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maquillaje íntimo


[Melissa Healy] En su intento por verse más jóvenes, sentirse más guapas y tener mejor sexo, las mujeres se están volcando hacia la cirugía plástica genital. Y muchas quieren verse como estrellas porno.
Desde el alba de sus días como una especialidad médica, la cirugía plástica ha marchado inexorablemente sobre los cuerpos de las mujeres, estirando, adelgazando, plegando, restaurando la apariencia de juventud a rasgos debilitados por la edad y alisando aquellos marcados por la excentricidad.
La expansión de la cirugía plástica hacia el sur ha entrado ahora en territorios considerados durante mucho tiempo como sagrados. Hoy, la vagina y sus vecinos -los labios mayores, la labia minora y las paredes vaginales- son los últimos retazos de la propiedad inmobiliaria femenina de los que se considera que se deterioran con la edad o que de otro modo necesitan renovación, embellecimiento y rejuvenecimiento.
En todo el país mujeres post-pubescentes y peri-menopáusicas por igual están tensando sus vaginas, lipo-succionando sus mons pubis, recortando sus pliegues labiales y plegando sus paredes vaginales. La mayoría quiere recuperar lo que los cirujanos plásticos llaman un "aspecto más juvenil" de este largo tiempo oculto rincón de la anatomía femenina y a menudo para mejorar sus vidas sexuales en el proceso. (En algunos casos, las mujeres con pocas pretensiones de virginidad están sorprendiendo a sus amantes restaurando quirúrgicamente sus hímenes).
Otras mujeres, abatidas por las imperfectas proporciones de sus genitales, se hacen operar para mejorar la imagen de sí mismas -un estímulo que a menudo paga sus dividendos en la vida sexual.
"Yo era el tipo de mujer que quería siempre tener las luces apagadas" cuando tenía sexo, dice Holly, una asistente médica de 50 años que se operó recientemente para recortar sus labios menores y que pidió que no se mencionase su apellido para proteger su intimidad. "Sentirme cómoda con mi cuerpo, eso era importante para mí. Fui capaz de sentirme segura sexualmente".
Incluso a medida que el pequeño pero creciente grupo de cirujanos plásticos genitales inventa nuevas y mejores técnicas quirúrgicas, estos reconocen que los estándares que las mujeres esperan alcanzar son determinados en gran parte por actrices de cine adulto, stripteaseras y mujeres desnudas en internet.
"Sé lo que quieren las mujeres", dice el doctor David L. Matlock, de Los Angeles, un tocólogo convertido en cirujano plástico que ha sido pionero en la elaboración y popularización de nuevos procedimientos. Lo sabe, dice, porque muchas de sus pacientes llevan las revistas de sus maridos o amantes a su oficina y le señalan fotos tan explícitas como las de antes-y-después que se ven en muchos sitios web de cirujanos.
Cirujanos plásticos y ginecólogos más tradicionales pueden ser reluctantes a aplicar esos métodos, pero la demanda es innegable. La cirugía plástica de la vulva y de la vagina es una de las áreas de más rápido crecimiento en la cirugía plástica, dice algunos en el campo.
Muchas de las técnicas han sido practicadas durante décadas por tocólogos y ginecólogos para reparar lesiones relacionadas con el parto, y por urólogos y cirujanos reconstructivos que curan defectos de nacimiento o realizan cirugía de reasignación sexual. Pero a fines de los años noventa, los cirujanos empezaron a ofrecer esos procedimientos como un medio de mejorar la apariencia estética de los órganos genitales femeninos y, en algunos casos, mejorar la función sexual.
Hoy, en un campo que sigue asiduamente la pista de la demanda de abdominoplastía, levantamientos de glúteos e implantes de senos, no hay datos para medir la escala de la demanda de estas operaciones. Pero hay indicios de que la cirugía plástica genital ha aparecido en las pantallas de los radares de los observadores de tendencias sociales y en la profesión médica misma.
El próximo año la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos espera empezar a reunir datos sobre el número de operaciones de la vulva y vaginales que realizan sus miembros. Varios practicantes de los nuevos métodos, entre ellos una pareja de cirujanos plásticos de Los Angeles, han sido retratados en programas de la televisión por cable dirigidas a telespectadores ávidos de noticias sobre los guapos y famosos. Y miembros del Colegio Americano de Tocólogos y Ginecólogos han empezado a refunfuñar que ese es un tema sobre el cual tienen mucho que decir.
Pero el doctor V. Leroy Young, que preside el Destacamento de Tendencias Emergentes de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética, dice que la verdadera medida de la popularidad de las operaciones reside precisamente en el hecho de que, lejos de ambas costas, las mujeres del conservador interior están pagando a médicos como él para que las hagan.
Young hace de dos a tres operaciones de vulva al mes en mujeres que "no se atreverían nunca a hacer la pregunta en una reunión", pero que ahora pueden enterarse de esas operaciones en internet y en la televisión. "Está aquí mismo en el interior de Estados Unidos", dice Young, cuyo consultorio queda en Creve Coeur, un barrio de St. Louis, Missouri.

