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lengua única en holanda conoce fracaso


[Arjen Ribbens]Fue un fracaso y se abandonó el intento. Las ordenanzas lingüísticas son rechazadas por minoría marroquí. En Gouda se intentó aplicar en los últimos años reglas para transformar al holandés en lengua obligatoria. No tuvo éxito.
Gouda, Holanda. ¿El holandés como lengua obligatoria en la calle? No es fácil hacer que los visitantes de la mezquita Nour en Gouda comenten las declaraciones de Rita Verdonk.
La ministro de Extranjería e Integración [VVD, extrema derecha] coqueteó el sábado, en un congreso del VVD, con un llamado del consejo de alcaldes y concejales de Rotterdam. A partir de ahora, los rotterdameses deben acatar las reglas del código rotterdamés’. Eso significa: hablar holandés en la calle y educar a tus hijos preponderantemente en esa lengua.
¿Qué opinan viejos con djellaba y con sus gorros tejidos para soportar el frío, de la proposición de Verdonk de implementar a nivel nacional el ‘Código de Rotterdam’? Los fieles escuchan bien dispuestos, sonríen amistosamente, pero no van más allá: "No comprendo". Of: "¿Verdonk? Es una estúpida".
Felizmente, Mohammed Afarhi sí quiere ir a las oraciones vespertinas. Con su traje de tres piezas y brillantes zapatos destaca este marroquí de 53 entre los otros visitantes. "Mira ese árbol", dice, señalando hacia el otro lado de la calle. "Tampoco son derechas todas las ramas". ¿Por qué -aclara- no aprecia la ministro un poco más las diferencias entre los diversos grupos de holandeses?
"Habla holandés, nos entenderemos mejor" -de 2002 a 2004 fue una de las diez reglas de oro de Gouda. Gouda fue entonces el primer ayuntamiento en Holanda que implementó un proyecto local de normas y valores. Con esas reglas pretendía Gouda hacer la ciudad más limpia, más segura y más atractiva.
La población de Gouda, que consiste en un 20 por ciento de extranjeros, de los cuales la mitad de origen marroquí, pudo elegir al principio del proyecto entre 35 reglas. No se trata de reglas legales, sino de directivas dirigidas a evitar las conductas desagradables. Casi cuatro mil vecinos rellenaron el formulario y votaron por reglas como "Si lo rompes, lo pagas", "Respetemos siempre" y "Las amenazas son asociales".
El Instituto Verwey-Jinker de Utrecht evaluó en 2004, con ocasión del fin del proyecto, el efecto de las reglas. La regla "Habla holandés, nos entenderemos mejor" no cayó en buena tierra, se lee en el informe ‘Reglas Urbanas de Gouda: en camino hacia una ciudadanía moral’. La regla provocó el rechazo de los siete mil marroquíes de la ciudad. "La lengua es sólo un instrumento para entendernos unos con otros, y de lo que se trata es de respetarnos", dijo un portavoz de la Plataforma Marroquí.
Retrospectivamente, el alcalde Wim Cornelis muestra algo de compresión. "Esa regla fue formulada torpemente. Se trata de que nos entendamos". Para llegar a la mayor cantidad posible de residentes, las reglas urbanas fueron en ese entonces también publicadas en árabe y marroquí. Pero las organizaciones marroquíes no fueron involucradas desde el principio en el proyecto y tuvieron muchas dificultades para convencer a sus miembros sobre la utilidad de las reglas. Según el Instituto Verwey-Jonker, muchos marroquíes de la ciudad tienen la impresión de que esas reglas fueron redactadas especialmente para ellos.
Rotterdam debería aprender del informe de la investigación sobre las reglas urbanas de Gouda, piensa el alcalde Cornelis. "Las reglas lingüísticas no funcionan sin apoyo. En Marruecos se llegó a prohibir el bereber, en el país vasco se prohibió el vasco. Pero esas lenguas han sobrevivido sin problemas esas prohibiciones. Si me encuentro con el ministro del Interior, hablamos inmediatamente en el dialecto de Groningen. De lo que se trata es de que tengamos en Holanda una lengua general, y que nadie se sienta excluido. Ni los holandeses entre los extranjeros, ni los extranjeros entre los holandeses".
Para la primera generación de inmigrantes Gouda organiza cursos de holandés. La participación no es muy grande, dice Cornelis. "Pero ¿para qué vas a gastar energía, como ayuntamiento, en esa generación? Los ayuntamientos deberían mejor dirigirse a formar y ofrecer proyectos de trabajo a los inmigrantes jóvenes. Eso, pensando en el futuro, es mucho más efectivo".
Jóvenes marroquíes, turcos y otras minorías no tienen en absoluto problemas con el idioma, dice el alcalde. "A menudo hablan mejor holandés que los holandeses nacidos aquí, que, por ejemplo, confunden ‘’kennen’ [conocer] con ‘kunnen’ [poder]". Su consejo al ayuntamiento de Rotterdam y a la ministro Verdonk, es breve: "Ocúpense de las cosas que son realmente importantes".
A dos calles de la mezquita Nour, en Gouda, está Pazira, el dueño del supermercado Super Anya, detrás de su mostrador. Llegó hace seis años, desde Irán. ¿Holandés obligatorio en la calle? El tendero ríe con gusto. "¿Si no lo hago, me meten en la cárcel?", dice. "Lo hace Verdonk no es buena para la democracia. Cuando llegan clientes holandeses aquí, no hablamos persa sino holandés. Eso está bien".
Pero con clientes marroquíes Pazira recurre a hablar con gestos. Una bolsa de cuscús es un dedo alzado, dos dedos es una bolsao grande. "Es culpa de ustedes que esos viejos marroquíes no hablen holandés", dice el tendero. "El estado debió obligar a los trabajadores extranjeros a ir a la escuela. Pero ustedes sólo los obligaron a trabajar".

24 januari 2006

©nrc-handelsblad
©traducción mQh

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