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nunca más, en argentina


[Larry Rohter] En el aniversario de sanguinario golpe de estado.
Buenos Aires, Argentina. Los carteles y vallas publicitarias que juran "Nunca Más" fueron colocadas hace unos días, acompañadas con exposiciones especiales en museos, exposiciones de fotografías, libros, debates públicos y programas de televisión. Luego, el viernes, Argentina se detuvo para conmemorar el 30 aniversario del golpe militar que inició la dictadura que fue una de las más sanguinarias en la moderna historia de América del Sur.
Venciendo algunas resistencias en el Congreso, el presidente Néstor Kirchner logró antes este mes hacer aprobar la fecha para un festivo permanente, que será llamado Día Nacional de la Verdad, Memoria y Justicia.
En respuesta, muchos argentinos salieron a manifestarse o realizaron vigilias conmemorativas en todo el país en los últimos días, mientras unos pocos se reunieron frente a las casas de ex oficiales de la dictadura militar, para lanzar insultos, huevos, piedras, palos y recipientes con pintura.
En una ceremonia en la academia militar el viernes por la tarde, con dirigentes de derechos humanos sentados en primera fila, apenas a unos metros del alto mando militar, Kirchner descubrió una placa que prometía "Nunca más golpes ni terrorismo de estado".
En el discurso que siguió, fustigó a las fuerzas armadas por su "proyecto criminal" y "plan de exterminio" durante su gobierno, desde 1976 a 1983, pero agregó que también otros grupos llevaban parte de la culpa.
"Sectores de la sociedad, de la prensa, de la iglesia, de la clase política, también jugaron un papel", como también "poderosos intereses económicos", dijo. "No todos ellos han reconocido su responsabilidad en esos hechos".
El aniversario de la que sería conocida como la guerra sucia contra los subversivos -incluyendo no solamente a los guerrilleros de extrema izquierda sino también a grupos tan diversos como dirigentes sindicales, estudiantes universitarios de pelo largo y psiquiatras judíos- ha sido acompañado por recordatorios de que algunos problemas del pasado de Argentina todavía perduran.
En la provincial ciudad de Córdoba, un bastión de los escuadrones de la muerte durante la dictadura, hombres enmascarados irrumpieron esta semana en la casa de una líder del grupo de derechos humanos Abuelas de Plaza de Mayo y, de acuerdo a informes policiales, la golpearon y simularon apuntarla a la cabeza y matarla a balazos.
Además, un bomba de poca potencia estalló el jueves en una concesionaria de la Ford. El acto tenía connotaciones políticas debido a que Ford proporcionó el coche que se convertiría en el odiado símbolo de las represivas fuerzas de seguridad del estado, el Falcon, y ha sido denunciada por un grupo de antiguos empleados que eran dirigentes sindicales y que acusan a la compañía de colaborar con la seguridad del estado en su secuestro desde el taller de trabajo y posterior detención ilegal.
Más ominosamente este mes se dio a conocer que la agencia de inteligencia de la Marina continuaba espiando a funcionarios públicos, periodistas y líderes políticos, incluyendo a Kirchner, la ministro de Defensa Nilda Garré y al menos un gobernador provincial. Dos almirantes, uno de los cuales era director de la inteligencia de la Marina, han sido despedidos y se han suspendido todas las actividades de la inteligencia naval a la espera de los resultados de una investigación.
Que la Marina esté involucrada es especialmente relevante, ya que la Escuela de Mecánica de la Armada aquí fue el más infame centro clandestino de detención y tortura donde estuvieron recluidos cientos de personas durante la dictadura en Argentina.
