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judía acusada de terrorismo islamita


[Laura King] Una ciudadana judía trabó amistad con un militante palestino buscado por la policía. Ahora está en prisión. Leyes tan absurdas como duras permiten a los militares encarcelar a alguien sin juicio y sin la obligación de explicar la razón.
Jerusalén, Israel. Tali Fahima no es el típico sospechoso de actos terroristas a la que estamos habituados.
En primer lugar, es una judía israelí. Se crió en una pequeña y conservadora ciudad del sur de Israel. Como prácticamente todos sus amigos, hizo el servicio militar en el ejército israelí. Su familia ha apoyado siempre, incondicionalmente, al partido Likud del primer ministro Ariel Sharon, y ella votó por él en las últimas elecciones.
Un domingo, sin embargo, a la ayudante de abogado de Tel Aviv, de 28 años y con gafas, se le aplicó una de las penas más draconianas que permite la ley israelí imponer a una persona que no ha sido condenada por ningún delito. Ni incluso acusada formalmente de haber cometido alguno.
Fahima fue puesta en prisión preventiva por orden del ejército israelí por un período mínimo de tres meses de "detención administrativa", encarcelándola sin presentar cargos contra ella. Ha estado bajo custodia casi un mes.
Aunque Israel mantiene bajo detención administrativa a más de 700 palestinos -por una variedad de delitos, la mayoría de ellos relacionados supuestamente con asuntos de seguridad- es extremadamente inusual que un ciudadano judío sea sometido a ese reglamento. Moshe Negby, un experto asuntos jurídicos israelíes, describe el proceso como "kafkiano", porque a los acusados no se les permite conocer la naturaleza de las pruebas contra ellos cuando son sometidos a prisión administrativa.
Agentes del Shin Bet, el servicio secreto israelí, la han interrogado de noche y de día para determinar si Fahima ha participado en acciones terroristas organizadas por uno de sus improbables amigos -un palestino llamado Zakariya Zubeidi, uno de los hombres más buscados en Cisjordania.
Durante meses los diarios israelíes han descrito a Fahima flemáticamente como la novieta de Zubeidi -la amante clandestina de un hombre casado que dirige las operaciones de las Brigadas de Al Aqsa en el norte de Cisjordania, en la ciudad de Jenin, que es considerada un semillero de militantes palestinos.
Fahima y sus abogados dicen que no es en absoluto así. Dicen que ella trabó amistad con Zubeidi cuando lo llamó un día para preguntarle enfadada qué era lo que él tenía contra ella y otros israelíes.
"Lo que ella tenía con Zubeidi no era una relación romántica, sino una relación política", dice el abogado de Fahima, Smadar Ben-Natan.
La historia de Fahima y Zubeidi es de algunos modos una historia de enemigos y su extraña intimidad. La mayoría de los israelíes y palestinos viven a pocos kilómetros unos de otros; en muchos casos, apenas unas yardas. Puedes llegar de Tel Aviv al norte de Cisjordania en apenas quince minutos, y de Jerusalén a Belén, también en Cisjordania, en cinco.
No es difícil obtener el número del teléfono móvil de alguien, incluso el de uno de los más notorios fugitivos en Cisjordania, si llamas a suficientes amigos y contactos y preguntas, como hizo Fahima.
Lo que ocurrió después está siendo fuertemente disputado. Está sin discusión que Fahima visitó a un Zubeidi inicialmente cauteloso varias veces este año en Jenin, cuyo campo de refugiados aledaño fue el escenario de encarnizados combates entre militantes palestinos y tropas israelíes durante una amplia ofensiva israelí en Cisjordania en la primavera de 2002.
Los palestinos dicen que hubo una masacre en Jenin. Los israelíes dicen que se trató de una dura batalla, con docenas de bajas de soldados y militantes y que desafortunadamente algunos civiles quedaron entre fuegos. (Aunque hubo daños considerables en el campo, finalmente el número de bajas corroboró la versión israelí de los sucesos).
Y llegó Fahima, uno de los pocos israelíes -aparte tropas de combate fuertemente armadas- en poner pie en el área desde la ofensiva.
Zubeidi, que se acerca a la treintena de años, es uno de los pocos líderes militantes palestinos que sobrevivió el violento ataque israelí en Jenin. Es un tipo parlanchín que fanfarronea a menudo sobre los ataques palestinos contra los israelíes, explicando en medios israelíes y palestinos por qué se justifica la lucha armada palestina contra Israel.
Esa verbosa despreocupación fue precisamente la razón por la que una furiosa Fahima pensó en contactarlo -y lo logró mucho más fácilmente de lo que había pensado. Los dos se encontraron y conversaron más de doce veces, dijeron ella y sus abogados.
Al principio los dos eran hostiles pero finalmente se cogieron algo de simpatía y comenzaron a sostener debates substantivos sobre el conflicto, dicen colegas de ambos.
Zubeidi ha negado que los dos estuvieran relacionados románticamente. Y ha declarado repetidas veces y públicamente que Israel está tratando de vengarse de ella por haber querido tener contactos más significativos con los palestinos.
La orden militar que determinó la detención administrativa de Fahima, que no considera la libertad bajo fianza, debe ser confirmada hoy por un juez de un tribunal de distrito de Tel Aviv. Sus abogados han prometido llevar el caso ante la Corte Suprema israelí si se rechaza su petición de revocación de la acusación. "Esto muestra lo que le puede pasar a cualquiera que quiera intervenir personalmente en nuestra situación", dice Ben-Natan, el abogado. "Eso es lo que arriesgas".

6 de septiembre de 2004
9 de septiembre de 2004
©losangelestimes
©traducción mQh

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