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hombres de negro de al sáder


[Phillip Robertson] Annajaf, Iraq. ¿Quiénes son los milicianos de Muqtada al-Sadr? Todos conocemos la versión de la coalición, que el clérigo al-Sadr comenzó a ser buscado en realidad por el homicidio de un imán rival hace algunos meses. Entretanto, la revuelta dirigida por la milicia del joven clérigo se ha extendido a varias ciudades de Iraq. En este reportaje, el autor ofrece una primera inmersión en el mundo del ejército de Al Mehdi.
Mientras escribo, hoy, viernes por la noche, An Najaf está siendo aislada del resto del país por las tropas de la coalición. Ahora que los combates han cerrado el camino normal hacia Bagdad, el único modo de salir de la ciudad es tomando la carretera hacia Karbala. Conductores que llegaron a la ciudad esta tarde describieron escenas de pánico cuando los civiles que habían quedado entre dos fuegos cerca de Kufa huyeron en búsqueda de seguridad. Kufa está a sólo diez kilómetros, y largas colas para gasolina serpenteaban entre el tráfico en An Najaf, haciendo que un desplazamiento corto tome horas. Los conductores están acaparando gasolina, un signo de ansiedad extrema.
Más tarde, cuando los residentes se preparaban para el asalto de la coalición, la ciudad se transformó en una ciudad fantasma. Los civiles se han guardado, mientras pequeños grupos de milicianos se deslizaban rápidamente de una posición a otra, recordando los ataques exitosos contra los todoterrenos de los estadounidenses. Y, como si augurara cosas peores, al occidente se levantó una gigantesca muralla de polvo rosado que opacó al sol, transformándolo en un disco difuso.
Llevo dos días aquí. La noche del jueves, los milicianos de Muqtada al-Sadr rondaron por las calles de la desierta ciudad de An Najaf. Sus gritos frenéticos se elevaban más arriba de los edificios en la cálida noche. Este lugar, el sitio de la tumba del imán Alí, es uno de los lugares más sagrados del mundo musulmán, y no es coincidencia que sea también de exclusivo control de Muqtada al-Sadr. Todos los milicianos, que custodian las entradas al santuario, van de negro, camisetas negras, pasamontañas negro. El negro es el color del imán Mehdi.
Para llegar al santuario hay que pasar los controles de al-Sadr -no hay otro modo de entrar. Los milicianos llevan chapas de identidad cuidadosamente hechas, como las que usan los empleados de la coalición y los periodistas. Sin la chapa de identidad de al Mehdi, los guerrilleros no pueden llevar municiones ni entrar a áreas prohibidas. Está claro que están bien organizados; sus tarjetas de identidad y sus ruedas de prensa demuestran la resolución de legitimar su poder en todo el país.
El jueves por la noche vimos a cientos de milicianos bien armados arremolinándose en torno a la tumba de Alí. Algunos besaban la verja plateada en torno a la cripta, formando lentamente un círculo a su alrededor. Un ataque de la coalición cerca del santuario causaría conmoción en el país y provocaría oleadas de amarga venganza.
Tengo un contacto que me trajo aquí y se ocupó de todas las introducciones con al-Sadr: es un joven miliciano del ejército de al Mehdi, en Bagdad. No trabaja regularmente para ellos ni porta armas, pero quiere que Muqtada al-Sadr emerja de la guerra como el líder de un Iraq islámico. Tan simple como eso. Cuando le pregunto por qué, dice, "Muqtada es un buen hombre, un hombre muy bueno".
Nos encontramos una miserable tarde de miércoles, cuando pasaba frente a un aparcamiento, justo antes de partir hacia An Najaf. Una voz salió directamente de la fría oscuridad de una rejilla en el suelo; no se veía a nadie. Era mi contacto con al-Sadr; estaba bebiendo té con sus amigos, en un subterráneo, para protegerse del sol, y tenía un recado para mí. Habíamos acordado ir a An Najaf la mañana siguiente, con un salvoconducto del ejército de al Mehdi, en Sadr City, pero desde entonces no le había vuelto a ver. Confirmamos el viaje. A último minuto, al traductor le dio miedo y no llegó a la cita, de modo que partimos sin él.
En Al Latifiya, justo al sur de Bagdad, pasamos frente a los restos de un convoy donde dos colegas habían sido detenidos; fueron amenazados, y luego, milagrosamente, liberados por los insurgentes. Miramos mientras unos saqueadores se ocupan de las carcazas de los vehículos estadounidenses. También había otros vehículos quemados en la carretera. No muy lejos del convoy atacado en Latifiya, unos soldados estadounidenses esperaban nerviosamente mientras trataban de arreglar una pana de uno de sus carros blindados. No era un buen lugar para tener una pana.
