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el instinto moral 6


[Steven Pinker] Muchos temen que la moral sea un truco del cerebro. La genealogía de la moral.
Las cinco esferas son buenas candidatas para una tabla periódica del sentido moral no sólo porque son ubicuas sino también porque tienen profundas raíces en la evolución. El impulso a evitar el dolor, que dan a los que piensan sobre el dilema del tranvía ataques de pánico cuando sopesan la idea de empujar a un hombre del puente, también se encuentra en los macacos, que prefieren pasar hambre antes que jalar de una cadena que les da comida, pero también golpea con una descarga eléctrica a otro mono. El respeto por la autoridad está relacionado claramente con las jerarquías de dominio y sumisión que se encuentran ampliamente difundidas en el reino animal. El contraste pureza-profanación se nutre de la emoción de repugnancia que es provocada por vectores potenciales de enfermedades, como los fluidos corporales, la carne en descomposición y formas no convencionales de carne, y por prácticas sexuales riesgosas, como el incesto.
Las otras dos esferas moralizadas corresponden con los ejemplos clásicos de la evolución del altruismo que fueron propuestos por los socio-biólogos en los años sesenta y setenta y hechos famosos por Richard Dawkins en su libro ‘The Selfish Gene'. La honestidad está bastante cerca de lo que los científicos llaman el altruismo recíproco, en el que la voluntad de ser simpáticos con otros puede evolucionar siempre que el favor ayude al receptor más de lo que cuesta al donante y el receptor devuelva el favor cuando hay cambios de fortuna. El análisis lo hace sonar como si el altruismo recíproco fuera el resultado de un cálculo robótico, pero de hecho Robert Trivers, el biólogo que postuló la teoría, dijo que es implementado en el cerebro como una serie de emociones morales. La simpatía lleva a una persona a ofrecer el primer favor, especialmente a alguien que lo necesite. La indignación protege a una persona de tramposos que aceptan un favor sin devolverlo, motivándolo a castigar a los ingratos o terminar la relación. La gratitud impele al beneficiario a recompensar a los que lo ayudaron en el pasado. La culpa lleva al tramposo en peligro de ser desenmascarado a reparar la relación, anunciando también que en el futuro se comportará mejor (lo que es consistente con la definición de Mencken de la conciencia como "la voz interior que nos advierte que puede haber alguien mirándonos"). Muchos experimentos sobre quién ayuda a quién, quién ama a quién, quién castiga a quién y quién se siente culpable han confirmado esas predicciones.
La comunidad, las diferentes emociones que llevan a la gente a compartir y sacrificarse sin esperar recompensa, puede originarse en el altruismo nepotista nepotista, la empatía y solidaridad que sentimos hacia nuestros familiares (y que evolucionó porque un gene que empujó a un organismo a ayudar a un familiar puede haber ayudado a hacer copias de sí mismo en ese familiar). Por supuesto, en los humanos los sentimientos comunitarios pueden ser prodigados también a desconocidos. A veces paga (en un sentido evolucionario) querer a los compañeros porque sus intereses están entrelazados, como las esposas con hijos comunes, parientes políticos con familiares comunes, amigos con inclinaciones comunes o aliados con enemigos comunes. Y veces no paga en absoluto, pero sus detectores de parentesco son engañados para tratar a sus compañeros como si fuesen familiares con tácticas como las metáforas de parentesco (hermanos de sangre, cofradías, la patria), mitos de origen, banquetes colectivos y otros rituales de vínculo.

6 de marzo de 2008
13 de enero de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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