Hace dos años Kirchner anunció que la escuela sería convertida en un Museo de la Memoria, pero el proyecto se estancó debido a desacuerdos entre grupos de derechos humanos sobre cómo cumplir mejor con ese objetivo.
El miércoles Garré ordenó la apertura de todos los archivos militares oficiales de ese período. Ese paso, que se produce meses después de que se revocara una ley de amnistía para violadores de derechos humanos, debe ayudar a los fiscales cuando más tarde este año empiecen los juicios de los ex militares por cargos de secuestros, homicidios y torturas.
Simultáneamente, el Archivo de Seguridad Nacional, un grupo de investigación privado con sede en Washington, ha hecho públicos nuevos cables y transcripciones desclasificados del gobierno de Estados Unidos relacionados con el golpe de 1976.
Los documentos indican, por ejemplo, que cuando un diputado advirtió al secretario de estado Henry A. Kissinger, dos días después del golpe, que "espere una cantidad razonable de represión, probablemente un montón de sangre", Kissinger no se mostró preocupado y ordenó que Estados Unidos apoyara a la nueva junta militar.
"Quiero apoyarlos" , dijo Kissinger, de acuerdo a los documentos. "No quiero que crean que están siendo perseguidos por Estados Unidos".
Los documentos también incluyen un informe de la inteligencia chilena, pasado a Estados Unidos, con una lista de 22 mil nombres de personas desaparecidas en Argentina a mediados de 1978 y que fueron presumiblemente asesinadas. Es significativo porque una comisión oficial aquí publicó una lista con los nombres de apenas 9 mil personas en los años ochenta, muchas menos que los 30 mil que los grupos de derechos humanos han dicho que fueron asesinadas durante los siete años de dictadura militar.
El nivel de conmemoraciones aquí ha sido mucho más alto que en los últimos cinco o diez años, dicen los argentinos. Se debe en gran parte a Kirchner, un peronista que aunque fue acusado recientemente de manipular el poder judicial y la prensa, ha hecho de la defensa de los derechos humanos y la "recuperación de nuestra memoria histórica" sellos distintivos de su gobierno.
"El gobierno de Kirchner es un problema difícil de resolver" para los grupos de derechos humanos, dice Horacio Verbitsky, director del Centro de Estudios Económicos y Legales aquí. "Durante 30 años los grupos de derechos humanos han salido a la calle a gritar y estábamos acostumbrados a ser reprimidos y, en el mejor de los casos, a ser ignorados. Pero ahora hay un gobierno que dice: ‘Sí, ¿y hay algo más? ¿Dónde está el enemigo?’ Eso ha producido un montón de asombro".
Una facción del grupo Madres de la Plaza de Mayo, por ejemplo, ha parado con sus marchas semanales, diciendo que ya no es necesario protestar por violaciones a los derechos humanos. Pero otra facción continúa, y divisiones similares eran observables en el debate parlamentario sobre la designación del 24 de marzo como festivo nacional.
Los partidos de oposición, como se esperaba, criticaron la ley, argumentando que la política de terrorismo de estado no empezó con el golpe militar, sino tres años antes, cuando el general Juan Perón y su esposa, María Estela, volvieron al poder. Pero incluso algunos defensores de derechos humanos han expresado su preocupación de que un festivo nacional termine trivializando lo que todavía es un trauma nacional.
"El 24 de marzo no puede ser un día festivo", escribió hace poco Adolfo Pérez Esquivel, activista de derechos humanos que ganó el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos durante la dictadura. "Debería servir para iniciar un proceso de reflexión y análisis de lo que ocurrió en este país en todos los lugares de trabajo, en las universidades y en las escuelas"; lo demás "no sirve a la memoria".