Llegamos a Najaf al mediodía; pasamos del territorio controlado por el gobierno iraquí al controlado por al-Sadr por el norte de Kufa y al sur de Al Latifiya, cuando yo dormía. Cuando llegamos a los controles de al Mehdi, nos dijeron adiós con la mano. En la principal intersección de Najaf, un letrero gigante con el retrato de Muqtada al-Sadr, dice, "Los hombres fueron creados para mí".
¿Es lo que está pasando en Najaf el futuro de Iraq? Frente al ventanal del hotel Al Najaf hay un terreno inundado, y al otro lado de este, enterrados en las trincheras y dispuestos a pelear, están las tropas estadounidenses y españolas apretando el cerco de la ciudad. Las tropas que rodean la ciudad están ahí para presionar a la organización de al-Sadr y obligarlos a deponer las armas, pero no creo que eso ocurra. Informes de la prensa occidental describen una iniciativa de diplomáticos estadounidenses a través de intermediarios iraníes para reducir la tensión.*
Por otro lado, si las tropas de la coalición deciden entrar con la intención de detener o matar a al-Sadr, una batalla en la tierra santa de Najaf podría dañar irrevocablemente el proyecto de Estados Unidos en Iraq, y al-Sadr emergería triunfante -como hombre fuerte, o como mártir.
Funcionarios de Estados Unidos han dicho claramente que al-Sadr es el objetivo, como si el problema fuera el hombre. No se han dejado a sí mismos mucho espacio para maniobrar.
Se suponía que las negociaciones entre las tropas estadounidenses y al-Sadr continuarían entre bastidores, incluso después de que el portavoz del ejército Mehdi, hablando en el edificio de un tribunal islámico cerca de la mezquita, negara que hubiese esas negociaciones. No es probable que al-Sadr desmantele la máquina que ha construido tan cuidadosamente. Todavía llama a sus hombres a luchar. El viernes temprano, hizo una aparición sorpresa en su mezquita de Kufa y dijo que no habría ningún acuerdo con los estadounidenses.
La mayoría de los milicianos de Muqtada al-Sadr son jóvenes, y el nombre de su organización, el ejército de al Mehdi, proviene de un personaje histórico cuya profecía dice que retornará de entre los muertos para liberar a los oprimidos del mundo. Dicen que están esperando al mesías musulmán, para derrotar al enemigo y hacer justicia. Pero la gente de Muqtada al-Sadr no está realmente esperando. Sus seguidores me dicen que al Mehdi podría venir hoy, en cualquier momento, o mañana, pero su trabajo es tener a los hombres listos para cuando llegue. Hasta ese momento, al menos en Najaf, gobernará Muqtada al-Sadr, y el imam Mehdi se comunicará a través de él con los miembros de la milicia.
El portavoz de al Mehdi está en todas partes, su retrato cuelga de las murallas del santuario de Alí, de las paredes de los restaurantes y salones de té, está en las pantallas de video. Líderes religiosos chiíes como el ayatolá Ali al Sistani también tienen carteles, pero los seguidores de al-Sadr han pegado el retrato de este sobre las imágenes de los viejos, sin taparles la cara, como si fuera un recuadro en una pantalla de televisión. En los carteles, Muqtada tiene una expresión de rabia: Está siempre reprendiendo a sus enemigos.
Los milicianos me dicen que es imposible hablar con al-Sadr, porque no confía en que los occidentales le entiendan bien. Ha sido picado con sus propias declaraciones. Poco después de la caída de Bagdad, Muqtada al-Sadr proclamó su propio gobierno islámico en Iraq y acusó a Estados Unidos y a los miembros de la coalición. Insistió en que el Consejo de Gobierno Provisional no tenía autoridad y llamó a los iraquíes a ignorarlo. Pero nada pasó con sus intentos de unir a los iraquíes en torno a su nuevo régimen, hasta que la revuelta de Faluya cambió todo. Muqtada al-Sadr ha ganado terreno en Najaf y en otros lugares en Iraq. Es el rey, y muy pocos hablan del ayatolá Alí al Sistani o de otros líderes moderados. Si Sistani ha hecho alguna declaración sobre la crisis actual en los últimos dos días, no lo sabemos.
Entonces el ejército de Mehdi se reunió frente al santuario la noche del jueves. Cantaron loas en honor a su líder, levantaron sus rifles y lanzacohetes al aire y entonaron himnos de lealtad hacia él. Unos viejos observaban con cara de preocupación cerca de la entrada de la mezquita, pero no dijeron nada. Los milicianos entraban y salían del santuario, que alberga la tumba de Alí; controlaron la seguridad del santuario y otros puntos claves de la ciudad; marcharon y aclamaron su nombre.
