviven su otro hijo, Andrew, y tres nietos.
Weiss estudió economía y ciencias políticas en Wisconsin, licenciándose más tarde en derecho. Más tarde trabajó como abogado para el Ministerio de Hacienda, ayudó a empezar el Banco Interamericano de Desarrollo y se convirtió en vicepresidente y abogado general de Emerging Markets Partnership, una firma de inversiones internacional con sede en Washington que se especializa en proyectos de infraestructura en países en desarrollo.
Era una carrera, dijo en una entrevista el año pasado con la Wisconsin Alumni Association, a la que llegó gracias a su experiencia de guerra.
"Decidí que yo quería construir, antes que destruir", dijo. "En Bélgica, Luxemburgo, Francia, Alemania hubo mucha destrucción. Yo sabía que había una mejor manera de hacer las cosas".
6 de enero de 2011
1 de enero de 2011
©new york times
cc traducción mQh
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