24 de marzo de 2006
©new york times
©traducción mQh
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argentina vive un momento crucial


[Miguel Ángel Estrella] Argentina recuerda con dolor e indignación una de las dictaduras más sanguinarias e irracionales del continente.
Los militares del Cono Sur se sentían tan soberbios en su impunidad, que extendieron los terrorismos de Estado locales a un vasto operativo regional que se llamó el Plan Cóndor. Un opositor boliviano por ejemplo podía ‘desaparecer’ o ser ejecutado en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay o Uruguay. Este principio recíproco regía para la siniestra red del Plan Cóndor.
Fui, como tantos argentinos, secuestrado en Montevideo en 1977. Vivía allí desde 1976, con mis hijos Paula y Javier, además de tres compañeros; Raquel Odasso (de Santa Fe), Luisana y Jaime Braconi (de Entre Ríos).
Mi trabajo en Montevideo era dirigir un curso de análisis musical y la formación de diez pianistas uruguayos.
Los cuatro fuimos secuestrados en el mismo día mediante un impresionante operativo militar: Cincuenta coches sin matricula rodeaban la manzana en que se encontraba la casa que yo había alquilado. El despliegue de armamentos estaba seguramente destinado a mantener el terror en el vecindario. Los secuestros tuvieron un alto grado de violencia. También fue secuestrada una enfermera vecina, que había acudido a medicar a mi hijo Javier, presa de vómitos por la tensión que se vivía en una casa rodeada.
Fuimos conducidos en vehículos sin matrícula donde nos esposaron las manos a la espalda, nos vendaron los ojos y comenzaron a golpearnos ya en el vehículo.
Llegamos a un ‘chupadero’ que debía ser en las cercanías del aeropuerto ya que se oía un frecuente tránsito de aviones. En ese lugar nos torturaban e interrogaban. Estábamos desnudos en esas sesiones. Nunca vimos las caras de los represores.
Nos habían colocado algodones en los ojos ajustados por una venda y encima una capucha. Las torturas físicas y psicológicas, las humillaciones y los vejámenes eran ejercidos por los represores locales.
En estos actos participaban médicos, psiquiatras y "expertos" tanto uruguayos como extranjeros. Algunos murmuraban un castellano con acento europeo, cuando dictaban al interrogador alguna pregunta que debían hacernos. Los interrogatorios eran, sin embargo, dirigidos por voces argentinas en las que podíamos reconocer tonadas de diferentes regiones de nuestro país.
Poseían una abultada información sobre nuestra vida personal, profesional y nuestra militancia. Además, para nuestro caso recibían el aporte uruguayo vía la línea telefónica que tenían controlada desde hacía meses. Este elemento les permitía interrogarnos sobre quiénes llamaban a nuestro domicilio.
Las preguntas eran alternadas con torturas: electricidad ‘submarino’, colgadas, golpes… o haciéndonos escuchar casetas falsificadas con supuestas voces de hijos, padres, familiares y/o amigos.
Entre ellos, se llamaban por números, el que dirigía los tormentos se llamaba Nº 1 y su tonada era uruguaya. Los subalternos le manifestaban respeto y temor.
Los dos primeros días llegué a contar una veintena de voces diferentes entre los sometidos a suplicio. Todas eran voces de argentinos o argentinas. Luego el lugar fue despoblándose de esas voces. Habían sido trasladados clandestinamente a la ESMA o a otros chupaderos de nuestro país.
El tenor de las preguntas da una idea de la personalidad de los represores. Recuerdo por ejemplo éstas:
"Aquí, Dios somos nosotros. Somos dueños de la vida y de la muerte". "¿Vos decís que esto es un infierno? Yo, milico, cuando veo lo que hacen en los chupaderos argentinos, salgo vomitando. Aquí estás en un paraíso".
"Ustedes los peronistas son los enemigos jurados del Uruguay y los haremos mierda como hicimos con los ¨zurdos uruguayos¨. "La historia la escriben los que ganan. Y esta guerra la ganamos nosotros". "A vos te vamos a cortar las manos y después te mataremos. Te vamos a hacer lo mismo que le hicimos a Víctor Jara en Chile. "El destino de todo subversivo es estar bajo tierra". "Vos sos peor que los guerrilleros, porque con tu sonrisa y tu piano le hiciste creer a la negrada que tienen derecho a escuchar Beethoven. Beethoven es nuestro y no de la chusma, vos sos un traidor a tu clase y lo vas a pagar caro, te lo aseguro". "El nazismo es la teoría más grande. Gritá viva el nazismo o te violamos".

Las torturas y las golpizas estaban centradas en mis manos y brazos: Me colgaban de las muñecas durante horas. En la última sesión de tortura me hicieron un simulacro de cortarme las manos con una sierra eléctrica, Era el sexto día de torturas.
Yo sentía que iba ganando terreno, pues el primer día pretendían que firmara que era comandante Montonero, luego fueron bajándome de grado y al sexto día se conformaban con que firmara con un grado de aspirante. Nunca firmé nada ni di datos de nadie.
Ese sexto día, luego del simulacro de cortarme las manos, el Nº 1 me dijo: "Aquí no somos tan asesinos como en Buenos Aires, pero tenemos métodos sofisticados para destruirte. Te vamos a tener durante 18 años y poco a poco te vamos a convertir en una piltrafa.
"No serás más el padre de tus hijos ni el amante de tu mujer. Olvídate del piano y de tu militancia con la negrada, esa escoria de la sociedad. Si al cabo de ese tiempo con el tratamiento que te daremos seguís pensando en esas boludeces del Vaticano II y la opción por los pobres, te mataremos.
"Además no te interesa la guita, encontramos sólo 2.000 dólares en tu cuenta bancaria y vivís en un barrio de clase media en Flores Sur.
¿No ves que sos un subversivo? Siendo el pianista que sos deberías vivir como un rey en Paris, Londres o Nueva York. Sos un subversivo porque elegiste a la chusma".

