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REINO UNIDO PROTEGE A VÍCTIMAS DE MATRIMONIOS CONVENIDOS - chetna purohit


Muchas mujeres musulmanas perecen a manos de sus parientes por conductas que sus familias consideran deshonrosas. Pero entre las conductas deshonrosas se encuentra no aceptar a los novios impuestos por los padres o enamorarse de un cristiano.
Londres, Reino Unido. Jack Briggs no es un criminal, y sin embargo ha vivido como fugitivo durante los doce últimos años. Tiene miedo a dar su nombre verdadero o el de su esposa, Zena, porque la familia de esta los amenazó con matarlos.
Zena nació en una estricta familia musulmana de una casta alta en una ciudad del norte de Inglaterra, donde sus padres se asentaron después de llegar desde Pakistán en los años cincuenta. Jack nació en una familia dividida de clase obrera en la misma ciudad.
Se conocieron en el parque del barrio en 1992 -Jack tenía 30 años, era pobre y sin educación; Zena tenía 21, era rica y había sido prometida en matrimonio a un lejano familiar en Pakistán al que había visto sólo una vez en su vida.
Primero amigos, luego amantes, Jack y Zena soñaban con poder casarse un día. Jack se hizo amigo de la familia, ayudaba de vez en cuando en los negocios, "pero Zena me dijo que no hablara nunca de nuestra relación con su padre o hermanos", dijo en una entrevista hace poco.
Más tarde el año pasado, Zena se escapó de casa para estar con Jack. "Llegó a mi apartamento con alrededor de doce maletas", dijo Jack, delgado y de voz suave, pero determinado a contar su historia. "Al final tuvo que dejar casi todo.
"Telefoneamos a la familia esa tarde para decirles que Zena estaba bien", recordó Jack. "Su hermano mayor se puso al teléfono y fue entonces que comenzó mi educación. Dijo que no importara cuánto tiempo le tomara, o el dinero que le costara, que nos encontraría. Iba a contratar a un caza-recompensas, a detectives privados, y cuando nos agarrara se aseguraría de que nos reencontraran en bolsas de basura".
La pareja comenzó una odisea, de hostal en hostal. Policías y asistentes sociales escucharon su historia con incredulidad.
Doce años más tarde, policía, funcionarios de gobierno y organizaciones de ayuda social locales creen en su historia pero, sin embargo, Jack y Zena todavía están siendo cazados por la familia de ella para vengar el dañado honor familiar.
Los matrimonios convenidos, normales en muchas culturas, son cerrados a menudo entre adultos consintientes. En esos matrimonios, las familias organizan la introducción, pero la pareja tiene la palabra final sobre si aceptan o no el matrimonio.
Pero algunas familias obligan a sus hijos a matrimonios de conveniencia, una forma de trueque en el que es difícil resistir la presión de la familia.
El gobierno británico reconoce ahora que los llamados crímenes de honor -agresiones cometidas contra los que se considera que han deshonrado a la familia- son una amenaza real para hombres y mujeres de muchas culturas y religiones en todo el Reino Unido.
Pero la ayuda que ofrece llega a pocos.
Hace cuatro años, el ministerio de Asuntos Exteriores nombró una Unidad de Coordinación Comunitaria para ayudar a las víctimas de matrimonios forzados.
"Es un problema que afecta a gente en todas partes del mundo y de todas las religiones. No es de ninguna manera solo un problema musulmán o asiático", dijo Margaret Walker, que trabaja en la unidad. "Tenemos unos 250 casos al año, pero no son todos, de ninguna manera".
Algunas que han escapado de sus familias viven en la clandestinidad. Otras contactan a organizaciones como la que dirige Shaminder Ubhi, obsesionado por el recuerdo de una chica obligada a casarse a los 16. "Su marido era violento y la maltrataba", dijo Ubhi. "Quedó embarazada varias veces, pero abortó cada vez debido a las golpizas que recibía".
Ubhi es director del Proyecto Ashiana, basado en Londres East, que administra un refugio para mujeres que escapan de matrimonios forzados. El grupo ofrece un servicio culturalmente adecuado a mujeres que buscan ayuda y protección de la violencia doméstica.
La mayoría de los clientes de Ashiana son mujeres de entre los 16 y 30 años, obligadas a contraer matrimonio o que se enfrentan a esa posibilidad. Llegan buscando sea un refugio o simplemente alguien a quien contar su historia.
Ubhi acepta que los matrimonios forzados afectan a muchos grupos en el Reino Unido, incluyendo a los sud-asiáticos, iraníes, turcos, chinos, japoneses y africanos.