Estándares de Estrellas Porno
En California del Sur -la sede de la industria de la diversión de adultos- es innegablemente el lugar de nacimiento de este emergente campo de las alteraciones quirúrgicas.

En 2000 muchos americanos se enteraron de una nueva operación llamada labioplastía cuando una estrella porno conocida como Houston se hizo una operación de reducción de sus labios que fue filmada y distribuida a subscriptores, que luego subastaron en internet los trozos extirpados.
Sharon Mitchell, presidente de la Adult Industry Medical Healthcare Foundation [Fundación para los Cuidados Médicos de la Industria Adulta] en Sherman Oaks y Woodland Hills, dice que pocas actrices de películas de adultos se hacen la cirugía porque muchas de ellas son todavía muy jóvenes. Pero Mitchell, una actriz pornográfica durante 25 años antes de que sacara su doctorado en sexualidad humana, dice que el énfasis de la industria cinematográfica pornográfica en la juventud, así como una creciente audiencia entre mujeres interesadas en la belleza, seguramente hará aumentar la demanda de cirugía.
Y muchas mujeres adoptan los estándares fijados por las trabajadoras sexuales al pie de la letra, dicen médicos que hacen esas operaciones.
"Lo oigo una y otra vez", dice el doctor Gary Alter, un urólogo transformado en cirujano plástico que opera en clínicas en Beverly Hills y Nueva York. "La mujer dice: ‘Pensaba que yo era normal hasta que miré esas películas con mi amigo y ahora me siento como un monstruo’. Y piensan que son las únicas en el mundo".
A medida que las operaciones ganan en exposición y popularidad, algunos ginecólogos tradicionales han dado la voz de alarma.
"Básicamente estás corriendo riesgos por nada o por muy poco" con la mayoría de estas operaciones, dice el doctor Thomas G. Stovall, ex presidente de la Sociedad de Cirujanos Ginecólogos. Stovall advierte que con las labioplastías y estiramientos vaginales, las pacientes corren el riesgo de desarrollar infecciones y costras, las que pueden reducir las sensaciones -o peor, causar dolor- en áreas donde se han hecho las incisiones.
En cuanto a la teoría de que el estiramiento vaginal puede aumentar la gratificación sexual, Stovall insiste en que "no hay bases científicas" que lo comprueben. "Podría ser mejor para sus amantes", dice Stovall, pero la paciente corre esos riesgos sin pensar demasiado en los beneficios personales.
También las feministas han criticado la tendencia. Judy Norsigian, co-fundadora y autora del folleto sobre salud feminista ‘Nuestros cuerpos, nuestras vidas’ [Our Bodies, Ourselves], dice que las mujeres que se hacen operar corren riesgos al adoptar criterios de belleza femenina que son efímeros, poco naturales y en última instancia dictados por una sociedad en la que los hombres están obsesionados con niñas apenas pubescentes.
Norsigian y otros se han manifestado contra las ceras brasileñas, una popular tendencia de extirpación del vello que no deja intacto más que un diminuto mechón de vello púbico, como un reflejo de ese fetichismo. A su vez, al hacer más visibles los genitales de las mujeres, la tendencia de la cera ha llevado espontáneamente a más mujeres a dar el arriesgado siguiente paso de alterar genéticamente sus genitales, dice.
"Vivimos en un país donde la gente está siempre ideando cosas nuevas, prácticas nuevas, y nuevos modos de hacer dinero", dice Norsigian. "Y si puedes aprovecharte de la inseguridad, puedes manipular a un montón de gente".
Pero muchas de las pacientes que pagan entre 7 mil y 18 mil dólares por recortar, plegar y rejuvenecer sus genitales no están convencidas de los argumentos de los que las retratan como torpes títeres.
"Yo me considero una feminista y creo que te da mucha confianza", dice Katie Sokey, 36, vecina de Pasadena del Sur a la que Matlock sometió hace poco a un rejuvenecimiento vaginal con láser. "Fue un modo de hacerme cargo de mi propia sexualidad" después de haber dado a luz a tres robustos bebés.