Raquel Luisana, Jimmy y yo escapamos al traslado a la ESMA. Mis colegas del mundo musical, artístico e intelectual, organizaciones de juristas, la AIDA, organismos cristianos de varios países, como la ACAT, la CIMADE y tantos otros, la Cruz Roja Internacional, las Naciones Unidas, el Vaticano y gobiernos de Bélgica, Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, México, Panamá… movieron cielo y tierra para que no fuera un desaparecido para siempre.
El primer comité para mi defensa se creó en Paris a los tres días de mi desaparición e hicieron público que me habían secuestrado junto a tres compañeros.
Denunciaban asimismo que mis hijos y mi familia eran rehenes de las dictaduras argentina y uruguaya.
También al sexto día llegaron a Uruguay dos emisarios secretos de M. Mbow y Federico Mayor Zaragoza, (Director y Sub-Director de la UNESCO respectivamente), cuya misión era negociar con el gobierno uruguayo que no fuéramos trasladados a Argentina donde nuestra suerte sería la desaparición para siempre. Gracias a esta intervención permanecimos en ‘chupaderos’ y cárceles militares uruguayas.
Esa victoria tuvo como protagonistas a militantes de Derechos Humanos que lucharon sin desmayos. Amigos y colegas inolvidables como Nadia Boulanger, Yves Haguenauer, Henri Dutulleaux, Yehudi Menuhim, Alfredo Hurtado… que crearon una red de comités en Europa y América.
Los represores tenían una información acabada de mis actividades como ‘músico social’, me insultaban recriminándome que no tuviera empresarios comerciales y que no quisiera ver la fortuna que podía procurarme una carrera comercial.
Sabían que siendo estudiante del Conservatorio Nacional había creado en Buenos Aires junto a Marta, mi compañera, la primera Agrupación de Estudiantes de Música. Esa Agrupación tuvo filiales en varias provincias. Nuestra aspiración era la de difundir la llamada música clásica entre los más pobres y apoyar a nuestros colegas del interior, que no se beneficiaban de una formación como la que estaba a nuestro alcance en Buenos aires.
Me golpeaban por mi compromiso, pero la tortura era aún más brutal cuando vociferaban "como un pianista de tu clase terminó siendo vocero internacional de la Federación Indígena Calchaquí y responsable de la Educación y la Cultura de la FOTIA (Federación de Obreros y Trabajadores de la Industria Azucarera).
En ambas instituciones populares yo me ocupaba como voluntario de la difusión cultural y de programas de educación. Esto hacía de mí un subversivo.

Cuando me liberaron en 1980, encontré en Francia el terreno propicio para crear ‘Música Esperanza’, una ONG de música y Derechos Humanos.
La coyuntura política en la que devino mi segunda patria me permitió ser uno de los nexos entre la Resistencia Argentina y Organizaciones de Derechos Humanos, con altas instancias del gobierno francés.
Primero con hombres como Chaban Delmas, presidente de la Asamblea Nacional y luego con el Eliseo, especialmente con Danielle Mitterrand, Regis Debray, Lionel Jospin, Robert Badinter, Jack Lang, Pierre Mouroy o Cecile Sportis, entre muchos otros.
Desde nuestra ONG, ampliamos la acción hacia otros países de América Latina, de Medio Oriente y Africa, también en la Comunidad Europea, Canadá y Estados Unidos.
Los programas que en 1970 parecían utópicos pudimos concretarlos en Francia y multiplicar la acción musical y difundir el respeto de los Derechos Humanos en el ámbito penitenciario, escolar, hospitalario, universitario y profesional. Participamos activamente en los 80 en la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica y en la lucha por la democracia en Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay, Polonia y Rumania.
Como Embajador de buena voluntad de la UNESCO a partir de 1988 pude encaminar propuestas como la creación de ‘La Orquesta para la Paz’ en Medio Oriente o una nueva carrera como la de "Músicos Sociales". En la construcción de estos caminos tuve colaboradores lúcidos y apasionados como los inolvidables Julio Cortázar o Cacho El Kadri, sin olvidar a Simone Signoret, Bernard Granjon, Ilda y León, Martita Mitsler, Mercedes Depino, Eva Bain, Francine Carrard, Colette Erhard, los Wainkrantz de Uruguay, los Malimachi, Hugo Ziliani, Pierre Bercis, Rodolfo Matarollo, entre muchos otros, mis queridas Universidades de Lanús, de mi Tucumán, de Santiago del Estero, de Catamarca o las de mi segunda patria como la Charles de Gaulle en Lille, la de Rennes o la Católica de Lovaina en Bélgica.
En diciembre 2003, por primera vez acepté un cargo político, comprendiendo que la Argentina vive una nueva etapa, un momento excepcional en su historia del cual deseo profundamente participar.

El autor es embajador de la UNESCO.


©el siglo de mendoza
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