Blogia
mQh

¿así que piensas adoptar un perro?


[Anna Bahney] A veces adoptar un perro es tan difícil como adoptar a un niño.

Casi tan pronto como Michele Pusateri y sus dos hijas se decidieron por un terrier blanco y negro en un refugio de la sociedad protectora de animales cerca de su casa en Pasadena del Sur, California, les dijeron que ellos no reunían los requisitos para ser amos del perro.
Pusateri llevó a sus hijas, Mira y Zoe, dos veces más de vuelta al refugio y se reunieron con diferentes asesores de adopción. En los dos casos les dijeron no. "Fue una locura", dice Pusateri. "Estaban preocupados de que yo no había tenido nunca un perro en mi vida, y que tenía una hija de seis".
Sus posibilidades de poseer una mascota no mejoraron porque se dirigiera a grupos cuya misión es rescatar a perros maltratados y no deseados. Tuvo que explicar a sus tristes hijas que no podían adoptar mascotas porque las organizaciones sospechaban que la familia tenía un hoyo en la valla del patio trasero o porque el patio era muy pequeño.
Finalmente, en mayo pasado, Pusateri fue al refugio animal del condado y encontró a Piper, un chucho. Pagó 80 dólares por el perro, que sería operada y que recogerían dos días más tarde, para alegría de las niñas.
Ese proceso hizo pensar a Pusateri que los guardianes de la adopción animal pueden preocuparse tanto de sus encargados que, en la ecuación, se olvidan de la gente. "Te hacen pasar por todos esos sobresaltos emocionales", dijo. "Sientes que te están juzgando. Y empiezas a preguntarte si acaso te mereces un perro".
Aunque adoptar a un perro o gato callejero -antes que comprar uno en una tienda o a un criador- se ha convertido en algo políticamente respetable, una chapa de orgullo para algunos debido a que se aplica la eutanasia a millones de animales todos los años, los obstáculos que algunas sociedades protectoras de animales y grupos de rescate hacen sortear a los amos potenciales -incluyendo formularios de varias páginas, referencias, chequeos de antecedentes, entrevistas y visitas a la casa- pueden hacer que el proceso sea tan desalentador como adoptar a un niño.
Los grupos de adopción animal dicen que quieren evitar entregar las mascotas a amos que las maltraten y, quizás más importante, asegurarse de que los animales encuentren hogares permanentes. Sin embargo, los adoptadores de perros que creen satisfacer las normas de los criadores se sorprenden cuando los refugios y grupos de rescate les piden más que un pulso. Muchas familias se sienten heridas cuando son rechazadas y se preguntan: ¿Es mejor que los animales no encuentren nunca un hogar, a que vivan con nosotros?
Aunque al año entre ocho a doce millones de perros y gatos terminan en refugios en Estados Unidos, y entre cuatro a seis millones son matados en procesos de eutanasia, aquellos que se encargan de las mascotas dicen que los altos requisitos que exigen de los dueños de animales rara vez dejan sin casa a los animales. Finalmente casi todos los que quieren animales terminarán con uno, en algún lugar. Así que ¿para qué sirve que los adoptadores de mascotas se sientan inadecuados y se invada su privacidad?
"La visita a la casa asusta a un montón de gente", dice Jill Blastel-Cortus, presidente de Rescate de Perros Salchicha de América del Norte, una red de unos cien voluntarios que proporcionan hogares temporales a perros salchichas que provienen de refugios sin espacio o de familias que los entregan debido a problemas de conducta o de cambio de estilo de vida. El grupo coloca a los perros en hogares permanentes. "No vamos a juzgar si has quitado el polvo o si has aseado", dice Blasdel-Cortus.
Sin embargo, defiende las prácticas de exigir que los adoptadores potenciales rellenen un formulario de tres páginas que preguntan cosas como si la casa es alquilada o propia, y preguntas como: "¿Qué haría si su perro mordiera a un niño durante un asado en el patio de atrás?"
Se controlan las referencias. Se hacen visitas a casa. Los adoptadores deben firmar un contrato especificando los cuidados que se brindarán al perro. En los últimos nueve años el grupo de perros salchichas ha colocado a unos 4.300 perros, dice Blasdel-Cortus, y sólo recuerda haber rechazado a una familia después de una visita a casa debido a que vivían en un apartamento en altos con escaleras desvencijadas y se negaban a subir o bajar al perro.
"Soy defensora de los perros", dijo Blasdel-Cortus. "No defensora de la gente. Si no quieres rellenar el formulario, vete al refugio local. Alguna gente cree que eso es poco cooperativo, pero no todo el mundo puede vivir con un perro rescatado".
Grupos de rescate animal, que parecen exigentes a la hora de aprobar nuevos hogares para sus cargas, son parte de un "movimiento muy intenso, muy grande y que crece rápidamente", dice Jon Katz, que ha escrito sobre ellos en ‘The New Work of Dogs’ (Villard, 2003).
Calcula que la cantidad de gente involucrada en el rescate de animales (la abrumadora mayoría son mujeres) en decenas de miles. Un rescate animal puede ser un refugio urbano establecido sin fines de lucro o una mujer en Idaho con un sitio en la red. A veces un voluntario de rescate animal viajará cientos de kilómetros para reunirse con otro, que ha viajado también cientos de kilómetros con una mascota, en una especie de pase ferroviario clandestino.
Rescate de Cocker Spaniel, de Nueva Inglaterra, no colocará a un perro con una familia con niños de menos de siete años, dice Gerry Foss, su presidente. Rescate de Pastor Alemán, en Burbank, California, recibe seis perros al día de gente que no los quiere, dice Grace Konosky, la fundadora, y rechaza al 70 por ciento de la gente que quiere adoptarlos.