Por Qué Corren Riesgos las Mujeres
Las mujeres que buscan la cirugía plástica en el área genital tienen diferentes motivos, dicen los especialistas. Muchas son motivadas por cuestiones estrictamente estéticas: Son, dice Alter, "mujeres que quieren verse como deben verse".
Pero un número de pacientes, incluyendo a Sokey, recurren a los cirujanos plásticos con quejas ocasionadas por incomodidades físicas, sea debido a labios demasiado grandes, débiles paredes vaginales o clítoris agrandados por los esteroides o desequilibrios hormonales. Y en muchos casos, esas pacientes dicen que sus quejas han sido desechadas, minimizadas o acogidas con un hostil encogimiento de hombros por tocólogos y ginecólogos consultados por ellas en primera instancia.
Sokey tuvo tres hijos en casa con una partera y les dio de mamar hasta que pudieron caminar. Ríe tímidamente ante la idea de que ella se haya convertido en la exponente de la cirugía plástica de la vulva. "Nunca pensé que terminaría en la consulta de un cirujano plástico de Beverly Hills; ese no es mi mundo", dice.
Pero dos años después del nacimiento de su tercer bebé, Sokey dice que consultó con tres médicos sobre síntomas que se hicieron más dramáticos con cada parto. Sus paredes vaginales empezaron a soltarse, sentía una sensación de ‘ahuecamiento’ cuando corría o alzaba al bebé en sus brazos y una presión hacia abajo de sus órganos reproductivos, la vejiga urinaria y el recto habían causado una hinchazón tan grande de sus labios que la ropa interior normal la irritaba y escocía. "El sexo", dice, "ya no era tan bueno", y cuando empezó a temer que su matrimonio estaba en peligro, buscó ayuda.
Una cirujano ginecólogo le dijo que "tenía la vagina de una mujer de cincuenta años" y la envió con instrucciones de hacer más Kegels, un ejercicio de contracciones de la pelvis recomendadas durante largo tiempo para restablecer la elasticidad vaginal después del parto. Otro sugirió cirugía correctiva y la implantación de un pesario, un aparato de soporte que mantendría su útero y otros órganos en su lugar y les impediría penetrar en la vagina. Pero el médico le advirtió que la convalecencia sería larga e insistió en que Katie dejara de dar de mamar a su bebé de modo que la debilitada superficie de su vagina mantuviera las suturas. Un tercer médico recomendó una histerectomía, que pudo haber provocado en Sokey una menopausia anticipada.
Sokey pensó que las opciones que le ofrecían tocólogos y ginecólogos iban de inefectivas a espantosamente radicales. Sus problemas físicos y las demandas de la maternidad estaban cobrándose un precio con su intimidad, y descubrió que incluso su matrimonio se estaba desmoronando.
Sokey dice que se sintió abrumada con "la desesperación de tener que integrarse al mundo de las mujeres solas, sintiéndose rota y usada, y no había nada que yo pudiera hacer sobre eso... Me sentí muy vieja".
