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cómplice de la traición


"No justifico tantas muertes, pero era una época en que había que defenderse".
Chillán, Chile. Si bien no es oriundo de Chillán y el 11 de septiembre lo vivió en Santiago, el ex gobernador de Ñuble entre los años 1984 y 1988, coronel (r) Hernán Carrasco, sabe muy bien cómo se vivió ese día y los posteriores en la provincia. En 1973 era capitán, a cargo de la subcomisaría Los Dominicos, cuyo sector jurisdiccional incluía la casa presidencial de Tomás Moro, donde residía Salvador Allende junto a su familia.
"En ese momento fui un profesional. A mí me dijeron "usted es custodio de la casa presidencial", y eso cumplí. El 11 de septiembre, Allende salió muy temprano de Tomás Moro, escoltado hacia La Moneda, porque sabía del movimiento de tropas. Su familia se quedó hasta que comenzó el bombardeo, tras lo cual el GAP los sacó", contó, intentando transmitir el sentimiento de ser testigo de un hecho clave en nuestra historia.
"El Presidente Pinochet me identificaba porque yo fui comandante de la Guardia de Palacio entre 1974 y 1976. Cuando ascendí a coronel, pasé a conformar parte del Comité Asesor Presidencial, organismo conformado por oficiales de las instituciones armadas y Carabineros, quienes colaborábamos con la Junta de Gobierno en la evaluación de proyectos", aseveró, explicando las razones de su designación como gobernador, en 1984, cuando ya llevaba dos años retirado.

Estoicismo Ñublensino
"La reacción de Chillán luego del 11 de septiembre fue tardía. La gente no creía lo que estaba ocurriendo y fuimos nosotros, los uniformados, los primeros en darnos cuenta de que la cosa había cambiado. Mucho después hubo conciencia respecto de lo que se estaba gestando, y cuando yo llegué a Chillán, esto ya estaba asumido", contó.
Según él, no tuvo que afrontar tantos problemas desde el punto de vista del orden público. "Esporádicamente había bombazos, pero efervescencia política, no. Acá, fue más tranquila la cosa. En general, creo que fue menos duro, principalmente, porque la gente de Ñuble tiene un estoicismo muy especial. Por ejemplo, para los temporales, todo el país reclama. Acá se asume", indicó.

Cosas Que Salen Mal
También por esos años post-golpe, le tocó enfrentar a muchos familiares de detenidos desaparecidos. "Nadie puede decir en Ñuble que no los recibí. Hay una situación muy clara: uno debe saber escuchar, y dentro de las cualidades que tengo, está ésa, porque era mejor conversar, estar con ellos, a que anduvieran despotricando en las esquinas. Yo canalicé todas sus inquietudes hacia el Ministerio del Interior, pero debo reconocer que había mucha más vehemencia en la forma de hacer oposición, pues la mayoría de esta gente había perdido a un ser querido", sostuvo.
No avala, eso sí, tanto derramamiento de sangre.
"Una muerte no se justifica en ningún caso. Ahora, en defensa propia, había que responder. No hay que olvidar que la comitiva presidencial fue atacada en 1986, y se descubrió un arsenal de armas en Carrizal Bajo. Hay muchas cosas que se olvidan. Veo protestar a gente en la calle, en su mayoría jóvenes, quienes no vivieron esos años, no hicieron las colas para conseguir un litro de leche", argumentó.
- ¿Cree que se cometió un exceso al asesinar al ex alcalde Ricardo Lagos Reyes? - Yo conocí a varios de los implicados en el caso Lagos Reyes, pero nunca he podido saber la realidad, porque ellos cuentan una verdad, y la parte contraria, otra. Cuando llegué acá me dijeron que hubo un enfrentamiento a balazos, que Ricardo Lagos salió disparando. No sé, creo que ahí pudo haber un exceso, pues si él y su familia se resistieron al arresto, debieron reducirlos, pues era una autoridad. Nunca matarlos.

12 de septiembre de 2008
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