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el retorno de las coristas

[Patricia Leigh Brown] Las coristas vuelven al centro del escenario en nombre de la historia.
Reno, Nevada, Estados Unidos. El Oeste norteamericano ha inspirado obras de arte como los cazadores de búfalo escupiendo balas, de Frederic Remington, y los domadores de caballos de Charles M. Russell. Pero la convención puede no estar preparada para Terry Ritter, una antigua corista de Las Vegas cuyas telas incluyen ‘Las boas rojas' [The Red Boas], extáticos torsos retorciéndose en un mar de plumas rojas.
La señora Ritter, 54, aparece destacada en lo que se anuncia como el primer Torneo de Baile Artístico [Showgirl Art Competition], que empezó el viernes en la Sociedad Histórica del Estado de Nevada aquí.
La pequeña exposición, que incluye un raro collar boa de plumas de pavo, tangas adornadas con joyas, y otros objetos de las coristas, junto a unas veinte pinturas, es parte de un incipiente movimiento de conservación de antiguas coristas ansiosas de reclamar e interpretar su propia historia. Decenas de bailarinas se reunieron para la apertura, conscientes de que el legado de los elegantes y desaparecidos espectáculos como el Lido de París en el recientemente derrumbado Stardust Hotel en Las Vegas, se está desvaneciendo rápidamente.
"Es preservar una parte del tiempo, como Degas y las bailarinas", dijo Ritter, una rubia cobriza que empezó a pintar en 1982 entre actuaciones en Les Folies Bergeres en el Tropicana, cuando montaba tras los bastidores su caballete, porque ahí tenía mejor luz.
La exposición viajará este otoño a Las Vegas, la sede de la segunda reunión anual de antiguas coristas y cuadrilla.
Tanto el torno artístico como la reunión fueron una idea original de Lou Anne H. Chessik, que bailó durante quince años en el Stardust y en ‘Hello Hollywood Hello' en Reno (donde ella se balanceó para fama mundial en las alas de una réplica móvil de un jet, vestida con un sujetador de imitación de diamante y en tangas).
La demolición del Stardust fue un evento galvanizador para Chessik, ahora una escultural mujer. "Las Vegas sigue recreando su historia", dijo. "Los espectáculos fueron tanto una gran parte de mi vida como los cimientos de Las Vegas".
El naciente género del arte de coristas fue ejemplificado por el sensual retrato, por Ritter, de Diane Varne, una bailarina de Lido y Folies Bergeres convertida en agente inmobiliaria (LasVegasShowgirlRealestate.com).
Más importante, la exposición presentó destellantes objetos y trajes de la colección de Karen Burns, que bailó en Reno durante treinta años y trabajó una vez como camarera en una fiesta de cumpleaños para Liberace. Su colección de 1.200 objetos del arte de las coristas es una serie de colgadores y cajas cuidadosamente etiquetadas: sombreros de copa negros, penachos de plumas, borlas para empolvar, botas a-go-go blancas, brazaletes de imitación de diamante -en la colección de capas de color verde lima y tocados emplumados, arquitectura de plumas para el desnudo femenino-, la elegancia de números de espectáculos como ‘Hello Hollywood Hello', que empezó en 1978 en el MGM Grand, en Reno, y estuvo en tablas durante 11 años, ha sido resucitado de manera grandiosa.
Como las armaduras medievales, los trajes serán algún día considerados como talismanes de una cultura desaparecida, que tuvo su apogeo en los años sesenta, cuando casi todos los hoteles y el casino en el Strip contaban con lujosos espectáculos.
En los últimos años, el número de las principales producciones con coristas ha descendido hasta apenas dos: les Folies Bergeres y ‘Jubilee', en Bally, Las Vegas -cuando el público quiere espectáculos modernos, como el Cirque du Soleil. En la era de la televisión por cable, la mujer de ropas ligeras es difícilmente una novedad.

Burns, cuya compañía provee coristas para fiestas de empresas, posee el celo de un curador. Ha gastado cientos de miles de dólares en su obsesión, incluso llegando a contratar a un especialista en vestuario jubilado para soldar las piezas de su sujetador de imitación de diamante.
Lo que motiva a Burns es la mala representación de las coristas como bailarinas estriptiseras.
"Cuando le cuentas a la gente que eres una corista, todos asumen que tu inteligencia baja a cincuenta I.Q.", dijo Burns, que se convirtió en profesora de secundaria después de que terminara su carrera como corista. "Llevo treinta años de casada. Tengo un diploma universitario. No tenemos la cabeza hueca".
Muchas antiguas coristas son ahora madres de futbolistas. Eileen Edgecomb, 53, madre de dos niños, bailó una vez como ‘pony' -el apodo de las bailarinas de menos de 1.70 metros. Posando junto a imágenes de su antigua vida, algunas hechas por estudiantes de arte, recordó las exigentes expectativas del coreógrafo y director Donn Arden, que produjo espectáculos legendarios como ‘Hello Hollywood Hello' y el original ‘Jubilee', en Bally's, que todavía está vivito y coleando a los 25.
"Él quería ver tu gira en el aire, tus piruetas y cuántos chats podías hacer", dijo Edgecomb, refiriéndose a los difíciles pases de ballet.
Para las coristas experimentadas, como se llaman a sí mismas, los días de auge de las producciones a gran escala coincide patéticamente con su propia juventud.
"Te pagan para que te mantengas en forma", dijo Chessik. "Una vez que se encienden las luces, la adrenalina se echa a correr".
Pero después de quince años de trabajar siete días a la semana, dos espectáculos por noche -tres los sábados-, se cansó, especialmente con ocho cambios de traje. "Los zapatos, las joyas, tus tangas, tus sujetadores de imitación de diamante", dijo, "colocarse los leotardos sobre las redes de pesca. Aunque, en esas redes tenías que ser perfecto. Nunca veías celulitis".
Las coristas retiradas recordaron las reglas que dominaban sus vidas. Se controlaba el peso y las líneas de bronceado estaban realmente prohibidas", dijo Varney. Se preferían los pechos de tamaño de bailarina, contrariamente a la creencia popular, porque facilitan el baile. Había un casting abierto cada seis meses, recordó Chessik.
"Siempre podías ser eliminada. Yo me aseguré de retirarme a tiempo", agregó. "Todo giraba en torno a tu juventud".
La Universidad de Nevada, Las Vegas, ha incluido las historias orales de las coristas como parte de su colección de historial del trabajo. Michael Green, profesor de historia del College of Southern Nevada en Las Vegas, dijo que era hora de una revaluación.
"Las coristas tienen la inmerecida reputación de prostitutas emplumadas, y hay un montón de mitos que deben explotar", dijo Green. "Son figuras de muchas más capas de lo que sugieren las apariencias".
En la inauguración, Varney posó junto al retrato de sí misma de bailarina a los 21 años, su arqueada espalda desnuda envuelta en piel de zorro blanco. Varney quiere esa temporada de su vida, capturada en la tela en acrílico, brillo e imitación de diamante.
Varney espera usar la pintura en su agencia inmobiliaria y dejarla a sus hijos.
"No puedes hacer explotar hoteles y vender los contenidos", dijo. "Pero el arte no desaparecerá. El arte es eterno".

2 de agosto de 2007
3 de julio de 2077
©new york times
©traducción mQh
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