Cuando una amiga le sugirió que viera a Matlock, Sokey recobró la esperanza. "Me pareció una opción mucho más amable", dice, y el personal de Matlock le aseguraron que ellos habían enviado a mujeres en su situación completamente curadas y felices a casa. Optó por el tratamiento de Rejuvenecimiento Vaginal por Láser, propiedad de Matlock, de ocho mil dólares, en el que Matlock utiliza láseres y capas de suturas para hacer incisiones a lo largo y atrás de las paredes vaginales, suturar la vejiga urinaria y el recto en su lugar y tensar la apertura vaginal.
Hoy, Sokey dice que se siente simplemente "rejuvenecida". Cuando infló un globo para su hijo hace poco, no tuvo que prepararse para esa sensación de tocar fondo. Sus labios habían vuelto a la normalidad, haciendo que su elección de bragas fuera nuevamente una opción estética. Y mientras da sus primeros pasos tentativos en su vida como mujer sola, dice que "el sexo ha sido fantástico". Matlock dice que sus colegas en las especialidades de obstetricia y ginecología han tratado pobremente a mujeres y pacientes como Sokey. Dice que las está escuchando y dándoles opciones que muchas necesitan desesperadamente.
"Si estos fueran problemas masculinos, la profesión médica habría analizado los síntomas y los habría solucionados hace tiempo", dice Matlock. Sus pacientes, dice, están votando con sus pies -y con sus bolsillos, porque prácticamente ninguno de los servicios que él proporciona son cubiertos por el seguro médico. "Todas tienen ginecólogos, pero todas vienen a mí".
Incluso Stovall, de la Sociedad de Cirujanos Ginecólogos, reconoce que muchos tocólogos y ginecólogos se muestran cautos en cuanto a las funciones vaginales después del parto porque la sexualidad de las mujeres es un asunto muy complejo. "La mayoría de los médicos no tienen preparación para eso", dice, y agrega: "Debido a que no tienen cómo solucionar el problema, prefieren no preguntar".
"Ese puede ser un problema", dice Stovall. "Pero tratar tu vagina con láser no va a solucionar ese problema".
Pero por cada mujer como Sokey, hay probablemente una como Holly, la asistente médica de 50 de California del Sur.
Holly creyó que sus labios no se veían bien cuando era adolescente, justo en momentos en que se convirtió en sexualmente activa. Mirando furtivamente revistas de adultos o a sus amigas, la convenció de que"normal".
Durante casi treinta años la sensación de que sus labios menores eran demasiado grandes "me entristecía constantemente y no me sentía bien conmigo misma". Cuando confesaba la causa de su timidez sexual a los hombres, estos le decían invariablemente que estaba bien, pero nunca la convencieron. Ahora con su labia reducida por Alter, "estoy dando saltitos, porque me siento bien conmigo misma".