Janie Regnier rellenó un formulario de solicitud para adoptar un salchicha a través de Rescate de Perros Salchicha. "Era un formulario asombrosamente largo, pero no amante de los animales, me pareció que era un buen formulario", dice.
Esta semana, Ina Eaves, del grupo de rescate, visitó la casa de la señora Regnier en Fairfax, Virginia. La perspectiva puso nerviosa a Regnier, porque ella es inquilina, no dueña. Eaves quería que reparara la verja, pero para cuando se marchó, Regnier sintió que habían hecho migas. La aprobaron.
Para los que son rechazados la experiencia puede ser desconcertante. Tamara Burke, que vive cerca de Stowe, Vermont, donde posee una firma consultora y escribe una columna para The Stowe Reporter, ha tenido animales toda su vida. Pero cuando ella y su marido decidieron tener un segundo perro cobrador como compañero de su cobrador más viejo, Mercedes, el grupo de rescate quiso visitar su casa.
"En mi casa no hay nada que diga que somos de clase media alta", dijo Burke sobre el antiguo chalet que ha sido de su familia durante generaciones y donde cría ovejas y pollos. "Es un espacio desordenado, improvisado, pero no tiene nada que ver con cuánto dinero gasto en mis perros o con cuánta atención les presto".
El representante del grupo de rescate dijo, según Burke, que aunque ella y su marido eran simpáticos, su casa no era apropiada para el perro, porque no tenían un patio cercado. "Tengo 60 hectáreas", dijo Burke. "La miré, diciéndole: ‘¿Tengo que poner una verja en todas mis 60 hectáreas para tener un perro? ¡Es absurdo!’"
En respuesta, Burke comenzó a investigar ella misma a las organizaciones de rescate. Y conoció a montones de personas que "no reunían los requisitos" para tener un perro. En su experiencia, las visitas a casa no significan nada.
"No puedo tomar una decisión basándome en cómo vive una persona", dijo. "Tengo amigos que tienen fondos de inversiones y no tienen agua potable en casa. También tienen perros, y creo que a los perros no les importa".
Burke dijo que los amos potenciales pueden sentirse intimidados por el proceso, y los guardianes lo justifican porque son defensores de los animales sin hogar. "Son personas que serían matones en otros aspectos de sus vidas, si pudieran, pero este es un modo socialmente aceptable de serlo sin pagar las consecuencias", dijo. "Estamos hablando de gente que muestra esa actitud porque saben que tienen algo que quieres desesperadamente. Ellos exigen una respuesta emocional".
La mayoría de los voluntarios de rescate luchan por encontrar un balance entre lo que es mejor para el animal con lo que es mejor para el adoptador. Pero todos tienen ideas diferentes sobre lo que es un hogar apropiado, y no hay reglas uniformes para la posesión de una mascota. Algunos refugios públicos también exigen una visita a casa.
El Departamento de Control y Protección Animal del condado de Palm Beach, Florida, exige una visita a casa en el caso de razas mordedoras -como los pit bulls, rottweilers, pastores alemanes y akitas- para cerciorarse que los patios están vallados. Se puede negar la adopción si una familia vive en un área en la que el departamento es llamado regularmente a recoger perros, dice Kelly Diegert, funcionaria del departamento.
En opinión de algunos especialistas en adopciones, el elaborado escrutinio de los clientes y las visitas a casa son exageraciones. Están tratando de reducir los obstáculos, aunque no imaginan que la gente simplemente pase a recoger una mascota y se marchen con ella a casa sin que nadie les pregunte nada. Eso los transformaría en tiendas de mascotas. "Estamos interesados en que la adopción de mascotas sea menos complicado que inscribirse en la universidad", dice Gail Buchwald, vice-presidente de los programas de refugio y adopción de la Sociedad Americana de Prevención de la Crueldad hacia los Animales, de Manhattan, que coloca más de dos mil perros y gatos todos los años. "La mayoría de la gente a la que se le ha pedido que pase por ese proceso, se sienta sobrellevada".
Dijo que su organización pide que se rellene un formulario de petición y toma contacto con todos los miembros de la familia para asegurarse de que todos quieren una mascota. Preguntan a los conserjes, pero no hacen visitas a casa. "Cuando es fácil conseguir mascotas", dice Buchwald, "no tiene sentido obligar a los adoptadores a que lleguen al punto que digan: no tengo por qué pasar por esto, como si quisiera estudiar en la universidad. Mejor me voy al deli de la esquina y adopto a un perro perdido".
Cuando Chris Coates, 23, y su pareja Zach Denison, 24, adoptaron esta semana en el ASPCA a Buddy, una mezcla de labrador y pit bull, Coates dijo que el proceso era exhaustivo pero no invasivo. Fue por primera vez el viernes pasado, y luego fue con Denison el domingo. Volvieron el lunes y juguetearon con seis perros antes de elegir a Buddy, que llevaba dos años en el centro y recibieron una despedida de todo el personal.
"Como voluntario de rescate animal, quieres controlarlo todo", dijo Buchwald. "Puedes haberte ocupado del animal desde que lo encontraste en la calle o lo recogiste enfermo o herido. Quieres saber más allá de toda duda cómo se ve la casa. Pero este trabajo implica confianza y moderación. Lo mejor que puede hacer es decir: ‘Que Dios los bendiga’, y aplaudir cuando las mascotas encuentran finalmente un hogar".

23 de marzo de 2006
©new york times
©traducción mQh
rss

1 comentario

Rene Castillo -

por fabor vean este link es lo mas orrorozo k he visto en mi vida en contra de los animales >> >> > http://www.petatv.com/tvpopup/video.asp?video=fur_farm&Player=wm&speed=_med