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bares y vida nocturna en pekín


[Ralph Jennings] Nunca visto antes. Pekín recupera vida nocturna.
Pekín, China. Saliendo por el oeste desde la Ciudad Prohibida, la inmensa atracción turística conocida también como el Museo del Palacio por ser el palacio imperial de las dinastías Ming y Qing, cruzas una calle antes de dar con las murallas de Zhongnanhai, la residencia todavía prohibida de los líderes del Partido Comunista. A la derecha, a unos cincuenta metros subiendo por una calle con las clásicas casas grises de Pekín hay una puerta de madera a lo que antes era la puerta del patio de alguien. No es una puerta prohibida.
Es el What Bar, y admite a cualquiera en sus ventilados confines, con un piso de cemento y sillas tan apretujadas que es más fácil pasar por encima de la mesa de otro cliente que seguir la ruta normal hacia el retrete francés. La cerveza de barril está a 1.25 dólares, pero la primera puede costar un poco más para ayudar a pagar a la banda punk con un vocalista que se cae al suelo gritando sobre su muerte hasta las dos de la mañana. El What Bar se llena todos los viernes y sábados.
"La mayoría de los clientes son extranjeros. Algunos empiezan en la Ciudad Prohibida, luego salen a los callejones y nos ven", dice Qin Xuan, dueño del bar desde hace cinco años.
El What Bar ofrece a primera vista y primer sorbo una imagen del cambio que sufre Pekín todas las noches después de las siete u ocho. Hace diez años, los turistas dependían de los restaurantes de los hoteles para beber después de los paseos. Ahora, a menos de un kilómetro hacia el norte de la Ciudad Prohibida en la zona de bares de Houhai, la noche se hace suficientemente espesa como para atrapar a los parranderos que pasan por la calle.
Aunque esta nueva industria de la entretención se ha expandido en gran parte por la demanda de los jóvenes acomodados de China que buscan maneras de soltarse un poco, la vida nocturna ahora tiene capítulos enteros en guías turísticas y su propia sección en revistas de diversión locales en idiomas extranjeros. Acoge a caras extranjeras que buscan algo pequeño, lleno de humo, ruidoso y barato.
"La vida nocturna es definitivamente accesible y moderadamente amistosa", dice Jim Boyce, un residente de Pekín que escribe un boletín sobre la vida nocturna. "Es más grungie, quizás más terrosa sería un palabra más correcta políticamente, con montones de música underground y bares de estudiantes", dice, comparando a Pekín con otras ciudades asiáticas. "Incluso lugares como El Árbol [cerveza belga y pizzas], que atrae a un montón de expatriados con dinero, es grungy; no es que haya nada malo en ello".
El Árbol. El Ático. La Guarida. Say Yes Bar. No Name Bar. Estos sitios de Pekín y sus innumerables competidores han cristalizado en diez zonas de entre diez a cien locales cada uno. Normalmente de apenas una o dos habitaciones, los bares ocupan la planta baja de edificios residenciales, edificios de varios pisos y patios de casas remodeladas.
Junto a los bares hay los puestos de kebob de cordero que abren hasta las dos de la mañana, echando humo de carbón que domina los frescos aromas de las cafeterías de la zona.
"Hace diez años no había zonas de bares, solamente unos pocos y alejados", recuerda Michael Wester, antiguamente de Newton y hoy director general de la revista mensual ‘That’s Beijing’. "Hace cinco años, que es la edad de la zona, Sanlitum y Wudaokou eran los únicos en la ciudad", dice, mencionando las dos primeras zonas consolidadas de vida nocturna de la ciudad.
"Ahora hay más diversificación y difusión de las zonas", dice Wester. "Ahora aparecen bares en todas partes y hay un florecimiento de áreas con múltiples bares, y ya no es necesario que estés en una zona para poder sobrevivir".
De todos modos, gran parte de la vida nocturna se concentra en los lugares que son visitados por turistas. Houhai, la zona llamada así por un lago rodeado de vida nocturna, está en el lado norte de un eje turístico convencional que empieza en la Plaza de Tiananmen, cruza la Ciudad Prohibida, luego el Parque Jingshan, conocido por sus vistas panorámicas, y finalmente el Parque Beihai, conocido por sus jardines. Los históricos campanarios están justo al norte de Houhai.
Sanlitun está junto al Mercado de Ropas Yashou, que es conocido por sus gangas, y porque es considerada la zona de bares original de Pekín, se ha convertido en una atracción turística en sí misma.
Sanlitun "está en las guías y en las revistas gratuitas mensuales, de modo que tiene una alta exhibición", dijo Alex Pearson, dueño de The Bookworm, un bar, cafetería y librería en el pintoresco barrio. "Están los buses de turistas, que son llevados hasta el centro comercial de Yashou. Los mochileros van a Poachers [un bar conocido por sus cervezas a 60 centavos] y las calles secundarias".
