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política contra realidad


[Thomas E. Ricks] Jefes militares buscan foco de largo plazo.
En Iraq se libran dos guerras, dicen oficiales militares en el terreno y expertos de defensa: la que se libra en las calles de Bagdad, y la guerra tal como la perciben en Washington.
El general de ejército David H. Petraeus, que es desde febrero el más alto jefe militar en Iraq, mencionó la disparidad la semana pasada. "El reloj de Washington se mueve más rápidamente que el reloj de Bagdad", dijo en una entrevista por televisión. "Así que estamos, obviamente, tratando de acelerar un poco el reloj de Bagdad para lograr más progresos en el terreno, quizás... poner algo más de tiempo en el reloj de Washington".
Aunque Washington parece ir encaminado hacia un final político en Iraq, con la Casa Blanca y el congreso riñendo sobre puntos de referencia y fechas de retirada, la guerra en el terreno es una marea menguante. Todas las partes -incluyendo a los estrategas militares norteamericanos y los líderes religiosos iraquíes y los rebeldes, así como actores regionales, como Irán, Siria, Arabia Saudí y Turquía- están esperando ver si funciona la nueva estrategia norteamericana para hacer más segura la capital iraquí. Los soldados en el terreno tienden a ver el debate en Washington como irrelevante, y la perspectiva de muchos políticos en Washington es que el calendario militar es simplemente demasiado lento.
"La escala de tiempo para vencer es de años", dijo John J. Hamre, ex subsecretario de defensa, mientras que "la escala de tiempo para la tolerancia aquí es de doce meses para los demócratas y dieciocho para los republicanos".
Una consecuencia de la disparidad es la emergencia de puntos de vista radicalmente diferentes sobre el impacto de la nueva estrategia, que ha sido llamada ‘oleada' porque envía más tropas a Iraq pero, lo que es más notable, por movilizar tropas norteamericanas desde enormes bases aisladas a pequeños puestos de avanzada en toda la capital.
El presidente Bush dijo el mes pasado que "ha habido avances positivos" y el senador John McCain (republicano de Arizona) concluyó, en un viaje que hizo a Iraq la semana pasada, que "tenemos una nueva estrategia que está dando resultados". Pero oficiales en Iraq tienden a ser más cautos. Petraeus mismo ha dicho repetidas veces que es demasiado pronto como para determinar si la nueva estrategia muestra un progreso sostenido. Él y otros dicen que para este otoño recién podrán evaluar si se hacen progresos o no. De ser así, el debate actual sobre una posible retirada en 2008, podría perder su razón de ser.
Un oficial en Iraq advirtió que poner en práctica la nueva estrategia tomará tiempo -quizás más del que Washington está dispuesto a conceder. "Los primeros signos son muy alentadores -una fuerte reducción de los asesinatos sectarios en Bagdad, el retorno de miles de familias de refugiados", dijo, hablando a condición de conservar el anonimato, para poder hablar con franqueza. "Pero no hay ninguna posibilidad de que podamos vencer a la resistencia este verano. Creo que para entonces podremos cambiar la marea, y creo que ya lo estamos haciendo. Derrotarlos completamente sería un proyecto de cinco a diez años como mínimo -y acelerarlo para satisfacer un capricho de Washington es correr hacia el fracaso".
Un oficial de ejército que ha servido en Iraq y se encuentra de regreso en Estados Unidos resumió la situación diciendo que "estamos presenciando la agonía... de un divorcio desordenado" entre la política de la guerra y su conducción". Los ‘chicos', marcados por la separación, predijo, serán el pueblo iraquí y el ejército norteamericano y el cuerpo de marines.
Además de la nueva estrategia militar, un nuevo equipo se está encargando de la ocupación norteamericana en Iraq. Por primera vez desde 2004, hay un nuevo jefe militar en Iraq, con el remplazo del general de ejército George W. Casey Jr., por Petraeus. Está trabajando con el nuevo subcomandante, el teniente general de ejército Raymond T. Odierno, y el nuevo embajador norteamericano en Iraq, Ryan C. Crocker. Hay cambios en el Pentágono -un nuevo jefe del estado mayor del ejército y el reemplazante de Donald H. Rumsfeld, el ministro de Defensa Robert M. Gates, y una vacante para el secretario del ejército- y el Mando Central, el comando militar norteamericano responsable de Oriente Medio. Los reemplazos son el más grande cambio de personal de la guerra, y los nuevos actores todavía están acomodándose.