El ejército de Mehdi ocupó los edificios de la policía hasta hace algunos días, cuando se retiró. Pero no importa. La mayoría de los policías que vi en la ciudad no estaban armados y estaban ahí con permiso de la gente de Muqtada. Es difícil calcular cuántos hombres de al-Sadr se encuentran en An Najaf, pero ciertamente se trata de varios miles, y están mucho mejor organizados que una simple banda de bandidos armados. Y están muy excitados con la idea de que pueden organizarse en torno a Muqtada al-Sadr y ganar la guerra.
Anoche se oyeron fuertes explosiones al otro lado de la ciudad, donde el ejército de al Mehdi atacaba desde un hospital la base española.
"Fueron milicianos de Muqtada al-Sar los que empezaron el ataque", dijo un viejo policía cerca del despacho del alcalde. "Cuando los españoles retornaron el fuego, comenzaron a disparar al azar, alcanzando a coches civiles". Son coches particulares los que usa el ejército de al Mehdi para desplazarse. También autobuses, camiones y todo lo que se encuentre en el medio. La noche del jueves, vi un sedán Volvo lleno hasta los topes, con sus amortiguadores aplastados por el peso de los insurgentes. Hombres con armas iban delicadamente encaramados sobre las rodillas de unos y otros. El sedán pasó a toda velocidad y se perdió en la noche. Y, poco después, la base era atacada.
La noche del jueves, antes de los combates, fui al santuario del imam Alí con milicianos del ejército de al Mehdi. Me llevaron a dar un recorrido por la mezquita justo antes de una entrevista con uno de sus hombres importantes, el administrador del santuario. El edificio es macizo y las puertas están cubiertas de azulejos de refinados diseños y signos arábicos. En algunos lugares, los azulejos se han caído, y hay pájaros que anidan en los huecos. Los fieles besan las puertas de la mezquita y saludan al entrar al imam Alí y al imam al Mehdi.
Mis anfitriones me llevaron hacia las profundidades de la mezquita, para entrevistarme con el jeque Ahmed Al Shibany. Nos acomodamos en cojines en un cuarto conservado frío con una desvencijada instalación de aire acondicionado.
"Estados Unidos tiene dos opciones: Entrar en Najaf y Nasiriya, a cambio de la pérdida de Faluya. La otra es, no pelear en todas partes como lo hicieron allá. Quizás Estados Unidos quiere compensar la pérdida de Faluya con victorias en esos lugares". El joven jeque agregó que agradecía a Estados Unidos lo que había hecho en Iraq. "Estados Unidos nos hizo un gran favor, nos dio el don de la unidad".
La noche del viernes, cuando me enteré de la batalla de Kufa, me dirigí a la mezquita de Muqtada al-Sadr y pregunté a los milicianos qué había pasado. No pude entrar a la mezquita. Los milicianos fueron muy explícitos, y me hicieron sentar afuera, en una silla, mientras llegaban unos milicianos a interrogarme. Después de algunas preguntas sobre mi nacionalidad, los milicianos describieron una batalla con las tropas estadounidenses que había dejado varios heridos civiles.
En el hospital de Kufa, el doctor Saif pidió ver mi permiso para entrevistar a los pacientes -dijo que lo hacía por su propia seguridad. Me admitió en el hospital sólo después de leer la carta de la gente de al-Sadr. La idea de tener problemas con la gente de al-Sadr lo ponía nervioso -eso quería que me quedara claro desde el principio. Saif me llevó hacia una anciana con una herida fresca en su pierna.
"Cuando comenzó el combate, la policía trató de evacuarme, pero tan pronto como salimos de la casa, empezaron a caer los misiles", contó Kosa Shwaat. Había quedado atrapada en el área rural cerca del puente de Abbasiya, donde comenzaron los combates esta tarde. No sabía de qué lado le dispararon.
Después de hablar con personal del hospital de Kufa durante unos minutos, vimos los preparativos de emergencia del hospital para el ataque: seis camas distribuidas en el vestíbulo, con un gotero. El doctor Saif dijo que podía hacerlo, pero esta noche está seguro de que el ataque comenzará pronto.
Es una suposición razonable. La principal mezquita de Kufa es el lugar donde al-Sadr se dirige habitualmente a sus seguidores, y es probable que Estados Unidos quiera tomar la ciudad para debilitarlo. Volvemos a An Najaf por un camino desierto. Pensé en lo que me había dicho el jeque en el santuario del imam Alí, en cómo había reducido la situación a una opción binaria. Parece ahora que los dos lados tenían sus opciones y hay pocas esperanzas de negociaciones, aunque todavía es posible.
Compramos un tanque lleno de gasolina en el mercado negro, y el chofer quiere que partamos para Bagdad mañana, por la única ruta que sigue abierta. Me va a costar trabajo convencerlo de que se quede.

*Esta iniciativa fue suspendida por Irán luego de que uno de sus enviados fuera asesinado en Bagdad.


17 abril 2004 ©salon.com ©traducción mQh

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