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mujeres iraquíes discuten futuro


[Robert F. Worth] Con vaqueros o velos, las mujeres iraquíes no se ponen de acuerdo sobre el nuevo poder político.
Bagdad, Iraq. Una mañana la semana pasada, tres docenas de mujeres con trajes de mujeres de negocios se atiborraron en la oficina del hombre que será pronto el primer ministro de Iraq, Ibrahim al-Jaafari. La mayoría de ellas eran miembros de la recién elegida Asamblea Nacional, y tenían una lista de peticiones.
Querían que las mujeres ocuparan al menos 10 de los 30 ministerios del gobierno de Iraq. Querían que el número de lugares reservados para las mujeres en las listas de candidatos de los partidos se elevara al 40 por ciento en futuras elecciones. Más que nada, querían una promesa de que se respetarán los derechos de las mujeres.
Horas más tarde, otro grupo de parlamentarias llegó a la oficina del doctor Jaafari. Llevaban abayas negras, la túnica que cubre el cuerpo de las mujeres de cabeza a pies, y tenían otras peticiones. Querían que algunos aspectos de la ley islámica fueran integrados al código penal -incluyendo disposiciones de que se permita a los hombres hasta cuatro esposas y se reduzca la cantidad de dinero que se otorga a las mujeres en las herencias.
Mientras el primero parlamento iraquí elegido en décadas se prepara para comenzar a trabajar, las mujeres que componen casi un tercio de sus miembros están de acuerdo en una cosa: quieren más poder. Muchas dicen que fueron excluidas de discusiones que llevaron a la formación del gobierno. En una Cámara llena de grises señores de la guerra y clérigos, no ha sido fácil para ellas.
Al mismo tiempo, las mujeres de la asamblea están profundamente divididas.
De un lado están aquellas de la alianza chií dominante que se formó bajo los auspicios del gran ayatollah Ali al-Sistani, el clérigo chií más respetado de Iraq. Muchos ven su elección como una oportunidad para poner las leyes de Iraq en armonía con la sharia, la versión musulmana de la ley divina, derivada del Corán y otras fuentes religiosas.
No es un accidente. De hecho, la dirigencia chií depende astutamente de estas mujeres para gran parte de la lucha en la nueva asamblea sobre dónde el islam mismo, no sólo sus mujeres, debe ajustarse a la sociedad iraquí.
Esa perspectiva ha galvanizado a muchas de las mujeres más laicas de la asamblea, incluyendo a las de la alianza kurda que accedieron a formar un gobierno de coalición con los chiíes. Dicen que las leyes vigentes de Iraq, que históricamente han sido más liberales que muchas en la región, deben ser reformadas para proporcionar más derechos a las mujeres, no menos.
Los dos campos se han estado observando con inquietud a medida que el nuevo gobierno se prepara para asumir el poder.
Las mujeres chiíes "quieren obstaculizar a las mujeres, ponerles grilletes", dijo Songul Chapuk Omer, un turcomano étnico de Kirkuk. "Desprecian a las laicas. Piensan que han cometido algún delito".
Por su parte, Omer -que llama la atención con su brillante pelo castaño y prefiere los vaqueros acampanados y las camisas de algodón- a veces se refiere en tono de broma a sus contrapartes chiíes vestidas de negro como "chicas [de] cubiertas".
Un temprano campo de batalla será la nueva Constitución iraquí, que la asamblea debe tener redactada para mediados de agosto. La pregunta sobre el rol del islam en ese documento fue uno de los problemas que retrasaron la formación de un gobierno durante dos meses después de la elección.
Los laicos han comenzado a invitar a cientos de grupos de mujeres en Iraq a participar en la redacción del documento. Una campaña de base similar demostró ser efectiva el año pasado después de que chiíes religiosos del Consejo de Gobierno Iraquí propusieran una ley que habría extendido el poder de los clérigos sobre asuntos como la ley familiar. Las mujeres en el Consejo se unieron con los hombres laicos y la ley propuesta fue rechazada.
La próxima batalla puede ser más dura, si sólo porque la causa conservadora está ahora siendo dirigida en gran parte por las mujeres.
Shatha al-Musawi, por ejemplo, se ha transformado en una de los miembros más visibles de la alianza chií. Madre divorciada con tres hijos, ha trabajado diez años vendiendo ropa en un mercado mientras educa a sus hijos en Bagdad como madre soltera y terminando ella misma la secundaria.
"Para decirte la verdad, no soy feminista", dijo Musawi en una entrevista reciente, en inglés, cubierta por una abaya negra. "No quiero cometer los mismos errores que las mujeres occidentales. Creo que la familia debería ser el principal valor para las mujeres aquí".
Algunos miembros liberales de la asamblea dicen que las mujeres que hablan así reciben órdenes de los clérigos chiíes de la asamblea.