En Bagdad hay pocos indicios de un mejoramiento de la situación, pero los que hay tienden a ser anulados por los preocupantes indicios de otros lugares en Iraq. Desde que empezara la nueva estrategia, los asesinatos religiosos se han reducido en un cincuenta por ciento, de acuerdo a portavoces militares norteamericanos. Los atentados con coches bomba han aumentado, pero también las denuncias de iraquíes. Es imposible saber cuánto de la disminución de la violencia ha de ser atribuida a la decisión de la milicia chií más grande -el Ejército Mahdi, del clérigo chií Muqtada Sáder- de reducir sus operaciones. Además, observó un oficial del ejército norteamericano que se prepara para su tercer período en Iraq, cuando en una guerra un lado modifica sus tácticas, el otro lado normalmente toma su tiempo para estudiar el cambio y evaluar las partes vulnerables antes de renovar los ataques. También, en la provincia de Anbar hay sólidos indicios de que los líderes tribales se están volcando contra los extremistas de al Qaeda.
Pero, contó un veterano de Fuerzas Especiales que ha trabajado en Iraq en las fuerzas armadas y como civil, "la campaña en Bagdad está empujando la violencia religiosa hacia otras partes de Iraq". Esa es una razón del recrudecimiento de los enfrentamientos cerca de la provincia de Diyala que llevó a comandantes norteamericanos a enviar un batallón Stryker, que era parte de un refuerzo de las tropas. Del mismo modo, el nuevo trunfo del Cuerpo de Marines en Anbar parece haber obligado a combatientes de al Qaeda a trasladar sus operaciones a Mosul, Baqubah y Tall Afar, que en 2006 fue presentado como una historia del éxito norteamericano, pero que en el mes pasado ha sido escenario de horribles atentados con camiones y asesinatos por venganza de la policía chií. También, un oficial de la inteligencia militar avisó sobre otros indicios graves fuera de Bagdad: Kirkuk, acercándose a la explosión, los turcos cada vez más descontentos con las actividades kurdas, y una inminente retirada británica en el sur que podría poner en peligro las rutas de suministro desde Kuwait.
Otro veterano de la inteligencia militar de Iraq dijo que piensa que la estrategia de Petraeus está dando algunos resultados, pero pronosticó que la violencia volverá a aumentar este verano, en parte como un intento de grupos iraquíes de influir en el debate político norteamericano. El resultado final, dijo Jeffrey White, ex analista de la Agencia de Inteligencia de la Defensa, es que para otoño este panorama habrá cambiado. "Las cosas se podrán ver substantivamente más positivas en Bagdad, y mucho peor en otras partes", dijo White, que trabaja ahora en el Instituto del Cercano Oriente [Institute for Near East Policy] de Washington.
Lo más que puede ocurrir es que para mediados del verano, dicen altos oficiales en Iraq, los militares norteamericanos empezarán a saber si el nuevo enfoque está funcionando o no.
"Tomará meses, no días ni semanas, antes de que podamos ver algunos indicadores reales de progreso", dijo Petraeus en su entrevista con Jim Lehrer de la PBS la semana pasada.
También, dicen oficiales, persisten interrogantes sobre la sustentabilidad de cualquier momento positivo. Las operaciones militares pueden ganar tiempo, pero no resolver el problema básico en Iraq: la creciente amenaza de una guerra civil. El gobierno norteamericano insiste en buscar la reconciliación, pero hay pocos indicios de movimiento en esa dirección. "No va a funcionar nada mientras las partes no estén dispuestas a hacer compromisos, y no veo ningún indicador de que lo vayan a hacer", dijo A. Heather Coyne, que ha trabajado en Iraq tanto como reservista militar que como civil. "Hasta entonces, todo efecto de la campaña será provisional".
Larry Diamond, profesor de la Universidad de Stanford que ha trabajado con la autoridad de la ocupación norteamericana y ha criticado la estrategia del gobierno de Bush, concordó en que "si no logramos un arreglo político, nada de lo que hagamos en el terreno militar va a resultar".
Ya se han dado progresos en Washington, dijo Hamre, cuando las elecciones de noviembre se convirtieron en un referendo sobre la guerra. "Los norteamericanos han estado esperando oír cómo vamos a ganar la guerra en Iraq, y nunca oyen nada de eso, así que se volvieron contra ella", dijo. "Pero la evolución política está avanzando mucho más rápidamente que los acontecimientos".
Sin embargo, con una nueva estrategia en camino en Bagdad, el debate en Washington es en gran parte irrelevante para las preocupaciones de los soldados en el terreno, dijo el oficial de ejército que volvió recientemente de Bagdad. "Toda esa cháchara sobre retiradas, votos y presupuestos en realidad no significa mucho para esos jóvenes de dieciocho años que cruzan Iraq con sus armaduras preocupados por las bombas improvisadas", dijo. "Para él, la vida consiste en tratar de sobrevivir 365 días para volver a casa -sólo para enterarnos de que tendremos que volver allá".

9 de abril de 2007
8 de abril de 2007
©washington post
©traducción mQh
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