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proceso largo, difícil y turbulento


En octubre publicaba el New York Times las principales conclusiones de un informe del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos.
En enero de 2003 el Consejo Nacional de Inteligencia publicó un reportaje de 38 páginas titulado ‘Principales desafíos de la era post-Saddam', que hacía la crónica de una larga lista de problemas potenciales. Observaba, pero sin énfasis, las perspectivas de una resistencia. La discusión de esta amenaza fue dejada para el último párrafo de la sección. Las consideraciones claves del informe fueron las siguientes:
-La construcción de la democracia iraquí tomará tiempo será un proceso difícil y probablemente turbulento con el potencial de volver a caer en la autoritaria tradición iraquí. La cultura política iraquí no fomenta el liberalismo o la democracia... El principal elemento positivo de cualquier esfuerzo de democratización será la actual debilidad relativa del islam político en Iraq y la contribución que podrían hacer los cuatro millones de iraquíes en el exilio... Iraq probablemente no se disolverá, pero un gobierno post-Saddam tendrá una sociedad profundamente dividida con una importante posibilidad de que grupos internos inicien conflictos violentos unos con otros a menos que una fuerza de ocupación les impida hacerlo.
-Los árabes sunníes probablemente perderán su antigua posición privilegiada, mientras los chiíes tratarán de obtener un poder equivalente a su condición de mayoría. Los kurdos pueden tratar de sacar ventaja de la partida de Saddam ocupando algunas grandes secciones de los pozos petrolíferos del norte, un desarrollo que podría provocar respuestas violentas de los árabes sunníes y de Turquía. Puede haber ajustes de cuenta de todo Iraq.
-Los inmensos recursos de petróleo de Iraq, su más importante capital, hará que la reconstrucción económica sea menos difícil que la transformación política. Las opciones económicas de Ira seguirán siendo pocas y limitadas a menos que se condone su deuda, se reduzcan sus pagos de reparación de la anterior Guerra del Golfo y algo similar al plan Marshall... Si permanecen relativamente ilesos y se resuelven los problemas administrativos de la nueva organización de la industria petrolífera iraquí, sería posible aumentar la producción de petróleo en tres meses de 2.4 millones de barriles al día a 3.1 millones de barriles.
-La política exterior y de seguridad de un nuevo gobierno iraquí serán necesariamente fuertemente dependientes a corto plazo de los intereses de Estados Unidos, las Naciones Unidas o una coalición internacional. Pero también podría reflejar las continuadas percepciones iraquíes... A menos que se garantice una seguridad amplia contra sus rivales estratégicos, los intereses de Iraq en adquirir armas de destrucción masiva volverán eventualmente a emerger.
-Un nuevo gobierno iraquí tendrá poco interés en apoyar el terrorismo, aunque continuará un fuerte apoyo iraquí a los palestinos. Si Bagdad no fuera capaz de controlar el campo, Al Qaeda u otros grupos terroristas podrían operar desde esas áreas remotas.

20 de octubre de 2004
19 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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