"Los grupos feministas del sudeste asiático son los que hacen más ruido", dijo Ubhi. "En otras comunidades, esas redes no se han establecido firmemente, y el problema no ha emergido, aunque exista".
Shahera Khanom, 21, vive en un refugio dirigido por el Proyecto Mujeres Asiáticas Newham, en Londres. Hace dieciocho meses, se escapó de casa "porque mi padre me quería casar con un hombre de Bangladesh", dijo en una conferencia telefónica. "Dijo que me daría una buena vida. No conozco a ese hombre, pero descubrí que tenía 40 años y era repartidor de leche".
Khanom es joven, educada y tiene "ambiciones y sueños para mi vida. Pero mi papá dijo que si no le obedecía y me casaba con ese lechero, que yo moriría para él".
Se fugó de casa cuando su padre empezó a golpearla. "Me arrojó por la escalera y me hospitalizaron varias veces", dijo. "Creo que mi padre a veces lamenta lo que ha hecho, pero no puede cambiar su manera de ser, y sé que para él yo estoy como muerta".
En culturas que conocen los matrimonios obligados, dijo Ubhi, "todo tiene que ver con el honor de la familia".
A esta luz, casarse dentro de la misma cultura y conservar un legado cultural común mantiene en alto el honor familiar.
"A los jóvenes se les permite llevar una vida pública relativamente libre -para salir, beber y cazar mujeres. Mantener el honor de la familia... corresponde a las mujeres", dijo Fareena Alam, editora ejecutiva de la revista musulmana ‘Q-News'.
La cantidad de gente que se escapa de esos matrimonios a la fuerza, dijo. "En los viejos tiempos, era más fácil aceptar un matrimonio arreglado, en el sentido de creías que no tenías opción", dijo Alam. "Ahora sí tienes una, y puedes encontrar una red de apoyo fuera de la familia".
Ese sistema de apoyo incluye a la policía. Ruth Shulver, agente de prensa de un destamento especial de Scotland Yard que investiga crímenes relacionados con el matrimonio forzado, dijo: "Tenemos que enfocar los crímenes de honor dentro del marco de la legislación existente sobre crímenes tales como intimidación, acoso, violencia intra-familiar o secuestro".
Pero dijo que la policía no debe ser vista como interfiriendo en tradiciones culturales. "Tenemos que mantener un equilibrio muy delicado".
Arvinder Lall, a cargo de una división de extensión comunitaria en Ashiana, dijo: "El problema es que en muchas culturas de minorías étnicas las chicas son vistas como miembros provisionales de la familia. Así, el deber de los padres es casarlas y asegurarse de que llegue a su verdadera familia, que es la del marido. Para ellos, es su deber. No tienen la idea de que están haciendo algo malo. Creen que así protegen a sus hijos".
Pero para las que rechazan un matrimonio así, los resultados pueden ser trágicos. Sahjda Bibi fue apuñalada 22 veces por su primo el día de su boda porque le había enfurecido el reto planteado por ella a las costumbres al decidir casarse con un hombre divorciado.
En un caso en Londres West, Abdalla Yones, un musulmán kurdo, fue condenado a cadena perpetua por matar a su hija de 16 años, Heshu, tras descubrir que estaba saliendo con un cristiano libanés. Apuñaló a Heshu 11 veces, le cortó la garganta y la dejó desangrarse porque reprobaba su modo de vida occidental.
En el extranjero las mujeres también corren riesgos. En 2001, la Gobernación informó que más de mil mujeres que habían sido llevadas al extranjero engañadas para obligarlas a casarse con desconocidos. La Unidad de Coordinación del ministerio del Interior ofrece ahora instrucciones sobre las medidas que deben tomar las mujeres que viajan al extranjero para asegurarse de no ser obligadas a casarse en otros países.
"Les aconsejamos, primero, no viajar al extranjero, pero si tienen que viajar, deben dejarnos sus datos sobre dónde están y la fecha del viaje de regreso", dijo Walker. "También nos aseguramos de que tengan el número de teléfono de la embajada o consulado británico más cercano y, cuando es posible, les damos un móvil".

El reconocimiento oficial del problema está progresando, dijo Jack Briggs, pero hay todavía mucho que hacer.
"No podemos buscar trabajo", dijo, "porque tenemos que permanecer anónimos y no podemos dar a los empleadores ninguna documentación. Estaríamos mejor si hubiéramos cometido un delito y hubiéramos estado en la cárcel o en un programa de protección al testigo".
"Todo lo que hicimos fue enamorarnos y casarnos", dijo.

8 de agosto de 2004
©traducción mQh
©losangelestimes

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