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funeral en un barrio sunní


Un bagdadí no puede encontrar un lugar seguro donde llorar a su madre. En el cementerio ya no es posible.
Bagdad, Iraq. A esto ha llegado Iraq: Un hijo ni siquiera puede sepultar a su madre.
Tengo un buen amigo llamado Jamal, y lo considero como a un hermano. Su madre estaba enferma y murió la semana pasada. Como todo hijo, quería sepultarla él mismo. Pero cuando lo llamé la mañana del funeral el jueves, me dijo que la mayoría de los hombres de su familia no irían al cementerio por temor a llamar la atención de la policía o de las milicias religiosas.
Yo también decidí no ir, porque la carretera pasa por Abu Ghraib, uno de los barrios más peligrosos de Bagdad.
Una vez que la procesión fúnebre salió de su casa, Jamal pasó a recogerme, para que fuéramos juntos al mercado. La costumbre iraquí es preparar una gran cena para los visitantes que vendrán a dejar sus condolencias.
Compramos carne, frijoles, damascos secos, uvas pasas, almendras, cardamomo, fideos, huevos, café y cigarrillos. También escogimos una oveja viva, para sacrificarla más tarde.
Cuando pusimos al animal en el maletero el coche, trató de escapar. Me hizo recordar a las víctimas de los secuestros, que son metidas en los maleteros y llevadas a lugares aislados de Bagdad para ser asesinadas.
Volviendo a casa de Jamal, vimos lo que parecían ser los restos de un todoterrenos en la carretera -supusimos que era otro atentado.
Jamal también necesitaba alquilar una sillas de plástico para los visitantes. Había algunas tiendas en las cercanías donde podíamos alquilarlas, pero eran de musulmanes chiíes de la zona y él es sunní. Así que tuvimos que pedir a familiares que viven en otra parte de la ciudad, que las trajeran.
Colocamos las sillas para los hombres en el jardín. Las mujeres se quedaron dentro. Yo quería invitar a un amigo, pero dudó, porque Jamal vive en uno de los llamados barrios difíciles. Le dije que la casa daba a la autopista, de modo que no tendría que atravesar calles peligrosas. Vino, pero sólo se quedó quince minutos.
Para el mediodía, había nueve hombres en el jardín. Hicimos juntos nuestras oraciones del mediodía y entramos a almorzar en la cocina. Antes de que termináramos de comer, oímos una fuerte explosión. Vi llamas y humo negro a través de la puerta de la cocina. Luego oímos balazos.
La mayoría de los hombres corrió al cuarto contiguo, donde estaban las mujeres. Yo me escondí detrás de la nevera.
Una de las mujeres irrumpió gritando en la cocina: "¿Dónde está Ziad? ¿Dónde está Ziad? ¿Estaba fuera?"
Alguien gritó: "¡Ahí está" y apuntó a un hombre con un niño en brazos.
La balacera amainó, pero estábamos preocupados de que allanaran la casa. No sería fácil probar que todos esos hombres no eran combatientes.
Después de un rato, nos asomamos y vimos coches yendo y viniendo. Eso significaba que no había tropas bloqueando la calle, así que me pareció una buena oportunidad para marcharme y buscar un taxi que me llevara a casa.
Cuando salía, vi un camión -que pertenecía probablemente a las fuerzas de seguridad iraquíes- quemándose al otro lado de la autopista.
Traté de hacer parar a un par de taxis, pero ninguno se detuvo, así que me monté en un autobús. Cuando los pasajeros vieron el vehículo incendiándose, empezaron a preguntar en voz baja que había pasado.
"Bomba", dije.
Cuando nos acercamos, vimos un cuerpo quemándose junto al camión.
Alguna gente expresó pesar por el espectáculo. Pero un hombre dijo: "Bien hecho".
El chofer reaccionó diciéndole que los agentes eran ciudadanos y que había que atacar a los norteamericanos.
El hombre replicó: "Son peores que los soldados norteamericanos. Sigo diciendo bien hecho".
Cuando llegamos a mi barrio, vimos el parabrisas de un coche y una llanta en la calle. Todos en el autobús estuvimos de acuerdo en que pertenecían al todoterrenos. Alguien comentó que en la mañana no había nada en el lugar.
Cuando llegué a casa, llamé a Jamal. Me dijo que las fuerzas iraquíes habían vuelto al barrio y que habían estallado balaceras. Dos balas impactaron en la cocina donde habíamos almorzado.

El autor de este informe sobre la vida diaria en Bagdad en un periodista iraquí de la oficina del Times en Bagdad. No publicamos su nombre para proteger su seguridad.

13 de abril de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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