Pero eso difícilmente explica la pasión y elocuencia con que Musawi, 37, habla de la necesidad de hacer armonizar las leyes iraquíes con sus tradiciones musulmanas. No es tímida: durante la primera reunión de la Asamblea Nacional hizo un enfadado discurso exigiendo que los políticos que estaban retrasando la formación del nuevo gobierno fueron llamados a dar explicaciones.
Interrogada sobre su creencia de si los hombres deben tener cuatro mujeres, respondió: "¿Habéis oído hablar de Nasreen Barwari?"
Nasreen Barwari, la ministro de obras públicas del gobierno interino de Ayad Allawi, educada en Harvard, encabezó la delegación de mujeres laicas en la oficina de Jaafari la semana pasada. Es también la tercera esposa de Ghazi al-Yawar, miembro de la asamblea y ex presidente interino.
Musawi puede defender sus opiniones sobre la sharia en términos que los laicos pueden entender. Señala que tras tres guerras recientes, las mujeres de Iraq constituyen más del 55 por ciento de la población, según algunos cálculos. En una cultura donde las relaciones fuera del matrimonio son desaprobadas, muchas mujeres llevan vidas de solitaria miseria, dijo.
Del mismo modo, Musawi explica que los iraquíes -no las mujeres- deben proveer al mantenimiento de sus parientes más pobres. Así, dice, es justo que las mujeres tengan una parte menor de las herencias por ley.
"Tenemos tradiciones diferentes", dijo Musawi. "Lo que es aceptable para nosotros, no lo es para ustedes".
Muchas mujeres laicas en la asamblea concuerdan en que los modelos occidentales no siempre se pueden aplicar en Iraq y que el islam debe jugar un papel importante. Pero, como el doctor Raja al-Khuzai, dicen que hay muchas escuelas de pensamiento dentro del islam, y abundante espacio para opiniones divergentes, y se preocupan de que los islámicos intervengan en las leyes seculares de Iraq sobre la familia, que fueron decretadas en 1959 y siguen siendo de las más liberales en la región. Hoy, por ejemplo, los hombres pueden casarse con más de una esposa bajo estrictas condiciones. Khuzai, ginecólogo, fue una prominente voz laica en el Consejo de Gobierno y ahora es miembro de la asamblea.
Algunas mujeres iraquíes dicen que bloquear las propuestas de los tradicionalistas no es suficiente. Las leyes de Iraq ahora protegen a los hombres que cometen llamados crímenes por honor -el asesinato de esposas o parientes que son sospechosas de infidelidad. Una ley sostiene específicamente que el maltrato físico no es una causal de divorcio. Otra hace muy difícil para una mujer que conserve a sus hijos si vuelve a casarse después de un divorcio.
"Debemos pensar en cerrar esas brechas, no en volver al pasado", dijo Azhar Ramadan Rahim, un miembro kurdo de la asamblea de Bagdad. "Yo también soy musulmán, y chií, pero las reglas escritas hace 1.400 años no se pueden aplicar ahora".
Estados Unidos ya no tiene una participación oficial en los asuntos internos de Iraq. Pero un diplomático occidental en Bagdad dejó en claro que si la asamblea pareciera dispuesta a aprobar medidas extremas, habrá todavía manera de ejercer alguna presión desde fuera.
"La comunidad internacional de donantes querrá ver que los derechos de las mujeres sean respetados", dijo el diplomático.
La diversidad de Iraq podría demostrar ser otra fuerza para el compromiso. La nueva Constitución será sometida a referéndum en octubre y si la mayoría de los votantes en cualquiera de tres de las 18 provincias iraquíes vota no, el documento será declarado nulo.
Hay algunos indicios de que la brecha entre los tradicionalistas y laicos iraquíes puede ser superada. Después de alguna desconfianza inicial, las mujeres de ambos lados han empezado a reconocer que hay interpretaciones diferentes del islam y la ley.
"Algunas mujeres laicas tenían una visión muy negativa del islam y no nos daban la oportunidad de explicarnos", dijo Musawi. "Ahora que podemos discutirlo, creo que hemos alcanzado un punto medio".
Una cosa en la que todas están de acuerdo es en la necesidad de mantener la voz de las mujeres en la política. El alto número de mujeres en la asamblea -87 de los 275 escaños- es en efecto legal: la comisión independiente que organizó las elecciones en Iraq determinó que uno de cada tres candidatos en todas las coaliciones políticas debían ser mujeres. No hay precedentes en el mundo árabe de semejante representación de las mujeres, y es rara en otros lugares.
Pero las mujeres dicen que quieren encontrar un modo de mantenerla o reforzarla. Están ganando experiencia rápidamente y ya algunas dicen que están más unidas que nunca.
"Tengo más miedo de las fuerzas conservadoras que de las fuerzas musulmanas", dijo Salam Smeasim, una laica que es asesora económica del ministerio interino de Asuntos de la Mujer. "Incluso los comunistas de aquí no quieren que las mujeres sean activas o tengan posiciones de poder".
"Creo que las mujeres aquí estamos muy ansiosas de trabajar en política, más que los hombres incluso", dijo Smeasim. "Se puede ver que están luchando por algo".

13 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh

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