La Gama de Lo Normal
Un cirujano plástico debe considerar siempre si la petición de una paciente es razonable o si es un síntoma de una imagen corporal poco sana. Hacerlo requiere una comprensión de lo que es normal y de lo que es bello, según los criterios actuales de la sociedad. Cuando se trata de los genitales femeninos, el criterio de belleza es cuando menos un criterio en constante cambio. Y eso deja a los cirujanos plásticos con pocas bases sólidas para decidir qué pacientes son inestables y debiesen ser rechazadas.
Matlock es quizás más claro en su definición de la belleza genital femenina. Las estrellas porno que sus pacientes consideran como ejemplos, dice Matlock, tienen "una imagen agradable, pulcra", con un capuchón del clítoris liso envolviendo el clítoris como "un pedazo de papel enrollado fuertemente en un lápiz" y labios pequeños, sin arrugas, cubriendo una vagina "como corte" que no parezca haber sufrido nunca las indignidades del parto.
Pero esa es difícilmente una norma entre las mujeres estadounidenses y médicos como Stovall dicen que antes de recurrir a la cirugía plástica las mujeres deberían entender que "hay una multitud de variaciones normales". En la cirugía plástica, sin embargo, eso es a menudo poco convincente -para no decir que tiene baja prioridad. Young dice que él trata a menudo de confortar a las mujeres que lo consultan con que sus genitales "son normales". A menudo, dice, "no quieren oírme. Quieren una solución para su problema".
Young repite una convicción oída a menudo en boca de cirujanos plásticos que ofrecen los nuevos procedimientos: "No quiero oír a una paciente diciéndome que lo están haciendo por otra persona, que ‘mi marido o mi amigo me dijo que no me veo bien’", dice. "Con eso se termina la consulta".
Pero reconoce que hay al menos "sutiles diferencias entre una mujer que busca la cirugía para aumentar su confianza en sí misma y la que lo hace con la esperanza de agradar al hombre u hombres en su vida.
Muchas mujeres que visitan la consulta de Alter están más centradas en mejorar el aspecto de sus genitales que de corregir un defecto en sus funciones, dice. Pero se niega a desechar sus preocupaciones como una forma de "dismorfia corporal" -el tipo de imagen corporal salvajemente distorsionada que afecta, por ejemplo, a las que sufren de trastornos alimentarios como la anorexia nervosa.
Para las mujeres cuya sexualidad está profundamente vinculada a la autoestima, Alter insiste en que mejorar la apariencia mejora la función sexual, y que vale la pena que las mujeres corran los riesgos que acompañan a la cirugía si quieren mejorar la calidad de sus vidas.
"Oigo decir a la gente: ‘¿A quién le importa cómo se ve allá abajo?’", dice Alter, que realiza unas quince operaciones de reducción de labia, una de sus especialidades, al mes. "Mi respuesta es: ‘Tú te miras allá abajo y la otra persona que cuenta, tu novio, mira allá abajo y eso es suficiente. La gente mira allá abajo, y nadie quiere sentirse como si fuera un monstruo".
"Mi opinión es que las operaciones que hago son muy seguras, que los riesgos son desdeñables y que la tasa de satisfacción es increíblemente alta. ¿Cuál es el problema?", dice Alter.
El problema, dice Mitchell, de la Adult Industry Medical Healthcare Foundation, es que las mujeres, se trate de estrellas porno o de mujeres que quieren parecerse a ellas, harían mejor en aceptarse a sí mismas -que "bailen desnudas frente el espejo hasta que les guste lo que ven".
Y aquellas tentadas por la operación después de admirar las proporciones genitales de una estrella porno deberían recordar, dice, que hay más que simplemente juventud y belleza en las películas pornográficas. Hay considerable prestidigitación cinematográfica.
"Es una fantasía, una proyección", dice Mitchell, que observa que las arrugas vaginales o los labios asimétricos pueden ser maquillados del mismo modo que las espinillas. "Sigue siendo cine, independientemente de su precio".

13 de marzo de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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4 comentarios

rugi -

tengo 3 clitoris

clara -

tengo 20 años y nunca eh tenido tengo casi tres años con mi novio y me da verguenza decirle el porque es que no me atrevo a tener relaciones con el ni a dejar que me vea mi vagina el es muy exigente con la figura y tengo miedo que me rechace o que ya no me quiera y me deje solo porque tengo los labios menores grandes

maria -

tengo mis labios menores grande y nada mas tengo 20 y el problema es que antes no me interesaba pero estoy enamorada y me da miendo tener relaciones con mi novio por miedo al rechazo
ademas mi autoestima no es tan fuerte como para evitar que me afecte aveces pienso que voy a terminar con el por que nunca me voy atrever a tener sexo con el ni con nadie

Vicky -

Tengo mis labios menores demasiado grandes y siento muchisima pena en el momento que mi pareja me hace el sexo oral