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no excluir a los sunníes


La nueva constitución inquieta. Pero también causaba inquietud la de Afganistán. Editorial de Los Angeles Times.
Las maratónicas negociaciones sobre el borrador de la constitución en Iraq exhibieron las profundas fisuras políticas del país y echaron leña al fuego de los que dudan de que el país pueda mantenerse unido. La legislación básica del país es todavía un borrador que será votado en octubre; si dos tercios del electorado en cualquiera de tres de las 18 provincias del país rechaza la constitución, será invalidada. Eso pondría a los legisladores de vuelta al principio del proceso de redacción y retrasaría las elecciones para una legislatura permanente. Probablemente también se mantendría alta la violencia, que amenazaría la frágil unidad del país.
Los árabes sunníes, que representan un 20 por ciento de la población, se opusieron a la versión escrita por kurdos, que representan un 20 por ciento, y los árabes chiíes, que constituyen un 60 por ciento. La principal objeción de los sunníes era la cuestión del federalismo y el temor de que los chiíes obtengan autonomía sobre gran parte del sur -y el control de gran parte del petróleo iraquí- como los kurdos del norte. Preguntas claves, tales como cómo dividir los ingresos de futuros hallazgos de petróleo, fueron dejadas para otro día. También inquietante es la formulación contradictoria sobre el papel del islam. El borrador deja abierta la posibilidad de que la corte suprema incluya a clérigos islámicos, que sería un terrible error.
El gobierno de Bush patrocinó el borrador como evidencia de que el proceso político está funcionando, que, junto con el adiestramiento de las fuerzas de seguridad iraquí es una condición para la retirada de las 138.000 tropas estadounidenses. El presidente Bush llamó a un importante líder chií durante las negociaciones y le instó a seguir negociando con los sunníes. Para angustia de Washington, los desacuerdos entre las tres facciones eran tan grandes que los negociadores necesitaron una semana adicional para intentar compromisos. Pero no fue suficiente; ni los seis días adicionales. Finalmente, los kurdos y chiíes presentaron el borrador a la Asamblea Nacional, con el boicot de los sunníes.
Cuando se adoptó la constitución de Afganistán en 2004, se hicieron las mismas objeciones que oímos ahora en Iraq: demasiado poder para los clérigos, muy pocas garantías de los derechos de las mujeres. Ambos documentos reconocen dos idiomas oficiales -pashto y dari en Afganistán, árabe y kurdo en Iraq. También existen riñas en los dos países sobre cuánto poder debería tener el gobierno central. En ambos, la interpretación de la constitución y la disposición de sus ciudadanos a aceptar las resoluciones judiciales serán más importantes que las formulaciones.
El nivel de violencia es más alto en Iraq y se ve complicado por el hecho de que la mayoría de los rebeldes pertenecen a una secta específica: los sunníes. Si los sunníes se sienten excluidos del proceso político, tendrán pocos incentivos para deponer las armas. Chiíes y kurdos deberían entender la necesidad de aplacar a los sunníes y tratar de persuadirlos de no votar contra la constitución en octubre. Es mejor enmendar la constitución, que asistir a la desintegración de Iraq.

30 de agosto de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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