Un viaje en taxi de 20 minutos desde el nuevo palacio de verano o una caminata de 20 minutos desde las viejas ruinas del palacio nos llevan a Wudaokou, un barrio dominado por cafés literarios. Una visita al barrio de las embajadas en torno al Callejón de la Seda y la Tienda Amistad puede terminar con una cena y tragos en uno de los cinco restaurantes rusos, el bar de oficinistas Centro, en el Kerry Center Hotel, o el Salón de Té Paz, al estilo chino, frente al Parque del Templo del Sol.
Debido a que las tarifas de los taxis van de 1.50 a 5 dólares y Pekín tiene poca delincuencia callejera, excepto los rateros ocasionales, los parranderos pueden moverse libremente por la ciudad hasta la salida del sol.
"Realmente no se puede comparar la cultura de bares en Pekín con la de muchos otros países, ya que muchos otros han tenido ese tipo de cultura durante 10 a 20 años, si no más", dice Gregory Dover, dueño de Bar Blu, un salón de baile de Sanlitun con piso de luces azules en el área de sillas y con una clientela predominantemente extranjera".
"Sin embargo, la cultura se está construyendo y no creo que pase mucho tiempo antes de que podamos compararla con otros países", dice Dover. ‘Nunca me he sentido tan seguro como en Pekín. Además, es muy fácil moverse en la ciudad".
Entre los bares que antes dependían de una clientela regular, hay una carrera por sobresalir para atraer a los turistas.
Aunque el grunge es todavía la norma, dueños emprendedores están compitiendo con pianistas, pistas de baile, o vinos importados. Otros hombres de negocios trabajan los mercados más especializados, como los bares gay o los clubes de hip hop.
La publicidad la hacen no solamente establecimientos individuales, sino también zonas enteras. Uno es la franja arbolada orgullosamente tranquila de bares y cafés en la Calle de Weigongcun, frente al Instituto de Tecnología de Pekín. Otro, la Fábrica 798, que alberga al menos a 20 galerías de arte y muchos mesones que abren por la noche en una antigua cavernosa fábrica de municiones al estilo de Europa del Este.
La popularidad está también colocando árboles en bares de zonas más grandes. El gentío en Sanlitun y Houhai eleva los niveles de ruidos y humo en los interiores, mientras que atrae a vagabundos y vendedores a la búsqueda de dinero extranjero que atascan las aceras. Las drogas han invadido algunos bares, y los vendedores de cedés pirateados se acercan a las mesas en otros.
El tráfico puede estar obstruido, especialmente en los callejones de un solo sentido de Houhai o Sanlitun, y las autoridades locales intervienen rara vez.
"Lo lamentamos, nos fuimos" es otro descubrimiento común en Pekín. La demolición de los tradicionales edificios bajos de ladrillos y piedra para hacer hueco para proyectos de urbanismo (y recuerden, los Juegos Olímpicos se realizarán aquí en 2008) pueden poner a un dueño de bar fuera de los negocios de un día para otro, haciendo inútiles los datos en la guías e incluso en los últimos números de las revistas.
El Bookworm había empezado a avisar a los clientes de su nueva dirección dos meses antes de la demolición, pero perdió a unos pocos "rezagados", dice Pearson. What Bar escogió su lugar en la Ciudad Prohibida porque no es probable que la demuelan.
La ausencia de una cultura de bar institucional perjudica los negocios. Los dueños de bar a menudo son aficionados antes que hombres de negocios que han investigado lo que quieren los clientes. Algunos invitan a tantos amigos que los clientes se sienten a menudo como invadiendo una fiesta privada. El personal se puede sorprender de ver caras no-asiáticas o no estar calificados para comentar con autoridad su selección de licores. La mayoría de los bares ofrecen comúnmente bebidas embotelladas antes que cerveza de barril o tragos bien combinados.
Para maximizar los recuentos, los bares colocan las sillas o taburetes tan cerca unos de otros que echarse para atrás puede significar arrojar al suelo la bebida de otro cliente. Los lavabos pueden estar fuera, a unos 50 o 100 metros tras cruzar un callejón gélido y sin iluminación.
"El nivel de servicios es el problema más grande y que está retrasando el desarrollo de la industria", dice Siegel.
El terroso What Bar está tan lleno de extranjeros que hay planes de expansión. What Bar II, de casi 100 metros cuadrados, ayuda a anclar a la nueva zona de bares Dinastía Yuan, también conocido como la Calle de Dadu, cerca de la Universidad de Comercio Internacional y Economía. Conocedores de bares chinos lo encontraron y en That’s Beijing se está publicando publicidad para la zona.
Los extranjeros, felizmente, ya cuentan con un montón de alternativas.

Se puede contactar al escritor en: thefrozennorth@yahoo.com

29 de enero de 2006

©boston globe
©traducción mQh

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